sábado, 8 de febrero de 2025

Amenazar para negociar: la estrategia de Trump que por ahora funciona

 

Amenazar para negociar: la estrategia de Trump que por ahora funciona

A más de dos semanas de asumir, ya consiguió forzar la mano de sus dos vecinos -Canadá y México-, desnudó la falta de unidad y voluntad latinoamericana para enfrentar sus deportaciones masivas e inhumanas y planteó pulseadas con China, sus propios aliados en Medio Oriente y Europa.

El destape, 08 de febrero, 2025 
Amenazar para negociar: la estrategia de Trump que por ahora funciona

Sin zanahoria, Donald Trump avanza con la “diplomacia” del garrote. Pese a que las amenazas como tomar el control del canal de Panamá o expulsar a los palestinos de Gaza parecieran imposibles de llevar a cabo, la imprevisibilidad del mandatario estadounidense genera un estado de conmoción e incertidumbre, que en apenas dos semanas de Gobierno ya obtuvo algunas concesiones de sus principales socios comerciales que temen posibles consecuencias. Con el trasfondo de la potencia en cierto declive económico con respecto a China, gran parte de los mandatarios rechazan sus propuestas, pero parecieran más cerca de resignarse a ceder que enfrentarse a un futuro incierto.

Loading video

China denuncia a EEUU por proteccionista

Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

El pasado sábado Trump firmó un decreto para implementar un 25% de aranceles a países como México y Canadá con quienes mantiene un Tratado de Libre Comercio, además de un adicional del 10% a China. El argumento detrás de esa decisión es que busca combatir la inmigración irregular y el tráfico de drogas, especialmente el fentanilo. Estados Unidos acusa al país gobernado por Xi Jinping de estar detrás del envío de precursores químicos que sirven para que en territorio mexicano fabriquen la droga zombie, por la cual mueren más de 70 mil estadounidenses al año.

La medida de los aranceles debía empezar a correr el pasado martes, y unas horas antes de que entre en vigencia el republicano acordó tanto con la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, como el premier canadiense, Justin Trudeau, retrasar un mes la medida de imponer aranceles a las importaciones de esos países. A cambio, ambos mandatarios se comprometieron a reforzar la frontera, o incluso en Canadá sumar a la lista de terroristas a las organizaciones criminales, entre otras medidas que tomarán para evitar los impuestos de su principal socio comercial que podría generar una catástrofe económica en los tres países.

En el caso de China, desde el Gobierno anunciaron que responderán con más aranceles, que investigarán a Google por monopolio, y una decisión particular: van a denunciar a Estados Unidos en la Organización Mundial del Comercio por proteccionista. Es decir que un país comunista denunciaría ante la OMC por medidas estatales de protección al país conocido por abogar por el libre comercio. Algo que desde el país del norte hacían con respecto al estado asiático, cuando toma medidas como brindar apoyo financiero o en impuestos a los sectores automotrices, entre otros, en su territorio que consideran que genera una desventaja con respecto a otras industrias internacionales.

¿Golpear para negociar?

“El objetivo de Trump sigue siendo que las corporaciones estadounidenses que operan en países como México o China vuelvan a operar en Estados Unidos. Ya lo había hecho en su primer gobierno, la novedad ahora es que es mucho más rápido y fuerte. Vamos a ver qué tanto puede sostener un arancel de 25% a México en productos como textiles, autos, que se producen en territorio mexicano e importarlos con un 25% de aranceles implicaría un alza directa en el bolsillo de los estadounidenses. Hay que ver cuánto puede sostener esto en el tiempo o si solo es una forma de pegar para después negociar”, explicó a El Destape la investigadora de Conicet con sede en Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), especialista en Comercio e Inversiones, Luciana Ghiotto.

La especialista agregó que el trasfondo del argumento del combate a la migración irregular y las drogas, está la situación económica: “Trump usa la idea de fentanilo o migración como excusas porque es algo que un sector de la población plantea como problemas, pero el trasfondo es económico. El MAGA (haz grande a América otra vez) está basado en una reconstrucción económica. Trump está intentando bloquear el poderío chino económico y financiero y de los BRICS. Recordemos que sostuvo que si este bloque lanza una moneda común, iba a poner un arancel del 100% cuando quisieran exportar a Estados Unidos. Lo principal para él es garantizar el poderío económico de Estados Unidos frente al poderío chino”.

Loading video

“En dos semanas hice más que Obama y Biden en 12 años”, escribió el republicano en sus redes cuando comenzaba a obtener algunas pequeñas victorias de sus aliados, tras amenazarlos. Uno de los más claros, además de México y Canadá que acordaron sumarse a la agenda de mayor militarización para combatir el tráfico de drogas y la migración, fue el caso de Panamá, que tras las acusaciones de tomar el Canal por sostener que China lo manejaba, desde el gobierno anunciaron que no renovarán su adhesión a la Ruta de la Seda, el megaproyecto de infraestructura que lleva adelante la administración de Xi Jinping. Podría sumarse también el caso del presidente colombiano, Gustavo Petro, que sostuvo que no recibiría en esas condiciones a los colombianos deportados y tras la amenaza de más aranceles, ofreció hacerse cargo incluso del traslado.

Estamos viendo a un Trump con mucho más poder político, pero con un Estados Unidos más débil. Lo que busca es doblegar a cualquier gobierno que le ponga un límite. Tras la gira del secretario de Estado, Marco Rubio, por Centroamérica consigue que Panamá se retire de la Ruta de la Seda, consigue que Bukele (el presidente de El Salvador) plantee la posibilidad de recibir a miles de pesos de Estados Unidos y asimismo relanzan la base de Guantánamo para recibir hasta 30 mil presos. Cualquier gobierno pero en particular en América Latina que enfrente sus políticas va a recibir garrote, por eso digo que el corolario de Trump es mucho más garrote”, afirmó a El Destape el historiador, coordinador del grupo Clacso Estudios sobre Estados Unidos y autor de varios libros, Leandro Morgenfeld.

El historiador además recordó el caso argentino en medio de la disputa geopolítica entre Estados Unidos y China: “A diferencia de otras épocas, Estados Unidos no puede ofrecer tratados de libre comercio, o grandes inversiones en infraestructura a diferencia de lo que pasa con China que ya es el primero o segundo socio comercial de los países de la región, y que es un gran prestamista. A tal punto, que Milei que tiene una política de absoluta subordinación a Estados Unidos, el año pasado tuvo que recular con China porque le pidió que renueve los Swap y cambió su discurso”.

En ese sentido, Morgenfeld agregó algo no solo con respecto al país gobernado por Xi Jinping, sino también frente a otros países en fuerte ascenso: “Lo que está intentando Trump es frenar no solo a China sino los BRICS la India, Rusia, Brasil, Sudáfrica, entre otros. Ante el declive relativo de Estados Unidos, lo que hace es mostrar más músculo militar, político y diplomático para tratar de frenar el espiral de desdenceso económico y tecnológico en el cual se encuentra Estados Unidos frente al avance de actores como China o India”.

La Unión Europea observa

Entre tantos actores internacionales, hay uno clave y tiene que ver con el bloque europeo. En medio de la catarata de amenazas, si bien no hizo ningún anuncio formal, el republicano afirmó que Estados Unidos mantiene también un déficit con la UE porque, según él, su país compra autos y varios productos más, y no es recíproco por parte del viejo continente. Es por eso que desde la Unión miran con temor las próximas medidas que podría anunciar el presidente estadounidense, no solo en lo económico sino también en las decisiones que tiene que ver con romper con el multilateralismo como salir de organizaciones como la OMS, del Acuerdo de París, entre otros.

“Estados Unidos es un aliado principal para la UE. La alianza ha sido clave para décadas de paz y prosperidad. No existe en el mundo otros bloques con estos niveles avanzados de integración. EEUU y la UE representan el 30% del comercio global y el 40% del PBI mundial, el sector privado europeo provee trabajo a 3.5 millones de estadounidenses, entonces hay mucho en juego para ambos lados y hay que asegurarse que funcione. En una situación tan entrelazada, en una guerra de aranceles habrá solo perdedores, sobre todo también para Estados Unidos. Si se ponen aranceles, que hasta hora no es el caso, la UE reaccionará para proteger sus intereses”, explicó a El Destape el embajador adjunto de la Unión Europea en Argentina, Eran Nagan, sobre el cimbronazo mundial que generaría una medida así por parte de Trump.

En poco más de dos semanas, el mandatario amenazó con impuestos, con tomar el control de territorios como el más reciente el de Gaza, por el cual lo acusan de intentar llevar adelante una limpieza étnica al sostener que los palestinos deberían ser trasladados a otros países, entre otra tanta serie de propuestas que violan el derecho internacional, las leyes comerciales, derechos humanos, y un sinfín de irregularidades. Sin embargo, el hecho de ir tan a fondo, o como se dice con garrote, también ha generado atemorizar a quienes sin muchos cuestionamientos buscan encantar al mandatario para no ser castigados, veremos si esta estrategia le alcanza para volver a hacer Estados Unidos grande otra vez, o si genera una catástrofe económica, incluso en su propio país donde podrían verse afectados por una fuerte suba de precios en los productos.

viernes, 7 de febrero de 2025

Leandro Morgenfeld: «Milei llevó la sumisión a Estados Unidos a un nivel nunca visto»

 

Leandro Morgenfeld: «Milei llevó la sumisión a Estados Unidos a un nivel nunca visto»

Leandro Morgenfeld, doctor en Historia y especialista en Relaciones Internacionales, afirma que la sumisión de Javier Milei ante Estados Unidos “es una subordinación absoluta que no se observó, ni siquiera, en la era de las relaciones carnales» que establecieron Carlos Menem y Washington.

«Benemérito señor director, le pertenezco», le decía el empleado Gianni Lunadei a su jefe, Juan Carlos Mesa, en una exitosa telecomedia de la década de 1980. La frase era tan festejada que se incorporó al lenguaje popular. Una ironía de la adulación servil. ¿Se puede establecer una atrevida analogía entre aquella muletilla y algún rasgo actual de la política?

Quien está en condiciones académicas de desmenuzarlo es Leandro Morgenfeld, investigador del Conicet, docente, magíster en Historia Económica y autor de libros como Bienvenido Mr. President. De Roosevelt a Trump, Nuestra América frente a la doctrina Monroe. 200 años de disputa y Relaciones peligrosas. Argentina y Estados Unidos, entre decenas de artículos relacionados. Aquí el diálogo con la revista:

–¿Qué beneficios suponés que podría obtener Milei de Washington a cambio de las concesiones que le promete?

–Tal como decís, Milei está llevando adelante una política de postración absoluta de la Argentina. Está llevando las relaciones con Estados Unidos a un nivel de sumisión que no se había visto nunca en la historia, muy superior al de las “relaciones carnales” establecidas por el gobierno de Carlos Menem. Incluso mayor al primer período de la dictadura de Juan Carlos Onganía cuando hubo un entendimiento con Estados Unidos en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional en la Guerra Fría.

–¿Ni tampoco en otros gobiernos de signo neoliberal?

–Durante la presidencia de Mauricio Macri hubo un buen entendimiento con el gobierno de Barack Obama y después con la primera administración de Trump. Ahora es una subordinación absoluta. Es la primera vez que un jefe de Estado argentino estuvo en la ceremonia de asunción de un Presidente en Estados Unidos. Viajó siete veces a ese país en poco más de un año. No se pueden olvidar sus brutales declaraciones siempre en defensa de Elon Musk.

–¿Es viable o posible su intento de reflotar el tratado de libre comercio de las Américas, el ALCA, sepultado por la región Latinoamericana en la histórica Cumbre de Mar del Plata?

–Lo reafirmó en declaraciones a medios estadounidenses. Busca cerrar un tratado comercial bilateral con Estados Unidos y de esa manera se cortaría solo. Es decir, en los hechos, rompería el Mercosur que sólo admite acuerdos en bloque.

–¿Es un ariete de las políticas de Washington?

–Milei muestra ser una cuña muy funcional a Estados Unidos. Pero no solo para destruir las capacidades del Estado argentino y su soberanía, sino también para tratar de destruir cualquier posibilidad de cooperación y coordinación política a nivel regional. Al contrario de lo que se supo hacer en tiempos recientes con la Comunidad Sudamericana de Naciones, la Unasur y la CELAC. Y con gobiernos de derecha muy duros, como el de Álvaro Uribe en Colombia, por poner un ejemplo.

–¿Sería como llevar el modo “topo” al nivel latinoamericano?

–Está dispuesto a dinamitar todo. Y por eso lo aplauden y palmean tanto. Les es muy funcional. Eso en el plano geopolítico. En el plano económico le van sacando cosas. En cada foto que se saca Milei con representantes del trumpismo y con jefes de las principales corporaciones, atrás hay negocios. Como el control de la Hidrovía o la promesa de una base militar en Ushuaia cerca del canal de Beagle y de la Antártida.

–Territorio hacia el cual Trump no giró su mirada, por ahora.

–Es el otro paso bioceánico estratégico para Estados Unidos y para la OTAN. También el caso de la privatización de la metalúrgica IMPSA. O entregar a capitales norteamericanos empresas públicas que Milei quiere privatizar. O el reactor atómico CAREM. O los satélites de ARSAT. Una política de entrega absoluta como no se vio antes en la historia.

–Pero ¿hay un toma y daca que beneficie en algo a la Argentina?

–Lo que puede obtener son algunas inversiones y un apoyo en la negociación con el Fondo Monetario Internacional. Que le manden préstamos frescos. Fondos que puedan sumarse al dinero que entró por el blanqueo. Tener así un colchón financiero para poder llegar con el dólar más o menos estable a las elecciones de medio término en octubre. Y aumentar su caudal político de cara a la segunda parte de su presidencia. Esa es la ecuación que arma Milei.

–Por el momento hay más ruido que nueces para Argentina.

–Se asegura respaldo político con la presidencia de Trump. Por eso el lugar que le dan en mitines y otros encuentros internacionales de sectores ultra reaccionarios como la conferencia de acción conservadora CPAC. Todo se consolidó con su discurso en la reunión en la casa de Trump en Mar-a-Lago en noviembre.

–¿En qué se basa su acumulación política?

–Su actitud le permite tener una acumulación política externa e interna. A cambio de eso, cede soberanía y negocios en forma absoluta. Esto es muy preocupante y una desgracia para la historia de América Latina. Y una desgracia para la historia que supo tener la Argentina de plantear principios en materia diplomática muy importantes. Y ni hablar de la cesión en los reclamos por Malvinas. Son dejados de lado en instancias multilaterales, después de años de haberlos construido, con todo tipo de gobiernos.

Un garrote muy grande

–¿Cuán serias son las advertencias expansionistas de Trump?

–Primero hay que tomarse muy en serio las amenazas sobre la intención de Trump de retomar el control del canal de Panamá. Ya no lo dijo como candidato o presidente electo, sino que lo repitió en su discurso de asunción. Estados Unidos tiene un historial muy nefasto en Panamá. Promovió la decisión de una parte de Colombia en su formación, después de haber tenido allí un control casi semicolonial. Lo hizo con bases militares y usurpación de parte del territorio. Al pueblo panameño le costó décadas de lucha recuperar el control del Canal. De hecho, fueron claves las revueltas y las movilizaciones de los años sesenta. Forzaron las negociaciones del acuerdo que el presidente James Carter firmó con su par Omar Torrijos para una devolución paulatina. Hace un cuarto de siglo que Panamá ejerce soberanía plena.

–¿Es esperable ver otra vez a marines invadiendo Panamá como en 1989?

–En aquel año fue la última invasión militar con más de 20.000 marines causando cientos de víctimas. O sea que no es algo para tomarlo a la ligera. Ahí las bibliotecas se dividen en dos. Todo lo que digamos sobre qué puede pasar a futuro es bueno en términos provisorios. Por supuesto que estamos avanzando en un escenario geopolítico bastante inédito y con una presidencia de Trump distinta a la primera y bastante inédita también.

–¿La actitud de Trump se inserta en el conflicto global con China que opera activamente en el Canal?

–Efectivamente es un sector estratégico. Es uno de los dos pasos bioceánicos entre el Atlántico y el Pacífico. Estados Unidos dice “vamos a reforzar nuestro control”. Lo hace en lo que se llamó históricamente su “patio trasero”, de acuerdo con la Doctrina Monroe para la Seguridad Nacional. Otra lectura es que sea una bravuconada de Trump, como tantas otras. Tal vez consiga, por ejemplo, mejores condiciones en Panamá, país que viene hace unos años en un proceso de mayor entendimiento con China. No solo desde el punto de vista comercial sino desde otros aspectos.

–¿Sería como sacudir el tablero para luego negociar?

–Puede hacerlo para negociar una rebaja de las tarifas de los buques norteamericanos o una mayor presencia militar. También para lograr una política mucho más dura por parte de Panamá para forzar un bloqueo de los centenares de miles de personas que cruzan cada año a través del Tapón del Darién, que es un paso migratorio fronterizo para ir hacia el norte de Centroamérica, a México, y después a Estados Unidos. En fin, es una estrategia como muchas otras de golpear la mesa fuerte y luego negociar. Para cuál de estos dos lugares va a ir, no lo sabemos.

–¿Y cómo reaccionará Latinoamérica? Fue muy fuerte la presión a Colombia para que aceptara la deportación de migrantes.

–Es muy importante analizar cómo está reaccionando América Latina. No solo a nivel gubernamental sino a nivel de sus organizaciones sociales, políticas, sus pueblos. Estoy viendo declaraciones muy importantes de defensa de la soberanía de Panamá. Lo mismo que está ocurriendo con México frente a estas agresiones de un imperialismo casi decimonónico.

–¿Es un retorno a las políticas agresivas de Theodore Roosevelt de principios del siglo XX?

–Está reivindicando Trump la política del ‘Gran Garrote’ de Theo Roosevelt. Tiene un secretario de Estado como Marco Rubio, un halcón trumpista que va a ejecutar una política muy agresiva hacia América Latina. Esto tiene que ver con algo más general: Estados Unidos asumiendo que no puede ser ya una potencia con despliegue global como lo era al principio de la posguerra fría, sino que va a recostarse en el continente americano.

–¿La expansión se extiende a Groenlandia?

–Intenta meter una cuña entre los habitantes de Groenlandia y Dinamarca, de la cual depende. Y avanzar a una estrategia de negociación para anexarse Groenlandia o bien generar un control de ese territorio en mejores condiciones teniendo en cuenta que eso sería clave para acceder al Ártico. Tener un incremento en su posición en el Polo Norte y disputarle a Rusia la presencia estratégica en un lugar que tiene recursos claves. El control, frente a otras potencias, de una de las regiones del planeta menos habitada y con menos reparto del mundo.

–¿Hasta qué punto lo puede tolerar la Unión Europea?

–La duda es si Europa va a seguir con esa deriva de los últimos años. La de ir profundizando su inercia hacia una irrelevancia estratégica subordinándose a Estados Unidos. O si Europa va a plantarse frente a Trump con una posición más autónoma. Hay una crisis que están atravesando algunos de los principales gobiernos de Europa. No se ve un liderazgo como en su momento pudo ser el de la alemana Ángela Merkel, con un caudal político que le posibilitaba mayor autonomía. Como para discutir la cuestión de Groenlandia, el conflicto en Ucrania o el vínculo con Rusia.

–¿Qué pasará con Canadá, la otra pieza del plan trumpista?

–Esa es una muestra más para entender si lo que está planteando Trump es un barajar y dar de nuevo. No sólo con China, el adversario más importante de toda la clase dominante en Estados Unidos. También con sus socios tradicionales. Quiere que la OTAN aumente sus presupuestos militares. Lo mismo dijo de Taiwán, de Japón, etcétera. Y es otra bravuconada que Canadá pase a ser el estado 51º de Estados Unidos. Con la renuncia adelantada de Pierre Trudeau puede haber un cambio de signo político en Canadá. Es todavía muy pronto avizorar si quien gane las elecciones canadienses asumirá la agenda de Trump y, entre comillas, rendirse. Cumplió la promesa de establecer aranceles del 25 por ciento para las importaciones de Canadá y México (por ahora suspendidos). A China le impuso el 10 por ciento. Esto implica llevar la guerra comercial y el proteccionismo de Estados Unidos a una escala superior.

Tenga piedad, Mr. President

–¿Cómo se comportará Trump frente a la firmeza que mostró la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum?

–Trump está preparando el escenario para una futura renegociación tripartita del acuerdo comercial TMEC en el norte de América. Esto sería imponer más condiciones a México que depende fuertemente de sus exportaciones al mercado estadounidense.

–¿Hasta qué punto se puede tensionar la controversia migratoria con México?

–Hay una serie de presiones contra México militarizando esa frontera tan caliente. Incluso si Estados Unidos toma a los carteles de la droga que operan en ese país como organizaciones terroristas, habilitaría la incursión de ataques armados. Esto atañe a todos los países de Centroamérica y Sudamérica. Por México entran buena parte de los inmigrantes indocumentados. Sheinbaum dijo que no va a agachar la cabeza. Trump tiene un discurso e iniciativas absolutamente xenófobas e hispanofóbicas, de estigmatización. Una obispa de Washington se lo dijo en la cara: que tenga piedad. Si Trump cumple con la mayor deportación de la historia, de un millón de personas, esto significaría un desastre humanitario. Esto generaría una explosión de tensiones sociales en la región.

–¿Qué rol puede jugar Trump en Medio Oriente después de llamar a “limpiar” Gaza? ¿A Benjamín Netanyahu no le queda otra que seguir la guerra para mantener apoyo interno y no caer?

–Lo de Netanyahu es complejo y con muchas aristas. Tiene un vínculo personal muy fuerte, muy profundo con Trump. Político e ideológico. La gran duda es si Trump va a forzar un alto el fuego más duradero o le va a dar aire para que escale en un conflicto con Irán.

–¿Es posible que los llamados milmillonarios tecnofeudales, como Musk, alcancen una supremacía mundial?

–Estamos viendo algo inédito. El poder económico más concentrado en Estados Unidos es el de los CEOS de las grandes tecnológicas. Musk, el hombre más rico de la tierra, parece ejercer una especie de copresidencia. Son dos machos alfa que se van a disputar también el poder. Cómo se va a desarrollar el vínculo y el poder supremo político y económico de Trump y Musk es una de las principales incógnitas. Hay que mirar la injerencia de Musk en sistemas y procesos políticos en el mundo. Apoya abiertamente a los neonazis de Alternativa por Alemania de cara a las próximas elecciones. Estamos teniendo algo que nunca vimos en la historia y es la administración directa, casi sin mediaciones, del gobierno de Estados Unidos por las 10 corporaciones que dominan la economía norteamericana.

–¿Qué puede pasar con Cuba y Venezuela?

–Marco Rubio es un cruzado, un halcón. Plantea directamente que hay que impulsar cambios de gobierno y régimen en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Y una política muy dura y agresiva contra todos los gobiernos no alineados en la región. Es una muy mala noticia para nuestra América. Pero también es una oportunidad para que, más allá de la diversidad de gobiernos, vuelvan a plantearse mecanismos de coordinación y cooperación política. Que se respeten principios históricos como el de autodeterminación de los pueblos. La no injerencia. Y negociar cualquier tipo de acuerdo con Estados Unidos y otras potencias desde una posición conjunta.

jueves, 6 de febrero de 2025

Para leer a Donaldo

Revista Malas Palabras

La reasunción de Trump marca un giro en la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina. Este nuevo enfoque, el “Corolario Trump” de la bicentenaria Doctrina Monroe, se caracteriza por mucho garrote y poca zanahoria: amenazas, sanciones, y poco para ofrecer en materia de ayuda económica o acceso a su mercado interno.

Por Leandro Morgenfeld, analista internacional.

En este segundo mandato, Donald Trump tiene más poder político que en el primero, pero a la vez gobierna un Estados Unidos más débil, que va siendo relegado, sobre todo desde el punto de vista económico, por China y otros países emergentes. Desde sus primeras semanas en el poder, Trump ha dejado en claro que su administración no solo busca reafirmar la hegemonía estadounidense en la región, sino también llevar a cabo una suerte de reedición agresiva de la doctrina Monroe, que hace poco más de 200 años planteó a América Latina y el Caribe como el patio trasero de Estados Unidos. 

Esto ya se tradujo en un endurecimiento de las relaciones con México y Canadá, sus dos principales socios comerciales junto a China, la ambición de anexar Groenlandia, la amenaza de recuperar por la fuerza el control del Canal de Panamá, el ataque a gobiernos considerados adversarios como Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero también aquellos no alineados -como los Colombia, Brasil, Bolivia, Honduras o Chile- y el uso de aranceles comerciales como una herramienta para reforzar los intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos. 

Para esto, necesita dividir para reinar, es decir, evitar que la propuesta de la Patria Grande, esbozada hace dos siglos por Simón Bolívar, pueda fructificar. Para cumplir este objetivo de doblegar las resistencias en América Latina, ciertos gobiernos, como el Ecuador, El Salvador o la Argentina, le son muy funcionales a la Casa Blanca. En particular, Javier Milei ha sido un elemento clave para horadar la coordinación política latinoamericana e impulsar una agenda anti-derechos, alineada ideológicamente con la de Trump. La sumisión del presidente argentino, que realizó ocho viajes a Estados Unidos desde que asumió, y que este mes realizará el noveno para participar nuevamente de la conferencia ultraconservadora CPAC, llega a niveles muy superiores a los de las relaciones carnales de la década de 1990. 

Para cumplir el objetivo de doblegar las resistencias en América Latina, ciertos gobiernos, como el Ecuador, El Salvador o la Argentina, le son muy funcionales a la Casa Blanca. En particular, Javier Milei ha sido un elemento clave para horadar la coordinación política latinoamericana e impulsar una agenda anti-derechos, alineada ideológicamente con la de Trump.

Nayib Bukele, presidente de El Salvador, junto a Donald Trump.

El endurecimiento con México y Canadá

Uno de los primeros movimientos de Trump en su segundo mandato fue poner en cuestión los términos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), rebautizado como USMCA o T-MEC (Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá). Aunque este acuerdo ya había sido revisado durante su primer mandato, Trump ha insistido en imponer condiciones aún más favorables para Estados Unidos, utilizando la amenaza de aranceles punitivos como herramienta de presión. México, en particular, ha sido objeto de un trato especialmente duro, con amenazas de cerrar la frontera y aumentar los controles migratorios si no se cumplen las demandas estadounidenses en materia de seguridad -militarización de la frontera- y comercio. Canadá, por su parte, ha enfrentado presiones para abrir aún más su mercado agrícola y de energía a las empresas estadounidenses, lo que ha generado tensiones en una relación históricamente más equilibrada. 

El 1 de febrero Trump anunció aranceles del 25% para las importaciones de esos dos países, provocando un cimbronazo de las bolsas este lunes. Finalmente, tras una negociación relámpago con Claudia Sheinbaum y Justin Trudeau, los mismos fueron suspendidos por 30 días.  Este endurecimiento con países limítrofes de Estados Unidos refleja una visión de América del Norte como un espacio económico y político dominado por Washington, donde los intereses de México y Canadá deben subordinarse a los de la potencia hegemónica. Este enfoque no solo busca consolidar el control económico de la región, sino también enviar un mensaje claro al resto de América Latina y el Caribe: bajo el Corolario Trump, no habrá espacio para la autonomía o la resistencia. Incluso Trump ya declaró que pretende que Canadá pase a ser el estado 51 de la Unión.

La amenaza de recuperar el Canal de Panamá

Otra de las acciones que ha generado alarma en la región es la amenaza de Trump de recuperar el control del Canal de Panamá. Aunque el nodo marítimo fue devuelto a Panamá en 1999 tras una larga lucha de 85 años y la firma de un acuerdo bilateral, Trump ha sugerido que Estados Unidos podría reclamar su control si considera que no se está gestionando de acuerdo con sus intereses estratégicos. Declaró que el país centroamericano había entregado a China el control del estratégico paso interoceánico. Esta amenaza no solo es un ataque directo a la soberanía panameña, sino también un recordatorio de que, bajo el Corolario Trump, los acuerdos y tratados internacionales pueden ser revisados o revocados si no sirven a los intereses inmediatos de Estados Unidos. En su primera gira internacional, el secretario de Estado Marco Rubio, un halcón devenido en ferviente trumpista, consiguió el compromiso del presidente José Murillo de retirar a Panamá de la Ruta de la Seda, un proyecto estratégico chino al que había adherido ese país en 2017, siendo el primero de más de 20 países de la región que luego lo secundaron. 

El ataque a Cuba, Venezuela y Nicaragua

En línea con su política de cero tolerancia hacia los gobiernos que considera adversarios, Trump ha renovado una ofensiva contra Cuba, Venezuela y Nicaragua. El martes 4 de febrero Marco Rubio declaró que “Estos tres regímenes que existen, Nicaragua, Venezuela y Cuba, son enemigos de la humanidad y han creado una crisis migratoria. Si no fuera por esos tres regímenes, no habría una crisis migratoria en el hemisferio”.  En el caso de Cuba, ha vuelto a colocar al país en la lista negra de promotores del terrorismo, y se espera que amplíe las sanciones económicas, incluyendo la aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton, que permite demandar a empresas que negocien con propiedades expropiadas tras la Revolución Cubana. En Venezuela, sin embargo, a inicios de febrero Richard Grenell, enviado de Trump, llegó a Caracas y se entrevistó con el presidente Nicolás Maduro, no reconocido por la oposición luego de las elecciones de 2024. 

En el caso de Cuba, ha vuelto a colocar al país en la lista negra de promotores del terrorismo, y se espera que amplíe las sanciones económicas, incluyendo la aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton, que permite demandar a empresas que negocien con propiedades expropiadas tras la Revolución Cubana. En Venezuela, sin embargo, a inicios de febrero Richard Grenell, enviado de Trump, llegó a Caracas y se entrevistó con el presidente Nicolás Maduro, no reconocido por la oposición luego de las elecciones de 2024.

El uso de aranceles y la guerra comercial

Una de las herramientas favoritas de Trump para imponer su voluntad ha sido el uso de aranceles y la amenaza de guerras comerciales, como la que inició, en particular contra China, en marzo de 2018. En estas primeras semanas de su nuevo gobierno, ha anunciado nuevos aranceles sobre productos latinoamericanos, argumentando que los países de la región están aprovechándose del mercado estadounidense. Estas medidas no solo buscan proteger a las industrias locales, sino también forzar a los países latinoamericanos a aceptar condiciones comerciales más favorables para Estados Unidos. La guerra comercial no es solo un instrumento económico, sino también político. Al debilitar las economías de la región, Trump espera aumentar la dependencia de estos países hacia Estados Unidos, consolidando así su control sobre América Latina. 

A nivel más general, el 1 de febrero impuso también aranceles del 10% para las importaciones provenientes de China, con la excusa del flagelo del fentanilo, lo cual provocó una respuesta de Pekín, gravando las compras de ciertos productos estadounidenses. Hay temor global por una posible escalada de la guerra comercial, lo cual podría generar un nuevo cimbronazo económico mundial. 

A nivel más general, el 1 de febrero impuso también aranceles del 10% para las importaciones provenientes de China, con la excusa del flagelo del fentanilo, lo cual provocó una respuesta de Pekín, gravando las compras de ciertos productos estadounidenses. Hay temor global por una posible escalada de la guerra comercial, lo cual podría generar un nuevo cimbronazo económico mundial.

Leandro Morgenfeld, analista internacional .

Nuestra América frente a un Trump recargado

El inicio del segundo gobierno de Trump en 2025 ha marcado un punto de inflexión en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Con su Corolario Trump, el presidente estadounidense pretende llevar la bicentenaria y anacrónica doctrina Monroe a un nuevo nivel de agresividad, utilizando una combinación de coerción económica, amenazas militares y alianzas estratégicas para reafirmar el dominio de Washington en la región, luego de años de relativa pérdida de influencia. Mientras China se transformó en primer o segundo socio comercial de casi todos los países latinoamericanos, además de inversor y prestamista, Estados Unidos tiene cada vez menos para ofrecer desde el punto de vista económico. 

Esta ofensiva de la Casa Blanca no solo tiene implicaciones profundas para la soberanía y la autonomía de los países latinoamericanos, sino que también plantea un escenario de creciente tensión y conflicto en el continente. En este contexto, la resistencia y la unidad de los pueblos latinoamericanos, retomando las instancias e iniciativas de coordinación y cooperación políticas e integración regional que se construyeron al inicio de este siglo, serán más necesarias que nunca para defender su derecho a la autodeterminación y a un futuro libre de intervenciones extranjeras.