Programa completo de InfoCLACSO emitido el 19 de febrero de 2025.
"Estados Unidos está profundizando su crisis"
"Trump se presenta como el que va a lograr revertir el declive de EEUU, lo que no pudieron hacer ni Obama ni Biden"
"Hay una paradoja interesante: EEUU coquetea con la posición de dejar de ser el gendarme del mundo, pero se recuesta en su patio trasero, América Latina"
"Marco Rubio reivindica la doctrina Monroe; con él EEUU está teniendo una política expansiva muy agresiva"
"El año pasado, EEUU tuvo su récord de personas deportadas: 271.000"
"Trump anunció la ampliación de la cárcel de Guantánamo para albergar a 30.000 presos"
"A través de la coerción y la amenaza y el abandono del soft power, Trump está reforzando la crisis de legitimidad y liderazgo de EEUU"
"Trump está generando que muchos gobiernos de nuestra región busquen diversificar sus transacciones económicas"
"Me preocupa que no haya una reacción conjunta de los países de América Latina; Trump quiere negociar de manera aislada para imponer sus políticas"
"Es fundamental recuperar las instancias de coordinación política a nivel regional y desde ahí negociar con EEUU"
"Los gobiernos que tienen afinidad política y económica con Trump están tratando que eso se traduzca en concesiones políticas"
Después
de meses de acercamiento, el presidente de El Salvador se juega la
extradición de los líderes de las pandillas y los apoyos económicos en
su prometedora relación con el nuevo Gobierno republicano
El
secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, se reúne con el
presidente de El Salvador, Nayib Bukele, en su residencia en el lago
Coatepeque, El Salvador, el 3 de febrero.Mark Schiefelbein (via REUTERS)
En
un atardecer frente al lago, dos hombres se miran y sonríen. “Friends”,
titula Nayib Bukele su imagen con el secretario de Estado de Donald
Trump, Marco Rubio, en Coatepeque (El Salvador). Después del clic de la
cámara, llegan los anuncios: el presidente centroamericano ha ofrecido
su megacárcel, el llamado Centro de Confinamiento del Terrorismo, para presos condenados en Estados Unidos;
del otro lado, el Gobierno republicano se ha comprometido a ayudarlo a
desarrollar la energía nuclear en el país. “Muchas gracias, presidente”,
escribe Rubio en X, tras definir la reunión como “muy productiva”.
“Maravilloso”, se apunta también Elon Musk, “gran idea”. Las
publicaciones, que fueron compartidas miles de veces, celebran la puesta
en marcha de una nueva alianza en la región. Ha tenido que esperar unos
años, pero la primavera de Bukele y EE UU ya ha comenzado.
La visita de Marco Rubio a El Salvador —enmarcada en la primera gira del estadounidense por América Latina—
ha cristalizado meses de acercamientos. El año pasado, Bukele fue uno
de los invitados de honor a la Conferencia de Acción Política
Conservadora (CPAC), tuvo reuniones con Musk (al que llamó “una de las
grandes mentes de nuestro tiempo”) y apoyó abiertamente el regreso de
Trump al poder. Los dos líderes comparten círculo empresarial e
ideológico. Enemigos de lo que denominan el discurso woke —en el
que se incluyen los derechos humanos, el feminismo o la preocupación
ambiental— y defensores de la política “de mano dura”, los dos hombres encabezan la ofensiva de la ultraderecha. Su alianza parece inevitable, ahora buscan hacerla, de uno y otro lado, rentable.
“Bukele
se ha estado preparando para este momento desde hace cinco años. Él
apostó a que Trump estaría de vuelta, puso muchísimos recursos haciendo lobby
por él”, explica a EL PAÍS el investigador salvadoreño Manuel Meléndez:
“Muy pocos líderes mundiales celebraron la victoria de Trump más que
Bukele, es lo que ha estado anhelando, es un momento muy bueno para él”.
El presidente centroamericano, que fue reelegido el año pasado, afronta
su segundo mandato mucho más blindado, en una posición que el apoyo de
Trump puede terminar de fortalecer.
El mandatario
controla todos los poderes del Estado: el ejecutivo, el legislativo y
también el judicial, lo que le permite pasar sin obstáculos reformas
constitucionales, como la que autorizó su reelección. Nadie dentro de El Salvador puede oponerse sin consecuencias al clan Bukele.
Al mismo tiempo, sigue gozando de una inmensa popularidad, algunos
rankings lo colocan con una aprobación por encima del 90%. “Es un
Gobierno muy popular y muy autoritario, que parece por momentos
invencible, pero que sí le quedan ciertas amenazas: una de ellas es un
escándalo legal en EE UU”, apunta Meléndez, quien trabaja en un
doctorado sobre democracia y gobierno en Harvard, “una cosa es queEl Faro [medio digital] revele el pacto con las pandillas y otra es que haya una sentencia relacionada en una corte estadounidense. Esto no deja dormir a Bukele”.
El
investigador cree que un objetivo prioritario para el presidente es
lograr la extradición a El Salvador de los líderes de las maras
encarcelados en Estados Unidos, como El Crook,
conocedores de las negociaciones de su Gobierno con las pandillas, que
Bukele siempre ha negado. Otra meta clave de su relación con Trump,
apunta, sería lograr un recorte de los fondos de cooperación
estadounidenses con los que sobreviven periódicos y asociaciones
independientes en el país: “Los pocos contrapesos que quedan en El
Salvador han sobrevivido por estos fondos.
Bukele sabe que si EE UU les retira su apoyo, estos actores que le son
muy incómodos podrían desaparecer”. El propio presidente salvadoreño
contó que ese tema fue uno de los primeros de los que habló con Trump
cuando este ganó las elecciones el año pasado. “Si ‘lo único’ que Bukele
logra en su relación con Trump son esas dos cosas, es una victoria
enorme”, considera el investigador.
Además,
el líder salvadoreño afronta en este segundo mandato un nuevo reto: la
presión económica. Justo acaba de lograr un apoyo del Fondo Monetario
Internacional (FMI), a cambio de dejar de considerar el bitcoin como moneda oficial en El Salvador,
pero la situación en el país sigue siendo compleja. “La economía
salvadoreña es frágil, tiene enormes desafíos de lucha contra la pobreza
y las desigualdades”, explica Élodie Brun, del Colegio de México,
“lograr la ayuda de Estados Unidos para obtener apoyos de forma
bilateral o multilateral puede ser prioritario”. En esa misma línea,
apunta Leandro Morgenfeld, del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas de Argentina: “Bukele tiene una necesidad
financiera muy fuerte. Y nada se hace en el FMI sin la aprobación de EE
UU, que es el único que tiene derecho a veto. La sobreactuación de
sumisión total de Bukele es para conseguir este apoyo”.
Una cárcel externalizada
Bukele
sigue presumiendo de haber acabado con las maras y la inseguridad en el
país, después de haber encarcelado a más de 83.000 personas (la
organización Socorro Jurídico calcula que más de 3.000 fueron detenidas
de forma arbitraria, sin ningún vínculo con las pandillas). Las muertes por tortura y falta de atención médica en las prisiones se han disparado: los presos mueren de hambre, acusados sin pruebas y sin derecho a un juicio dentro de las cárceles salvadoreñas. Pero ninguna de estas denuncias de violaciones a derechos humanos de instancias locales e internacionales le importan a Bukele, mucho menos a Donald Trump.
El
Gobierno republicano ha recibido con los brazos abiertos la propuesta
de Bukele de externalizar en El Salvador parte del sistema penitenciario
estadounidense. “En un gesto extraordinario nunca antes realizado por
ningún país”, escribió Marco Rubio. “Su compromiso de aceptar y
encarcelar a criminales de cualquier país, incluidos los de pandillas
violentas como MS-13 y Tren de Aragua, hará que Estados Unidos sea un
país más seguro”, celebró el secretario de Estado, sin contemplar
ninguno de los interrogantes legales que abre esta propuesta, en la que
están “incluidos ciudadanos estadounidenses y residentes legales”.
“Esta
propuesta puede despejar también un dilema para Trump sobre las
deportaciones masivas, que es qué hacer con aquellos migrantes que no
puede devolver a sus países de origen”, considera Brun, experta en
relaciones internacionales de América Latina. Además, la investigadora
menciona otros beneficios para el estadounidense de esta “propicia
relación”: “Parte del poder de Bukele es simbólico, porque es una figura
que inspira a líderes de extrema derecha, eso le sirve a Trump, a quien
además le conviene tener a cuántos más aliados posibles”.
Porque
el vínculo entre ambos no puede entenderse sin el marco
latinoamericano. El republicano ha entrado en su segundo mandato con un
discurso muy agresivo, que incluye desde la amenaza de aranceles a
México y Colombia (además de Canadá) hasta su verborrea de anexarse el canal de Panamá.
“La relación entre Bukele y Trump hay que leerla como parte de la
iniciativa de Trump de poner una cuña a los principales Gobiernos de la
región, romper la coordinación política y tratar de contrarrestar a
México, Brasil, Colombia y Chile, que están en manos de Gobiernos
socialdemócratas o de izquierdas no aliados con él”, expone Leandro
Morgenfeld, que coordina el grupo de estudios sobre EE UU del Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).
En este
tablero dividido, Trump cuenta con el apoyo acérrimo de Javier Milei,
quien desde que fue elegido presidente de Argentina ha viajado nueve
veces a Estados Unidos (una de ellas para la toma de posesión del
republicano); y con el de Daniel Noboa, de Ecuador, o Santiago Peña, en
Paraguay. “Es una muestra de cómo opera el corolario Trump de la
doctrina Monroe: amenazas a los gobiernos que no se sometan
e iniciativas muy neocoloniales para los que sí, como en Argentina y El
Salvador, que están haciendo un seguidismo a las políticas
estadounidenses”, apunta Morgenfeld, también profesor de la Universidad
de Buenos Aires.
“Hay que plantear la sostenibilidad en
el tiempo de esta relación”, abre el panorama Élodie Brun, “como pasa
con muchas las alianzas de Trump, porque son caracteres muy complicados.
Todo parece indicar que van a llevarse bien, pero sus agendas no
siempre son las mismas. Es difícil verlo en este momento, pero podría
ser hipotéticamente un límite en los derechos humanos o incluso Gaza,
porque Bukele es descendiente de palestinos, aunque él detesta a Hamas
porque es cristiano, su papá se convirtió islam. No creo que ahí tengan
la misma posición”. Todavía es pronto, de momento, el idilio apenas
comienza.
A
más de dos semanas de asumir, ya consiguió forzar la mano de sus dos
vecinos -Canadá y México-, desnudó la falta de unidad y voluntad
latinoamericana para enfrentar sus deportaciones masivas e inhumanas y
planteó pulseadas con China, sus propios aliados en Medio Oriente y
Europa.
Sin zanahoria, Donald Trump avanza con la “diplomacia” del garrote. Pese a que las amenazas como tomar el control del canal de Panamá o expulsar a los palestinos de Gaza parecieran imposibles de llevar a cabo,
la imprevisibilidad del mandatario estadounidense genera un estado de
conmoción e incertidumbre, que en apenas dos semanas de Gobierno ya
obtuvo algunas concesiones de sus principales socios comerciales que
temen posibles consecuencias. Con el trasfondo de la potencia
en cierto declive económico con respecto a China, gran parte de los
mandatarios rechazan sus propuestas, pero parecieran más cerca de
resignarse a ceder que enfrentarse a un futuro incierto.
China denuncia a EEUU por proteccionista
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El
pasado sábado Trump firmó un decreto para implementar un 25% de
aranceles a países como México y Canadá con quienes mantiene un Tratado
de Libre Comercio, además de un adicional del 10% a China. El argumento
detrás de esa decisión es que busca combatir la inmigración irregular y
el tráfico de drogas, especialmente el fentanilo. Estados Unidos acusa
al país gobernado por Xi Jinping de estar detrás del envío de
precursores químicos que sirven para que en territorio mexicano
fabriquen la droga zombie, por la cual mueren más de 70 mil
estadounidenses al año.
La medida de los aranceles debía empezar a correr el pasado martes, y unas horas antes de que entre en vigencia el
republicano acordó tanto con la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum,
como el premier canadiense, Justin Trudeau, retrasar un mes la medida
de imponer aranceles a las importaciones de esos países. A
cambio, ambos mandatarios se comprometieron a reforzar la frontera, o
incluso en Canadá sumar a la lista de terroristas a las organizaciones
criminales, entre otras medidas que tomarán para evitar los impuestos de
su principal socio comercial que podría generar una catástrofe
económica en los tres países.
En el caso deChina,
desde el Gobierno anunciaron que responderán con más aranceles, que
investigarán a Google por monopolio, y una decisión particular: van a
denunciar a Estados Unidos en la Organización Mundial del Comercio por
proteccionista. Es decir que un país comunista denunciaría ante
la OMC por medidas estatales de protección al país conocido por abogar
por el libre comercio. Algo que desde el país del norte hacían con
respecto al estado asiático, cuando toma medidas como brindar apoyo
financiero o en impuestos a los sectores automotrices, entre otros, en
su territorio que consideran que genera una desventaja con respecto a
otras industrias internacionales.
¿Golpear para negociar?
“El
objetivo de Trump sigue siendo que las corporaciones estadounidenses
que operan en países como México o China vuelvan a operar en Estados
Unidos. Ya lo había hecho en su primer gobierno, la novedad ahora es que es mucho más rápido y fuerte. Vamos
a ver qué tanto puede sostener un arancel de 25% a México en productos
como textiles, autos, que se producen en territorio mexicano e
importarlos con un 25% de aranceles implicaría un alza directa en el
bolsillo de los estadounidenses. Hay que ver cuánto puede sostener esto en el tiempo o si solo es una forma de pegar para después negociar”, explicó a El Destape la
investigadora de Conicet con sede en Universidad Nacional de San Martín
(UNSAM), especialista en Comercio e Inversiones, Luciana Ghiotto.
La
especialista agregó que el trasfondo del argumento del combate a la
migración irregular y las drogas, está la situación económica: “Trump
usa la idea de fentanilo o migración como excusas porque es algo que un
sector de la población plantea como problemas, pero el trasfondo es
económico. El MAGA (haz grande a América otra vez) está basado en una
reconstrucción económica. Trump está intentando bloquear el poderío chino económico y financiero y de los BRICS.
Recordemos que sostuvo que si este bloque lanza una moneda común, iba a
poner un arancel del 100% cuando quisieran exportar a Estados Unidos.
Lo principal para él es garantizar el poderío económico de Estados
Unidos frente al poderío chino”.
“En dos semanas hice más que Obama y Biden en 12 años”,
escribió el republicano en sus redes cuando comenzaba a obtener algunas
pequeñas victorias de sus aliados, tras amenazarlos. Uno de los más
claros, además de México y Canadá que acordaron sumarse a la agenda de
mayor militarización para combatir el tráfico de drogas y la migración,
fue el caso de Panamá, que tras las acusaciones de tomar el
Canal por sostener que China lo manejaba, desde el gobierno anunciaron
que no renovarán su adhesión a la Ruta de la Seda, el megaproyecto de
infraestructura que lleva adelante la administración de Xi Jinping. Podría sumarse también el caso del presidente
colombiano, Gustavo Petro, que sostuvo que no recibiría en esas
condiciones a los colombianos deportados y tras la amenaza de más
aranceles, ofreció hacerse cargo incluso del traslado.
“Estamos viendo a un Trump con mucho más poder político, pero con un Estados Unidos más débil. Lo
que busca es doblegar a cualquier gobierno que le ponga un límite. Tras
la gira del secretario de Estado, Marco Rubio, por Centroamérica
consigue que Panamá se retire de la Ruta de la Seda, consigue que Bukele (el presidente de El Salvador) plantee
la posibilidad de recibir a miles de pesos de Estados Unidos y asimismo
relanzan la base de Guantánamo para recibir hasta 30 mil presos.
Cualquier gobierno pero en particular en América Latina que enfrente
sus políticas va a recibir garrote, por eso digo que el corolario de
Trump es mucho más garrote”, afirmó a El Destape elhistoriador, coordinador del grupo Clacso Estudios sobre Estados Unidos y autor de varios libros, Leandro Morgenfeld.
El
historiador además recordó el caso argentino en medio de la disputa
geopolítica entre Estados Unidos y China: “A diferencia de otras épocas,
Estados Unidos no puede ofrecer tratados de libre comercio, o
grandes inversiones en infraestructura a diferencia de lo que pasa con
China que ya es el primero o segundo socio comercial de los países de la
región, y que es un gran prestamista. A tal punto, que Milei
que tiene una política de absoluta subordinación a Estados Unidos, el
año pasado tuvo que recular con China porque le pidió que renueve los
Swap y cambió su discurso”.
En ese sentido, Morgenfeld agregó algo
no solo con respecto al país gobernado por Xi Jinping, sino también
frente a otros países en fuerte ascenso: “Lo que está intentando Trump es frenar no solo a China sino los BRICS la India, Rusia, Brasil, Sudáfrica,
entre otros. Ante el declive relativo de Estados Unidos, lo que hace es
mostrar más músculo militar, político y diplomático para tratar de
frenar el espiral de desdenceso económico y tecnológico en el cual se
encuentra Estados Unidos frente al avance de actores como China o
India”.
La Unión Europea observa
Entre tantos
actores internacionales, hay uno clave y tiene que ver con el bloque
europeo. En medio de la catarata de amenazas, si bien no hizo ningún
anuncio formal, el republicano afirmó que Estados Unidos
mantiene también un déficit con la UE porque, según él, su país compra
autos y varios productos más, y no es recíproco por parte del viejo
continente. Es por eso que desde la Unión miran con temor las
próximas medidas que podría anunciar el presidente estadounidense, no
solo en lo económico sino también en las decisiones que tiene que ver
con romper con el multilateralismo como salir de organizaciones como la OMS, del Acuerdo de París, entre otros.
“Estados Unidos es un aliado principal para la UE. La alianza ha sido clave para décadas de paz y prosperidad. No existe en el mundo otros bloques con estos niveles avanzados de integración. EEUU
y la UE representan el 30% del comercio global y el 40% del PBI
mundial, el sector privado europeo provee trabajo a 3.5 millones de
estadounidenses, entonces hay mucho en juego para ambos lados y hay que
asegurarse que funcione. En una situación tan entrelazada, en
una guerra de aranceles habrá solo perdedores, sobre todo también para
Estados Unidos. Si se ponen aranceles, que hasta hora no es el caso, la
UE reaccionará para proteger sus intereses”, explicó a El Destape el embajador adjunto de la Unión Europea en Argentina, Eran Nagan, sobre el cimbronazo mundial que generaría una medida así por parte de Trump.
En poco más de dos semanas, el
mandatario amenazó con impuestos, con tomar el control de territorios
como el más reciente el de Gaza, por el cual lo acusan de intentar
llevar adelante una limpieza étnica al sostener que los palestinos
deberían ser trasladados a otros países, entre otra tanta serie de
propuestas que violan el derecho internacional, las leyes comerciales,
derechos humanos, y un sinfín de irregularidades. Sin embargo,
el hecho de ir tan a fondo, o como se dice con garrote, también ha
generado atemorizar a quienes sin muchos cuestionamientos buscan
encantar al mandatario para no ser castigados, veremos si esta
estrategia le alcanza para volver a hacer Estados Unidos grande otra
vez, o si genera una catástrofe económica, incluso en su propio país
donde podrían verse afectados por una fuerte suba de precios en los
productos.
Leandro Morgenfeld, doctor en Historia y especialista en
Relaciones Internacionales, afirma que la sumisión de Javier Milei ante
Estados Unidos “es una subordinación absoluta que no se observó, ni
siquiera, en la era de las relaciones carnales» que establecieron Carlos
Menem y Washington.
«Benemérito señor director, le pertenezco», le decía el empleado
Gianni Lunadei a su jefe, Juan Carlos Mesa, en una exitosa telecomedia
de la década de 1980. La frase era tan festejada que se incorporó al
lenguaje popular. Una ironía de la adulación servil. ¿Se puede
establecer una atrevida analogía entre aquella muletilla y algún rasgo
actual de la política?
Quien está en condiciones académicas de desmenuzarlo es Leandro
Morgenfeld, investigador del Conicet, docente, magíster en Historia
Económica y autor de libros como Bienvenido Mr. President. De Roosevelt a Trump, Nuestra América frente a la doctrina Monroe. 200 años de disputa y Relaciones peligrosas. Argentina y Estados Unidos, entre decenas de artículos relacionados. Aquí el diálogo con la revista:
–¿Qué beneficios suponés que podría obtener Milei de Washington a cambio de las concesiones que le promete?
–Tal como decís, Milei está llevando adelante una política de
postración absoluta de la Argentina. Está llevando las relaciones con
Estados Unidos a un nivel de sumisión que no se había visto nunca en la
historia, muy superior al de las “relaciones carnales” establecidas por
el gobierno de Carlos Menem. Incluso mayor al primer período de la
dictadura de Juan Carlos Onganía cuando hubo un entendimiento con
Estados Unidos en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional en la
Guerra Fría.
–¿Ni tampoco en otros gobiernos de signo neoliberal?
–Durante la presidencia de Mauricio Macri hubo un buen entendimiento
con el gobierno de Barack Obama y después con la primera administración
de Trump. Ahora es una subordinación absoluta. Es la primera vez que un
jefe de Estado argentino estuvo en la ceremonia de asunción de un
Presidente en Estados Unidos. Viajó siete veces a ese país en poco más
de un año. No se pueden olvidar sus brutales declaraciones siempre en
defensa de Elon Musk.
–¿Es viable o posible su intento de reflotar el tratado de
libre comercio de las Américas, el ALCA, sepultado por la región
Latinoamericana en la histórica Cumbre de Mar del Plata?
–Lo reafirmó en declaraciones a medios estadounidenses. Busca cerrar
un tratado comercial bilateral con Estados Unidos y de esa manera se
cortaría solo. Es decir, en los hechos, rompería el Mercosur que sólo
admite acuerdos en bloque.
–¿Es un ariete de las políticas de Washington?
–Milei muestra ser una cuña muy funcional a Estados Unidos. Pero no
solo para destruir las capacidades del Estado argentino y su soberanía,
sino también para tratar de destruir cualquier posibilidad de
cooperación y coordinación política a nivel regional. Al contrario de lo
que se supo hacer en tiempos recientes con la Comunidad Sudamericana de
Naciones, la Unasur y la CELAC. Y con gobiernos de derecha muy duros,
como el de Álvaro Uribe en Colombia, por poner un ejemplo.
–¿Sería como llevar el modo “topo” al nivel latinoamericano?
–Está dispuesto a dinamitar todo. Y por eso lo aplauden y palmean
tanto. Les es muy funcional. Eso en el plano geopolítico. En el plano
económico le van sacando cosas. En cada foto que se saca Milei con
representantes del trumpismo y con jefes de las principales
corporaciones, atrás hay negocios. Como el control de la Hidrovía o la
promesa de una base militar en Ushuaia cerca del canal de Beagle y de la
Antártida.
–Territorio hacia el cual Trump no giró su mirada, por ahora.
–Es el otro paso bioceánico estratégico para Estados Unidos y para la
OTAN. También el caso de la privatización de la metalúrgica IMPSA. O
entregar a capitales norteamericanos empresas públicas que Milei quiere
privatizar. O el reactor atómico CAREM. O los satélites de ARSAT. Una
política de entrega absoluta como no se vio antes en la historia.
–Pero ¿hay un toma y daca que beneficie en algo a la Argentina?
–Lo que puede obtener son algunas inversiones y un apoyo en la
negociación con el Fondo Monetario Internacional. Que le manden
préstamos frescos. Fondos que puedan sumarse al dinero que entró por el
blanqueo. Tener así un colchón financiero para poder llegar con el dólar
más o menos estable a las elecciones de medio término en octubre. Y
aumentar su caudal político de cara a la segunda parte de su
presidencia. Esa es la ecuación que arma Milei.
–Por el momento hay más ruido que nueces para Argentina.
–Se asegura respaldo político con la presidencia de Trump. Por eso el
lugar que le dan en mitines y otros encuentros internacionales de
sectores ultra reaccionarios como la conferencia de acción conservadora
CPAC. Todo se consolidó con su discurso en la reunión en la casa de
Trump en Mar-a-Lago en noviembre.
–¿En qué se basa su acumulación política?
–Su actitud le permite tener una acumulación política externa e
interna. A cambio de eso, cede soberanía y negocios en forma absoluta.
Esto es muy preocupante y una desgracia para la historia de América
Latina. Y una desgracia para la historia que supo tener la Argentina de
plantear principios en materia diplomática muy importantes. Y ni hablar
de la cesión en los reclamos por Malvinas. Son dejados de lado en
instancias multilaterales, después de años de haberlos construido, con
todo tipo de gobiernos.
Un garrote muy grande
–¿Cuán serias son las advertencias expansionistas de Trump?
–Primero hay que tomarse muy en serio las amenazas sobre la intención
de Trump de retomar el control del canal de Panamá. Ya no lo dijo como
candidato o presidente electo, sino que lo repitió en su discurso de
asunción. Estados Unidos tiene un historial muy nefasto en Panamá.
Promovió la decisión de una parte de Colombia en su formación, después
de haber tenido allí un control casi semicolonial. Lo hizo con bases
militares y usurpación de parte del territorio. Al pueblo panameño le
costó décadas de lucha recuperar el control del Canal. De hecho, fueron
claves las revueltas y las movilizaciones de los años sesenta. Forzaron
las negociaciones del acuerdo que el presidente James Carter firmó con
su par Omar Torrijos para una devolución paulatina. Hace un cuarto de
siglo que Panamá ejerce soberanía plena.
–¿Es esperable ver otra vez a marines invadiendo Panamá como en 1989?
–En aquel año fue la última invasión militar con más de 20.000
marines causando cientos de víctimas. O sea que no es algo para tomarlo a
la ligera. Ahí las bibliotecas se dividen en dos. Todo lo que digamos
sobre qué puede pasar a futuro es bueno en términos provisorios. Por
supuesto que estamos avanzando en un escenario geopolítico bastante
inédito y con una presidencia de Trump distinta a la primera y bastante
inédita también.
–¿La actitud de Trump se inserta en el conflicto global con China que opera activamente en el Canal?
–Efectivamente es un sector estratégico. Es uno de los dos pasos
bioceánicos entre el Atlántico y el Pacífico. Estados Unidos dice “vamos
a reforzar nuestro control”. Lo hace en lo que se llamó históricamente
su “patio trasero”, de acuerdo con la Doctrina Monroe para la Seguridad
Nacional. Otra lectura es que sea una bravuconada de Trump, como tantas
otras. Tal vez consiga, por ejemplo, mejores condiciones en Panamá, país
que viene hace unos años en un proceso de mayor entendimiento con
China. No solo desde el punto de vista comercial sino desde otros
aspectos.
–¿Sería como sacudir el tablero para luego negociar?
–Puede hacerlo para negociar una rebaja de las tarifas de los buques
norteamericanos o una mayor presencia militar. También para lograr una
política mucho más dura por parte de Panamá para forzar un bloqueo de
los centenares de miles de personas que cruzan cada año a través del
Tapón del Darién, que es un paso migratorio fronterizo para ir hacia el
norte de Centroamérica, a México, y después a Estados Unidos. En fin, es
una estrategia como muchas otras de golpear la mesa fuerte y luego
negociar. Para cuál de estos dos lugares va a ir, no lo sabemos.
–¿Y cómo reaccionará Latinoamérica? Fue muy fuerte la presión a Colombia para que aceptara la deportación de migrantes.
–Es muy importante analizar cómo está reaccionando América Latina. No
solo a nivel gubernamental sino a nivel de sus organizaciones sociales,
políticas, sus pueblos. Estoy viendo declaraciones muy importantes de
defensa de la soberanía de Panamá. Lo mismo que está ocurriendo con
México frente a estas agresiones de un imperialismo casi decimonónico.
–¿Es un retorno a las políticas agresivas de Theodore Roosevelt de principios del siglo XX?
–Está reivindicando Trump la política del ‘Gran Garrote’ de Theo
Roosevelt. Tiene un secretario de Estado como Marco Rubio, un halcón
trumpista que va a ejecutar una política muy agresiva hacia América
Latina. Esto tiene que ver con algo más general: Estados Unidos
asumiendo que no puede ser ya una potencia con despliegue global como lo
era al principio de la posguerra fría, sino que va a recostarse en el
continente americano.
–¿La expansión se extiende a Groenlandia?
–Intenta meter una cuña entre los habitantes de Groenlandia y
Dinamarca, de la cual depende. Y avanzar a una estrategia de negociación
para anexarse Groenlandia o bien generar un control de ese territorio
en mejores condiciones teniendo en cuenta que eso sería clave para
acceder al Ártico. Tener un incremento en su posición en el Polo Norte y
disputarle a Rusia la presencia estratégica en un lugar que tiene
recursos claves. El control, frente a otras potencias, de una de las
regiones del planeta menos habitada y con menos reparto del mundo.
–¿Hasta qué punto lo puede tolerar la Unión Europea?
–La duda es si Europa va a seguir con esa deriva de los últimos años.
La de ir profundizando su inercia hacia una irrelevancia estratégica
subordinándose a Estados Unidos. O si Europa va a plantarse frente a
Trump con una posición más autónoma. Hay una crisis que están
atravesando algunos de los principales gobiernos de Europa. No se ve un
liderazgo como en su momento pudo ser el de la alemana Ángela Merkel,
con un caudal político que le posibilitaba mayor autonomía. Como para
discutir la cuestión de Groenlandia, el conflicto en Ucrania o el
vínculo con Rusia.
–¿Qué pasará con Canadá, la otra pieza del plan trumpista?
–Esa es una muestra más para entender si lo que está
planteando Trump es un barajar y dar de nuevo. No sólo con China, el
adversario más importante de toda la clase dominante en Estados Unidos.
También con sus socios tradicionales. Quiere que la OTAN aumente sus
presupuestos militares. Lo mismo dijo de Taiwán, de Japón, etcétera. Y
es otra bravuconada que Canadá pase a ser el estado 51º de Estados
Unidos. Con la renuncia adelantada de Pierre Trudeau puede haber un
cambio de signo político en Canadá. Es todavía muy pronto avizorar si
quien gane las elecciones canadienses asumirá la agenda de Trump y,
entre comillas, rendirse. Cumplió la promesa de establecer aranceles del
25 por ciento para las importaciones de Canadá y México (por ahora
suspendidos). A China le impuso el 10 por ciento. Esto implica llevar la
guerra comercial y el proteccionismo de Estados Unidos a una escala
superior.
Tenga piedad, Mr. President
–¿Cómo se comportará Trump frente a la firmeza que mostró la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum?
–Trump está preparando el escenario para una futura renegociación
tripartita del acuerdo comercial TMEC en el norte de América. Esto sería
imponer más condiciones a México que depende fuertemente de sus
exportaciones al mercado estadounidense.
–¿Hasta qué punto se puede tensionar la controversia migratoria con México?
–Hay una serie de presiones contra México militarizando esa frontera
tan caliente. Incluso si Estados Unidos toma a los carteles de la droga
que operan en ese país como organizaciones terroristas, habilitaría la
incursión de ataques armados. Esto atañe a todos los países de
Centroamérica y Sudamérica. Por México entran buena parte de los
inmigrantes indocumentados. Sheinbaum dijo que no va a agachar la
cabeza. Trump tiene un discurso e iniciativas absolutamente xenófobas e
hispanofóbicas, de estigmatización. Una obispa de Washington se lo dijo
en la cara: que tenga piedad. Si Trump cumple con la mayor deportación
de la historia, de un millón de personas, esto significaría un desastre
humanitario. Esto generaría una explosión de tensiones sociales en la
región.
–¿Qué rol puede jugar Trump en Medio Oriente después de
llamar a “limpiar” Gaza? ¿A Benjamín Netanyahu no le queda otra que
seguir la guerra para mantener apoyo interno y no caer?
–Lo de Netanyahu es complejo y con muchas aristas. Tiene un vínculo
personal muy fuerte, muy profundo con Trump. Político e ideológico. La
gran duda es si Trump va a forzar un alto el fuego más duradero o le va a
dar aire para que escale en un conflicto con Irán.
–¿Es posible que los llamados milmillonarios tecnofeudales, como Musk, alcancen una supremacía mundial?
–Estamos viendo algo inédito. El poder económico más concentrado en
Estados Unidos es el de los CEOS de las grandes tecnológicas. Musk, el
hombre más rico de la tierra, parece ejercer una especie de
copresidencia. Son dos machos alfa que se van a disputar también el
poder. Cómo se va a desarrollar el vínculo y el poder supremo político y
económico de Trump y Musk es una de las principales incógnitas. Hay que
mirar la injerencia de Musk en sistemas y procesos políticos en el
mundo. Apoya abiertamente a los neonazis de Alternativa por Alemania de
cara a las próximas elecciones. Estamos teniendo algo que nunca vimos en
la historia y es la administración directa, casi sin mediaciones, del
gobierno de Estados Unidos por las 10 corporaciones que dominan la
economía norteamericana.
–¿Qué puede pasar con Cuba y Venezuela?
–Marco Rubio es un cruzado, un halcón. Plantea directamente que hay
que impulsar cambios de gobierno y régimen en Cuba, Venezuela y
Nicaragua. Y una política muy dura y agresiva contra todos los gobiernos
no alineados en la región. Es una muy mala noticia para nuestra
América. Pero también es una oportunidad para que, más allá de la
diversidad de gobiernos, vuelvan a plantearse mecanismos de coordinación
y cooperación política. Que se respeten principios históricos como el
de autodeterminación de los pueblos. La no injerencia. Y negociar
cualquier tipo de acuerdo con Estados Unidos y otras potencias desde una
posición conjunta.
La reasunción de Trump marca un giro en la política exterior
de Estados Unidos hacia América Latina. Este nuevo enfoque, el
“Corolario Trump” de la bicentenaria Doctrina Monroe, se caracteriza por
mucho garrote y poca zanahoria: amenazas, sanciones, y poco para ofrecer en materia de ayuda económica o acceso a su mercado interno.
Por Leandro Morgenfeld, analista internacional.
En este segundo mandato, Donald Trump tiene más poder político que en
el primero, pero a la vez gobierna un Estados Unidos más débil, que va
siendo relegado, sobre todo desde el punto de vista económico, por China
y otros países emergentes. Desde sus primeras semanas en el poder,
Trump ha dejado en claro que su administración no solo busca reafirmar
la hegemonía estadounidense en la región, sino también llevar a cabo una
suerte de reedición agresiva de la doctrina Monroe, que hace poco más
de 200 años planteó a América Latina y el Caribe como el patio trasero de Estados Unidos.
Esto ya se tradujo en un endurecimiento de las relaciones con México y
Canadá, sus dos principales socios comerciales junto a China, la
ambición de anexar Groenlandia, la amenaza de recuperar por la fuerza el
control del Canal de Panamá, el ataque a gobiernos considerados
adversarios como Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero también aquellos no
alineados -como los Colombia, Brasil, Bolivia, Honduras o Chile- y el
uso de aranceles comerciales como una herramienta para reforzar los
intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos.
Para esto, necesita dividir para reinar, es decir, evitar
que la propuesta de la Patria Grande, esbozada hace dos siglos por Simón
Bolívar, pueda fructificar. Para cumplir este objetivo de doblegar las
resistencias en América Latina, ciertos gobiernos, como el Ecuador, El
Salvador o la Argentina, le son muy funcionales a la Casa Blanca. En
particular, Javier Milei ha sido un elemento clave para horadar la
coordinación política latinoamericana e impulsar una agenda
anti-derechos, alineada ideológicamente con la de Trump. La sumisión del
presidente argentino, que realizó ocho viajes a Estados Unidos desde
que asumió, y que este mes realizará el noveno para participar
nuevamente de la conferencia ultraconservadora CPAC, llega a niveles muy
superiores a los de las relaciones carnales de la década de 1990.
Para cumplir el objetivo de
doblegar las resistencias en América Latina, ciertos gobiernos, como el
Ecuador, El Salvador o la Argentina, le son muy funcionales a la Casa
Blanca. En particular, Javier Milei ha sido un elemento clave para
horadar la coordinación política latinoamericana e impulsar una agenda
anti-derechos, alineada ideológicamente con la de Trump.
Nayib Bukele, presidente de El Salvador, junto a Donald Trump.
El endurecimiento con México y Canadá
Uno de los primeros movimientos de Trump en su segundo mandato fue
poner en cuestión los términos del Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN), rebautizado como USMCA o T-MEC (Acuerdo Estados
Unidos-México-Canadá). Aunque este acuerdo ya había sido revisado
durante su primer mandato, Trump ha insistido en imponer condiciones aún
más favorables para Estados Unidos, utilizando la amenaza de aranceles
punitivos como herramienta de presión. México, en particular, ha sido
objeto de un trato especialmente duro, con amenazas de cerrar la
frontera y aumentar los controles migratorios si no se cumplen las
demandas estadounidenses en materia de seguridad -militarización de la
frontera- y comercio. Canadá, por su parte, ha enfrentado presiones para
abrir aún más su mercado agrícola y de energía a las empresas
estadounidenses, lo que ha generado tensiones en una relación
históricamente más equilibrada.
El 1 de febrero Trump anunció aranceles del 25% para las
importaciones de esos dos países, provocando un cimbronazo de las bolsas
este lunes. Finalmente, tras una negociación relámpago con Claudia
Sheinbaum y Justin Trudeau, los mismos fueron suspendidos por 30 días.
Este endurecimiento con países limítrofes de Estados Unidos refleja una
visión de América del Norte como un espacio económico y político
dominado por Washington, donde los intereses de México y Canadá deben
subordinarse a los de la potencia hegemónica. Este enfoque no solo busca
consolidar el control económico de la región, sino también enviar un
mensaje claro al resto de América Latina y el Caribe: bajo el Corolario
Trump, no habrá espacio para la autonomía o la resistencia. Incluso
Trump ya declaró que pretende que Canadá pase a ser el estado 51 de la
Unión.
La amenaza de recuperar el Canal de Panamá
Otra de las acciones que ha generado alarma en la región es la
amenaza de Trump de recuperar el control del Canal de Panamá. Aunque el
nodo marítimo fue devuelto a Panamá en 1999 tras una larga lucha de 85
años y la firma de un acuerdo bilateral, Trump ha sugerido que Estados
Unidos podría reclamar su control si considera que no se está
gestionando de acuerdo con sus intereses estratégicos. Declaró que el
país centroamericano había entregado a China el control del estratégico
paso interoceánico. Esta amenaza no solo es un ataque directo a la
soberanía panameña, sino también un recordatorio de que, bajo el
Corolario Trump, los acuerdos y tratados internacionales pueden ser
revisados o revocados si no sirven a los intereses inmediatos de Estados
Unidos. En su primera gira internacional, el secretario de Estado Marco
Rubio, un halcón devenido en ferviente trumpista, consiguió el
compromiso del presidente José Mulino de retirar a Panamá de la Ruta de
la Seda, un proyecto estratégico chino al que había adherido ese país
en 2017, siendo el primero de más de 20 países de la región que luego lo
secundaron.
El ataque a Cuba, Venezuela y Nicaragua
En línea con su política de cero tolerancia hacia los gobiernos que
considera adversarios, Trump ha renovado una ofensiva contra Cuba,
Venezuela y Nicaragua. El martes 4 de febrero Marco Rubio declaró que “Estos tres regímenes que existen, Nicaragua,
Venezuela y Cuba, son enemigos de la humanidad y han creado una
crisis migratoria. Si no fuera por esos tres regímenes, no habría una
crisis migratoria en el hemisferio”. En el caso de Cuba, ha
vuelto a colocar al país en la lista negra de promotores del terrorismo,
y se espera que amplíe las sanciones económicas, incluyendo la
aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton, que permite demandar a
empresas que negocien con propiedades expropiadas tras la Revolución
Cubana. En Venezuela, sin embargo, a inicios de febrero Richard Grenell,
enviado de Trump, llegó a Caracas y se entrevistó con el presidente
Nicolás Maduro, no reconocido por la oposición luego de las elecciones
de 2024.
En el caso de Cuba, ha vuelto a
colocar al país en la lista negra de promotores del terrorismo, y se
espera que amplíe las sanciones económicas, incluyendo la aplicación del
Título III de la Ley Helms-Burton, que permite demandar a empresas que
negocien con propiedades expropiadas tras la Revolución Cubana. En
Venezuela, sin embargo, a inicios de febrero Richard Grenell, enviado de
Trump, llegó a Caracas y se entrevistó con el presidente Nicolás
Maduro, no reconocido por la oposición luego de las elecciones de 2024.
El uso de aranceles y la guerra comercial
Una de las herramientas favoritas de Trump para imponer su voluntad
ha sido el uso de aranceles y la amenaza de guerras comerciales, como la
que inició, en particular contra China, en marzo de 2018. En estas
primeras semanas de su nuevo gobierno, ha anunciado nuevos aranceles
sobre productos latinoamericanos, argumentando que los países de la
región están aprovechándose del mercado estadounidense. Estas medidas no
solo buscan proteger a las industrias locales, sino también forzar a
los países latinoamericanos a aceptar condiciones comerciales más
favorables para Estados Unidos. La guerra comercial no es solo un
instrumento económico, sino también político. Al debilitar las economías
de la región, Trump espera aumentar la dependencia de estos países
hacia Estados Unidos, consolidando así su control sobre América Latina.
A nivel más general, el 1 de febrero impuso también aranceles del 10%
para las importaciones provenientes de China, con la excusa del flagelo
del fentanilo, lo cual provocó una respuesta de Pekín, gravando las
compras de ciertos productos estadounidenses. Hay temor global por una
posible escalada de la guerra comercial, lo cual podría generar un nuevo
cimbronazo económico mundial.
A nivel más general, el 1 de
febrero impuso también aranceles del 10% para las importaciones
provenientes de China, con la excusa del flagelo del fentanilo, lo cual
provocó una respuesta de Pekín, gravando las compras de ciertos
productos estadounidenses. Hay temor global por una posible escalada de
la guerra comercial, lo cual podría generar un nuevo cimbronazo
económico mundial.
Leandro Morgenfeld, analista internacional .
Nuestra América frente a un Trump recargado
El inicio del segundo gobierno de Trump en 2025 ha marcado un punto
de inflexión en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina.
Con su Corolario Trump, el presidente estadounidense pretende llevar la
bicentenaria y anacrónica doctrina Monroe a un nuevo nivel de
agresividad, utilizando una combinación de coerción económica, amenazas
militares y alianzas estratégicas para reafirmar el dominio de
Washington en la región, luego de años de relativa pérdida de
influencia. Mientras China se transformó en primer o segundo socio
comercial de casi todos los países latinoamericanos, además de inversor y
prestamista, Estados Unidos tiene cada vez menos para ofrecer desde el
punto de vista económico.
Esta ofensiva de la Casa Blanca no solo tiene implicaciones profundas
para la soberanía y la autonomía de los países latinoamericanos, sino
que también plantea un escenario de creciente tensión y conflicto en el
continente. En este contexto, la resistencia y la unidad de los pueblos
latinoamericanos, retomando las instancias e iniciativas de coordinación
y cooperación políticas e integración regional que se construyeron al
inicio de este siglo, serán más necesarias que nunca para defender su
derecho a la autodeterminación y a un futuro libre de intervenciones
extranjeras.
El
diferendo entre EEUU y Colombia fue la primera gran tarea de Mauricio
Claver-Carone en su nuevo rol como mediador con América Latina. En
diálogo con Sputnik, dos analistas reflexionaron sobre el rol del
controvertido cubano-estadounidense, quien podría tener en sus manos la
gestión de la relación con los países "no alineados".
El incidente diplomático con Colombia y las amenazas a México ratifican la vocación del segundo Gobierno de Donald Trump de mostrarse hostil ante los países latinoamericanos
para asegurar su alineamiento. Una tarea que, además de al secretario
de Estado, Marco Rubio, Trump ha confiado plenamente a la controversial figura del cubano-estadounidense Mauricio Claver-Carone.
Las polémicas de Claver-Carone
Su
nombre regresó a la palestra pública luego de que Trump lo confirmó, en
diciembre de 2024, como "enviado para América Latina" del Departamento
de Estado. "Mauricio conoce la región y sabe cómo poner los intereses de EEUU en primer lugar.
También conoce las graves amenazas que enfrentamos debido a la
migración masiva y el fentanilo", escribió el mandatario para presentar
su designación, aclarando que el funcionario trabajaría "incansablemente
para proteger al pueblo estadounidense".
Claver-Carone,
de 50 años de edad, ganó notoriedad en toda América Latina en 2020,
cuando Trump logró colocarlo como presidente del Banco Interamericano de
Desarrollo (BID), quebrando una tradición histórica de reservar ese
puesto para un jerarca latinoamericano. Fue destituido dos años después, tras ser denunciado por mantener una relación sentimental con una subordinada a la que, además, benefició laboralmente.
No
fue su única polémica: él mismo confesó cómo operó a la interna del
Fondo Monetario Internacional (FMI) para que el organismo aprobara en
2018 un préstamo histórico de más de 55.000 millones de dólares a la
Argentina de Mauricio Macri (2015-2019), saltándose los límites financieros de la institución únicamente para respaldar su reelección.
La sintonía que tenía con Macri no la tuvo con su sucesor, Alberto Fernández (2019-2023), al punto que abandonó repentinamente su ceremonia de asunción sin siquiera saludar al mandatario, presuntamente ofuscado por la presencia de enviados del Gobierno de Venezuela. Incluso llegó a cuestionar a funcionarios que actualmente están a las órdenes de Javier Milei.
Años
después, Trump volvió a otorgar a Claver-Carone responsabilidades de
primera línea, ya que según el Gobierno colombiano fue el encargado de
negociar, en representación de la Casa Blanca, la solución al diferendo por el envío de vuelos de deportación hacia Colombia. En diálogo con la emisora colombiana W Radio, el embajador colombiano en Washington, Daniel García Peña, definió al abogado como "una persona de total confianza" de Trump y Marco Rubio y aseguró que el funcionario mantuvo el diálogo "con un tono muy comprensivo y amable".
"Imponer, pero también negociar"
"Claver-Carone
es abogado y tiene una trayectoria política y en instituciones
importante, por lo que se entiende que haya apoyado la mediación y
logrado que se pongan de acuerdo. Se habla de que el Gobierno de Trump
va a imponer, pero también tienen que negociar, aunque por supuesto no
lo va a decir públicamente", dijo a Sputnik la politóloga argentina
Silvina Romano.
Para la académica, compiladora del libro Trumperialismo, la guerra permanente contra América Latina, la política exterior de este segundo Gobierno de Trump tendrá semejanzas con la del primero, buscando establecer "acuerdos bilaterales" con los diferentes países latinoamericanos y saltándose cualquier ámbito multilateral.
A
los ojos de Romano, Trump hará valer su "marca personal" en el mundo y
se reservará para sí las gestiones con Gobiernos que puedan serle más
afines, como el de Nayib Bukele en El Salvador; Daniel Noboa, en
Ecuador, o Javier Milei, en Argentina. "Para los otros países tiene a un personaje como Claver-Carone para mediar", especuló la analista.
Más garrote y cada vez menos "zanahoria"
También
consultado por Sputnik, Leandro Morgenfeld, historiador argentino
especializado en la relación entre EEUU y América Latina, definió a Claver-Carone como "uno de los halcones" de Trump, por estar dispuesto a tomar las medidas más duras e intransigentes.
El analista recordó, de hecho, que tanto Claver-Carone como Rubio provienen de familias cubano-estadounidenses y están muy vinculados al "lobby trumpista del estado de Florida", defensor acérrimo de las sanciones y bloqueos contra Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Para
Morgenfeld, tanto Claver-Carone como Rubio son fieles representantes de
una nueva reivindicación de la Doctrina Monroe de 1823 y su "América
para los americanos", aplicada además a través de la política de "la zanahoria y el garrote" que busca premiar a los países aliados a Washington y castigar con sanciones a los díscolos.
"El
problema es que Rubio y Claver-Carone están mostrando una política de
mucho más garrote que zanahoria, porque EEUU no tiene demasiado para
ofrecer y Trump solo ha hecho amenazas y desprecios hacia América
Latina", señaló el investigador.
Morgenfeld
remarcó que, si bien Washington solía ofrecer acuerdos de libre
comercio o facilidades para visas a los países latinoamericanos que
seguían sus intereses, "hace muchos años que tiene cada vez menos para ofrecer desde lo económico",
un terreno en el que China y la región Asia-Pacífico ha sabido ganar
terreno. Así, EEUU ha centrado cada vez más su política exterior hacia
América Latina en las sanciones y las amenazas, "horadando" su influencia en la región "porque cada vez hay menos zanahoria y más garrote".
Ambos
analistas coincidieron en que la estrategia de Trump hacia América
Latina buscará decididamente debilitar organismos de coordinación
multilateral entre países latinoamericanos como la CELAC o incluso la
Organización de Estados Americanos (OEA). Para Morgenfeld, la gestión de
Trump buscará, posiblemente con Claver-Carone a la cabeza, "utilizar a los gobiernos alineados para tratar de romper cualquier instancia de coordinación multilateral".
Hablamos
con Leandro Morgenfeld, historiador, investigador del CONICET,
especialista en Estados Unidos y autor del libro "El legado de Trump en
un mundo en Crisis", sobre el impacto de la asunción de Donald Trump en
Argentina y en el mundo.
"No
coincido con el diagnóstico de Guillermo Moreno. Si hay una cosa cierta
que Donald Trump expresa a una parte de la clase dominante
norteamericana que es crítica del globalismo que los últimos gobiernos
demócratas representaron. Una de las estrategias de la clase dominante
norteamericana para mantener su presencia hegemónica a nivel mundial era
poner las reglas del comercio internacional, de las relaciones
financieras. Querían tratar que China entre en la organización mundial
del comercio, como lo hizo hace 25 años, para que este proceso de
transnacionalización del capital se haga con su comando"
"Estados
Unidos viene perdiendo posiciones, está en un proceso de declive
relativo. Si bien sigue siendo la principal potencia, hay muchos
indicadores económicos y desarrollo tecnológico que muestran que Estados
Unidos va perdiendo posiciones. Se está desindustrializando, hay un
proceso de desdolarización a nivel global y en la última medición
Estados Unidos tiene apenas un tercio de las patentes tecnológicas que
inscribió China -que en el 2023 tenía el 40 y pico porciento de las
patentes-"
"China exporta el doble que Estados Unidos, tiene un
PBI industrial que es la suma de Estados Unidos más Alemania y Japón. La
discusión en Estados Unidos es como hacen para recuperar o mantener esa
posición hegemónica. Trump está expresando otra estrategia, que es de
repudio de las organizaciones multilaterales, de redefinición de sus
vínculos con sus aliados y que tiene nacionalismo económico"
"De
ahí que Moreno diga qué es lo mismo que el peronismo y que los
peronistas esperaban esto. Para mí está en la antípodas porque el
nacionalismo no es lo mismo. El nacionalismo británico del siglo 19, que
se comió el mundo y que creó un imperio que dominó los 5 continentes,
era un nacionalismo imperialista. Trump expresa al sector de las
corporaciones más concentradas de Estados Unidos, va a tener el gabinete
de mil millonarios más importante de la historia. Va a tener sentados
en un rato en primer afila a las tres personas más ricas del mundo"
"Va
a tener a Elon Musk en una posición clave de destrucción del Estado de
Bienestar de Estados Unidos, va a ser el Federico Sturzenegger de
Estados Unidos. Lo va a tener Mark Zuckerberg, Jeff Bezos. Muchos
críticos de Trump y que eran parte de esa élite globalista que apoyaron
siempre a los demócratas, como el dueño de Meta, están poniendo guita
para financiar la inauguración de hoy. El propio Bill Gates, Google,
Microsoft, pusieron dinero para la asunción de Trump, es el Estado
administrado por sus dueños"
"¿Cómo va a ser el peronismo? Si
impulsan una profunda redistribución regresiva de los ingresos en
Estados Unidos y en todo el mundo, porque van a venir por nuestros
recursos. El que está abrazándose con Trump, Elon Musk y toda la élite
de Estados Unidos es Javier Milei, no es ningún referente peronista. Los
presidentes que van a estar en Washington son presidentes de la
ultraderecha del mundo, no los presidentes nacional y popular,
reformista o de izquierda que hay en América Latina. No está Petro,
Boric o Lula"
"Milei dice que el estado hay que destruirlo y Trump
dice eso hacia dentro. Él en su primera presidencia hizo y va a hacer
una desregularización total, por eso lo están apoyando las grandes
tecnológicas. No va a poner ninguna regulación, van a hacer que el gran
capital de Estados Unidos pueda ganar más y que la sociedad sea más
desigual. En eso es parecido a Milei, pero hacia afuera está planteando
un nacionalismo económico. Va a plantear volver a la guerra comercial
que él arrancó en 2018 contra China y que afectó a varios países"
"Moreno
dice que Trump dice que hay que industrializar Estados Unidos y que el
proteccionismo es bueno. Como ese discurso choca con el de Milei, se
puede interpretar que nos da mejores condiciones para decir que hay que
aplicar una política industrialista. La superficie podría ayudar, pero
Trump es ultra neoliberal hacia dentro de Estados Unidos. Quiere
destruir todo lo que tenga que ver con el Estado de Bienestar, las
políticas de estado de fomentar la distribución del ingreso, que sea más
igualitaria y con mayor presupuesto en salud"
"Una de las cosas
más polémicas que anunció es que va a cerrar el Ministerio de Educación,
es una de las cosas que más resistencia tiene en las encuestas. No
tiene nada que ver con el peronismo o el nacionalismo tercermundista.
Quiere que Estados Unidos sea más fuerte, que Argentina le regale todo
el litio. Eso es lo que va a hacer Milei con la ley de Hidrovía, poner
bases militares, vendernos más aviones o armamento para que hagan
negocios el complejo industrial militar en pos de defender el capital
norteamericano. No es bueno para la Argentina, es una calamidad para
Argentina teniendo un gobierno como el de Milei"
"Me parece grave
lo de Moreno. No para recaer en él, pero el globalismo abrazó la agenda
de las minorías y eso está en crisis y ellos dicen que está bien porque
era una calamidad para los pueblos del mundo. Entonces hay que hacerse
conservador desde el punto de vista social, atacar a minorías,
movimientos feministas, a los inmigrantes, a los docentes y lo que hay
que plantear es lo contrario”
“Tenemos que pensar políticas
económicas a favor de la industrialización, que tengan un contenido de
nacionalismo de desarrollo de los países latinoamericanos y que
contengan las demandas de los pueblos originarios, el desastre ecológico
que acecha al mundo, limitar el poder de las grandes corporaciones"
"El
gobierno de Brasil y Chile están en una compulsa con las grandes
corporaciones norteamericanas porque está en discusión la soberanía del
estado. Lula y la corte se enfrentaron con Elon Musk, hay discusión con
Mark Zuckerberg. Quieren controlar la materia prima del capitalismo que
es el control de los datos, si reventamos nuestros estados como quiere
Milei, le regalamos nuestra soberanía a esas 4 o 5 corporaciones que
concentran el poder y que van a estar ahí sentadas aplaudiendo en
primera fila a Trump”
“Lo ponderan a Milei porque es muy funcional
a su estrategia de que le demos el Litio, la Hidrovia, controlar el
gobierno de Argentina y que el FMI nos gobierne con sus políticas
neoliberales. Eso se discute hoy en la relación con Estados Unidos"
"Lo
que dicen los sectores de ultraderecha es que el problema es la agenda
progresista. El marxismo cultural impulsa una agenda woke que es la
agenda de las minorías, tiene un origen en la lucha de los derechos
civiles de las minorías afroamericanas en los años 60 en Estados Unidos.
Lo que dicen es volvamos al hombre blanco que hasta los años 50 tenía
el poder en el interior de su familia, que las mujeres no jorobaban con
esto de la igualdad de género, que las minorías LGTB no pretendía que no
se las mataran, que los inmigrantes no planteaban que tenían derechos
de vivir en las mismas condiciones"
"Quieren volver a un capital
que no tenga ningún control del estado y que no apañe ninguna de las
demandas de estos movimientos. Va a haber varios decretos diciendo que
se acabó con la Educación Sexual Integral porque hay varios padres
conservadores que no quieren que la escuela se meta en eso. Va a
terminar con cualquier política que tenga que ver con la prevención de
los abusos sexuales, de la igualdad de género, los derechos de la
minorías sexuales. Eso va a tener una agenda muy conservadora"
"En
algunos de los decretos que va a firmar hoy Trump, ya dijo 'basta con
que haya personas trans en el ejército, basta con permitir que haya
maestros trans en Estados Unidos'. Va a tener una política durísima con
los más de 11 millones que viven en Estados Unidos que no tienen
documentos, va a hacer una deportación masiva"
"Hay un hartazgo
con la hipocresía de las elites globalistas, con el hartazgo del
progresismo. Hay un corrimiento hacia la derecha muy fuerte en Estados
Unidos y en otros lugares de occidente, nosotros lo vivimos en Argentina
también. Está esta especie de revancha de los que se vieron limitados
por el discurso progresista o lo políticamente correcto. Todos se están
encolumnando con este nuevo sentir mayoritario, que igual tiene mucha
resistencia en Estados Unidos. Trump sacó 1 de cada 3 votos de las
personas que estaban habilitadas para votar, sacó el 33% del padrón"
"Hay
una especie de encuadre. Facebook dijo que va a dejar de moderar los
discursos de odio contra las minorías sexo genéricas, Disney va a dejar
de hacer política y que la familia determine lo que ellos quieran,
volvemos al Disney racista y misógino histórico. Todos se encolumnan en
este discurso de que todo esto se acabó y vamos de nuevo a los
machonomics, como dijo Milei"
"Hay que ver como se a da la
relación entre Trump y Musk. Son dos machos alfa, Musk tiene más de 400
mil millones de dólares y va a ser una suerte de co-presidencia. Como se
van a llevar estos dos machos alfas en esta conducción del estado más
poderosos de la tierra es un gran signo de pregunta"
El investigador del CONICET destacó que, en su
segundo mandato, el líder republicano llega al poder "controlando las
dos Cámaras del Congreso y la Corte".
Mientras en Estados Unidos coronan a Donald Trump como el 47º presidente en la historia norteamericana, el investigador del CONICET, Leandro Morgenfeld
reparó en que, a diferencia de la primera presidencia, hoy Trump asume
“mucho más poderoso” porque lo hace controlando “las dos Cámaras del
Congreso, la Corte Suprema. Y además logró domesticar al Partido Republicano y conformar un gabinete lleno de multimillonarios”.
En contacto con “TER” por Radio Provincia,
el también historiador dijo que la asunción del empresario le provoca
un “rechazo absoluto” y consideró que en este contexto “los movimientos
populares y progresistas en todo el mundo, tenemos que volver a tener
un proyecto vinculado a la necesidad de los trabajadores y relacionado a
buscar la ampliación de derechos y no de restricción de los mismos para
lograr una sociedad cada vez más igualitaria”.
Morgenfeld señaló que si bien, Trump “es uno de los pocos
presidentes norteamericanos que perdió la reelección” hoy accede a una
segunda presidencia, pese a que “ lo daban como muerto político”.
Además, enfatizó que tras perder la reelección con Joe Biden
“el trumpismo no sólo no desapareció” sino que ahora vuelve a colocar a
su lider como cabeza de Estado. Pero, advirtió que si bien
internamente “va tener mucho más poder” paralelamente se va a encontrar
con un Estados Unidos “más débil que hace 8 años” y en “declive
hegemónico” porque “EEUU está perdiendo posiciones desde el punto
financiero, monetario e industrial” en el mundo por el crecimiento de la
economía China y otros países emergentes.
En ese marco, Morgenfeld describió que su presidencia traerá una
“impronta fuerte” que ya se puede ver en los “más de 100 decretos que
hoy mismo se van a conocer” . Acto seguido admitió que si bien “tiene
el poder político” para “modificar muchísimas cosas. La gran pregunta es
si va a recuperar la hegemonía que se viene perdiendo desde 2008 o si
va a terminar profundizando la crisis, ya que sus propuestas plantean
una discusión con aliados históricos y estratégicos. De hecho, ya hay
muchos gobiernos europeos que están absolutamente temerosos a las
políticas de Trump”.
Además, estimó que “habrá un repliegue relativo de las fuerzas
militares norteamericanas en el mundo. Pero, paralelamente se
desencadenará una política más dura en lo que ellos llaman
despectivamente su patio trasero" y que no es ni más ni menos que
América Latina.
“Habrá una política muy dura para Latinoamérica y esto es una muy
mala noticia para nosotros, porque tenemos al gobierno más entreguista y
alineado con Estados Unidos de toda la historia nacional” lamentó el
historiador y continuó “cada foto de Milei nos cuesta, e implica la
pérdida de soberanía, porque entrega la hidrovía, Vaca Muerta, el litio y
hasta promete una base norteamericana ubicada estratégicamente…”.
Además, dificulta la sinergia latinoamericana porque “los países
de la región no están en esa. Hablo de casos, como México, Brasil,
Colombia, Chile o Bolivia. En cambio, nosotros estamos en el club de la
ultraderecha, un grupo marginal integrado por el gobierno de Bukele, en
El Salvador, o la administración pronorteamericana de Ecuador o
Paraguay”.
“Este grupo lo encabeza Trump y Milei como exponente en el cono
sur se ha convertido en una piedra en el zapato para fomentar la
desintegración regional,” describió Morgenfeld y señaló que esta
situación le está haciendo mal a la Argentina y a la toda región porque
mientras “el mudo gira a los BRICS, y hacia los países emergentes, Milei
se abraza de manera acrítica e individual a un presidente que va a
gobernar con un gabinete de millonarios, torpedeando la integración
regional”.
Por lo tanto, al ser consultado sobre donde hay que mirar cuando
el sistema de Trump se desborde, el entrevistado recomendó “dejar de
pensar en lo que pasa en Europa y empezar a pensar en un mundo
multipolar" ya que "están pasando muchas otras cosas”.
En ese marco analizó que si bien, “no hay liderazgos fuertes en
Europa para hacerle contrapeso” a Trump, “México, que es la mayor
democracia de Iberoamérica, no siguió con la oleada ultraderechista. Y
en Brasil, Lula y la Corte Suprema brasilera interpusieron una política
que intenta ponerle un límite a Elon Musk. Y Boric tuvo un enfrentamiento con Mark Zuckerberg. Además paralelamente los BRICS están en franca expansión”.