Desde la Redacción, el podcast de
Rosario3, charló con el historiador y especialista en Estados Unidos,
Leandro Morgenfeld. El historiador analizó la versión 2.0 de Trump y
cómo el nuevo enfoque de política exterior norteamericano puede afectar
al gobierno de Milei
Por Ezequiel Clerici
Hoy conversamos con el historiador Leandro Morgenfeld sobre
los cambios que está llevando adelante la segunda administración de
Donald Trump en política interna de Estados Unidos y cómo está
performando las relaciones internacionales la vuelta de un enfoque
aislacionista y proteccionista.
Morgenfeld analizó el declive norteamericano como hegemón global, la
guerra comercial y tecnológica con China, la reafirmación del continente
americano como área de influencia estadounidense y las implicaciones de
estos cambios para la Argentina de Milei.
Sobre el podcast
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El
Gobierno quiere llevar a cabo la mayor deportación de la historia de
Estados Unidos, pero existen dudas sobre el impacto que tendría en la
inflación y el Costo de Vida (COLA) de los estadounidenses.
Donald Trump regresó a la Casa Blanca con la promesa de llevar a cabo una deportación masiva de inmigrantes indocumentados; específicamente entre 15 y 20 millones. Para el presidente, la medida es el camino para una economía
próspera. Sin embargo, la expulsión de las personas que integran, en su
gran mayoría, la mano de obra en el sector agrícola y de construcción
puede tener efecto contrario y podría provocar un hueco fiscal, según expertos.
¿Es económicamente posible la sostenibilidad de los Estados Unidos sin 13,7 millones de inmigrantes?
Diversos especialistas aseveran que no es un proyecto factible para el
país y que podría tener un impacto negativo en el bolsillo de los
ciudadanos ya que, de manera indirecta, impactaría en el Costo de Vida
(COLA) y la inflación.
Las
reformas migratorias son una propuesta de campaña frecuente en los
partidos políticos más conservadores, ya que parten de la idea de que el
inmigrante quiere sacarle oportunidades de empleo al nativo. Pero,
según un informe del Economic Research Service (USDA), los indocumentados conforman el 42% de los trabajadores agrícolas en el país, mientras que solo el 7% son empleados nacidos en Estados Unidos. El 19% restante son inmigrantes con un permiso legal de residencia temporal.
Las consecuencias económicas de la deportación masiva: ¿es posible?
"Siguiendo
el modelo de Eisenhower, llevaremos a cabo la mayor operación de
deportación doméstica en la historia de Estados Unidos", declaró
Trump en un mitin en Iowa durante la campaña presidencial, tal como
había prometido en 2016. La frase hizo referencia a la "Operación
Espalda Mojada" (Operation Wetback) del expresidente Dwight D. Eisenhower,
quien llevó a cabo una deportación de, alrededor, 1,3 millones de
personas en 1954 y quien sostenía que se deben priorizar las tareas en
base a su urgencia o importancia. Para la agenda de Trump la expulsión de millones de indocumentados es un tópico de primera línea.
El
Servicio de Inmigración y Control de Aduanas en Estados Unidos (ICE)
realizando detenciones y deportaciones. Fuente: Archivo.
El Gobierno de los Estados Unidos
señaló que su plan es deportar entre 15 y 20 millones de inmigrantes
sin estatus legal y que comenzarán probando con un millón durante el
2025. Sin embargo, según el Migration Policy Institute, en el 2023 se registraron 11 millones de indocumentados de un total de 47,8 millones de inmigrantes con residencia legal, según el Pew Research Center. Actualmente, los analistas estiman que la cifra de extranjeros ilegales aumentó a 13,7 millones.
Exequiel Hernández, profesor asociado presidencial de la Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania y autor del libro "La verdad acerca de la inmigración" (The truth about immigration, editorial St. Martin's Press, 2024) señaló a El Cronista que los inmigrantes realizan cinco contribuciones clave a la economía estadounidense; talento de mano de obra, inversión, aporte de capital, consumo y aporte de impuestos. "Contribuyen al balance fiscal y ayudan a generar trabajo. El informe de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER)
asegura que el 36% de la innovación en Estados Unidos se atribuye a la
población migrante, quienes ocupan solo el 16% de los inventores",
explicó destacando que el plan de deportación masiva "sería un desastre".
Trump
regresó a la Casa Blanca con la promesa de realizar la "deportación
masiva más grande de la historia" del país. Fuente: Archivo.
En diversos discursos Trump se refirió a todos los indocumentados, mayormente latinos y asiáticos, como "criminales". Leandro Morgenfeld, investigador del Conicet y autor del libro "Nuestra América frente a la doctrina Monroe: 200 años de disputas"
(editorial CLACSO, 2023) , explicó que el objetivo del presidente no es
posible: de hecho, durante su primera gestión, y arguyendo la misma
promesa, solo se deportaron menos de 269.000 personas. "El año que más
deportó fueron 267,000 personas, un récord que lo batió el propio Biden
en el 2024 que deportó a 271,000. Él dice que prometió cuadriplicar esto, es una cifra poco realista llevarlo a un millón de personas por año",
expresó. A su vez destacó la paradoja de Trump ya que "tiene un
perjuicio incluso para los sectores de los cuales amasó su fortuna, como
en la construcción de hoteles".
Ambos analistas explican que no es factible una deportación masiva
porque dejaría un "hueco" en las industrias desarrolladas,
principalmente, por extranjeros sin estatus legal ya que habría un
desabastecimiento en la mano de obra. "No contratan indocumentados porque quieren pagar menos, sino porque no hay mano de obra alternativa. Cuando llegan los inmigrantes aumentan el empleo y los salarios. La falacia es que el tamaño de la economía se mantiene constante, -pero en realidad- la economía crece", explica Hernández.
"La deportación es una política inflacionaria": el impacto en la economía de los hogares
Durante los primeros meses del 2025 el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE)
actuó bajo orden de Trump para deportar masivamente a los inmigrantes
que ya contaban con una orden de expulsión, según explicó la abogada
migratoria y miembro de la Asociación Americana de Abogados de
Inmigración (AILA) Natalia Fridman . "Pasan a la deportación porque ya tenían una orden", detalló en diálogo con El Cronista.
El objetivo actual del Gobierno es poder emitir órdenes de deportación sin tener que atravesar el proceso legal, explicó. Sin embargo, la expulsión de residentes sin estatus migratorio
es un gasto millonario, incluso trillonario como indicó Hernández, que
puede impactar fuertemente en la economía del país. El Estado gasta "Alrededor de USD 20,000 por deportado. Entre USD 250,000 y un trillón de dólares en deportaciones masivas.
No se sabe con exactitud, pero es un costo altísimo. Primero se debe
identificar dónde están, luego detenerlos y, por último, mandarlos en
avión o micro. El costo de echarlos costaría más que el de legalizarlos".
Según un informe, los indocumentados conforman el 42% de los trabajadores agrícolasen el país. Fuente: Archivo.
Asimismo, hizo hincapié en que "la deportación es una medida inflacionaria" ya que representa una "pérdida de emprendimientos, empleo y aportes".
Una reforma migratoria de esta magnitud sería un gasto público muy alto
y el país se enfrentaría, a su vez, a la ausencia de los impuestos que los indocumentados aportan a la economía.
El Centro de Política Fiscal (TPC) señaló en un informe que, en el año 2022, las 11 millones de personas indocumentadas aportaron un total de 100 billones de dólares anuales en impuestos federales, estatales e impuestos locales.
Su expulsión sería un problema para las industrias que se verán
obligadas a automatizar su producción y encontrar la forma de cubrir
dichos puestos de empleo. Morgenfeld explicó que este hueco fiscal puede generar un aumento de la inflación y, de forma directa, en el COLA a nivel federal. El experto señaló que Trump "va
a tener un problema importante porque es cumplir con una promesa
electoral muy ambiciosa y al mismo tiempo va a generar un proceso de
aumento de precios y la inflación".
El antecedente de la última deportación de Trump (período 2016-2020)
Durante
la pandemia de Covid-19, el Gobierno ejerció fuertes controles
migratorios similares, pero sobre inmigrantes legales, a los que se
están trabajando hoy. El resultado fue, según datos del Banco Mundial
(2020), una caída del PBI del 3,4%
Trump logra su reforma migratoria apelando a la deportación voluntaria
Emitir órdenes de detención y deportación es un proceso burocrático que lleva tiempo. Dependiendo del caso del inmigrante, puede tardar entre semanas y meses. Trump, como una estrategia para acelerar su deseo de expulsión masiva, logró que los extranjeros sin estatus legal firmen el Voluntary departure o deportación voluntaria. Firmar este documento le otorga a la persona la posibilidad de aplicar nuevamente y desde el exterior a una visa de residencia temporal para volver al país. Pero quienes no lo aceptan pueden enfrentarse a un proceso judicial y ser expulsados definitivamente.
La abogada migratoria Natalie Gaviria, miembro del estudio Fridman: Immigration Law, explicó que la deportación masiva de las personas que contaban con una orden provocó que muchos otros indocumentados acepten la deportación voluntaria. Así, el presidente consiguió expulsar a extranjeros que aún no habían sido identificados por las autoridades. "El
Gobierno siempre tiene la facultad de deportar a las personas porque no
son ciudadanos. Por eso terminan firmando la deportación voluntaria", explicó la abogada.
La
extensión del muro fronterizo con México y el aumento de las patrullas
fronterizas son propuestas de campaña de Trump de cara a los próximos
cuatro años. Fuente: Archivo.
Los inmigrantes indocumentados
que residen en la nación tienen un rol más amplio que el aporte
económico que realizan. Las 13,7 millones de personas que no cuentan con
un estatus migratorio también han realizado, a lo largo de los años, su
aporte a la cultura estadounidense. Según datos del Institute for Immigration Research, el 11% de los profesores en el país son inmigrantes, mientras que la Association of American Medical Colleges (AAMC) informó
que, en el 2021, 1 de cada 5 médicos en el país son extranjeros y se
formaron académicamente en sus países de origen. Hernández señala como
un error del Gobierno "asumir que hay mano de obra de sobra en este país y que los extranjeros no invierten para aumentar la productividad".
Argentina se hace emblema de genuflexión colonial ante EE.UU., que le reserva un garrote.
La
relación entre Donald Trump y Javier Milei es tapa de los diarios y
objeto de atención global. Ambos transitan su etapa aceleracionista,
modificando su política exterior, queriendo implementar un ajuste
económico regresivo, con fuertes resistencias internas y externas,
envueltos en el escándalo de las criptomonedas y prodigándose elogios
mutuos. Desde que ganó las elecciones, en noviembre de 2023, Javier
Milei viajó 10 veces a Estados Unidos, un récord que supera a cualquier
otro presidente en la historia argentina. Además, fue el primero en
asistir a una jura presidencial en Washington. La sobreactuación de
Milei con Trump expone un vínculo bilateral con rasgos neocoloniales,
funcional a los intereses económicos y geopolíticos de la Casa Blanca y
perjudicial para la soberanía argentina y la necesaria integración
latinoamericana, en un contexto de crisis de la hegemonía estadounidense
y transición hacia un mundo más multipolar.
Los 10 viajes de Milei a Estados Unidos
Pocos
días después de ganar las elecciones, en noviembre de 2023, Milei viajó
como presidente electo a New York y Washington. En un avión privado,
pagado por el empresario multimillonario Gerardo Werthein, quien luego
sería designado embajador en ese país y actualmente reviste como
canciller, tuvo reuniones en la Casa Blanca con el asesor de seguridad
nacional de Joe Biden, Jake Sullivan, y con el asesor para América
Latina, Juan González, con autoridades del FMI y hasta con el
expresidente demócrata Bill Clinton, previo pago de una suma de varias
decenas de miles de dólares. “Nos convertimos en un socio estratégico de
Estados Unidos”, declaró el libertario cuando volvió a Buenos Aires,
exponiendo el giro copernicano en la política exterior argentina.
Ya
como presidente en funciones, en 2024 viajó siete veces a ese país: el
23 de febrero estuvo en Washington para participar de la Conferencia
Política de Acción Conservadora (CPAC), donde logró una selfie
tras bambalinas con el entonces opositor Trump; del 10 al 12 de abril
estuvo en Miami y Austin, donde se reunió con el hombre más rico del
mundo, Elon Musk, y con la institución judía “Casa de Jabad”; el 5 y 6
de mayo viajó a Los Ángeles para un evento del Instituto Milken; del 28
al 30 de mayo visitó San Francisco, donde mantuvo entrevistas con los
empresarios tecnológicos Sam Altman, Tim Cook, Sundar Pichai y Mark
Zuckerberg, con la máxima autoridad de la Universidad Stanford y con la
directora de la institución Hoover, la exsecretaria de Estado
Condoleezza Rice; del 12 al 14 de julio participó en la Allen & Co.
Sun Valley Conference; del 22 al 25 de noviembre viajó a New York, para
dar su discurso en la Asamblea General de Naciones Unidas, aunque
también tuvo una nueva reunión con Musk y participó en la apertura de la
Bolsa de Nueva York; y el 14 y 15 de noviembre fue a la cumbre de la
CPAC en Mar-a-Lago, donde se reunió con el ya electo Trump. El 19 y 20
de enero de 2025 participó en los actos de asunción presidencial en
Washington DC y luego volvió a viajar a la capital estadounidense para
participar en la conferencia anual de la CPAC, que se realizó del 19 al
22 de febrero, oportunidad en la que tuvo su foto oficial con Trump en
el hotel de la convención, además de otro encuentro con el ahora titular
del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en
inglés), Musk —a quien le regaló una vistosa motosierra—, y con la jefa
del FMI, Kristalina Georgieva. Completó así la sorprendente cifra récord
de 10 viajes a Estados Unidos en apenas 15 meses, todo un símbolo del
realineamiento geopolítico argentino.
¿Por qué Milei es funcional a Trump?
En mayo del año pasado, en el artículo “Milei y la sumisión neocolonial a Estados Unidos”, que escribimos para Tektónikos,
explicamos que “Milei es muy funcional a los objetivos estratégicos de
Estados Unidos en América Latina y a la política de desmantelamiento de
la coordinación política a nivel regional, por eso ataca a todos los
gobiernos no alineados y desconoce organismos como la UNASUR y la CELAC,
a la vez que soslaya la importancia del Mercosur”. Y eso que todavía
gobernaba el demócrata Joe Biden. Ya con Trump de nuevo en la Casa
Blanca, la sumisión alcanzó nivel jamás transitado en la historia
argentina.
El excéntrico mandatario argentino, desde su llegada al
poder, viene mostrando una clara admiración y afinidad política e
ideológica con Trump. Además, la sobreactuación del seguidismo al jefe
de la Casa Blanca se debe a que el plan económico de Caputo —con un peso
sobrevaluado y un ajuste regresivo para financiar la fuga y el carry trade— depende
del apoyo del Secretario del Tesoro para un desembolso del FMI, pese a
que sus técnicos del organismo multilateral exigen una devaluación que
Milei resististe por motivos electorales. Para Trump, por su parte,
Milei representa un delegado clave en América Latina, región donde Estados Unidos ha buscado históricamente consolidar su influencia
y que enfrenta un grupo de gobiernos no afines, en Brasil, México,
Colombia, Chile, Uruguay, Bolivia, Cuba, Venezuela, Nicaragua y
Honduras, entre otros. La retórica antiestatista y promercado de Milei
coincide con la agenda neoliberal que Trump promovió durante su primera
presidencia, especialmente en lo que respecta a la desregulación
económica, ajuste del gasto social, en salud y en educación y la
reducción de impuestos a los más ricos. Esa afinidad no es total, claro,
ya que Trump es fuertemente proteccionista y despliega un nacionalismo
económico, utilizando el poder estatal para doblegar a otros países en
función de los intereses de las grandes corporaciones estadounidenses,
amenazadas por el avance arrollador de sus competidoras chinas.
Milei,
por su parte, despliega una “diplomacia de fotos”, se rodea de los
exponentes ultraderechistas de Estados Unidos, Europa y América Latina y
cultiva una imagen internacional activa, que le rinde especialmente
para su acumulación política interna. Se burla de quienes hablaban de él
como un “fenómeno barrial” y se imagina, junto a Trump, como uno de los
dos líderes más importantes del “mundo libre”, acaudillando la guerra
cultural contra la supuesta agenda progresista woke. Sostienen
los libertarios que el alineamiento con Trump va a lograr soltarle la
mano al Fondo y atraer inversiones estadounidenses. Sin embargo, Milei
debería observar con cuidado la deriva del presidente ucraniano
Volodimir Zelensky, que pasó de marioneta de Washington, cuando
gobernaba la fracción globalista, a ser insultado por Trump y Musk, hace
unos días, y el viernes 28 de febrero directamente reprendido
públicamente por Trump y el vice J. D. Vance en una inusual transmisión
en vivo desde el Salón Oval de la Casa Blanca. Luego de haber empujado y
financiado la escalada de la OTAN y Ucrania contra Rusia desde 2014,
ahora Estados Unidos le exige al devaluado líder de Kiev que entregue
sus recursos estratégicos y acepte el acuerdo que Trump discute con
Putin sin siquiera participar en la mesa de negociaciones, para horror
de los líderes de la Unión Europea.
En el caso de Argentina, y sin
entregar nada a cambio, Estados Unidos logró que Milei diera marcha
atrás con el estratégico ingreso argentino al grupo BRICS, canceló la
compra acordada de aviones chinos, para optar por los vetustos F16 de
origen estadounidense, dio concesiones a Musk para avanzar con sus
negocios en el país, prometió a Laura Richardson, la jefa del Comando
Sur, la construcción de una base militar conjunta en Tierra del Fuego,
entregó el control de la hidrovía y promete la participación
estadounidense en la privatización de empresas públicas, además de
atacar directamente a los gobiernos latinoamericanos no alineados con
Washington y de poner en peligro acuerdos como el del MERCOSUR: en su
discurso del 1 de marzo de apertura de sesiones del Congreso, Milei
volvió a amenazar directamente con abandonar el bloque, para firmar un
improbable acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.
La diplomacia como mecanismo de acumulación política de Milei
Para
Milei, la diplomacia está privilegiándose como un mecanismo de
acumulación política interna. Sus frecuentes viajes a Estados Unidos y
sus encuentros con figuras como Trump y Musk fueron y son utilizados
para proyectar su imagen de líder global y reforzar su legitimidad
doméstica. Milei presenta estas reuniones como pruebas de su capacidad
para atraer inversiones y fortalecer la posición de Argentina en el
escenario internacional, como baluarte de la lucha global
antiprogresista.
Esta estrategia ha sido efectiva hasta ahora en
términos de comunicación política, ya que le permite a Milei exhibirse
como una figura que talla en las grandes ligas. Sin embargo, esta
diplomacia espectacular también tiene sus límites. La dependencia de la
imagen internacional para consolidar su liderazgo interno puede resultar
contraproducente si no se traduce en mejoras tangibles para la
población argentina.
Además, esta acumulación política a través de
la diplomacia ha generado críticas desde sectores que consideran que
Milei prioriza los intereses extranjeros sobre los nacionales. La
alianza con Trump y otros líderes conservadores ha polarizado aún más el
escenario político argentino, dividiendo a la sociedad entre quienes
apoyan esta alineación y quienes la ven como una amenaza a la soberanía
nacional, por no mencionar los “volantazos sin rumbo”,
como ocurrió en el caso del reciente voto contra Ucrania en la ONU,
luego de haber recibido a Zelensky en Buenos Aires en diciembre de 2023.
Con
el escándalo internacional por la estafa con la criptomoneda LIBRA,
Milei enfrenta demandas judiciales en Estados Unidos y llegó a la tapa
del New York Times y otros influyentes medios de ese país,
quienes avanzan con sus propias investigaciones, demoliendo la imagen
internacional que supo cultivar Milei. En abril, además, se va a
presentar una demanda judicial colectiva en Estados Unidos, impulsada
por cientos de damnificados. El propio Mauricio Claver-Carone, delegado
de Trump para América Latina, que mantiene un encono personal con el
jefe de gabinete Guillermo Francos y que ya criticó públicamente el plan
económico de Milei, repitió este fin de semana que Milei sería
investigado por la cripto-estafa y que no veía plausible un acuerdo
comercial bilateral entre Estados Unidos y Argentina. Trump, por su
parte, el lunes 3 de marzo fue más ambiguo, calificó a Milei como un
“líder excepcional” y, ante una pregunta, declaró que estaba dispuesto a
conversar sobre cualquier propuesta que le hiciera llegar el mandatario
argentino.
La pérdida de soberanía nacional
Uno
de los aspectos más preocupantes de la relación con Estados Unidos bajo
los gobiernos de Trump y Milei es la potencial pérdida de soberanía
nacional. La sumisión casi automática con los intereses de Washington ha
llevado a que la Argentina adopte políticas que no responden a sus
propias necesidades, sino a los intereses estratégicos de Estados
Unidos.
Un ejemplo claro es la renegociación del acuerdo con el
Fondo Monetario Internacional, en el que Milei tiene depositadas sus
expectativas, para recibir un préstamo que le permita llegar a las
elecciones de octubre con el dólar planchado y la inflación controlada,
sus dos logros económicos sobre los que sustenta todavía un importante
apoyo popular, pese al ajuste y la recesión económica. La dependencia
financiera respecto del Estados Unidos y el FMI ha restringido el margen
de maniobra del gobierno argentino, lo que ha generado críticas desde
sectores que defienden una política exterior más independiente,
coordinada con otros países de la región y que diversifique los vínculos
económicos y financieros internacionales.
La subordinación de la
política exterior argentina a los intereses de Washington afecta la
capacidad argentina para establecer relaciones equilibradas con otros
actores globales, como China y Rusia y demás miembros del grupo BRICS.
Esta pérdida de soberanía no solo tiene implicancias económicas, sino
también políticas y estratégicas, ya que limita la capacidad de la
Argentina para definir su propio rumbo en el escenario internacional.
En
función de sus anteojeras ideológicas y sus necesidades políticas (que
ahora se suman a las personales-judiciales, para evitar que avancen en
Estados Unidos las causas por la estafa cripto), Milei está dispuesto a
dinamitar cualquier estrategia latinoamericana para cooperar y coordinar
en función de ampliar los márgenes de autonomía y defender la soberanía
de los países de la región. Por el contrario, Milei pretende avanzar,
como declaró públicamente, en destruir las capacidades estatales
argentinas para entregar las fuerzas del mercado, o sea a las
principales corporaciones estadounidenses, los principales resortes de
la actividad económica argentina.
La incorrecta lectura geopolítica y los desafíos para Nuestra América
Estados
Unidos encontró en el libertario argentino un ejecutor obediente de sus
mandatos. Milei ataca a todas las fuerzas políticas y sociales que
resisten la dominación imperial, a los gobiernos progresistas, nacional
populares y de izquierda latinoamericanos —contribuyendo a la desunión
regional— y, a nivel global, a los países que desafían la hegemonía
estadounidense, en particular los que conforman el grupo BRICS. Todo
esto en un contexto mundial muy crítico, en el que se profundiza una Guerra Mundial Híbrida y Fragmentada.
Además, involucra a la Argentina en lejanos conflictos militares. Esta
sobreactuación, excesivamente peligrosa, rompe la tradición histórica
argentina de mantener la equidistancia y la neutralidad, la posición de
que los conflictos deben resolverse de manera pacífica en el marco de
los organismos internacionales y no a través del uso de la fuerza. Este inédito alineamiento
nos involucra en conflictos externos, en los que la Argentina no tiene
capacidad militar para participar debido, entre otras cuestiones, a las
enormes vulnerabilidades que tiene en materia de defensa. Nada bueno
podemos esperar de eso y sí puede traer aparejadas consecuencias muy
perjudiciales. Además, lesiona nuestras posibilidades de unirnos con el
resto del mundo, con otros bloques de países como el G77+China (grupo de
naciones del sur global, actualmente reúne a 135 países), en la ONU, en
los organismos regionales, en el grupo BRICS, que nos permitirían tener
mejores condiciones para avanzar en el reclamo soberano sobre Malvinas,
por ejemplo. Justamente, el Reino Unido es el segundo socio en
importancia de la OTAN, después de los Estados Unidos, y tiene una base
militar en nuestras islas del Atlántico Sur ocupadas.
La alianza
con Trump refleja una incorrecta lectura geopolítica por parte del
gobierno argentino. En un mundo cada vez más multipolar, donde China,
Rusia, India y otros actores globales están ganando influencia, el
alineamiento acrítico con Estados Unidos es absolutamente
contraproducente. Argentina está perdiendo oportunidades de diversificar
sus alianzas y fortalecer su posición en el disputado escenario
internacional.
Desde asumió el 20 de enero, Trump despliega un
giro en la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina y el
Caribe, en lo que llamé el “Corolario Trump” de la doctrina Monroe, que se caracteriza por mucho garrote y poca zanahoria: amenazas, sanciones y poco para ofrecer en materia de ayuda económica o acceso a su mercado interno.
La
política exterior neocolonial de Milei ha generado, además, tensiones
con otros países de la región, como Brasil, México y Colombia, que han
adoptado posturas más independientes frente a Washington. La integración
regional, un objetivo clave para Nuestra América, se ha visto
debilitada por la alianza de Milei con Trump. En lugar de fortalecer los
lazos con sus vecinos, Argentina ha optado por una política exterior
que prioriza los intereses de Estados Unidos, lo que ha generado
desconfianza y aislamiento en la región.
Mientras los desafíos
para Nuestra América son significativos, la alianza entre Milei y Trump
representa un obstáculo para la construcción de un bloque regional unido
y autónomo. En un contexto de creciente competencia global, la falta de
coordinación entre los países de la región debilita fuertemente la
capacidad para defender sus intereses comunes.
Mientras el 1 de
marzo asumió el frenteamplista Yamandó Orsi en Uruguay, ocasión en la
que se reunieron Lula, Petro, Boric, Xiomara Castro y otros mandatarios
latinoamericanos, Milei ratificaba, frente a un congreso semi-vacío, la
amenaza de abandonar el MERCOSUR, para encadenar el futuro argentino a
un tratado comercial con Estados Unidos. Todo un símbolo del desatino de
una política exterior sumisa y dependiente que, de perpetuarse, va a
profundizar todavía más la dependencia argentina y condenarla a la
irrelevancia estratégica.
El primer diálogo será el jueves 13 de marzo a las 4:00pm México y Centroamérica, 5:00pm Colombia/Cuba, 7:00pm Brasil/Chile/Argentina/Uruguay y dialogaremos sobre los "Desafíos de CLACSO ante el escenario geopolítico de Nuestra América actual"
Esta actividad está organizada por la comunidad que impulsa la postulación de Pablo Vommaro a la Dirección de CLACSO.
Historia y actualidad de las Relaciones Internacionales
Facultad de Ciencias Económicas
4 y 5 de Junio de 2025
PRIMERA CIRCULAR
Organizan: Centro de Investigaciones de Historia Económica, Social y de Relaciones Internacionales (CIHESRIFCE- UBA) – Instituto de Estudios Históricos, Económicos, Sociales e Internacionales (IDEHESICONICET)
El CIHESRI invita a participar de las Jornadas Historia y actualidad de las Relaciones Internacionales, financiadas por la Universidad de Buenos Aires, que se realizarán en la Facultad de Ciencias Económicas (FCE-UBA), los días 4 y 5 de junio de 2025, en forma presencial. Las Jornadas son gratuitas y se entregarán certificados de participación. Desde el CIHESRI llevamos adelante investigaciones que conectan distintas disciplinas, con eje en las problemáticas de la Historia Económica y de las Relaciones Internacionales. Por eso, consideramos necesario generar un lugar de debate entre investigadores, docentes, tesistas, graduados y estudiantes para proyectar un espacio plural en el que sea posible actualizar y problematizar las agendas y los temas de investigación e intercambiar visiones que desde la academia se tienen sobre la historia y el rumbo de la política exterior y de las relaciones internacionales. El objetivo es generar una instancia de debate sobre las investigaciones de los y las participantes, propiciando una dinámica de construcción colectiva del conocimiento, fundamental en esta época de fragmentación e individualismo. Las mesas priorizarán esa dinámica. Está prevista la publicación de un libro digital con trabajos de las distintas mesas, seleccionados por el comité organizador.
CONVOCATORIA A MESAS DE TRABAJO
La convocatoria para la entrega de resúmenes de ponencias estará abierta hasta el 31 de marzo y la presentación de los trabajos completos hasta el 20 de mayo de 2025. Presentación de Resúmenes de Ponencias: fecha límite 31 de marzo Presentación de Trabajos Completos: fecha límite 20 de mayo Requisitos para la presentación de resúmenes y ponencias completas El procedimiento de presentación será a través de correo electrónico enviando a la dirección cihesri@economicas.uba.ar. En el caso del RESUMEN: indicar en el asunto RESUMEN de PONENCIA/ Apellido/ MESA TEMÁTICA N°. Su extensión será entre 200 y 300 palabras, indicando temática, fundamentación y objetivo general de la ponencia. Incluir nombre/s y apellido/s de la autoría, y pertenencia institucional. El archivo deberá llevar por nombre Apellido y MESA Número 3. Ejemplo RESUMEN GONZALEZ_MESA2.doc. En el caso de la PONENCIA: indicar en el asunto PONENCIA/ Apellido/ MESA TEMATICA N°. Su extensión será entre 6000 y 8000 palabras, incluyendo introducción, aparato probatorio, conclusiones y referencias bibliográficas. La tipografía será Times New Roman 12, con interlineado 1.5, sin sangrías ni tabulaciones. Las normas de citación deberán seguir el formato APA. Esta condición es necesaria para la selección de trabajos. Incluir nombre/s y apellido/s de la autoría, y pertenencia institucional. Se solicita indicar si tienen intención de publicarla o no. Se pueden enviar resúmenes que no se encuadren en las mesas preestablecidas. En ese caso, colocar VARIOS en lugar del número de la Mesa.
CRONOGRAMA DE FECHAS
• RECEPCIÓN DE LOS RESÚMENES Desde el 1° de hasta el 30 de marzo de 2025 • PRESENTACIÓN DE LAS PONENCIAS Desde el 2° de mayo de 2025 hasta el 1° de junio de 2025.
LUGAR de REALIZACIÓN DE LA JORNADA Ciudad de Buenos Aires, 4 y 5 de Junio de 2025, Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Av. Córdoba 2122.
Mesas temáticas de debate
Mesa 1: La arquitectura financiera internacional: historia y actualidad. Coordina Noemí Brenta Mesa 2: II Guerra Mundial, la Argentina y el Cono Sur. Coordina Beatriz Figallo Mesa 3: Historia y actualidad del regionalismo y la integración en América Latina. Coordina Julián Kan Mesa 4: Estados Unidos, Europa y la re-emergencia euroasiática en el siglo XXI. Sus implicancias para Sudamérica. Coordina Salvador Scarpino Mesa 5: Historia y Actualidad de la Política Exterior Argentina. Coordinan Leandro Morgenfeld y María Cecilia Míguez Mesa 6: Transformaciones del capitalismo e inserción económica internacional. Coordina Andrés Musacchio. Mesa 7: Visitantes ilustres y relaciones internacionales. Coordina Jorge Núñez Cierre: Mesas Homenaje
REITERAMOS: se pueden enviar ponencias que no se encuadren en estas mesas y serán ubicadas con criterio temático.
Programa completo de InfoCLACSO emitido el 19 de febrero de 2025.
"Estados Unidos está profundizando su crisis"
"Trump se presenta como el que va a lograr revertir el declive de EEUU, lo que no pudieron hacer ni Obama ni Biden"
"Hay una paradoja interesante: EEUU coquetea con la posición de dejar de ser el gendarme del mundo, pero se recuesta en su patio trasero, América Latina"
"Marco Rubio reivindica la doctrina Monroe; con él EEUU está teniendo una política expansiva muy agresiva"
"El año pasado, EEUU tuvo su récord de personas deportadas: 271.000"
"Trump anunció la ampliación de la cárcel de Guantánamo para albergar a 30.000 presos"
"A través de la coerción y la amenaza y el abandono del soft power, Trump está reforzando la crisis de legitimidad y liderazgo de EEUU"
"Trump está generando que muchos gobiernos de nuestra región busquen diversificar sus transacciones económicas"
"Me preocupa que no haya una reacción conjunta de los países de América Latina; Trump quiere negociar de manera aislada para imponer sus políticas"
"Es fundamental recuperar las instancias de coordinación política a nivel regional y desde ahí negociar con EEUU"
"Los gobiernos que tienen afinidad política y económica con Trump están tratando que eso se traduzca en concesiones políticas"
Después
de meses de acercamiento, el presidente de El Salvador se juega la
extradición de los líderes de las pandillas y los apoyos económicos en
su prometedora relación con el nuevo Gobierno republicano
El
secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, se reúne con el
presidente de El Salvador, Nayib Bukele, en su residencia en el lago
Coatepeque, El Salvador, el 3 de febrero.Mark Schiefelbein (via REUTERS)
En
un atardecer frente al lago, dos hombres se miran y sonríen. “Friends”,
titula Nayib Bukele su imagen con el secretario de Estado de Donald
Trump, Marco Rubio, en Coatepeque (El Salvador). Después del clic de la
cámara, llegan los anuncios: el presidente centroamericano ha ofrecido
su megacárcel, el llamado Centro de Confinamiento del Terrorismo, para presos condenados en Estados Unidos;
del otro lado, el Gobierno republicano se ha comprometido a ayudarlo a
desarrollar la energía nuclear en el país. “Muchas gracias, presidente”,
escribe Rubio en X, tras definir la reunión como “muy productiva”.
“Maravilloso”, se apunta también Elon Musk, “gran idea”. Las
publicaciones, que fueron compartidas miles de veces, celebran la puesta
en marcha de una nueva alianza en la región. Ha tenido que esperar unos
años, pero la primavera de Bukele y EE UU ya ha comenzado.
La visita de Marco Rubio a El Salvador —enmarcada en la primera gira del estadounidense por América Latina—
ha cristalizado meses de acercamientos. El año pasado, Bukele fue uno
de los invitados de honor a la Conferencia de Acción Política
Conservadora (CPAC), tuvo reuniones con Musk (al que llamó “una de las
grandes mentes de nuestro tiempo”) y apoyó abiertamente el regreso de
Trump al poder. Los dos líderes comparten círculo empresarial e
ideológico. Enemigos de lo que denominan el discurso woke —en el
que se incluyen los derechos humanos, el feminismo o la preocupación
ambiental— y defensores de la política “de mano dura”, los dos hombres encabezan la ofensiva de la ultraderecha. Su alianza parece inevitable, ahora buscan hacerla, de uno y otro lado, rentable.
“Bukele
se ha estado preparando para este momento desde hace cinco años. Él
apostó a que Trump estaría de vuelta, puso muchísimos recursos haciendo lobby
por él”, explica a EL PAÍS el investigador salvadoreño Manuel Meléndez:
“Muy pocos líderes mundiales celebraron la victoria de Trump más que
Bukele, es lo que ha estado anhelando, es un momento muy bueno para él”.
El presidente centroamericano, que fue reelegido el año pasado, afronta
su segundo mandato mucho más blindado, en una posición que el apoyo de
Trump puede terminar de fortalecer.
El mandatario
controla todos los poderes del Estado: el ejecutivo, el legislativo y
también el judicial, lo que le permite pasar sin obstáculos reformas
constitucionales, como la que autorizó su reelección. Nadie dentro de El Salvador puede oponerse sin consecuencias al clan Bukele.
Al mismo tiempo, sigue gozando de una inmensa popularidad, algunos
rankings lo colocan con una aprobación por encima del 90%. “Es un
Gobierno muy popular y muy autoritario, que parece por momentos
invencible, pero que sí le quedan ciertas amenazas: una de ellas es un
escándalo legal en EE UU”, apunta Meléndez, quien trabaja en un
doctorado sobre democracia y gobierno en Harvard, “una cosa es queEl Faro [medio digital] revele el pacto con las pandillas y otra es que haya una sentencia relacionada en una corte estadounidense. Esto no deja dormir a Bukele”.
El
investigador cree que un objetivo prioritario para el presidente es
lograr la extradición a El Salvador de los líderes de las maras
encarcelados en Estados Unidos, como El Crook,
conocedores de las negociaciones de su Gobierno con las pandillas, que
Bukele siempre ha negado. Otra meta clave de su relación con Trump,
apunta, sería lograr un recorte de los fondos de cooperación
estadounidenses con los que sobreviven periódicos y asociaciones
independientes en el país: “Los pocos contrapesos que quedan en El
Salvador han sobrevivido por estos fondos.
Bukele sabe que si EE UU les retira su apoyo, estos actores que le son
muy incómodos podrían desaparecer”. El propio presidente salvadoreño
contó que ese tema fue uno de los primeros de los que habló con Trump
cuando este ganó las elecciones el año pasado. “Si ‘lo único’ que Bukele
logra en su relación con Trump son esas dos cosas, es una victoria
enorme”, considera el investigador.
Además,
el líder salvadoreño afronta en este segundo mandato un nuevo reto: la
presión económica. Justo acaba de lograr un apoyo del Fondo Monetario
Internacional (FMI), a cambio de dejar de considerar el bitcoin como moneda oficial en El Salvador,
pero la situación en el país sigue siendo compleja. “La economía
salvadoreña es frágil, tiene enormes desafíos de lucha contra la pobreza
y las desigualdades”, explica Élodie Brun, del Colegio de México,
“lograr la ayuda de Estados Unidos para obtener apoyos de forma
bilateral o multilateral puede ser prioritario”. En esa misma línea,
apunta Leandro Morgenfeld, del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas de Argentina: “Bukele tiene una necesidad
financiera muy fuerte. Y nada se hace en el FMI sin la aprobación de EE
UU, que es el único que tiene derecho a veto. La sobreactuación de
sumisión total de Bukele es para conseguir este apoyo”.
Una cárcel externalizada
Bukele
sigue presumiendo de haber acabado con las maras y la inseguridad en el
país, después de haber encarcelado a más de 83.000 personas (la
organización Socorro Jurídico calcula que más de 3.000 fueron detenidas
de forma arbitraria, sin ningún vínculo con las pandillas). Las muertes por tortura y falta de atención médica en las prisiones se han disparado: los presos mueren de hambre, acusados sin pruebas y sin derecho a un juicio dentro de las cárceles salvadoreñas. Pero ninguna de estas denuncias de violaciones a derechos humanos de instancias locales e internacionales le importan a Bukele, mucho menos a Donald Trump.
El
Gobierno republicano ha recibido con los brazos abiertos la propuesta
de Bukele de externalizar en El Salvador parte del sistema penitenciario
estadounidense. “En un gesto extraordinario nunca antes realizado por
ningún país”, escribió Marco Rubio. “Su compromiso de aceptar y
encarcelar a criminales de cualquier país, incluidos los de pandillas
violentas como MS-13 y Tren de Aragua, hará que Estados Unidos sea un
país más seguro”, celebró el secretario de Estado, sin contemplar
ninguno de los interrogantes legales que abre esta propuesta, en la que
están “incluidos ciudadanos estadounidenses y residentes legales”.
“Esta
propuesta puede despejar también un dilema para Trump sobre las
deportaciones masivas, que es qué hacer con aquellos migrantes que no
puede devolver a sus países de origen”, considera Brun, experta en
relaciones internacionales de América Latina. Además, la investigadora
menciona otros beneficios para el estadounidense de esta “propicia
relación”: “Parte del poder de Bukele es simbólico, porque es una figura
que inspira a líderes de extrema derecha, eso le sirve a Trump, a quien
además le conviene tener a cuántos más aliados posibles”.
Porque
el vínculo entre ambos no puede entenderse sin el marco
latinoamericano. El republicano ha entrado en su segundo mandato con un
discurso muy agresivo, que incluye desde la amenaza de aranceles a
México y Colombia (además de Canadá) hasta su verborrea de anexarse el canal de Panamá.
“La relación entre Bukele y Trump hay que leerla como parte de la
iniciativa de Trump de poner una cuña a los principales Gobiernos de la
región, romper la coordinación política y tratar de contrarrestar a
México, Brasil, Colombia y Chile, que están en manos de Gobiernos
socialdemócratas o de izquierdas no aliados con él”, expone Leandro
Morgenfeld, que coordina el grupo de estudios sobre EE UU del Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).
En este
tablero dividido, Trump cuenta con el apoyo acérrimo de Javier Milei,
quien desde que fue elegido presidente de Argentina ha viajado nueve
veces a Estados Unidos (una de ellas para la toma de posesión del
republicano); y con el de Daniel Noboa, de Ecuador, o Santiago Peña, en
Paraguay. “Es una muestra de cómo opera el corolario Trump de la
doctrina Monroe: amenazas a los gobiernos que no se sometan
e iniciativas muy neocoloniales para los que sí, como en Argentina y El
Salvador, que están haciendo un seguidismo a las políticas
estadounidenses”, apunta Morgenfeld, también profesor de la Universidad
de Buenos Aires.
“Hay que plantear la sostenibilidad en
el tiempo de esta relación”, abre el panorama Élodie Brun, “como pasa
con muchas las alianzas de Trump, porque son caracteres muy complicados.
Todo parece indicar que van a llevarse bien, pero sus agendas no
siempre son las mismas. Es difícil verlo en este momento, pero podría
ser hipotéticamente un límite en los derechos humanos o incluso Gaza,
porque Bukele es descendiente de palestinos, aunque él detesta a Hamas
porque es cristiano, su papá se convirtió islam. No creo que ahí tengan
la misma posición”. Todavía es pronto, de momento, el idilio apenas
comienza.
A
más de dos semanas de asumir, ya consiguió forzar la mano de sus dos
vecinos -Canadá y México-, desnudó la falta de unidad y voluntad
latinoamericana para enfrentar sus deportaciones masivas e inhumanas y
planteó pulseadas con China, sus propios aliados en Medio Oriente y
Europa.
Sin zanahoria, Donald Trump avanza con la “diplomacia” del garrote. Pese a que las amenazas como tomar el control del canal de Panamá o expulsar a los palestinos de Gaza parecieran imposibles de llevar a cabo,
la imprevisibilidad del mandatario estadounidense genera un estado de
conmoción e incertidumbre, que en apenas dos semanas de Gobierno ya
obtuvo algunas concesiones de sus principales socios comerciales que
temen posibles consecuencias. Con el trasfondo de la potencia
en cierto declive económico con respecto a China, gran parte de los
mandatarios rechazan sus propuestas, pero parecieran más cerca de
resignarse a ceder que enfrentarse a un futuro incierto.
China denuncia a EEUU por proteccionista
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El
pasado sábado Trump firmó un decreto para implementar un 25% de
aranceles a países como México y Canadá con quienes mantiene un Tratado
de Libre Comercio, además de un adicional del 10% a China. El argumento
detrás de esa decisión es que busca combatir la inmigración irregular y
el tráfico de drogas, especialmente el fentanilo. Estados Unidos acusa
al país gobernado por Xi Jinping de estar detrás del envío de
precursores químicos que sirven para que en territorio mexicano
fabriquen la droga zombie, por la cual mueren más de 70 mil
estadounidenses al año.
La medida de los aranceles debía empezar a correr el pasado martes, y unas horas antes de que entre en vigencia el
republicano acordó tanto con la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum,
como el premier canadiense, Justin Trudeau, retrasar un mes la medida
de imponer aranceles a las importaciones de esos países. A
cambio, ambos mandatarios se comprometieron a reforzar la frontera, o
incluso en Canadá sumar a la lista de terroristas a las organizaciones
criminales, entre otras medidas que tomarán para evitar los impuestos de
su principal socio comercial que podría generar una catástrofe
económica en los tres países.
En el caso deChina,
desde el Gobierno anunciaron que responderán con más aranceles, que
investigarán a Google por monopolio, y una decisión particular: van a
denunciar a Estados Unidos en la Organización Mundial del Comercio por
proteccionista. Es decir que un país comunista denunciaría ante
la OMC por medidas estatales de protección al país conocido por abogar
por el libre comercio. Algo que desde el país del norte hacían con
respecto al estado asiático, cuando toma medidas como brindar apoyo
financiero o en impuestos a los sectores automotrices, entre otros, en
su territorio que consideran que genera una desventaja con respecto a
otras industrias internacionales.
¿Golpear para negociar?
“El
objetivo de Trump sigue siendo que las corporaciones estadounidenses
que operan en países como México o China vuelvan a operar en Estados
Unidos. Ya lo había hecho en su primer gobierno, la novedad ahora es que es mucho más rápido y fuerte. Vamos
a ver qué tanto puede sostener un arancel de 25% a México en productos
como textiles, autos, que se producen en territorio mexicano e
importarlos con un 25% de aranceles implicaría un alza directa en el
bolsillo de los estadounidenses. Hay que ver cuánto puede sostener esto en el tiempo o si solo es una forma de pegar para después negociar”, explicó a El Destape la
investigadora de Conicet con sede en Universidad Nacional de San Martín
(UNSAM), especialista en Comercio e Inversiones, Luciana Ghiotto.
La
especialista agregó que el trasfondo del argumento del combate a la
migración irregular y las drogas, está la situación económica: “Trump
usa la idea de fentanilo o migración como excusas porque es algo que un
sector de la población plantea como problemas, pero el trasfondo es
económico. El MAGA (haz grande a América otra vez) está basado en una
reconstrucción económica. Trump está intentando bloquear el poderío chino económico y financiero y de los BRICS.
Recordemos que sostuvo que si este bloque lanza una moneda común, iba a
poner un arancel del 100% cuando quisieran exportar a Estados Unidos.
Lo principal para él es garantizar el poderío económico de Estados
Unidos frente al poderío chino”.
“En dos semanas hice más que Obama y Biden en 12 años”,
escribió el republicano en sus redes cuando comenzaba a obtener algunas
pequeñas victorias de sus aliados, tras amenazarlos. Uno de los más
claros, además de México y Canadá que acordaron sumarse a la agenda de
mayor militarización para combatir el tráfico de drogas y la migración,
fue el caso de Panamá, que tras las acusaciones de tomar el
Canal por sostener que China lo manejaba, desde el gobierno anunciaron
que no renovarán su adhesión a la Ruta de la Seda, el megaproyecto de
infraestructura que lleva adelante la administración de Xi Jinping. Podría sumarse también el caso del presidente
colombiano, Gustavo Petro, que sostuvo que no recibiría en esas
condiciones a los colombianos deportados y tras la amenaza de más
aranceles, ofreció hacerse cargo incluso del traslado.
“Estamos viendo a un Trump con mucho más poder político, pero con un Estados Unidos más débil. Lo
que busca es doblegar a cualquier gobierno que le ponga un límite. Tras
la gira del secretario de Estado, Marco Rubio, por Centroamérica
consigue que Panamá se retire de la Ruta de la Seda, consigue que Bukele (el presidente de El Salvador) plantee
la posibilidad de recibir a miles de pesos de Estados Unidos y asimismo
relanzan la base de Guantánamo para recibir hasta 30 mil presos.
Cualquier gobierno pero en particular en América Latina que enfrente
sus políticas va a recibir garrote, por eso digo que el corolario de
Trump es mucho más garrote”, afirmó a El Destape elhistoriador, coordinador del grupo Clacso Estudios sobre Estados Unidos y autor de varios libros, Leandro Morgenfeld.
El
historiador además recordó el caso argentino en medio de la disputa
geopolítica entre Estados Unidos y China: “A diferencia de otras épocas,
Estados Unidos no puede ofrecer tratados de libre comercio, o
grandes inversiones en infraestructura a diferencia de lo que pasa con
China que ya es el primero o segundo socio comercial de los países de la
región, y que es un gran prestamista. A tal punto, que Milei
que tiene una política de absoluta subordinación a Estados Unidos, el
año pasado tuvo que recular con China porque le pidió que renueve los
Swap y cambió su discurso”.
En ese sentido, Morgenfeld agregó algo
no solo con respecto al país gobernado por Xi Jinping, sino también
frente a otros países en fuerte ascenso: “Lo que está intentando Trump es frenar no solo a China sino los BRICS la India, Rusia, Brasil, Sudáfrica,
entre otros. Ante el declive relativo de Estados Unidos, lo que hace es
mostrar más músculo militar, político y diplomático para tratar de
frenar el espiral de desdenceso económico y tecnológico en el cual se
encuentra Estados Unidos frente al avance de actores como China o
India”.
La Unión Europea observa
Entre tantos
actores internacionales, hay uno clave y tiene que ver con el bloque
europeo. En medio de la catarata de amenazas, si bien no hizo ningún
anuncio formal, el republicano afirmó que Estados Unidos
mantiene también un déficit con la UE porque, según él, su país compra
autos y varios productos más, y no es recíproco por parte del viejo
continente. Es por eso que desde la Unión miran con temor las
próximas medidas que podría anunciar el presidente estadounidense, no
solo en lo económico sino también en las decisiones que tiene que ver
con romper con el multilateralismo como salir de organizaciones como la OMS, del Acuerdo de París, entre otros.
“Estados Unidos es un aliado principal para la UE. La alianza ha sido clave para décadas de paz y prosperidad. No existe en el mundo otros bloques con estos niveles avanzados de integración. EEUU
y la UE representan el 30% del comercio global y el 40% del PBI
mundial, el sector privado europeo provee trabajo a 3.5 millones de
estadounidenses, entonces hay mucho en juego para ambos lados y hay que
asegurarse que funcione. En una situación tan entrelazada, en
una guerra de aranceles habrá solo perdedores, sobre todo también para
Estados Unidos. Si se ponen aranceles, que hasta hora no es el caso, la
UE reaccionará para proteger sus intereses”, explicó a El Destape el embajador adjunto de la Unión Europea en Argentina, Eran Nagan, sobre el cimbronazo mundial que generaría una medida así por parte de Trump.
En poco más de dos semanas, el
mandatario amenazó con impuestos, con tomar el control de territorios
como el más reciente el de Gaza, por el cual lo acusan de intentar
llevar adelante una limpieza étnica al sostener que los palestinos
deberían ser trasladados a otros países, entre otra tanta serie de
propuestas que violan el derecho internacional, las leyes comerciales,
derechos humanos, y un sinfín de irregularidades. Sin embargo,
el hecho de ir tan a fondo, o como se dice con garrote, también ha
generado atemorizar a quienes sin muchos cuestionamientos buscan
encantar al mandatario para no ser castigados, veremos si esta
estrategia le alcanza para volver a hacer Estados Unidos grande otra
vez, o si genera una catástrofe económica, incluso en su propio país
donde podrían verse afectados por una fuerte suba de precios en los
productos.
Leandro Morgenfeld, doctor en Historia y especialista en
Relaciones Internacionales, afirma que la sumisión de Javier Milei ante
Estados Unidos “es una subordinación absoluta que no se observó, ni
siquiera, en la era de las relaciones carnales» que establecieron Carlos
Menem y Washington.
«Benemérito señor director, le pertenezco», le decía el empleado
Gianni Lunadei a su jefe, Juan Carlos Mesa, en una exitosa telecomedia
de la década de 1980. La frase era tan festejada que se incorporó al
lenguaje popular. Una ironía de la adulación servil. ¿Se puede
establecer una atrevida analogía entre aquella muletilla y algún rasgo
actual de la política?
Quien está en condiciones académicas de desmenuzarlo es Leandro
Morgenfeld, investigador del Conicet, docente, magíster en Historia
Económica y autor de libros como Bienvenido Mr. President. De Roosevelt a Trump, Nuestra América frente a la doctrina Monroe. 200 años de disputa y Relaciones peligrosas. Argentina y Estados Unidos, entre decenas de artículos relacionados. Aquí el diálogo con la revista:
–¿Qué beneficios suponés que podría obtener Milei de Washington a cambio de las concesiones que le promete?
–Tal como decís, Milei está llevando adelante una política de
postración absoluta de la Argentina. Está llevando las relaciones con
Estados Unidos a un nivel de sumisión que no se había visto nunca en la
historia, muy superior al de las “relaciones carnales” establecidas por
el gobierno de Carlos Menem. Incluso mayor al primer período de la
dictadura de Juan Carlos Onganía cuando hubo un entendimiento con
Estados Unidos en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional en la
Guerra Fría.
–¿Ni tampoco en otros gobiernos de signo neoliberal?
–Durante la presidencia de Mauricio Macri hubo un buen entendimiento
con el gobierno de Barack Obama y después con la primera administración
de Trump. Ahora es una subordinación absoluta. Es la primera vez que un
jefe de Estado argentino estuvo en la ceremonia de asunción de un
Presidente en Estados Unidos. Viajó siete veces a ese país en poco más
de un año. No se pueden olvidar sus brutales declaraciones siempre en
defensa de Elon Musk.
–¿Es viable o posible su intento de reflotar el tratado de
libre comercio de las Américas, el ALCA, sepultado por la región
Latinoamericana en la histórica Cumbre de Mar del Plata?
–Lo reafirmó en declaraciones a medios estadounidenses. Busca cerrar
un tratado comercial bilateral con Estados Unidos y de esa manera se
cortaría solo. Es decir, en los hechos, rompería el Mercosur que sólo
admite acuerdos en bloque.
–¿Es un ariete de las políticas de Washington?
–Milei muestra ser una cuña muy funcional a Estados Unidos. Pero no
solo para destruir las capacidades del Estado argentino y su soberanía,
sino también para tratar de destruir cualquier posibilidad de
cooperación y coordinación política a nivel regional. Al contrario de lo
que se supo hacer en tiempos recientes con la Comunidad Sudamericana de
Naciones, la Unasur y la CELAC. Y con gobiernos de derecha muy duros,
como el de Álvaro Uribe en Colombia, por poner un ejemplo.
–¿Sería como llevar el modo “topo” al nivel latinoamericano?
–Está dispuesto a dinamitar todo. Y por eso lo aplauden y palmean
tanto. Les es muy funcional. Eso en el plano geopolítico. En el plano
económico le van sacando cosas. En cada foto que se saca Milei con
representantes del trumpismo y con jefes de las principales
corporaciones, atrás hay negocios. Como el control de la Hidrovía o la
promesa de una base militar en Ushuaia cerca del canal de Beagle y de la
Antártida.
–Territorio hacia el cual Trump no giró su mirada, por ahora.
–Es el otro paso bioceánico estratégico para Estados Unidos y para la
OTAN. También el caso de la privatización de la metalúrgica IMPSA. O
entregar a capitales norteamericanos empresas públicas que Milei quiere
privatizar. O el reactor atómico CAREM. O los satélites de ARSAT. Una
política de entrega absoluta como no se vio antes en la historia.
–Pero ¿hay un toma y daca que beneficie en algo a la Argentina?
–Lo que puede obtener son algunas inversiones y un apoyo en la
negociación con el Fondo Monetario Internacional. Que le manden
préstamos frescos. Fondos que puedan sumarse al dinero que entró por el
blanqueo. Tener así un colchón financiero para poder llegar con el dólar
más o menos estable a las elecciones de medio término en octubre. Y
aumentar su caudal político de cara a la segunda parte de su
presidencia. Esa es la ecuación que arma Milei.
–Por el momento hay más ruido que nueces para Argentina.
–Se asegura respaldo político con la presidencia de Trump. Por eso el
lugar que le dan en mitines y otros encuentros internacionales de
sectores ultra reaccionarios como la conferencia de acción conservadora
CPAC. Todo se consolidó con su discurso en la reunión en la casa de
Trump en Mar-a-Lago en noviembre.
–¿En qué se basa su acumulación política?
–Su actitud le permite tener una acumulación política externa e
interna. A cambio de eso, cede soberanía y negocios en forma absoluta.
Esto es muy preocupante y una desgracia para la historia de América
Latina. Y una desgracia para la historia que supo tener la Argentina de
plantear principios en materia diplomática muy importantes. Y ni hablar
de la cesión en los reclamos por Malvinas. Son dejados de lado en
instancias multilaterales, después de años de haberlos construido, con
todo tipo de gobiernos.
Un garrote muy grande
–¿Cuán serias son las advertencias expansionistas de Trump?
–Primero hay que tomarse muy en serio las amenazas sobre la intención
de Trump de retomar el control del canal de Panamá. Ya no lo dijo como
candidato o presidente electo, sino que lo repitió en su discurso de
asunción. Estados Unidos tiene un historial muy nefasto en Panamá.
Promovió la decisión de una parte de Colombia en su formación, después
de haber tenido allí un control casi semicolonial. Lo hizo con bases
militares y usurpación de parte del territorio. Al pueblo panameño le
costó décadas de lucha recuperar el control del Canal. De hecho, fueron
claves las revueltas y las movilizaciones de los años sesenta. Forzaron
las negociaciones del acuerdo que el presidente James Carter firmó con
su par Omar Torrijos para una devolución paulatina. Hace un cuarto de
siglo que Panamá ejerce soberanía plena.
–¿Es esperable ver otra vez a marines invadiendo Panamá como en 1989?
–En aquel año fue la última invasión militar con más de 20.000
marines causando cientos de víctimas. O sea que no es algo para tomarlo a
la ligera. Ahí las bibliotecas se dividen en dos. Todo lo que digamos
sobre qué puede pasar a futuro es bueno en términos provisorios. Por
supuesto que estamos avanzando en un escenario geopolítico bastante
inédito y con una presidencia de Trump distinta a la primera y bastante
inédita también.
–¿La actitud de Trump se inserta en el conflicto global con China que opera activamente en el Canal?
–Efectivamente es un sector estratégico. Es uno de los dos pasos
bioceánicos entre el Atlántico y el Pacífico. Estados Unidos dice “vamos
a reforzar nuestro control”. Lo hace en lo que se llamó históricamente
su “patio trasero”, de acuerdo con la Doctrina Monroe para la Seguridad
Nacional. Otra lectura es que sea una bravuconada de Trump, como tantas
otras. Tal vez consiga, por ejemplo, mejores condiciones en Panamá, país
que viene hace unos años en un proceso de mayor entendimiento con
China. No solo desde el punto de vista comercial sino desde otros
aspectos.
–¿Sería como sacudir el tablero para luego negociar?
–Puede hacerlo para negociar una rebaja de las tarifas de los buques
norteamericanos o una mayor presencia militar. También para lograr una
política mucho más dura por parte de Panamá para forzar un bloqueo de
los centenares de miles de personas que cruzan cada año a través del
Tapón del Darién, que es un paso migratorio fronterizo para ir hacia el
norte de Centroamérica, a México, y después a Estados Unidos. En fin, es
una estrategia como muchas otras de golpear la mesa fuerte y luego
negociar. Para cuál de estos dos lugares va a ir, no lo sabemos.
–¿Y cómo reaccionará Latinoamérica? Fue muy fuerte la presión a Colombia para que aceptara la deportación de migrantes.
–Es muy importante analizar cómo está reaccionando América Latina. No
solo a nivel gubernamental sino a nivel de sus organizaciones sociales,
políticas, sus pueblos. Estoy viendo declaraciones muy importantes de
defensa de la soberanía de Panamá. Lo mismo que está ocurriendo con
México frente a estas agresiones de un imperialismo casi decimonónico.
–¿Es un retorno a las políticas agresivas de Theodore Roosevelt de principios del siglo XX?
–Está reivindicando Trump la política del ‘Gran Garrote’ de Theo
Roosevelt. Tiene un secretario de Estado como Marco Rubio, un halcón
trumpista que va a ejecutar una política muy agresiva hacia América
Latina. Esto tiene que ver con algo más general: Estados Unidos
asumiendo que no puede ser ya una potencia con despliegue global como lo
era al principio de la posguerra fría, sino que va a recostarse en el
continente americano.
–¿La expansión se extiende a Groenlandia?
–Intenta meter una cuña entre los habitantes de Groenlandia y
Dinamarca, de la cual depende. Y avanzar a una estrategia de negociación
para anexarse Groenlandia o bien generar un control de ese territorio
en mejores condiciones teniendo en cuenta que eso sería clave para
acceder al Ártico. Tener un incremento en su posición en el Polo Norte y
disputarle a Rusia la presencia estratégica en un lugar que tiene
recursos claves. El control, frente a otras potencias, de una de las
regiones del planeta menos habitada y con menos reparto del mundo.
–¿Hasta qué punto lo puede tolerar la Unión Europea?
–La duda es si Europa va a seguir con esa deriva de los últimos años.
La de ir profundizando su inercia hacia una irrelevancia estratégica
subordinándose a Estados Unidos. O si Europa va a plantarse frente a
Trump con una posición más autónoma. Hay una crisis que están
atravesando algunos de los principales gobiernos de Europa. No se ve un
liderazgo como en su momento pudo ser el de la alemana Ángela Merkel,
con un caudal político que le posibilitaba mayor autonomía. Como para
discutir la cuestión de Groenlandia, el conflicto en Ucrania o el
vínculo con Rusia.
–¿Qué pasará con Canadá, la otra pieza del plan trumpista?
–Esa es una muestra más para entender si lo que está
planteando Trump es un barajar y dar de nuevo. No sólo con China, el
adversario más importante de toda la clase dominante en Estados Unidos.
También con sus socios tradicionales. Quiere que la OTAN aumente sus
presupuestos militares. Lo mismo dijo de Taiwán, de Japón, etcétera. Y
es otra bravuconada que Canadá pase a ser el estado 51º de Estados
Unidos. Con la renuncia adelantada de Pierre Trudeau puede haber un
cambio de signo político en Canadá. Es todavía muy pronto avizorar si
quien gane las elecciones canadienses asumirá la agenda de Trump y,
entre comillas, rendirse. Cumplió la promesa de establecer aranceles del
25 por ciento para las importaciones de Canadá y México (por ahora
suspendidos). A China le impuso el 10 por ciento. Esto implica llevar la
guerra comercial y el proteccionismo de Estados Unidos a una escala
superior.
Tenga piedad, Mr. President
–¿Cómo se comportará Trump frente a la firmeza que mostró la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum?
–Trump está preparando el escenario para una futura renegociación
tripartita del acuerdo comercial TMEC en el norte de América. Esto sería
imponer más condiciones a México que depende fuertemente de sus
exportaciones al mercado estadounidense.
–¿Hasta qué punto se puede tensionar la controversia migratoria con México?
–Hay una serie de presiones contra México militarizando esa frontera
tan caliente. Incluso si Estados Unidos toma a los carteles de la droga
que operan en ese país como organizaciones terroristas, habilitaría la
incursión de ataques armados. Esto atañe a todos los países de
Centroamérica y Sudamérica. Por México entran buena parte de los
inmigrantes indocumentados. Sheinbaum dijo que no va a agachar la
cabeza. Trump tiene un discurso e iniciativas absolutamente xenófobas e
hispanofóbicas, de estigmatización. Una obispa de Washington se lo dijo
en la cara: que tenga piedad. Si Trump cumple con la mayor deportación
de la historia, de un millón de personas, esto significaría un desastre
humanitario. Esto generaría una explosión de tensiones sociales en la
región.
–¿Qué rol puede jugar Trump en Medio Oriente después de
llamar a “limpiar” Gaza? ¿A Benjamín Netanyahu no le queda otra que
seguir la guerra para mantener apoyo interno y no caer?
–Lo de Netanyahu es complejo y con muchas aristas. Tiene un vínculo
personal muy fuerte, muy profundo con Trump. Político e ideológico. La
gran duda es si Trump va a forzar un alto el fuego más duradero o le va a
dar aire para que escale en un conflicto con Irán.
–¿Es posible que los llamados milmillonarios tecnofeudales, como Musk, alcancen una supremacía mundial?
–Estamos viendo algo inédito. El poder económico más concentrado en
Estados Unidos es el de los CEOS de las grandes tecnológicas. Musk, el
hombre más rico de la tierra, parece ejercer una especie de
copresidencia. Son dos machos alfa que se van a disputar también el
poder. Cómo se va a desarrollar el vínculo y el poder supremo político y
económico de Trump y Musk es una de las principales incógnitas. Hay que
mirar la injerencia de Musk en sistemas y procesos políticos en el
mundo. Apoya abiertamente a los neonazis de Alternativa por Alemania de
cara a las próximas elecciones. Estamos teniendo algo que nunca vimos en
la historia y es la administración directa, casi sin mediaciones, del
gobierno de Estados Unidos por las 10 corporaciones que dominan la
economía norteamericana.
–¿Qué puede pasar con Cuba y Venezuela?
–Marco Rubio es un cruzado, un halcón. Plantea directamente que hay
que impulsar cambios de gobierno y régimen en Cuba, Venezuela y
Nicaragua. Y una política muy dura y agresiva contra todos los gobiernos
no alineados en la región. Es una muy mala noticia para nuestra
América. Pero también es una oportunidad para que, más allá de la
diversidad de gobiernos, vuelvan a plantearse mecanismos de coordinación
y cooperación política. Que se respeten principios históricos como el
de autodeterminación de los pueblos. La no injerencia. Y negociar
cualquier tipo de acuerdo con Estados Unidos y otras potencias desde una
posición conjunta.