viernes, 29 de septiembre de 2023

La crisis del sistema imperial


La crisis del sistema imperial

🦅 La crisis del sistema imperial es el nuevo libro del economista argentino Claudio Katz.

📚 Editado por Revista Jacobin y de descarga gratuita.

📅 Se presenta este viernes 29 de septiembre a las 18:30 en la sede del Sipreba de Solís 1158 (CABA).



La teoría del imperialismo revisitada


Por Leandro Morgenfeld

De la mano del aumento del desorden mundial y el incremento de las tensiones, incluso militares, entre Estados Unidos, China y Rusia, asistimos a un saludable renacimiento de los debates sobre el concepto de imperialismo.

Este libro de Claudio Katz retoma y actualiza sus investigaciones sobre el imperialismo, en un contexto de aumento del desorden global y escalada de tensiones, incluso militares, entre Estados Unidos, China y Rusia. Dialoga con un trabajo suyo anterior, Bajo el imperio del capital (Ediciones Luxemburg, 2011), obra fundamental en la que analiza cómo opera el imperialismo en el siglo XXI, pero que se remonta a los orígenes del fenómeno clásico, aquel analizado por Lenin, Kautsky, Luxemburgo, Hilferding y Hobson. En aquella obra, Katz retomaba a esos autores, los hacía discutir, los diseccionaba y discernía qué seguía sirviendo y qué no de cada uno de ellos. Ya en aquel trabajo, como también en La teoría de la dependencia 50 años después (Batalla de ideas, 2018), la preocupación de este reconocido economista argentino no se centraba en saldar el histórico debate sobre el imperialismo, sino en, desde una perspectiva marxista, dilucidar hasta qué punto y en qué sentido es válido hablar en la actualidad de este concepto. Esa forma de abordar los problemas, retomando sin dogmatismos debates centrales en las ciencias sociales y en el marxismo en particular, se despliega en La crisis del sistema imperial. A diferencia de lo que ocurría hace poco más de una década, cuando el concepto de imperialismo parecía todavía marginal, hoy en día, a caballo de la guerra fría que Estados Unidos promueve contra Rusia y China, está presente en buena parte de las discusiones sobre geopolítica, aunque suele ser omitido todavía por muchos de los analistas internacionales. Asistimos, entonces, a un saludable renacimiento de los debates sobre el imperialismo. Su sola mención, resalta el autor, explicita que los poderes dominantes ejercen su primacía por medio de la fuerza. 
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sábado, 23 de septiembre de 2023

La teoría del imperialismo revisitada


La teoría del imperialismo revisitada

De la mano del aumento del desorden mundial y el incremento de las tensiones, incluso militares, entre Estados Unidos, China y Rusia, asistimos a un saludable renacimiento de los debates sobre el concepto de imperialismo.

El texto a continuación es el prólogo de Leandro Morgenfeld al nuevo libro de Claudio Katz, La crisis del sistema imperial (libro digital, Jacobin, 2023).

 

 

Este libro de Claudio Katz retoma y actualiza sus investigaciones sobre el imperialismo, en un contexto de aumento del desorden global y escalada de tensiones, incluso militares, entre Estados Unidos, China y Rusia. Dialoga con un trabajo suyo anterior, Bajo el imperio del capital (Ediciones Luxemburg, 2011), obra fundamental en la que analiza cómo opera el imperialismo en el siglo XXI, pero que se remonta a los orígenes del fenómeno clásico, aquel analizado por Lenin, Kautsky, Luxemburgo, Hilferding y Hobson. En aquella obra, Katz retomaba a esos autores, los hacía discutir, los diseccionaba y discernía qué seguía sirviendo y qué no de cada uno de ellos. Ya en aquel trabajo, como también en La teoría de la dependencia 50 años después (Batalla de ideas, 2018), la preocupación de este reconocido economista argentino no se centraba en saldar el histórico debate sobre el imperialismo, sino en, desde una perspectiva marxista, dilucidar hasta qué punto y en qué sentido es válido hablar en la actualidad de este concepto. Esa forma de abordar los problemas, retomando sin dogmatismos debates centrales en las ciencias sociales y en el marxismo en particular, se despliega en La crisis del sistema imperial. A diferencia de lo que ocurría hace poco más de una década, cuando el concepto de imperialismo parecía todavía marginal, hoy en día, a caballo de la guerra fría que Estados Unidos promueve contra Rusia y China, está presente en buena parte de las discusiones sobre geopolítica, aunque suele ser omitido todavía por muchos de los analistas internacionales. Asistimos, entonces, a un saludable renacimiento de los debates sobre el imperialismo. Su sola mención, resalta el autor, explicita que los poderes dominantes ejercen su primacía por medio de la fuerza. 

Sin alusiones a la situación particular de Nuestra América, que son abordadas en otra obra de Katz de inminente publicación, Las encrucijadas de América Latina. Derecha, progresismo e izquierda en el siglo XXI (Batalla de ideas, 2023), este libro editado por Jacobin se compone de una serie de artículos publicados entre 2021 y 2023, que van siguiendo la compleja coyuntura global, a la vez que actualizando debates teóricos y polemizando con distintos exponentes de la izquierda y otras versiones.  

La obra está dividida en 22 capítulos, que componen seis secciones. En la primera se define el sistema imperial, que rige desde la segunda posguerra, y al que, insiste Katz, hay que distinguir de su precedente clásico. El mismo tiene una dimensión económica –confisca recursos de la periferia-, otra política –combate la insurgencia popular- y otra geopolítica –muestra las rivalidades entre las distintas potencias-. Los escenarios de confrontaciones bélicas interimperialistas que sacudieron la primera mitad del siglo XX no se repitieron en los últimos 75 años. De todas formas, más allá de que no se haya disparado la temida tercera guerra mundial –y de que, para Katz, hay diversas circunstancias que atenuarían esa posibilidad, al menos en el futuro inmediato-, sí hay elementos de continuidad resaltados por autor: el elemento coercitivo sigue siendo central. La, hasta ahora, ausencia de confrontaciones bélicas frontales entre las potencias no significó una disminución de los gastos militares, sino todo lo contrario. Hay múltiples confrontaciones bélicas, que para analistas como Gabriel Merino son parte de una guerra mundial híbrida y fragmentada. Y tampoco se puede descartar completamente, a futuro, la posibilidad de una confrontación bélica de escala global.  

En la segunda sección del libro (capítulos 2, 3 y 4), Katz analiza uno de los temas más debatidos en la actualidad: el declive estadounidense. Se estudia en esta parte la recuperación imperial fallida de Estados Unidos –habiendo fracasado las distintas estrategias impulsadas por Trump y Biden, aumentan las fracturas internas en ese país-, la discusión entre ocaso, supremacía o trasnacionalización y la indefinición imperial contemporánea. El autor es prudente a la hora de hacer pronósticos, entre otros motivos porque destaca acertadamente que no hay caminos prefijados ni tendencias inmutables, sino que las resoluciones de las contradicciones dialécticas tienen que ver con cambiantes correlaciones de fuerzas y, especialmente, con la lucha social. Katz analiza los aciertos y errores de las teorías de la sucesión hegemónica (China reemplazaría a Estados Unidos, como antes éste reemplazó al Reino Unido) y del imperio global, mostrando las significativas diferencias entre el actual sistema imperial comandado por Estados Unidos y su antecedente británico. A la hora de entender cómo funciona el sistema, se analizan los casos del alterimperialismo del Reino Unido y Francia, así como las variantes de coimperialismo que encarnan Australia, Canadá o Israel.  

En la tercera parte del libro Katz empieza a exponer un mapeo, bastante pormenorizado, de las potencias que se encuentran orbitando por fuera del sistema imperial. Los cinco capítulos de esa sección están dedicados al estudio de China: la rivalidad con Estados Unidos (señalando que no es una puja entre iguales), la situación singular del gigante asiático (no es una potencia imperial como Estados Unidos, pero tampoco parte del Sur Global), las disyuntivas entre el desacople y la integración a través de la Ruta de la Seda, el debate sobre el carácter del sistema económico-social y político imperante en China (restauración capitalista inconclusa con un régimen político singular) y los proyectos en disputa al interior del principal desafiante del sistema imperial. Recurriendo al concepto de desarrollo desigual y combinado, Katz critica las miradas indulgentes sobre el gigante asiático (descree de la posibilidad de que impulse una “mundialización inclusiva”) y pone la lupa en los desequilibrios que ya muestra como economía desarrollada y como un acreedor muy significativo, fundamentalmente de países latinoamericanos y africanos. Esto sin olvidar, claro está, las características particulares de China, con un capitalismo muy avanzado, pero que no domina toda la economía, con una inserción internacional singular (expansión productiva, pero con prudencia geopolítica), y con la ausencia de neoliberalismo y financiarización, que permitió un desarrollo acelerado en las últimas décadas, sobre la base de las transformaciones logradas luego de la revolución de 1949.  

Los cuatro capítulos de la siguiente sección están dedicados al otro protagonista excluyente de las actuales tensiones en el escenario global: Rusia. Katz, a diferencia de muchos otros analistas, prefiere caracterizarla como un imperio no hegemónico en gestación. Discute el legado de Lenin, las continuidades, reconstituciones y rupturas desde la caída de la Unión Soviética y rebate los argumentos de quienes, atendiendo exclusivamente cuestiones geopolíticas, tienen una mirada benévola sobre el gobierno de Moscú. Rusia padece visibles debilidades económicas y una inserción internacional semiperiférica, basada básicamente en la exportación de bienes primarios (aunque también armamento). Sin embargo, esta debilidad económica contrasta con su muy activa intervención geopolítica externa, que incluye incursiones militares. El actual accionar de Rusia, bajo el comando de Putin, difiere tanto de la acción imperial zarista como de la expansión soviética, que nunca fue imperialista. Más allá de la confrontación con el sistema imperial encabezado por Estados Unidos y la OTAN, el actual gobierno de Moscú, destaca el autor, está totalmente alejado del universo progresista, con políticas que promueven los intereses de la oligarquía, equilibran las tensiones entre chauvinistas y liberales y atacan a las expresiones de izquierda.    

La quinta parte está dedicada íntegramente, en sus cuatro capítulos, a analizar la región que fue un polvorín en las últimas décadas: Medio Oriente. Rescatando la categoría de subimperialismo, se analizan los casos de Turquía, Irán y Arabia Saudita. También se analiza la acción coimperial de Israel. La tragedia que padece esta región del planeta no se debe a cuestiones religiosas o culturales, como pretende el aparato de comunicación estadounidense, sino a los intentos de esa potencia de recuperar la primacía. Las acciones del Pentágono, explica Katz, son para controlar el petróleo, doblegar rebeliones y disuadir a los rivales. Sin embargo, los resultados fueron negativos para Washington en las últimas incursiones en Afganistán, Irak, Libia y Siria. La creciente presencia económica de China en la región está alterando las alianzas que supo construir Estados Unidos en las décadas precedentes.  

En la sexta sección se abordan las consecuencias políticas de los conflictos que atraviesa todo el sistema imperial. Las derrotas de Estados Unidos en el Gran Oriente Medio, sin embargo, no implican necesariamente victorias populares. Los ejemplos de Afganistán, Irak, Libia o Siria ofrecen muestras claras de este planteo que evita los maniqueísmos. Katz propone al antiimperialismo como la principal brújula para posicionarse desde la izquierda ante los conflictos. Es fundamental, argumenta, analizar cómo gravita el protagonismo de las luchas populares a la hora de confrontar con el sistema imperial. Ni absolutizar los alineamientos geopolíticos, ni caer en neutralismos. Los capítulos 20 y 21 están dedicados a la guerra en Ucrania, deslindando responsabilidades, planteando el análisis conjunto de factores geopolíticos y de lucha de clases y autodeterminación de los pueblos, y a la vez proponiendo cuáles podrían ser posicionamientos adecuados para las izquierdas. Katz critica la invasión rusa (que desconoce el derecho del pueblo ucraniano a la autodeterminación nacional), destacando a la vez que fue causada por el accionar imperialista de la OTAN y la política de ataques a la población rusa en el este de Ucrania. Desde este posicionamiento, se auspician los llamados internacionales a reiniciar urgentes negociaciones que detengan la tragedia humanitaria provocada por la guerra.   

En el último capítulo Katz responde a los críticos de sus tesis, en particular a quienes defienden, desde una mirada economicista y dogmática, analizar la coyuntura actual como si fuera equivalente a la descrita por Lenin hace más de un siglo. El escenario actual, concluye, no puede comprenderse como si fuera similar al precedente, cuando se dio la contraposición entre imperialismos y semicolonias.  

Este libro es parte de la vasta obra de Katz, que aborda los debates más importantes de la actualidad, desde una perspectiva marxista, pero sin desatender los aportes de otras corrientes de pensamiento. En la últimas dos décadas, este integrante del EDI -Economistas de Izquierda- publicó libros sobre el fututo del socialismo, la izquierda en América Latina, las disyuntivas entre el ALCA, el MERCOSUR y el ALBA, la actualidad teórica de la economía marxista, el imperialismo y la teoría de la dependencia, entre otros. El autor realiza, siempre, exhaustivos estados de la cuestión, que permiten orientarse incluso a quienes no sean especialistas en las problemáticas abordadas. Ese es uno de sus grandes aciertos, que se repite también en este libro. En cada tema, Katz organiza y presenta las distintas corrientes y posiciones, procurando no distorsionarlas, incluso cuando no coincide en absoluto con ellas. Este abordaje, lejos de los dogmatismos habituales, permite al lector reconstruir sistemas de problemas, conocer los debates más actuales e incluso arribar a síntesis que no sean las del autor. Además, gracias a su larga experiencia como docente y como periodista, presenta en forma sencilla y didáctica temas y problemáticas que suelen aparecer como lejanos e incomprensibles para el lector no especializado.  

El tema específico de esta obra, la crisis del sistema imperial, reviste un gran interés para dilucidar hacia dónde se dirige el capitalismo y el actual (des)orden mundial. ¿Hay una mutación en ciernes hacia un sistema multipolar? ¿La decadencia del imperio americano es tan amplia como se estima? ¿El siglo XXI es el de la hegemonía china? ¿Es Rusia una potencia imperial? ¿Qué pasa con los subimperialismos? ¿Existe el Sur Global? ¿Qué rol juegan Europa, Turquía, Irán, Irak, Arabia Saudita, Israel, Canadá o Australia? ¿Puede haber otra guerra mundial como las del siglo pasado? ¿Qué carácter tienen los conflictos armados de los últimos años? ¿Cómo se van a procesar las tendencias y confrontaciones entre las principales potencias? 

Si bien en cada tema Katz explicita su propia síntesis, en muchos casos no propone una respuesta contundente a los interrogantes planteados. Quizás sea más fructífero, a veces, explicar las contradicciones y las tensiones latentes. El autor es cauto frente a los pronósticos y advierte contra las visiones encerradas en la mera coyuntura y contra quienes pronostican permanentemente, a veces sin fundamentos sólidos, qué tendencia va a imponerse sobre las otras. 

Ya en su anterior obra sobre la temática, Bajo el imperio del capital, Katz se alejaba tanto de las visiones ortodoxas que plantean la continuidad de los esquemas leninistas, casi sin modificaciones, como de las tesis globalistas que descartan sin más el problema del imperialismo. Ni uno ni otro enfoque, sostenía, permiten comprender las contradicciones de la actualidad. No estamos en un contexto como el que describió Lenin, pero tampoco en un mundo en el que los Estados nacionales estén prácticamente disueltos. El capital empuja hacia la mundialización, pero las mediaciones estatales siguen vigentes. Discutiendo a y con los fundadores del marxismo-leninismo, Katz no tenía problemas en desechar hipótesis o análisis que juzga incorrectos. Puede parecer obvio, pero la superación de un enfoque dogmático es un punto de vista fundamental para mantener viva y útil la tradición de pensamiento crítico en la que el autor se inscribe. 

Katz no asume una posición taxativa en muchos de los debates que plantea. No tiene ni una visión leninista ni anti o pos-leninista. A Katz no le interesan los encasillamientos ni los slogans, sino poner la lupa en las tensiones, en las contradicciones dialécticas. Es alguien a quien le importa más ver las diferencias tendencias operando -jerarquizadamente- que arriesgar cuál se puede imponer sobre otra. Y eso es, en parte, porque la dinámica de la lucha social, para él un factor clave en el análisis, no es fácilmente predecible, por no decir imposible. El sistema imperial, en crisis, no caerá por su propio peso, sino que su suerte dependerá de las luchas sociales. 

Este libro es clave para entender la actual crisis mundial. Katz sostiene que el imperialismo contemporáneo (el sistema imperial) es claramente distinto de su antecedente clásico, en la esfera bélica (no hay actualmente guerras inter imperialistas), económica (creciente mundialización del capital) y política (gestión colectiva conjunta, liderada por Estados Unidos). Hay que destacar estos cambios, que hacen que las contradicciones de la opresión imperial del siglo XXI no sean las mismas que las de los albores del siglo pasado. Los enfoques leninistas ortodoxos no registran estos cambios, mientras que los globalistas exageran las mutaciones, descartando en la actualidad la noción de imperialismo, en cualquiera de sus acepciones. Para Katz, existe una tendencia a la integración de las clases burguesas, aunque está lejos de haberse consumado la constitución de una clase dominante global sin anclajes locales y sin mediación de los Estados nacionales. Las nuevas organizaciones multinacionales (OTAN, ONU, OMC, FMI, G8, G20) absorben atribuciones que en el pasado eran exclusivas de los Estados nacionales, pero no los sustituyen. La organización militar, por ejemplo, ya no es atributo exclusivo de cada Estado, sino que existe una gestión mundial coordinada y jerarquizada, en la que Estados Unidos ejerce un liderazgo singular.  

Las crecientes tensiones entre Estados Unidos, China y Rusia obligan a precisar la caracterización de la época. Los análisis geopolíticos no deben soslayar, como orientación fundamental para las clases populares y las izquierdas, que el foco debe estar siempre en el apoyo a las luchas antiimperialistas. Esta obra de Katz, entonces, puede leerse como un mapa para entender el desorden global, desde la perspectiva que quienes quieren derrotar al sistema imperial. 

 

miércoles, 20 de septiembre de 2023

Presentación "Nuestra América frente a la doctrina Monroe". Jueves 28/9, 10hs

 

 


 


Los invitamos a la presentación del libro Nuestra América frente a la doctrina Monroe: 200 años de disputas. Jueves 28/9, 10hs de Argentina (9hs de Cuba), en el marco de la VIII Conferencia de Estudios Estratégicos. Expondrá durante 30 minutos su autor, Leandro Morgenfeld.

Habrá transmisión en vivo a través del Canal de YouTube del CIPI Cuba (no es necesario inscribirse antes): (770) CIPI Cuba - YouTube

 


 



lunes, 18 de septiembre de 2023

Convocatoria Mesa 57 Interescuelas de Historia Rosario 2024

 


Recibimos propuestas de resúmenes hasta el 31 de octubre de 2023


Tema/título de la mesa 57: “Historia de las relaciones internacionales, de la integración regional y de la política exterior en América Latina, desde las independencias hasta la actualidad”

Coordinadores:

Dr. Julián Kan (UBA / CONICET / UNSAM)   kanjulian76@yahoo.com.ar

Dr. Leandro Morgenfeld (UBA/IDEHESI-CONICET) leandromorgenfeld@hotmail.com

Dr. Alejandro Simonoff (IRI-IdICHS -UNLP) asimonoff2010@gmail.com

 

Relatoras:

Dra. Marita González (INDEAL-FFyL-UBA)

Dra. Amanda Barrenengoa (UNLP / IdIHCS-CONICET)

 

Objetivo General:

ü  Construir un espacio de discusión y diálogo que permita analizar las tendencias, los múltiples enfoques e interpretaciones, las limitaciones y progresos de los estudios de Historia de las Relaciones Internacionales, de la Integración Regional y de la Política Exterior en América Latina.

Fundamentación:

La historia de las relaciones internacionales es el estudio científico y global de las relaciones históricas que se han desarrollado entre los hombres, los Estados y entidades supranacionales en el seno de la sociedad internacional. Estos estudios se han ido alejando de la historia diplomática tradicional, de carácter más acontecimental, y se acercan a las innovaciones de las Escuelas Históricas del siglo XX y las diversas disciplinas sociales, con un enfoque más estructural.

Inicialmente podemos establecer tres campos de análisis: política mundial, que incluye a los trabajos de historia política en general y narraciones históricas de relaciones entre Estados, que incluyen descripciones de relaciones bilaterales o multilaterales y de procesos de integración regionales; relaciones internacionales, a los estudios teóricos y metodológicos que constituyen un eje de reflexión sobre el campo disciplinar; y relaciones exteriores, a  los trabajos destinados a la acción de un estado en el mundo.

Desde 2011 hasta la actualidad esta mesa ha ido creciendo en cantidad de expositores y en público asistente, prácticamente constituye la única mesa de las Jornadas Interescuelas que aborda temas de relaciones internacionales, regionalismos y políticas exteriores. Apostamos a mantener, renovar y ampliar la apuesta, convocando a la presentación de trabajos de diversos aspectos de la historia de las relaciones internacionales latinoamericanas, de los proyectos de integración regional y de la política exterior en América Latina y el Caribe durante los siglos XIX, XX y XXI, incluyendo, particularmente, los recientes cambios en la región en el contexto de redefinición de las hegemonías y del poder a nivel global.

 

 2a Circular XIX Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia

UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO


18 al 21 de septiembre de 2024


ORGANIZA: ESCUELA DE HISTORIA – FACULTAD DE HUMANIDADES Y ARTES – UNIVERSIDAD NACIONAL DE

ROSARIO

La Escuela de Historia de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario invita a presentar resúmenes para las mesas de las XIX Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia que se realizarán en la ciudad de Rosario, entre el 18 y el 21 de septiembre de 2024.

- CRONOGRAMA DE FECHAS


1. PRESENTACIÓN DE RESÚMENES
Hasta el 31 de octubre de 2023.
2. ACEPTACIÓN DE LOS RESÚMENES POR PARTE DE LXS COORDINADORXS DE MESA.
Hasta el 15 de diciembre de 2023. Comunicación a lxs interesadxs y a la Comisión Organizadora de la aceptación
o rechazo de los resúmenes por parte de lxs coordinadores.
3. PRESENTACIÓN DE PONENCIAS
Hasta el 1o de abril de 2024
4. ACEPTACIÓN DE LAS PONENCIAS Y COMUNICACIÓN a lxs interesadxs y a la Comisión Organizadora de la
aceptación o rechazo de las propuestas de ponencia por parte de lxs coordinadorxs.
Hasta el 1o de junio de 2024.
- CONDICIONES DE PRESENTACIÓN DE RESÚMENES
Requisitos para ponentes
Los trabajos podrán ser de autoría individual o en coautoría con un máximo de 2 (dos) autorxs. No se aceptará
más de un trabajo por autorx, ya sea en forma individual o en co-autoría.
Criterios de presentación de resúmenes
Los resúmenes deberán presentar:
1. El tema y los planteos problemáticos que se van a desarrollar en la ponencia.
2. Extensión entre 1500 y 2500 caracteres (con espacios).
3. Título de hasta 200 caracteres (con espacios).
4. Nombres completos, apellidos completos, DNI sin puntos, filiación institucional y correo electrónico lxs autorxs,
marginados a la derecha (sin formatos: ni subrayado, ni bold, ni itálica, etc.).
5. El tipo de letra requerida es Times New Roman, tamaño 12, interlineado de 1,5.
6. Indicar tres palabras clave.

 

 Procedimiento para la presentación de resúmenes
1. Los resúmenes de Ponencias deberán presentarse directamente a lxs coordinadorxs de mesa a los correos
electrónicos que figuran en esta Circular.
2. El archivo digital debe nombrarse del siguiente modo:
Apellido_primera parte título de ponencia_Mesa con numero_Resumen
Por ejemplo:
Yujnovsky_Fotografías de Patagonia_Mesa113_Resumen
ACEPTACIÓN DE LOS RESÚMENES POR PARTE DE LXS COORDINADORXS DE MESA
▪ Una vez finalizado el plazo de recepción de resúmenes, lxs coordinadorxs serán los encargadxs de comunicar su
aceptación o rechazo a lxs autorxs. Asimismo, deberán cargar la conformación de la mesa en el formulario
correspondiente cuyo Link será enviado a los correos de lxs coordinadorxs.
▪ Los datos para cargar serán: nombres y apellidos completos y DNI sin puntos de lxs autorxs, correo/s
electrónico/s, filiación institucional, título de los resúmenes aprobados y resumen (sin formatos: ni subrayado, ni
bold ni itálica, etc.).
▪ Para el funcionamiento de cada Mesa se requerirá un mínimo de 10 ponencias y un máximo de 25. En caso de
que las mesas queden con una cantidad de ponencias menor al mínimo de 10 la comisión organizadora podrá
hacer sugerencias y orientaciones para vincular y fusionar mesas afines. También se podrá aceptar la fusión de
mesas a requerimiento de lxs coordinadorxs.
▪ Las mesas tendrán la posibilidad de contar con relatores, pueden formar parte de la mesa habiendo presentado
ponencia o pueden ser invitados/as externos/as. Deberán pertenecer a universidades argentinas o extranjeras
y/o miembros de Centros de Investigación/CONICET o Institutos de formación docente. La información sobre los
relatores se pedirá más adelante.
▪ Se recuerda que la aceptación de los resúmenes no implica la posterior aceptación de ponencia.


viernes, 1 de septiembre de 2023

A dos siglos de la doctrina Monroe: ¿Qué hacer?

 

A dos siglos de la doctrina Monroe: ¿Qué hacer?

En 1823 el presidente James Monroe dio su famoso discurso, que se popularizaría por la frase “América para los (norte)americanos”. Doscientos años más tarde, en un presente de feroz disputa geopolítica, es crucial analizar la relación entre EE.UU. y Nuestra América, que los gobiernos de esa potencia consideran como su esfera de influencia natural.
 
Primera Línea, 1 de septiembre de 2023

En el reciente libro Nuestra América ante la doctrina Monroe, que sintetizamos en este artículo, repasamos, desde la perspectiva de los países que se ubican al sur del Río Bravo, el significado y los matices que fue adquiriendo la doctrina Monroe a lo largo de la historia y, a la vez, nos planteamos qué hacer para avanzar en la siempre postergada emancipación regional.

Tiempos de cambios geopolíticos

Atravesamos una época crucial para el destino de la humanidad, que padece crecientes asimetrías económicas y sociales, mientras el planeta Tierra enfrenta un dramático proceso de aceleración del cambio climático, producto de la lógica depredadora y competitiva del sistema capitalista. Al mismo tiempo, desde principios del siglo XXI se resquebraja el orden impuesto por EE.UU. y sus aliados en la posguerra fría, acelerando mutaciones geopolíticas de enorme magnitud. 

En medio del desorden global y de la tendencia hacia la configuración de un mundo más multipolar, Nuestra América tiene condiciones, más allá de las limitaciones estructurales y la dependencia a las que fue y es sometida por los centros imperiales, para avanzar con una estrategia de inserción internacional más autónoma. Ello implica, por cierto, dejar atrás el histórico sometimiento que Washington fue imponiendo desde que planteó la doctrina bicentenaria. Y supone reconocer, contra lo que dice el discurso de los medios globalistas liberales, la centralidad que tiene nuestro continente para la Casa Blanca. 

Es fundamentalmente a causa de su importancia estratégica, y no de su supuesta irrelevancia, que EE.UU. se ensaña, desde hace 200 años, con una región que sufrió decenas de agresiones, directas e indirectas, por parte de la potencia del norte. 

Las preguntas y problemas que enfrentamos

El breve repaso histórico que realizamos apunta a contribuir al debate actual sobre las tareas pendientes para recuperar y poner en marcha el proyecto bolivariano de la Patria Grande, a partir de desarrollar una estrategia continental que permita ir ampliando la autonomía regional, para desarrollar la economía en función de las necesidades de las mayorías populares y para la preservación de los bienes comunes de la Tierra, tan apetecidos por los imperios que históricamente saquearon la región. 

En este texto intentamos responder algunos interrogantes fundamentales: ¿Qué fue la doctrina Monroe y en qué contexto histórico surgió? ¿Cómo se modificó a medida que EE.UU. consolidaba su expansión territorial y se transformaba en una potencia imperial? ¿Cuáles fueron las distintas reacciones en Nuestra América, en cada coyuntura histórica, y qué desafíos o alternativas se plantearon frente a la doctrina? ¿En qué sentido sigue vigente en la actualidad? ¿Cuáles son las estrategias actualmente en pugna en la región en cuanto a la inserción internacional y, en particular, al vínculo con Estados Unidos? ¿Qué debe hacer Nuestra América frente a esa doctrina, a 200 años de su planteamiento original?

Empezamos esta obra, en el primer capítulo, preguntándonos por la vigencia de la doctrina Monroe, reivindicada al más alto nivel del Departamento de Estado y de la administración Trump hace muy pocos años. Luego explicamos, en el segundo, las razones que hacen de Nuestra América una región intensamente disputada por los poderes imperiales y también por los centros emergentes, tanto por sus codiciados bienes comunes de la Tierra como por ser un importante destino de inversiones, préstamos y mercados para colocar manufacturas y ofrecerle servicios. En el tercer capítulo expusimos el contexto histórico particular en el que surgió la doctrina y cómo fue transformándose en el siglo XIX, mientras Estados Unidos expandía sus fronteras y se iba convirtiendo en una potencia imperialista. En el cuarto describimos la forma que cobró la doctrina, siempre según el interés nacional estadounidense, ya como potencia indiscutible no solo a escala regional, sino global, a lo largo del siglo XX. En el quinto abordamos la reconfiguración de la política de EE.UU. hacia la región en el presente siglo, desde la administración Bush a la actual, liderada por Biden. En el sexto nos focalizamos en las respuestas elaboradas desde Nuestra América en los siglos XIX y XX. En el séptimo nos concentramos en las cuatro estrategias latinoamericanas de inserción internacional que pugnan por imponerse desde el 2015 hasta la actualidad.

Recuperar el punto de vista latinoamericano

Vale la pena volver a la pregunta inicial: ¿qué debe hacer Nuestra América para dejar de ser el patio trasero estadounidense? Esta investigación pretende aportar un grano de arena en la construcción de conocimiento crítico que permita avanzar en el camino de la emancipación regional, lo cual implica recuperar el proyecto de la Patria Grande que había sido esbozado por Simón Bolívar y otros de los libertadores de América. Entender qué fue y qué es la doctrina Monroe y, más en general, en qué consiste la política de Estados Unidos hacia la región nos permitirá desplegar mejores estrategias y políticas públicas para afrontar ese desafío histórico.

Hasta hace algunos años los estudios sobre las relaciones entre EE.UU. y América Latina se focalizaban, casi exclusivamente, en el poder estadounidense. El establishment de la disciplina, de la escuela realista, tenía tres características: su explicación de la política de Washington hacia América Latina se centraba en el deseo estadounidense de excluir a los rivales extraterritoriales del hemisferio (por eso la especial atención prodigada a la doctrina Monroe), argumentaba que EE.UU. ejerce una presencia benéfica en la región, y se focalizaba en las reacciones latinoamericanas, pero nunca las acciones eran el objetivo central de su objeto de estudio. La tesis de la seguridad es el eje central de esta escuela, en la que fue pionero Samuel Flagg Bemis, Como señala Tom Long, “esta tesis argumenta que el objetivo primordial de la política estadounidense en América Latina ha sido evitar que cualquier potencia extra hemisférica establezca una base en el continente desde la cual pueda amenazar el dominio de EE.UU. La doctrina Monroe dejó esto en claro incluso antes de que EE.UU. tuviera el poder para hacer cumplir esta proclama”. La clave está, entonces, en recuperar el punto de vista de Nuestra América y dejar de lado los abordajes unidireccionales propios de la academia estadounidense. 

¿Qué es la doctrina Monroe?

Si bien, a primera vista, el contenido de la doctrina parece sencillo (no colonización futura de territorios en América, no extensión del sistema político europeo en América y no intervención de EE.UU. en asuntos internos europeos), en realidad su significado es mucho más laxo, ambiguo y cambiante, por lo cual debemos clarificar una serie de mitos. 

En primer lugar, la doctrina Monroe no es una doctrina ni su autor intelectual es Monroe. No reconocida formalmente por el resto de los países, jurídicamente no tiene ninguna validez internacional. Es, más bien, la explicitación de una política estadounidense, planteada en un momento histórico concreto por el entonces secretario de Estado (y futuro presidente) John Quincy Adams, que luego se elevó al rango de directriz en torno a los asuntos que tuvieran que ver con América Latina y el Caribe y su vinculación con potencias extra hemisféricas. Aunque al principio se refería a los imperios europeos, luego se extendió contra la amenaza roja que suponía la expansión de la Unión Soviética y en el siglo XXI contra la creciente presencia china y rusa, tal como se plantea en forma explícita en la última Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU.

En segundo lugar, más allá de que muchas veces se intentó panamericanizarla o universalizarla, los sucesivos gobiernos estadounidenses aclararon que es una política exclusivamente nacional, cuya interpretación dependía únicamente del gobierno de ese país y cuya aplicación no se subordinaría al acuerdo con otros Estados y ni con instituciones supranacionales. Claro que la búsqueda de EE.UU. de enmascarar sus intereses particulares como parte de un proyecto continental (desde la Unión Panamericana que impulsó Blaine en 1889 hasta la actual OEA, con sede en Washington, o el TIAR) chocó contra resistencias y la oposición de diversos actores latinoamericanos, que soportan hace más de cien años el avance imperialista de Washington. 

En tercer lugar, la doctrina Monroe es vaga y ambigua. Esto explica cómo fue mutando, con sucesivos corolarios e interpretaciones en cada época, de acuerdo a los intereses y capacidades de EE.UU. en cada contexto histórico, y no de supuestos valores o normas fijas. Como señaló Carlos Pereyra en El mito de Monroe, “cada presidente, cada secretario de Estado, cada representante, cada senador, lee el texto de Monroe a su manera. Nadie ha definido mejor que el capitán Mahan este polimorfismo de la doctrina de Monroe, diciendo que ‘es una generalidad nebulosa que no se condensa en astros de luz definida sino cuando ha recibido aplicaciones ventajosas para los Estados Unidos’”.

En cuarto lugar, la declaración de James Monroe no fue lo que garantizó las independencias de las antiguas colonias del Reino de España, ni protegió a los países de Nuestra América de sucesivos ataques. Desde la usurpación de las Islas Malvinas por parte de los ingleses en 1833 hay numerosos ejemplos históricos, algunos referidos en el libro, que muestran que EE.UU. solo apeló a ella cuando convenía a sus intereses. En aquel momento, más allá del pedido de las autoridades de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el Departamento de Estado se mostró renuente a aplicar la doctrina Monroe para repeler el ataque británico, situación que se repitió un siglo y medio después cuando la administración Reagan bloqueó la aplicación del TIAR ante el ataque a la Argentina por parte del gobierno encabezado por Margaret Thatcher, tras la recuperación de las islas.  

En quinto lugar, tiene un sesgo profundamente paternalista, que se relaciona con el destino manifiesto que supone que EE.UU. es un pueblo elegido y excepcional que tiene el mandato divino de expandir sus fronteras. Así se explicaría que ese país puede establecer unilateralmente que esta región del mundo, lo que llaman el hemisferio occidental, es su zona exclusiva de influencia, su patio trasero, donde tienen derecho a ejercer el liderazgo sin desafíos y a custodiar los sistemas políticos y económicos que sus pueblos y gobernantes no serían capaces de salvaguardar por sí solos. “La doctrina Monroe se encuentra en los dos hechos capitales de la historia norteamericana: la expansión territorial consumada en 1848 y la expansión imperialista, cuyo acto decisivo es la guerra declarada a España para expulsarla del Nuevo Mundo”, sintetiza Pereyra. 

¿Qué hacer?

¿Qué debe hacer Nuestra América, tras 200 años de doctrina Monroe? Conocer la historia permite explicar el porqué de los problemas estructurales que limitan las posibilidades de desarrollo de la región. Rechazar el paternalismo y el injerencismo estadounidenses, y de otras potencias imperiales, es una condición necesaria, aunque no suficiente, para avanzar en el postergado proyecto de construcción de la Patria Grande. La fragmentación regional es funcional a la dominación por parte de las potencias y fue uno de los principales obstáculos, en los últimos dos siglos, para cooperar políticamente, coordinar estrategias y avanzar en la necesaria integración regional. 

Es fundamental, para concretar ese viejo anhelo, confrontar con las clases dominantes locales, subordinadas al imperio, que ya renunciaron a cualquier proyecto de desarrollo nacional o regional, y simplemente se conciben como engranajes o correas de transmisión del gran capital trasnacional. Es prioritario combatir el discurso derrotista de que no hay otra vía que la aceptación del statu quo internacional. La historia nos muestra, por el contrario, que existieron numerosos procesos y momentos en los cuales se desafió exitosamente el lugar de subordinación que históricamente nos impuso EE.UU.

En síntesis, es hora de rechazar explícitamente la anacrónica doctrina Monroe y la pretensión, a veces declamada, a veces más maquillada, de que nuestro destino es ser el patio trasero estadounidense, la retaguardia para su proyección imperial global. Como señaló recientemente Claudio Katz: “La doctrina Monroe ha organizado la primacía de EE.UU. en todo el continente desde hace 200 años. Sintetiza la estrategia que concibieron los fundadores de la mayor potencia contemporánea para controlar la región. Ese principio exige el manejo del territorio por el Norte y el desplazamiento de cualquier competidor del mandante yanqui. Todos los gestores de la Casa Blanca aplicaron y perfeccionaron esa guía. […] La singularidad del Patio Trasero como un coto privilegiado de la supremacía estadounidense afronta actualmente un cuestionamiento inédito. La presencia china hace tambalear ese presupuesto bicentenario y empuja a los gestores de la Casa Blanca a buscar alguna forma de conservación de la vieja hegemonía. Ningún mandatario encontró hasta ahora la fórmula de esa preservación, en la gran disputa con China”. 

La doctrina no solo es desafiada por la emergencia de un mundo más multipolar (China, Rusia, India y otros actores tienen un peso cada vez mayor en la región), sino fundamentalmente por la resistencia de los pueblos latinoamericanos a aceptar mansamente esa dominación imperial. Fueron las luchas de las clases populares las que protagonizaron en Nuestra América revoluciones en el siglo XX (la mexicana, la boliviana, la cubana y la nicaragüense), impulsaron movimientos políticos que confrontaron con las políticas imperiales (Perón en Argentina, Allende en Chile, Chávez en Venezuela), resistieron contra las dictaduras militares y, en el siglo XXI, lograron conquistas importantes como la derrota del ALCA o la reversión de golpes de Estado apoyados por EE.UU. (como fue el caso de Venezuela en 2002, o Bolivia en 2019). Son los y las trabajadores sindicalizados, estudiantes, movimientos de mujeres y disidencias sexo-genéricas, ambientalistas, pueblos originarios, migrantes y organismos de derechos humanos quienes protagonizaron en estos años las resistencias políticas y las conquistas sociales. 

En un mundo caracterizado por el desorden global propio de una época de transición, es hora de avanzar conjuntamente con los países de Nuestra América, plantear una estrategia regional de inserción internacional que diversifique las relaciones económicas y políticas, impulsar el multilateralismo multipolar –o la pluripolaridad– y desplegar proyectos que permitan la reducción de las asimetrías sociales y nacionales. Es necesario potenciar, más allá de la lógica capitalista, un desarrollo económico que privilegie los intereses populares y la preservación de los bienes comunes de la tierra, cada vez más expoliados en función de las necesidades de las potencias extra regionales. 

Esta estrategia requiere de un programa radical y revolucionario de transición, hacia la construcción de otro sistema económico-social. Con ese horizonte, se puede avanzar en la reducción de la jornada de trabajo; la desmercantilización de recursos básicos; la nacionalización de los bancos, el comercio exterior y las plataformas digitales; la estatización de bienes comunes de la tierra estratégicos y otras medidas que propicien lo común por sobre lo individual y lo público por sobre lo privado, con el objetivo de sentar las bases de una economía más igualitaria. En ese camino, es hora de enterrar para siempre la doctrina Monroe. Nuestra América no debe ser para los norteamericanos. Nos debemos todavía la segunda independencia que anhelaba el poeta y revolucionario cubano José Martí.


  • Leandro Morgenfeld es profesor regular de la UBA, Investigador Independiente CONICET y co-coordinador del GT CLACSO Estudios sobre Estados Unidos. También es compilador de El legado de Trump en un mundo en crisis (SigloXXI, 2021) y dirige el sitio www.vecinosenconflicto.com