Desde el Instituto
de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, el Departamento de
Historia de la Universidad Nacional de Colombia y la Red Latinoamericana
de Estudios sobre Estados Unidos (RELAESE), les invitamos al Primer Congreso Latinoamericano de Estudios sobre Estados Unidos que se llevará a cabo del 21 al 23 de septiembre de 2022 y será transmitido través del Canal de YouTube del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia: https://www.youtube.com/c/DepartamentoDeHistoria El
congreso contará con 16 paneles que tratan diversos temas acerca de las
relaciones interamericanas y sus perspectivas académicas de análisis.
¡Les esperamos!
Nota: Solicitamos
tener en cuenta la diferencia horaria para la asistencia al evento.
Esta se encuentra disponible en la última página de la programación.
El viernes 23/9 a las 9am de Argentina estaremos en un panel sobre EEUU-China y la disputa por América Latina. Les esperamos!
Luego de que se ensayara una
política exterior más diversificada, el gobierno apuesta a un
acercamiento a Washington, a la vez que implementa el ajuste que exige
el Fondo Monetario Internacional.
Este fin de semana, el presidente Alberto Fernandez llegó a EE.UU.,
pero no para tener su esperada bilateral con su par estadounidense Joe
Biden en la Casa Blanca, sino para asistir a la Asamblea General de
Naciones Unidas, donde hablará el martes. En su cargada agenda figuran
bilaterales con los mandatarios de Francia, China, India, Japón y Chile y
una escala en Houston, Texas, en busca de inversiones para Vaca Muerta.
También aspira a avanzar en diversas negociaciones con el gobierno
estadounidense y con el FMI.
Desde la Casa Rosada desean que Alberto y Biden se crucen en New York
y se confirme la fecha de la reunión que estaba prevista para el pasado
26 de julio, y se pospuso cuando el presidente estadounidense debió
aislarse tras contraer coronavirus. Desde entonces corrió mucha agua
bajo el puente en Argentina, incluyendo una corrida cambiaria que forzó
la salida de Silvina Batakis y habilitó la rutilante llegada de Sergio
Massa como (super)ministro de Economía y el intento de magnicidio contra
Cristina Kirchner, que provocó una conmoción política, una gran
reacción popular y un reacomodamiento de fuerzas dentro del Frente de
Todos.
El actual presidente argentino, debilitado al interior de la
coalición ante la creciente centralidad de Cristina y Massa, buscará con
la gira aumentar su caudal político, y a la vez consolidar el vínculo
con Estados Unidos, que a lo largo de su gestión atravesó altos y bajos.
¿Logrará entonces confirmar esta semana la visita a la Casa Blanca?
La bilateral que nunca llega
Desde que el demócrata derrotó a Donald Trump en las elecciones
estadounidenses, en noviembre de 2020, Alberto trabajó para mejorar el
vínculo bilateral, que había sido bastante frío con el republicano. Este
hizo lo posible por financiar la reelección de Mauricio Macri, tal como
confesó Mauricio Claver Carone, hoy titular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En las semanas que siguieron a los comicios ambos mandatarios
desplegaron gestos amistosos. Sin embargo, lejos de los quizás demasiado
ingenuos deseos del presidente argentino, el vínculo bilateral desde
que asumió Biden, en enero de 2021, sufrió altos y bajos.
Los operadores de Alberto, especialmente el embajador Jorge Argüello,
se esforzaron desde principios del año pasado para poder concretar un
encuentro presencial entre ambos mandatarios. Pese a los faltazos de
varios líderes latinoamericanos a la Cumbre de las Américas realizada en
junio en Los Ángeles, en rechazo a la exclusión de Cuba, Venezuela y
Nicaragua, el presidente argentino decidió igualmente asistir,
tras un llamado de Biden en el que le prometió la esperada invitación.
Luego del encuentro en Los Ángeles, volvieron a verse brevemente en la
Cumbre del G7 en Alemania.
Con la renuncia del ministro de Economía Martín Guzmán se generó una
devaluación y desató una crisis financiera. Alberto pretendía encontrase
con su par estadounidense, en esos días febriles, para lograr sostén
internacional, facilitar las renegociaciones con el FMI, que había
retomado la flamante ministra Silvina Batakis, y destrabar los créditos
del BID, que Claver-Carone se negaba a otorgar. Argentina, además,
acumuló en los primeros siete meses del año un déficit comercial con
EE.UU. por 3047 millones de dólares, mientras siguen trabadas las
exportaciones de biodiesel, luego de las restricciones impuestas por
Trump hace cuatro años. Morigerar este drenaje de divisas debería ser un
objetivo central en la relación.
Pero la visita a la Casa Blanca a último momento debió suspenderse,
cuando el presidente estadounidense dio positivo de Covid, apenas cinco
días antes de la fecha convenida. Luego siguieron las turbulencias en el
gobierno del Frente de Todos, hasta que desembarcó Massa al frente de
Economía, con poderes extendidos y viejas líneas de negociación propia
con distintos actores estadounidenses, incluido el presidente del BID,
quien no dudó en felicitarlo públicamente y vivió como una victoria
personal la renuncia de Gustavo Béliz, quien había aspirado a ocupar su
cargo en el organismo de crédito continental.
Y en eso llegó Massa
El lunes 12 de septiembre, el ministro de Economía argentino concluyó
una gira de muy alto impacto por el país del norte, que incluso opaca
la que ahora está iniciando Alberto. A pesar de ser solo un ministro,
llegó a EE.UU. en un avión de la flota presidencial, fue a la Casa
Blanca, al Departamento del Tesoro -donde incluso lo recibió fuera de
agenda su titular, Janet Yellen-, se reunió con poderosos empresarios y
lobistas, con figuras políticas de ambos partidos, incluyendo a Jake
Sullivan, Juan González, Ricardo Zúñiga, Jack Rosen (presidente del
Congreso Judío estadounidense) y Dan Restrepo, con Kristalina Georgieva,
la titular del FMI, y con el presidente del BID.
Massa prometió llevar adelante el ajuste que exige el Fondo y su
titular elogió el rumbo de sus políticas de austeridad ya que necesita
que se aprueben los números del segundo trimestre, para que el organismo
habilite el pago de 4.000 millones de dólares. Además, prometió
facilidades para la llegada de inversiones, en línea con el discurso del
gobierno de transformar a la Argentina en un proveedor mundial de
alimentos y energías.
Con la liquidación de los exportadores, beneficiados por el “dólar
soja”, y los fondos que destrabó por parte del BID y el Banco Mundial,
Massa pretende exhibirse como el garante del oxígeno financiero y de la
estabilidad cambiaria. Factores fundamentales para calmar la economía,
frenar la presión devaluatoria e ir disminuyendo la hoy desbordada
inflación, de cara a las elecciones de 2023, donde ya se imagina como
uno de los candidatos del Frente de Todos, con aval de un sector del círculo rojo.
Con esta gira, además, consolidó los vínculos que mantiene desde hace
años con el establishment estadounidense, tal como se vio gracias a las filtraciones de Wikileaks, y consolidó la confianza que le tienen en Wall Street y Washington.
Recalcular hacia el norte
La actual política exterior argentina tuvo hasta ahora aspectos
contradictorios, que reflejan las distintas posiciones que reúne la
coalición que gobierna. Exhibió posiciones más autónomas –por ejemplo,
enfrentando el golpe contra el MAS en Bolivia, rechazando la exclusión
de gobiernos bolivarianos en la última Cumbre de las Américas,
oponiéndose a la elección de un estadounidense en el BID, dándole
impulso a la CELAC, avanzando en la integración formal al grupo BRICS o
restableciendo las relaciones diplomáticas con Venezuela-, pero a la vez
buscando mayor sintonía política con la Administración Biden y un
acuerdo con el FMI, criticado incluso por amplios sectores del Frente de
Todos. Para la oposición, pero también para parte de los analistas y
del establishment estadounidense, esa autonomía relativa es
inaceptable.
El acercamiento a EE.UU. que se está concretando en estos días -y que
seguirá con la visita de una decena de gobernadores del norte, quienes
serán recibidos por el embajador argentino para una ronda de negocios en
Washington y en Manhattan, y con la bilateral con Biden, prevista para
principios de octubre- modificaría el frágil equilibrio que, plagado de marchas y contramarchas, hasta ahora se vislumbraba en la política exterior frentetodista.
El actual entendimiento con EE.UU. es parte del ajuste económico y
del giro político conservador que se expresa en el empoderamiento de
Massa en el gobierno. En la misma línea puede ubicarse, por ejemplo, la
decisión del canciller Santiago Cafiero de alinearse en la Organización
de Estados Americanos (OEA) con Luis Almagro y votar contra Nicaragua el
pasado 12 de agosto, a pesar de la posición del embajador ante la OEA,
Carlos Raimundi.
Todo esto ocurre en un momento complejo para las pretensiones del
gobierno argentino de transformarse en el interlocutor privilegiado de
Biden en América del Sur. Si el 2 de octubre, tal como indican las
encuestas, Lula supera a Bolsonaro, la Casa Blanca aspira a que desde
enero el brasilero, con un discurso más moderado que antaño, sea el
líder con quien establecer el principal diálogo en la región. Además, en
pocos meses se lanzará la campaña presidencial en la Argentina, y las
chances de la coalición opositora harán que difícilmente Biden sea
pródigo en señales amistosas hacia la Casa Rosada. Las recientes declaraciones injerencistas
del embajador Marc Stanley confirman esta idea: el 19 de agosto, en el
Consejo de las Américas, pareció querer emular a Braden: “He oído a
Horacio [Rodríguez Larreta] (…), no esperen a 2023, sin importar la
ideología o la posición partidaria, únanse ahora, formen una
coalición”.
Más bien lo que habría que esperar de la Administración Biden, tal
como se vio esta semana por parte de las autoridades del Fondo y del
Tesoro, es un aumento de las exigencias al gobierno argentino en el
sentido de disminuir el déficit primario y aumentar las reservas, lo
cual puede sellar las chances electorales de la coalición gobernante,
habida cuenta del deterioro de las condiciones de vida de los sectores
más vulnerables de la población. Por otro lado, y luego de una feroz
avanzada judicial-mediática, el intento de magnicidio contra Cristina
Kirchner volvió a colocarla en el centro de la escena política. Hubo una
vigorosa movilización popular para respaldarla y no son pocos los
sectores que impulsan su candidatura presidencial para 2023, para
recuperar las esperanzas que supo despertar en 2019. Un triunfo de Lula
podría alentar todavía más ese clamor a la actual vicepresidencia. En
ese sector de la coalición se destacan algunas voces críticas respecto
al giro pro Washington que está instrumentando el gobierno.
El devenir del vínculo con EE.UU., y de la política exterior,
entonces, dependerá de lo que ocurra con la economía y la delicada
situación social, pero también de cómo se defina la correlación de
fuerzas políticas al interior del Frente de Todos, en la Argentina en
general y en la región, cuyo rumbo se decidirá en parte en las urnas en
las próximas semanas en Brasil.
Viernes
16 de septiembre a las 19hs vamos a estar en la Feria del Libro de
Escobar conversando sobre la crisis global, los cambios geopolíticos y
los desafíos para América Latina. Entrada libre! Los/as esperamos!
Le Monde Diplomatique, Número 279, Septiembre 2022
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA
Estenssoro, Esteban y Vásquez
Bustamante, Juan Pablo (coordinadores): La
geopolítica ambiental de Estados Unidos y sus aliados del norte global.
Implicancias para América Latina, Buenos Aires, CLACSO-UNIJUI, 2022. 355 páginas
Por LeandroMorgenfeld
El gran acierto de este libro es
vincular la acuciante crisis ambiental que asola el mundo, con la geopolítica
imperial y con la necesidad de desarrollo por parte los países del llamado Sur
Global. Estas tres dimensiones, que suelen ser abordadas en forma unilateral o
planteando falsas dicotomías –ambientalismo vs desarrollo-, se analizan en esta
obra de forma dialéctica e histórica. Se cuestiona la definición de la crisis
ambiental global que Estados Unidos y sus aliados plantearon desde la Conferencia
de Naciones Unidas sobre el Medio Humano (Estocolmo, 1972), la que predomina en
el maistream del discurso
ambientalista. Responde a una mirada ecomalthusiana que culpa a la “explosión
demográfica” de los problemas ecológicos, sin analizar las disparidades de
desarrollo y consumo entre los distintos países. La idea de que, como la crisis
ambiental nos afecta a todos por igual, todos tenemos iguales
responsabilidades, oculta una lógica de poder y dominación.
La obra, en la
que participan académicos de Argentina, Brasil y Chile, se divide en tres
partes: Securitización Ambiental y Neoimperialismo Verde, América Latina frente
a la disputa entre China y Estados Unidos y Los Recursos Naturales de América
Latina y los Ecosistemas Estratégicos en la Geopolítica del Norte global.
Estados Unidos
impuso su definición del problema, para asegurar su poder y supervivencia, o
sea su seguridad nacional, controlando y gestionando los recursos y los
ecosistemas del planeta para su directo beneficio. La solución al ecocidio no
provendrá de los líderes del Norte Global, sino de una política medioambiental
que cuestione las asimetrías sistémicas.