El Fondo Monetario Internacional, una víctima impensada de la crisis argentinaEl organismo quedó en el centro de la polémica por el préstamo al Gobierno de Macri por US$57.100 millones. Es el 61% de sus acreencias actuales
Por
Javier Slucki (BAE)
"El
FMI permitió las mismas equivocaciones que llevaron a la crisis del 2001, lo cual hace que me preocupe mucho acerca de Christine Lagarde en el
Banco CentralEuropeo'>
Banco Central Europeo". El autor de esta cita es el Premio Nobel de Economía Paul Krugman, uno de los economistas más prestigiosos del mundo más allá de su reconocida ideología heterodoxa.
Krugman se encargó de instalar así una cuestión frecuentemente pasada por alto. Sabemos todo lo que perdió la Argentina de Macri con el
FMI, pero ¿cuánto perdió el
FMI con la Argentina de Macri?
"Se jugó todo y perdió todo", resume a BAE Negocios Miguel Ángel Boggiano, profesor en Finanzas de la Universidad de San Andrés. "El Fondo está en un estado de ebullición interna muy grave donde creo que hay una gran discusión acerca de si deben hacer este desembolso de los 5400 millones de dólares o no", agrega.
Juan Gabriel Tokatlian, experto en Relaciones Internacionales de la
Universidad Torcuato Di Tella, va incluso más allá: "El ejemplo de la Argentina ha puesto de relieve, más que un costo de reputación, una crisis de legitimidad del
FMI", afirma.
La situación del Fondo se ve agravada porque el préstamo que desembolsó para la Argentina en junio de 2018 (luego renegociado en septiembre de ese año) es el mayor otorgado a un solo país en toda la historia del organismo, por un total de 57.100 millones de dólares y correspondiente al 61% de sus acreencias actuales. "Muchos técnicos del
FMI cuestionaron en silencio ese monto, lo mismo que algunos gobiernos europeos", añade Tokatlian.
Para
Leandro Morgenfeld, historiador experto en Relaciones Internacionales, esta enorme cifra llevó a que "ahora el Fondo esté financieramente comprometido por la deuda que tiene con Argentina", por lo que al propio organismo "le va a convenir no asfixiar ni empujar al default" al país.
Pero el enorme monto prestado no es el único dolor de cabeza para la entidad supranacional. A eso, debe añadírsele que, tal como afirmó Alberto Fernández tras su reunión con la última misión enviada por el organismo a fin de agosto pasado, buena parte de esta cifra terminó siendo usada para financiar la fuga de capitales, algo que el propio estatuto del
FMI prohíbe.
Más todavía cuando esto fue explicitado a inicios de mayo pasado a través de la autorización del Fondo a que el
Banco Central vendiese hasta 250 millones de dólares por día para contener la disparada de la divisa, en momentos en que su suba demostraba ser inversamente proporcional a la imagen positiva de Macri.
Eduardo Hecker, ex presidente de la
CNV y del
Banco Ciudad y -según reportes- recientemente sumado al equipo de economistas asesores de Alberto Fernández, coincide en que el Fondo "no queda bien parado" a raíz del caso argentino, lo que para él se debe a que "el diagnóstico del organismo es siempre el mismo: medidas de ajuste fiscal más o menos clásicas" que no logran "comprender el problema inflacionario, visto como si fuera meramente un tema monetario".
El economista concuerda en que "la Argentina tomó una deuda gigantesca que está dando lugar a la fuga de dólares", en un proceso que describe como "un poco perverso" porque "todo el país se endeuda para financiar la fuga de algunos" y porque "en esas divisas fugadas estaban las bases para sostener un crecimiento".
En este contexto, Hecker arriesga: "No creo que se haga el desembolso de la cuota de 5400 millones de dólares en septiembre" porque el Fondo "está esperando a octubre" para "tener en claro con quién va a negociar después" de las elecciones. "El
FMI no va a negociar ninguna reestructuración con el actual gobierno porque no tiene capacidad de establecer un plan económico", explica.
De cualquier manera, ha sido tal la mala praxis del organismo, que
Morgenfeld plantea que el gobierno que asuma el 10 de diciembre podrá usar las propias debilidades del Fondo en su contra y renegociar el plan y sus vencimientos desde una posición de mayor fortaleza. "Hay tres elementos que puede utilizar el próximo gobierno" como estrategias políticas de renegociación: "El desprestigio de las políticas de austeridad, el hecho de que el
FMI esté comprometido financieramente por la deuda argentina y el que haya un incumplimiento de sus mismos estatutos", desarrolla.
Ahora bien, si de algo pueden vanagloriarse los técnicos del Fondo es de haber hecho naufragar aquella famosa máxima de Marx, ya que, en el caso argentino, la historia se repitió dos veces como tragedia (y en menos de veinte años): para Morgenfeld, ahora sucedió algo análogo "a lo que pasó con el default del 2001: el fracaso de Argentina, que pasó de alumno perfecto a símbolo de fracaso de las políticas del
FMI".
Y eso incluso cuando, como afirma Boggiano, "el
FMI con el que convivió Macri fue mucho más laxo que el
FMI histórico de Anne Krueger con el que tuvimos que lidiar". "Fue uno de los préstamos más flexibles de la historia porque había plata hasta para planes sociales", coincide el economista y consultor Roberto Cachanosky.
Entonces, ¿por qué el
FMI se comprometió tanto con Argentina a sabiendas de que un mal resultado -por decir lo menos- era previsible? "Fue la imposición política de Estados Unidos la que llevó a la aprobación y a los desembolsos sucesivos que, en la medida que no se cumplían los principios del propio Fondo, fueron horadando su credibilidad", considera Tokatlian.
Todo apoyo es político
"Lo que operó muy fuerte es Estados Unidos por la vía de apoyar la reelección de Macri, y eso forzó la decisión del Fondo, que apoyó con un número de financiamiento extraordinario", agrega Hecker.
En la misma línea, Boggiano marca que si el préstamo "no tenía el visto bueno de Trump no había manera [de que se concretase], porque nos prestaron 111 veces la cuota" que provee Argentina regularmente como miembro del organismo, "cuando lo máximo que se presta es cuatro veces la cuota".
Para
Morgenfeld, experto en relación bilateral entre Argentina y Estados Unidos, el préstamo del Fondo al país expone las diferencias entre Washington y Europa. "Cuando el Gobierno negoció flexibilidad para usar los dólares del
FMI para financiar la fuga, había distintos gobiernos europeos que en las reuniones plantearon sus críticas", considera el investigador. Pero agrega que fue la presión del país de Donald Trump, "mandamás del Fondo" al ser su mayor aportante y el que tiene mayor número de votos, la que permitió seguir adelante con el plan.
Y remarca que el apoyo del presidente norteamericano a Macri se hizo explícito a través de llamados, viajes de ministros a Buenos Aires, respaldo del Capitolio, bancos y organismos de Wall Street. "Una interferencia tan abierta de Estados Unidos en un proceso electoral argentino no se vio nunca salvo en 1945" con el caso del embajador Spruille Braden, resume
Morgenfeld.
Tokatlian no duda en considerar que la explicación se encuentra en que directamente "Washington parece inclinado a debilitar al
FMI". Y resume: "El resultado es deplorable: Argentina profundizó su recesión, el Fondo quedó atrapado entre una tecnocracia poco sensible a las realidades de la economía real y Estados Unidos no pudo asegurar la reelección de un presidente de su preferencia".
¿Producirá todo esto un cambio significativo en el organismo de crédito? "Lo dudo", arriesga Tokatlian. Morgenfeld cree que el
FMI "hará un mea culpa, como ya hizo en el pasado, pero seguirá predicando lo mismo: reforma laboral, previsional, etc."
Para Cachanosky, de cualquier manera, el Fondo no va a desaparecer ahora "si no lo hizo con la crisis del sudeste asiático a fines de los noventa, cuando se quedó casi sin plata". Aunque da su opinión personal sin tapujos: "El
FMI debería desaparecer porque es una institución detestable".