domingo, 28 de abril de 2019

Dictadura y represión ilegal: “Es escalofriante el nivel de información casi en vivo que tenía la CIA”


Ex secretario de Estado Henry Kissinger y ex dictador Jorge Rafael Videla, en la residencia de Olivos, en 1978.


EE.UU. desclasificó documentos

Dictadura y represión ilegal: “Es escalofriante el nivel de información casi en vivo que tenía la CIA”

Por Paula Lugones.

Clarín habló con Carlos Osorio, funcionario del National Secuirity Archive que monitoreó la desclasificación de  43.000 páginas de los organismos de inteligencia de EE.UU. 

Los documentos incluyen información del Departamento de Estado, Departamento de Justicia, Departamento de Defensa, el FBI y la CIA, entre otras agencias. Osorio --que continúa analizando todo el material-- cuenta a Clarín qué contribución pueden hacer estos reportes y señala que “es escalofriante el nivel de información casi en vivo que tenían la CIA e incluso el FBI” sobre las atrocidades que se cometían en Argentina.

--¿Por qué es tan importante la desclasificación de esta nueva tanda de documentos?

Es muy rica. La desclasificación del 2002 con 4.700 documentos fue muy buena. Estos documentos que vienen ahora traen mucha más riqueza, va a haber más de dos docenas que van a aportar pruebas concretas.

--¿En qué casos concretamente?

Hasta el momento vamos viendo como 10 casos: los asesinatos de Ana María Pérez; (los dirigentes montoneros) Marcos Osatinsky y Roberto Quieto; el de 30 uruguayos; el de Héctor Hidalgo Solá, la matanza de prisioneros al final del 76, el de Norberto Habbeger, Raúl Yaeger, René Ricardo Haidar y Selma Ocampo.

--¿Qué aportan los nuevos documentos?

Por ejemplo, está el documento de la captura del dirigente montonero Raúl Yaeger en 1983, casi seis meses antes de la transición de la democracia, cuando siguen matando gente. Es un documento de la CIA que habla de una captura e interrogación usando muchos eufemismos. La interrogación es evidentemente bajo tortura y, sobre todo, dice que termina en un asesinato.

Mirá también
--Demuestra que la CIA sabía perfectamente que estaban torturando y lo reportaba.

--Eso es una de las cosas más conmovedoras. Es escalofriante el nivel de información casi en vivo que tenían la CIA e incluso el FBI. Hay una lógica y es que los agentes de inteligencia son los que recaban información y que son los policy makers, o los diplomáticos, los que hacen política, los que definen qué hacen con esa información. Allí es donde el dedo apunta a los embajadores, a la gente del National Security Council de la época, apunta también al secretario de Estado Henry Kissinger. Los documentos que han salido ahora te dan una idea de la cantidad de información a la que tenían acceso los policy makers como Kissinger. La información no faltaba, la decisión de lo que se hizo o no se hizo es lo que hoy en día podemos cuestionar.

--Kissinger evitó frenar todo sabiendo concretamente lo que estaba pasando.

--Las acciones de Kissinger son interpretadas de esa manera. Primero, su propio embajador en Buenos Aires, Robert Hill, hace una “démarche” (gestión política) de derechos humanos en mayo del 76, cuando empieza a ver que viene un aluvión de violaciones a los derechos humanos. Están torturando a artistas, a gente de izquierda. Están torturando a uruguayos, bolivianos, chilenos, a ciudadanos norteamericanos. Estas gestiones diplomáticas se conocen, pero esta información nueva que tenemos las resaltan aún más. En mayo del 76, Kissinger se reúne con el ministro de Relaciones Exteriores argentino, César Guzzetti, y le dice: lo que tenga que hacer hágalo rápido. Eso es un guiño. Estos documentos resaltan más esas decisiones políticas de la época.

--¿Mencionan estos documentos al Plan Cóndor y cómo Estados Unidos estaba al tanto?

--Hay mucha información nueva. Por ejemplo, se sabe cuándo exactamente sucedió la reunión, que ocurrió entre el 30 de mayo y el 2 de junio del 76, en la que se formó un escuadrón de la muerte que se llamaba Teseo que es el Dios griego que mataba villanos y mata al Minotauro. Este Teseo tiene un apoyo muy fuerte y hegemónico por parte de Argentina porque va a estar basado en el batallón 601. En esa reunión van a estar los representantes de los cinco países del Plan Cóndor de la época y van a organizar asesinatos en Europa, en Francia en particular, donde había muchos exiliados de esos países. Hay toda una estructura y los planes son increíbles. Eso explica por qué la gente del departamento de Estado se asusta y llaman para detener estas operaciones en Europa. Son los que mandan una alarma al departamento de Estado en agosto del 76.

--Nada de eso se concretó finalmente.

  No, no se concretó, pero figuran las intenciones. Una de las cosas preocupantes que aparecen es que en el año 77-78 los agentes de inteligencia de Inglaterra, Alemania y probablemente Francia se acercan a los miembros del Cóndor para intercambiar información sobre cómo se han coordinado para contrarrestar la insurgencia y el terrorismo. Son señales históricas geopolíticas que estamos empezando a conocer ahora. Son vetas de información. Sobre Cóndor también hay un documento de la CIA que habla de 30 uruguayos que fueron capturados en julio del 76 y que iban a matar, entre ellos estaban Sara Méndez, Margarita Michellini. Estos uruguayos se salvaron y la historia todavía está por contarse sobre cómo se salvaron. Porque matan a otros 30 uruguayos en septiembre del 76.

--¿Qué revelaciones hay del caso de Hidalgo Solá?

Hidalgo Solá era radical, embajador de Videla en Venezuela, donde estaban llegando cantidades de argentinos intelectuales que huían de la dictadura. El los recibía. En julio de 1977 lo matan en Buenos Aires. Y no se sabía nada sobre qué había pasado. La única explicación que había habido por esos años era que había sido por una pelea interna, que lo habían matado enemigos del gobierno o la gente de la ESMA. En los documentos que salieron ahora, testigos cuentan que él estaba estacionado en Buenos Aires y que estaba conversando con alguien que tenía un Ford Falcon detrás. Parecía como que tenían un pequeño altercado que tenía que ver con el estacionamiento. Los testigos dicen que los que estaban en el Falcon estaban armados hasta los dientes y que ahí lo agarran y se lo llevan. Este es un documento del departamento de Estado que habla de las circunstancias. El documento de la CIA sobre el caso dice que los implicados en el secuestro y la muerte --mencionan la muerte-- es la patota de Aníbal Gordon de la SIDE. Es la patota que estaba metida en Automotores Orletti y que lo que querían realmente era sacarle plata. Por eso es que le estaban haciendo peticiones de plata a la familia. Es un documento de 9 páginas que también dice que cuando el gobierno de Videla inicia una investigación de lo que está pasando, la patota se pone nerviosa y lo matan para encubrir el evento. Eso lo dice una fuente. Más abajo hay otra fuente, del batallón 601 del SIE, del Servicio de Inteligencia del Ejército, y dice que la motivación para matarlo es que le estaba dando pasaportes a gente de la izquierda. Son dos versiones. Pero por primera vez dicen que lo mataron.

--¿Qué luz aportan estos documentos a causas importantes en curso?

--Generalmente los documentos de Estados Unidos se convierten en la única evidencia documental oficial. Porque en la Argentina en la dictadura destruyeron toda la documentación. Los documentos son muy sólidos porque son de agencias de inteligencia y no tienen ningún interés en encubrir a nadie. Lo que hacen es darle solidez a los testimonios orales, que generalmente es la única información que se tiene.

--Usted ha mencionado que los relatos de los documentos son escalofriantes…

--La mayoría son escalofriantes por la manera en que te los cuentan. Hay un relato sobre la desaparición de Roberto Quieto en diciembre del 75-enero del 76 que es muy controversial porque fue condenado por Montoneros porque había empezado a hablar. Había sido detenido por la Policía Federal y lo estaban torturando. Lo iban a matar. EL SIE.tenía interés en interrogarlo y lo sacaron para llevárselo. Los interrogadores de la Federal estaban enardecidos porque se lo querían llevar y entonces lo envenenan para matarlo. Sobrevivió al envenenamiento y lo llevaron a la SIE. Lo que tienen de nuevo estos documentos es que son espeluznantes. La inteligencia aquí es muy transparente para entregar el máximo de información. Estas son contribuciones para los juicios y no solo para los juicios sino para el juicio de la opinión pública, que es lo que los organismos llaman la memoria.

--¿Este relato tan minucioso de los agentes de inteligencia agrega mayor responsabilidad a las autoridades estadounidenses, ya que sabían lo que estaba pasando con lujo de detalles y no hicieron nada para evitarlo?

No hay duda de que los documentos establecen claramente que sabían lo espeluznante que era la situación. De que no hayan hecho nada, no lo tengo claro. Yo pienso que hubo esfuerzos de embajadores, como Robert Hill. Creo que en la medida de lo posible se nota que hubo esfuerzos, aunque sea aislados, de llegar a los militares y decirles: así no es como nosotros funcionamos en el hemisferio occidental.


domingo, 14 de abril de 2019

El Plan Cóndor, la CIA, la muerte y el exterminio

Los documentos de la dictadura argentina desclasificados por EEUU 

Nodal

El material fue aportado por el Departamento de Estado y por 14 agencias de seguridad e inteligencia norteamericanas como el FBI, la CIA y el Pentágono.
Estados Unidos entregó ayer a la Argentina la última tanda de documentos secretos desclasificados sobre la dictadura cívico-militar iniciada en 1976. Se trata de la mayor desclasificación hecha en la historia de ese país y está compuesta por 45 mil páginas que incluyen material aportado por el Departamento de Estado y por 14 agencias de seguridad e inteligencia como el FBI, la CIA y la que depende del Pentágono. Los cables aportan información concreta que será útil para el avance de los procesos judiciales y también dan cuenta de la visión y la información que los funcionarios de Estados Unidos tenían acerca de lo que pasada durante la última dictadura argentina, así como de las internas entre las dictintas facciones de las Juntas militares. Varios de los papeles entregados ayer revelan parte de la trama del terrorismo de Estado que a nivel regional se denominó Plan Cóndor.  “Ahora, es necesario que el Estado argentino procese la información para aportar a la reconstrucción de la verdad y a las investigaciones judiciales en curso”, sostuvieron el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y la alianza Memoria Abierta, dos de las organizaciones impulsoras del pedido.
El contenido
Una primera lectura de los documentos realizada por el National Security Archive, de la Universidad George Washington, permite advertir que hay datos concretos que servirán como prueba en los juicios que se están llevando a cabo. Por ejemplo:
* 26 de octubre de 1975. El agregado legal en Buenos Aires, Robert Scherrer, reporta la detención y ejecución del líder de Montoneros, Marcos Osatinsky. El cable informa que Osatinsky fue arrestado y torturado por las fuerzas de seguridad del entonces gobernador Raúl Lacabanne y que las autoridades “escenificaron” su muerte, para que parezca que fue asesinado cuando intentaban rescatar a un agente supuestamente secuestrado por Montoneros. Para esconder la evidencia de los abusos, el personal de seguridad de Lacabanne secuestró el coche fúnebre que transportaba el cuerpo de Osatinsky desde Córdoba hacia Tucumán. “El objetivo era evitar que se realizara una autopsia”, dice el informe.

* 3 de diciembre de 1976. La CIA reporta que “comandantes militares poderosos”, como el jefe del I Cuerpo del Ejército Guillermo Suárez Mason y el comandante de Campo de Mayo, General Santiago Omar Riveros, junto con la cabeza de la Policía Provincial de Buenos Aires (PPBA), coincidieron en que “es tiempo de dejar de ser tan suaves con los terroristas en el país y comenzar una guerra total contra ellos”. Desde la PPBA fueron más lejos: “Hasta nuevo aviso, no queremos prisioneros para el interrogatorio, sólo cadáveres”, sostuvieron, según el documento desclasificado recientemente.
* 16 de agosto de 1977. La CIA obtiene el acuerdo entre los países integrantes del Plan Cóndor, con detalles sobre el financiamiento, la dotación de personal (donde recomiendan la inclusión de al menos una mujer, la logística), el entrenamiento y la selección de objetivos del escuadrón de la muerte “Teseo” para asesinar “subversivos” en el exterior. El cable detalla que la base de operaciones de “Teseo” será instalada en la Argentina y que cada país miembro deberá donar “$10,000 para costos operativos”. Los gastos para los agentes de las “misiones de asesinato” se estiman en $3500 por persona, por 10 días, más “un adicional de $1000 por única vez para el abastecimiento de ropa”.
* 21 de julio de 1978. El resumen del Departamento de Estado sobre violaciones de derechos humanos en Argentina cita la tortura de un psicólogo, confinado a una silla de ruedas debido a la polio, que fue “interrogado con picana eléctrica con el único propósito de obtener información sobre uno de sus pacientes”. El mismo informe revela que los militares argentinos utilizaron inyecciones de un potente anestésico, Ketalar, en las víctimas capturadas que luego fueron “eliminadas en los ríos o en el océano”.
* 12 de abril de 1979. El informe de la CIA revela que el líder Montonero Norberto Habbeger, desaparecido en Brasil en 1978, “fue ejecutado a fines de noviembre o principios de diciembre de 1978 por orden del Jefe de la sección de contrainteligencia del Servicio de Inteligencia del Ejército Argentino (SIE)”.
* 21 de mayo de 1983. Este documento informa que, solo unos meses antes de la transición a la presidencia democrática de Raúl Alfonsín a fines de 1983, el aparato de seguridad continuó con su programa de asesinatos. Utilizando eufemismos para la tortura, el informe indica: “A principios de abril, seis o siete fueron detenidos y ampliamente interrogados. Luego fueron asesinados”. Además, el cable señala que la información obtenida en esa operación “llevó a la captura de Raúl Yaeger, quien después de ser interrogado, fue asesinado en un tiroteo organizado en Córdoba el 30 de abril”.
“Por el volumen de la documentación, advertimos que se requieren importantes recursos para procesarla y personas capacitadas e informadas sobre la historia argentina a fin de poder extraer información que contribuya al avance de las investigaciones judiciales por crímenes de lesa humanidad en curso”, manifestaron desde el CELS y Memoria Abierta en un comunicado conjunto. En ese sentido, exhortaron al Estado argentino a que “contribuya en estos aspectos para que la desclasificación permita fortalecer el proceso de memoria, verdad y justicia”.
El escrito de las organizaciones puede leerse como un recordatorio de que esta entrega histórica de material desclasificado, que recibieron ayer en Estados Unidos el ministro de Justicia, Germán Garavano y el embajador argentino Fernando Oris de Roa,  se inició por el reclamo sostenido de los organismos de derechos humanos.
La primera desclasificación, llevada adelante en 2002, implicó la apertura de 4677 cables y otros documentos que mostraban que funcionarios estadounidenses estimularon la represión. El ex presidente Barack Obama inició una segunda, de más de mil páginas, que fueron publicadas en 2016. La desclasificación de ayer es la etapa final de una iniciativa emprendida por el gobierno de Estados Unidos de publicar los archivos relativos a las violaciones de los derechos humanos ocurridas en Argentina entre 1975 y 1984 y, además de aportar información útil para el avance de los casos, revela información clave para comprender el funcionamiento del terrorismo de Estado a nivel regional.
Informe: Sibila Gálvez Sánchez.

Declassified U.S. Documents Reveal Details About Argentina’s Dictatorship

By Ernesto Londoño
The assassination squad created by Argentina’s military dictatorship to target dissidents during the 1970s had, like other state programs, its own bureaucratic rules: Employees punched in at 9:30 a.m. and were entitled to a two-hour lunch. They received a $1,000 clothing allowance during their first overseas mission. And they were required to submit expense reports.
Representatives of the ultrasecret directorate, which included intelligence officers from Chile and Uruguay, settled on their next victim through a “majority vote.”
These details of the assassination program, which pursued enemies in the region and in Europe as part of the Cold War intelligence alliance known as Operation Condor, have been found in a 1977 Central Intelligence Agency report, part of a trove of newly declassified United States government documents that shed new light on the repressive tactics of military regimes in South America and on American awareness of their actions.
The exchange of over 7,500 records — which the United States formally delivered to the Argentine government on Friday as part of a deal struck during the final months of the Obama administration — is one of the largest transfers of declassified documents from one government to another.
The records contain many new insights, such as confirmation that dozens of people who disappeared at the time were assassinated at the hands of the state. Prosecutors and human rights activists in Argentina are hopeful that the newly available records will aid continuing prosecutions. More than 1,500 former officials in the country have been put on trial for crimes including torture, thousands of forced disappearances and executions and the abduction of hundreds of babies.
Images of people who disappeared during Argentina’s military dictatorship on a window inside a compound used in that era as a secret detention center in Buenos Aires.CreditMauricio Lima for The New York Times
Images of people who disappeared during Argentina’s military dictatorship on a window inside a compound used in that era as a secret detention center in Buenos Aires.CreditMauricio Lima for The New York Times
The information will vastly enhance the public record of a grim era, said Carlos Osorio, the director of the Southern Cone Documentation Project at George Washington University’s National Security Archive.
“The amount of information the intelligence agencies had sends shivers through one’s spine,” he said. “Imagine what it meant to know about atrocities in real time.”
The United States provided varying degrees of support to military juntas that came to power in Latin America during the Cold War. Latin American military officials received training on harsh counterinsurgency techniques at the United States Army School of the Americas as Washington leaned on allied governments to stem the appeal of communism in the region.
Officials also shared information with military dictatorships that resulted in the detention, torture and in some instances killing of American citizens, according to these records and separate court findings.
The newly released documents also suggest that some senior American intelligence officials grew unnerved by the brutality of the regimes the United States backed during that era, particularly when they learned about plans to carry out assassinations in European countries.

Operation Condor

These details of an assassination program, which pursued enemies as part of the Cold War intelligence alliance of autocratic South American governments known as Operation Condor, were revealed in a 1977 CIA report.
In a July 24, 1976, memorandum, Raymond A. Warren, the C.I.A.’s Latin America division chief, warned a supervisor that the assassination task force’s plans to “liquidate” suspected leftist militants abroad “poses new problems for the agency” and should prompt a debate about what actions the United States could take to “forestall illegal activity of this sort.”
Mr. Warren wrote that “every precaution must be taken to ensure that the agency is not wrongfully accused of being a party to this type of activity.”
The time-consuming declassification review process was ordered in March 2016 as part of the Obama administration’s quest to set a new tone in Washington’s relationship with Latin America.
“There was a desire to look at past actions on our part in Latin America with openness and a willingness to confront darker chapters of our policy,” said Benjamin Gedan, a former Obama White House official who worked on Latin America policy.
Mr. Gedan said he was surprised the Trump administration did not scrap the process, since it has taken a radically different approach toward Latin America, endorsing the Monroe Doctrine, which takes an interventionist view of the hemisphere.
Former Lt. Col. Emilio Guillermo Nani, right, and his lawyer, Guillermo Fanego, at Mr. Nani’s apartment in Buenos Aires, where he is serving home confinement with an ankle bracelet.CreditMauricio Lima for The New York Times
The newly released cache includes an F.B.I. report about the execution of Marcos Osatinsky, a prominent leader of the Montoneros, an armed leftist movement that fought Argentina’s dictatorship. American officials learned that Argentine officials brutally tortured and killed Mr. Osatinsky, lied about the circumstances under which he died and disposed of the body before an autopsy could be conducted.
“The purpose of stealing his body was to prevent the body from being subjected to an autopsy, which would have clearly shown he had been tortured,” F.B.I. agent Robert S. Scherrer wrote. “It is doubtful that Osatinsky’s body will ever turn up.”
The documents also disclosed new facts about the abduction and assassination of Jesús Cejas Arias and Crescencio Nicomedes Galañena Hernández, two employees of the Cuban Embassy in Buenos Aires, who vanished on Aug. 9, 1976. The Associated Press received an envelope that included the credentials of one of the men along with a note saying they had deserted “to enjoy the freedoms of the Western world.”
However, American officials soon learned that the Cubans were bundled into an ambulance as they were leaving work and sent to a notorious detention center operating out of a car mechanic shop, where they were tortured for 48 hours. Their bodies were later dumped in the Paraná River, according to a C.I.A. report.
Visitors listening to a talk about Argentina’s military dictatorship inside a compound once used as an illegal secret detention center.CreditMauricio Lima for The New York Times
Visitors listening to a talk about Argentina’s military dictatorship inside a compound once used as an illegal secret detention center.CreditMauricio Lima for The New York Times
The records offer new facts about American citizens who were detained and tortured in Argentina, including Gwen Bottoli, who was taken into custody in April 1976 after leaving banned political pamphlets on a bus stop bench in Rosario.
F.B.I. records show Ms. Bottoli had been under investigation by American law enforcement officials for her activism in the Socialist Youth Alliance. A United States document about her activities, written in Spanish, suggests American officials may have shared their concerns about the group with the Argentines before her arrest, according to Mr. Osorio.
In a phone interview from her home in Minnesota, Ms. Bottoli recalled being smacked across the face during her initial interrogation. She was then led to a room where she was blindfolded, undressed and shocked with an electric prod as her captors asked about associates.
“I was really afraid I would be dismembered and go through further pain,” Ms. Bottoli, 77, said.
Ms. Bottoli said she saw the declassification process as a positive step. “I appreciate that I may have a chance to tell my story so that we don’t allow history to repeat itself,” she said.
Argentina has done more than any of its neighbors to investigate abuses committed by the state during the dictatorship, which lasted from 1976 to 1983.
Members of the Grandmothers of the Plaza de Mayo, an organization that tries to find children illegally adopted during the military dictatorship.CreditMauricio Lima for The New York Times
Members of the Grandmothers of the Plaza de Mayo, an organization that tries to find children illegally adopted during the military dictatorship.CreditMauricio Lima for The New York Times
María Ángeles Ramos, a federal prosecutor who oversees the department handling crimes against humanity, said earlier records declassified by the United States have been valuable in corroborating evidence and identifying new culprits. With about 40 percent of cases still awaiting judgment, she said her team has high hopes the latest batch of records will advance their work.
“These documents will undoubtedly help answer a lot of questions that are still pending,” Ms. Ramos said. “This will continue to bring truth to the victims.”
President Mauricio Macri of Argentina, who is regarded with disdain by many human rights activists focusing on the dictatorship era, expressed hope recently that the new documents will bring more victims a measure of justice.
“They will be essential for there to be justice in past cases, still pending, from one of the darkest periods of Argentina’s history,” he said last month.
The release comes amid a raging debate in neighboring Brazil about its own period of military rule. President Jair Bolsonaro, a far-right politician who served in the Army early in his life, last month called on the armed forces to commemorate the 1964 coup that installed a repressive military dictatorship for 21 years.
Peter Kornbluh, a senior analyst at the National Security Archive, argued that declassifying documents earlier than the government ordinarily would makes a meaningful contribution.
“These documents remind us of the ugly reality of the military coups and the regimes that followed,” he said. Access to them is “the strongest bulwark against the reactionary revisionism that is attempting to paint a pretty picture of the military regimes in the southern cone.”

viernes, 12 de abril de 2019

El arresto de Assange responde a presiones de Trump, la CIA y el Pentágono y es un "punto negro" en la historia de Ecuador



RT en español

La decisión del presidente de Ecuador, Lenin Moreno, de retirarle el asilo a Julian Assange, "es un punto negro en la historia de Ecuador y América Latina, porque está cediendo ante una presión inusitada por parte del gobierno de Trump, de la CIA y del Pentágono", opina el historiador y analista internacional Leandro Morgenfeld.

jueves, 11 de abril de 2019

Trump pidió la extradición del fundador de WikiLeaks


Trump pidió la extradición del fundador de WikiLeaks

El futuro de Julian Assange

Lenín Moreno entregó al australiano para acercarse a Washington y despegarse del legado de su antecesor Rafael Correa. En Estados Unidos ya se presentó una acusación por un supuesto complot para conseguir cables diplomáticos.

La detención en Gran Bretaña no debería durar mucho. Está acusado de un delito excarcelable, violar las condiciones de su libertad condicional, basada en una orden de captura del gobierno sueco por una investigación de presuntos delitos sexuales que ya fue archivada y en la cual Assange nunca fue acusado. Si Estados Unidos no hubiera intervenido, el fundador de WikeLeaks hubiera quedador libre tras presentarse ante el juez, declarar y pagar la multa. Pero Estados Unidos pidió la extradición de Assange para enfrentar cargos de traición y espionaje por la megafiltración de cables diplomáticos conocida como Cablegate. Un Gran Jurado convocado en Alexandria, Virginia, acaso el distrito donde conviven más militares, espías y policías por metro cuadrado en todo el país, ha presentado una acusación en contra de Assange por supuesto complot con su fuente, Chelsea Manning, para extraer los cables y darlos a conocer. Manning fue condenada a 35 años por eso y perdonada por Obama después de siete. Gran parte del juicio a Manning giró alrededor del tema de si WikiLeaks había sido un receptor pasivo de los cables o si se había confabulado de alguna manera para obtenerlos.
Si bien es cierto que es muy delgada la línea entre el periodismo de investigación y el terrorismo a través del robo de información secreta, así como es muy delgada la línea entre el espionaje y la diplomacia, sería una hipocresía mantener que los periodistas somos meros receptores pasivos de secretos que nos quieren contar. Explicarle a una fuente cómo hacernos llegar un material de forma segura y anónima no es lo mismo que urdir un plan criminal para hundir a un gobierno. Así, al menos lo entendió el fiscal general de Obama, Eric Holder, y por eso se negó a avanzar con la acusación en contra de Assange. Y le dijo al Washington Post que no podía juzgar a Assange sin entrar en conflicto con la primera enmienda de la Constitución estadounidense que garantiza la libertad de expresión. Con el gobierno de Trump las cosas arrancaron bien porque las publicaciones de WikiLeaks sobre Hillary Clinton le dieron una gran mano para ganar la elección. El hoy presidente llegó a tuitear “Amo a WikiLeaks”. Pero las cosas cambiaron rápidamente cuando el sitio de Assange publicó “Vault 7”, la mayor filtración de documentos de la CIA en la historia de la agencia. A partir de entonces, el gobierno de Trump definió a WikiLeaks no como un medio de comunicación, sino como un “servicio de inteligencia hostil, no estatal” y la investigación de Alexandria cobró impulso con nuevas medidas y citaciones de testigos, incluyendo a Manning, quien se negó a declarar y por eso volvió a prisión hace un mes.
Trump se animó a pedir la extradición de Assange y a impulsar un juicio histórico y seguido por todo el mundo. Será un capítulo más en la pelea que Trump viene llevando con los medios de su país y las organizaciones de derechos humanos y libertad de expresión. A nadie le escapa que prácticamente todos los medios del mundo publicaron la información por la que Assange ha sido acusado y que varios de esos medios, incluyendo el New York Times, The Guardian El País y Página/12, fueron socios de WikiLeaks en distintos proyectos de publicación.
Más aún dicho juicio servirá para general un gran debate acerca de qué significa ser periodista en la era de internet, redes sociales, concentración mediática y megafiltraciones, cuáles son los límites al derecho a informar en sociedades democráticas, qué significa la noción de privacidad en la era de la hipertransparencia.
Trump está dispuesto a dar ese debate. Todo parece indicar que es el tipo de pelea más le gusta. Y sabemos que Assange se viene preparando para este momento desde hace mucho tiempo.
Más allá del ajedrez geopolítico, en un día así un no puede dejar de pensar que más allá del icono está el ser humano. Un tipo tierno, vivaz, tímido a su manera, obstinado, mandón ingenioso, amante del queso francés y el malbec argentino, que para poder publicar no tuvo miedo a enfrentarse al Pentágono ni a quemar puentes con China, Rusia y la Unión Europea hasta quedar completamente aislado, que pasó seis años y diez meses en un encierro atroz, vigilado, espiado, de a ratos incomunicado. Aprendí mucho de él. Una vez nos quedamos hablando catorce horas seguidas -¡catorce horas!- con él y su padre John Shipman en la sala de conferencias de la embajada. En otra ocasión me tiró una frase que nunca olvido: “Conseguir información es fácil”, me dijo. “Lo que es difícil es publicarla”.

martes, 2 de abril de 2019

Guerra de Malvinas: la polémica mediación de Estados Unidos

Guerra de Malvinas: la polémica mediación de Estados Unidos

El país del norte se involucró de lleno en el conflicto militar. Las charlas entre Ronald Reagan y Leopoldo Galtieri.
Por  (Revista Noticias)
Además de las siete visitas de mandatarios de Estados Unidos analizadas en nuestro reciente libro Bienvenido Mr. President, hubo otras de funcionarios estadounidenses de primer nivel que incidieron en el vínculo entre Argentina y Estados Unidos y provocaron todo tipo de reacciones. En este artículo nos ocuparemos de la del Secretario de Estado Alexander Haig, en abril de 1982.
Desde el año 1980 Argentina se involucró más en los conflictos del continente. Colaboró con el golpe de Estado de Luis García Meza en Bolivia, participó en la lucha anti-sandinista en Nicaragua y profundizó los operativos en el marco del Plan Cóndor (coordinación entre las dictaduras latinoamericanas y la CIA para la persecución y el exterminio de miles de dirigentes políticos y sociales). En los seis meses que Galtieri ocupó la Casa Rosada, la relación con Washington atravesó dos etapas. La primera, desde diciembre de 1981 hasta el 2 de abril de 1982, se caracterizó por una fuerte cooperación bilateral y una acción conjunta en la lucha contra las fuerzas revolucionarias en América Central. La estrategia del canciller Nicanor Costa Méndez fue mostrar la sintonía entre la adscripción occidental y anticomunista de su jefe y la orientación conservadora de Reagan. La mejora en las relaciones con la Casa Blanca, en función de las necesidades estratégicas del Departamento de Estado, llevó erróneamente a creer que estas afinidades podrían ayudar al gobierno militar para buscar una solución diplomática una vez que se recuperaron por la fuerza las Islas Malvinas. Las pretensiones de Galtieri chocaron contra la histórica alianza Washington-Londres. La OTAN, y no el TIAR, fue la esperable elección de Estados Unidos. Galtieri no pudo contar con el apoyo de Reagan, quien intentó disuadirlo el 1 de abril para que no ocupara las Malvinas, y debió sobreactuar una política tercermundista, que no hizo sino profundizar las tensiones con Washington, hasta el final de la guerra y su renuncia, en junio de 1982. El estallido del conflicto bélico con Gran Bretaña cerró la etapa de acercamiento bilateral iniciada a principios de los años ochenta.
Bienvenido Mr. President, Leandro Morgenfeld, Editorial Octubre.
En el marco de la mediación entre Gran Bretaña y Argentina, el gobierno estadounidense se involucró ni bien estalló el conflicto. El mismo 2 de abril, apenas pasadas las 22hs, hubo una conversación telefónica entre Reagan y Galtieri, en la cual el primero intentó convencer al segundo de que diera marcha atrás, con el argumento de que habría una respuesta militar británica. El embajador estadounidense en Buenos Aires, Harry Shlaudeman, cumplió un rol preciso en esos días frenéticos, oficiando como un correo directo para que el dictador argentino dialogara con sus jefes políticos.
El secretario de Estado Haig inició, el 8 de abril, una gestión de mediación, que incluyó sendas visitas a Buenos Aires y Londres. Primero dijo querer persuadir a ambos gobiernos de intentar una administración provisoria y neutral, tras el retiro de las tropas argentinas, hasta que se resolviera la suerte de las islas. La comisión, que reemplazaría al gobernador, estaría integrada por representantes del Reino Unido, Argentina y Estados Unidos, quienes se encargarían de asegurar que se cumpliera el acuerdo de paz. No prosperó. Ni los británicos estaban dispuestos a ceder la soberanía –pretendían que se restaurara la administración previa al 2 de abril- ni los argentinos a retirar las tropas. Las gestiones de Haig, como era previsible, no llegaron a nada, tras lo cual regresó a Washington, el 19 de abril.
En el marco de esa suerte de mediación, el encargado de las relaciones exteriores de Estados Unidos llegó a Buenos Aires el domingo 11, acompañado por Vernon Walters, experto de la CIA en misiones reservadas. Galtieri insistió en el argumento de que el desembarco argentino estaba justificado por la negativa británica a responder a las disposiciones de la ONU, mientras que el canciller estadounidense reiteraba la disposición de Margaret Thatcher a una respuesta militar. La Plaza de Mayo desbordaba de gente, por una movilización que se había pergeñado para conmover al enviado de Reagan, lo cual ocurrió, pero no como esperaba la Junta Militar. Haig recordó la revolución iraní de 1979, con la posterior toma de la embajada estadounidense en Teherán, y resolvió evacuar a casi todo el personal diplomático de su embajada en Buenos Aires, dejando sólo los agregados militares y agentes de inteligencia.
Tras el fracaso de las visitas de Haig en su rol como mediador con Londres, hubo un último intento, ejecutado por el embajador estadounidense, de convencer a Galtieri de que retrocediera para evitar la represalia británica, horas antes de que Reagan blanqueara el apoyo a Thatcher. En la madrugada del 30 de abril, Shlaudeman se reunió durante dos horas con Galtieri, en la jefatura del Ejército, y le solicitó que retirara sus tropas de las islas: “Venimos sin instrucciones de la Casa Blanca, general. Queremos saber si hay alguna forma de evitar la confrontación fatal”. El dictador argentino aceptó planteárselo a los otros jefes de la Junta, según consta en documentos secretos desclasificados hace poco más de una década, pero el jefe de la Armada no habría aceptado. Horas más tarde volvieron a reunirse y Galtieri le transmitió al embajador estadounidense la respuesta negativa que ya le había adelantado la noche anterior: “La Argentina no puede tomar ese paso unilateralmente porque aparecería cediendo a la presión”. Horas más tarde, ese mismo día, Reagan anunciaba su apoyo a Thatcher –aunque Caspar Weinberger, al mando del Pentágono, ya venía brindando en secreto apoyo logístico al Reino Unido-. Al día siguiente se iniciaría el bombardeo a Puerto Argentina. Terminaba la pantomima de la mediación estadounidense y se iniciaba la guerra.