Por Ava Gómez Daza y Silvina Romano | CELAG |
El pasado 8 de diciembre se realizó en Foz de Iguazú (Brasil) la primera Cumbre Conservadora de las Américas, que reunió a varios representantes de la derecha y la extrema derecha de la región. El encuentro, que pasó desapercibido en la prensa internacional, fue producto de la convocatoria realizada por Eduardo Bolsonaro –diputado del Partido Social Liberal (PSL)– y apoyada por el electo presidente Jair Bolsonaro (padre del convocante), quien apareció en la cumbre por medio de una videollamada.
Entre otros periodistas y académicos que intercambiaron perspectivas sobre cultura, política, seguridad y economía[i], participaron José Antonio Kast[ii](exdiputado chileno, creador del movimiento político Acción Republicana); la senadora María Fernanda Cabal, del partido Centro Democrático; Fidel Zavala (senador paraguayo del Partido Patria Querida); Orlando Gutiérrez (representante de los exilados cubanos en Estados Unidos); así como los venezolanos Roderick Navarro y Eduardo Bittar (del grupo Rumbo Libertad).
Auspiciada por la Fundación Índigo de Políticas Públicas –asociada al PSL– y el Centro de Estudios en Seguridad, sus objetivos fueron: 1) posicionarse como un espacio de encuentro de sectores afines a la derecha en las Américas y 2) restarle valor al Foro de Sao Paulo. A pesar de que su repercusión pública fue escasa, esta cumbre marcó un precedente de voluntad unitaria de una facción política que se posiciona abiertamente en el extremo ideológico de la derecha que combate la defensa de la igualdad y los derechos humanos.
Estas posturas, que comenzaron a salir a la superficie del debate público en los últimos procesos electorales de la región y que fueron desoídas por extremistas -y reducidas inicialmente a lo anecdótico, lo folclórico e incluso lo ridículo- están empezando ya no sólo a encontrar espacios de exposición pública, sino a ser parte de una identidad internacional que se reconoce combativa del marxismo cultural, la ideología de género, el lobby gay, la inmigración ilegal (más recientemente el Pacto Mundial por la Migración de la ONU) y los gobiernos dictatoriales de Nicaragua, Venezuela y Cuba.
De las declaraciones a los hechos
El discurso oficial de la cumbre –solo edulcorado, a propósito, por la pedida de mano de Eduardo Bolsonaro a su novia en plena exposición– marca una línea clara de intervención en Venezuela, Nicaragua y Cuba: “hay que derrocar las dictaduras”, coinciden los ponentes; señala las políticas redistributivas como laesclavitud moderna y al Estado garante como un Estado gigante que sólo puede generar víctimas en las clases sociales más empobrecidas. Esta particular lucha tiene la fuerza de la unidad conservadora, que para ellos no es una coincidencia, sino una diocidencia, es decir, una suerte de milagro de dios para librar a Latinoamérica del comunismo.
La expresión abierta y sin tapujos de propuestas tan radicales que rayan en lo surrealista parte de la perspectiva de que la unión regional, bajo el liderazgo de Jair Bolsonaro, puede desatar el enjuiciamiento de los gobiernos que consideran dictatoriales, sus enemigos. Los asistentes ven en el liderazgo de Bolsonaro –padre– una oportunidad para dar un giro de timón en la región hacia la constitución de un nuevo orden de principios alineados al conservadurismo que juzgue los regímenes a los que se enfrenta.
Entre las consignas que circularon por el evento, destaca la de “exterminar” la izquierda, reiterada por el hijo de Bolsonaro y confirmada por el filósofo y astrólogo Olavo de Carvalho, quien afirmó que con la izquierda “hay que hacer lo mismo que hicieron los españoles con los aztecas”. Estas frases, que parecen pura provocación y alusión a lo políticamente incorrecto, tienen eco en otras declaraciones que sí pueden tener incidencia en procesos concretos en América Latina. El filósofo cubano Orlando Gutiérrez, del núcleo anticastrista de Miami, aseguró que “el comunismo es la muerte” a lo que Eduardo Bolsonaro respondió que el Gobierno de Brasil hará “todo lo posible para restablecer la libertad en Cuba”. Algo similar sucedió con las declaraciones del venezolano “exiliado” en Brasil, Roderick Navarro (del grupo Rumbo Libertad), convocando a Brasil a romper las relaciones con Nicolás Maduro, porque “la izquierda es la barbarie”[iii].
Los dichos y el potencial de las derechas
Lo dicho por estos “expertos” pone de relieve el lugar que buscaría ocupar el próximo Gobierno de Brasil, no sólo en la política sino en la geopolítica regional, apoyado por sectores vinculados a la militarización y el recorte de derechos económicos, sociales y políticos, sumado al acercamiento a grupos de derecha y fuerzas de seguridad de EE. UU. Un indicador del tipo de región que podría configurarse son los invitados al panel sobre seguridad de la Cumbre, cuya pertenencia institucional y trayectorias políticas muestran el modo de operar de la derecha en el ámbito de la “seguridad”, siendo preocupante la posibilidad de que logren unificarse en prácticas, más allá de las declaraciones –de cara, por ejemplo, a la delicada situación de Venezuela-.
Encabezó la lista Leonardo Giardin de Souza (promotor de Justicia del Ministerio Público de Rio Grande do Sul) coautor del libro “Bandidolatría y democidio: ensayos sobre garantismo penal y la criminalidad en Brasil” donde se explica cómo el aumento de la criminalidad ha sido favorecido por el Estado Brasileño (del PT), la academia y la teología de la liberación[iv]; Fidel Zavala, senador paraguayo, cuya principal hazaña fue el haber sido secuestrado en 2009 por un grupo guerrillero de izquierda (Ejército del Pueblo Paraguayo) y cuya existencia como tal no se corrobora más que en las noticias, pero que fue una de las excusas para la masacre de campesinos en Curuguaty y causal del golpe a Lugo[v]; el General colombiano Jorge Jerez Cuellar, que en plenas negociaciones de Paz en 2016 declaró que “el ejército colombiano le ganó a las FARC “porque nosotros somos los que vamos a quedar con los uniformes y con los fusiles, las armas de la república”[vi]; Alvaro Uribe (video conferencia), expresidente de Colombia, protagonista estelar del Plan Colombia pautado desde EE. UU., que no logró acabar con el narcotráfico pero se destacó por los abusos a los derechos humanos y la destrucción de las condiciones de vida y el tejido social en las comunidades afectadas por el Plan[vii]; Fernando Destito Francischini, delegado de la Policía Federal y diputado federal por el PSL/PR, acusado de financiar fake news para la campaña a favor de Bolsonaro[viii]
¿Derecha versus derecha?
Algunos ponentes se centraron en criticar a aquellos gobiernos que, desde la derecha, han decepcionado los enfoques de política que defienden. Es el caso de José Antonio Kast, en cuya exposición se mostró duramente crítico con el Gobierno de su otrora aliado Sebastián Piñera. Acusó al actual presidente de Chile de ceder ante la izquierda en su política de valores, apelando a la promulgación de la Ley de Identidad de Género en La Moneda; para Kast este gesto demuestra que la izquierda sigue ganando la agenda. La exigencia de “más mano dura”, incluso en un campo ideológico que ya juega con esta baza, es un reflejo del cambio de época incluso para la antigua derecha regional.
Proyección de la derecha de EE. UU.
La derecha estadounidense celebró la reunión, una suerte de “Cumbre de las Américas” abiertamente conservadora, algo que ni la dinastía Bush hubiera imaginado. El blog del exasesor de campaña de Trump y líder incipiente de la derecha internacional, Stephen Bannon, repitió satisfecho la “obligación” asumida por el próximo Gobierno brasileño, de “apoyar a grupos antiizquierda a lo largo del continente”, así como la promesa de “no abandonar al pueblo cubano”[ix].
Estas ideas no son sostenidas de modo aislado por personajes como Bannon. Buena parte del sustento filosófico bolsonariano es provisto por The Inter American Institute for Philosophy, una fundación que opera desde EE. UU., por el momento de perfil mediocre,[x] pero ahora con mayor visibilidad y proyección. Es liderada por el asesor y gurú de Bolsonaro, Olavo de Carvalho, quien vive en EE. UU. y se vincula, entre otros, con el Hudson Institute, la Fundación Atlas y la America’s Future Foundation. Destaca de las tres la Fundación Atlas, con un activo rol en el proceso del golpe contra Dilma Rousseff, a través de sus vínculos con think tanks y fundaciones brasileñas[xi]. Otro integrante de dicho instituto es Roberto Micheletti, presentado como “expresidente de Honduras”, que asumió el cargo como resultado de una crisis constitucional debido al intento de Manuel Zelaya de cambiar ilegalmente la Constitución”[xii]. Así, en este tipo de fundaciones, uno de los artífices del golpe de Estado al presidente Manuel Zelaya es presentado como el salvador del Estado de Derecho en Honduras. Este perfil de Micheletti coincide con la línea de estudios del mismo Instituto, donde destaca el abordaje del Foro de San Pablo, caracterizado como la “organización comunista más ambiciosa y poderosa de América Latina en las últimas décadas”[xiii]. Bajo el paraguas de la ley y el gobierno se denuncia al marxismo cultural[xiv], se discute la teoría de la evolución de Darwin, se condena la lucha por los derechos de gays y lesbianas, y la educación sexual[xv].
Este tipo de ideas, en algún momento consideradas como abiertamente caducas o al menos pasadas de moda, han vuelto a tener visibilidad en los últimos años a través de consignas de campaña electoral, oposiciones a proyectos de ley, y un cada vez mayor protagonismo de organizaciones conservadoras y religiosas en diversos países de la región. Ahora encuentran una suerte de corolario en esta Cumbre Conservadora de Foz de Iguazú. Si bien el evento se caracterizó por cierta informalidad y falta de organización, así como su escasa repercusión mediática, es un punto de partida para una potencial unión de las derechas a nivel formal (más allá de los lazos históricos) que puede tener impacto en la geopolítica regional (por ejemplo, vía el incremento de la securitización-militarización) y en el apoyo “desde arriba” a una mayor proliferación de partidos y organizaciones de derecha a nivel continental.
La próxima edición de este foro se realizará en Cuba, entre los días 15 y 17 de julio de 2019. Se estima que, con Bolsonaro presidente y erigido en el representante de este nuevo movimiento integrador (o desintegrador) de la región, el foro irá adquiriendo más fortaleza, mientras los espacios progresistas siguen en un franco retroceso.
[i] http://www.cupulaconservadora.com.br/
[ii] https://www.youtube.com/watch?v=ZOwaJDG-gOI
[iii] https://brasil.elpais.com/brasil/2018/12/08/politica/1544308707_584980.html
[iv] http://lorotaspoliticaseverdades.blogspot.com/2017/06/prefacio-do-livro-bandidolatria-e.html
[v] https://www.alainet.org/es/articulo/173439
[vi] http://caracol.com.co/emisora/2016/09/09/manizales/1473428270_096814.html
[vii] https://www.celag.org/impactos-del-plan-colombia-otro-exito-made-in-america/
[viii] https://lula.com.br/delegado-franchischini-coordenador-da-campanha-de-bolsonaro-financiou-site-de-fake-news/
[ix] https://www.breitbart.com/latin-america/2018/12/10/bolsonaro-brazil-obligation-help-latin-america-fight-communism/
[x] https://theinteramerican.net/
[xi] https://www.celag.org/eeuu-avanza-sobre-el-brasil-de-temer/
[xii] https://theinteramerican.net/fellows/
[xiii] https://theinteramerican.net/the-sao-paulo-forum-the-most-powerful-political-organization-in-latin-america-timeline-1989-2013/
[xiv] https://theinteramerican.net/law-and-government-blog/
[xv] https://theinteramerican.net/dr-judith-reisman-commentary/
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