Bienvenido Mr. President: backstage de las relaciones entre mandatarios de EE.UU y Argentina
NOTICIAS adelanta un fragmento del último libro del historiador Leandro Morgenfeld. El detrás de escena de un vínculo conflictivo.
Revista Noticias
Por Leandro Morgenfeld
Las relaciones con el poderoso vecino del norte siempre fueron trascendentales para Argentina. En “Bienvenido Mr. President”, el último libro de Leandro Morgenfeld(historiador de la UBA y docente de esa facultad, autor de “Vecinos en conflicto” y de “Relaciones peligrosas”, entre otros), el analista estudia las idas y vueltas entre Washington y Buenos Aires , a partir de los vínculos que mantuvieron los distintos mandatarios de cada país. A continuación, NOTICIAS publica un adelanto del trabajo que distribuye Editorial Octubre.
Fragmento de Bienvenido Mr. President. De Roosevelt a Trump: las visitas de presidentes estadounidenses a la Argentina, de Leandro Morgenfeld, Editorial Octubre, 392 páginas, $490.
En primer lugar, arrojando luz sobre un aspecto muy poco atendido incluso en la bibliografía sobre el vínculo bilateral, en el libro se mostró que la llegada de mandatarios o enviados de la Casa Blanca, y las reacciones que produjeron, fueron la manifestación de los distintos momentos que atravesó la relación y, a la vez, condicionaron la política exterior argentina y, en particular, el conflictivo vínculo con Estados Unidos. A diferencia de la creencia de que no sirven para nada y apenas dejan como saldo una colección de fotos y gestos protocolares, se pretendió mostrar su real significado y el impacto que produjeron, tanto hacia afuera como hacia adentro, en la pugna entre sectores proclives a un mayor alineamiento o autonomía respecto al gigante del norte.
(Lea también: ¿Por qué a Trump y Lagarde les interesa apoyar a Macri?)
En segundo lugar, se buscó constatar la relevancia de los condicionantes internos, a la hora de entender las idas y vueltas en la relación con Estados Unidos. Si bien distintos internacionalistas llamaron atención sobre la importancia de los mismos, todavía es una dimensión que requiere muchas investigaciones al respecto. En este libro, se abordó el contexto de la relación bilateral –y regional- en el momento de cada visita, los objetivos de cada gobierno y las reacciones que suscitaron en la Argentina, tanto a favor como en contra de la profundización del vínculo entre ambos países. Las corporaciones agropecuarias, los industriales, los militares, los sindicatos, las organizaciones populares, los partidos políticos, los artistas, las agrupaciones estudiantiles y los intelectuales aprovecharon la particular circunstancia de las visitas para expresar sus demandas, opiniones, críticas o anhelos en torno a la relación con el gobierno de la principal potencia planetaria.
En tercer lugar, se procuró visibilizar las reacciones populares, soslayadas casi siempre a la hora de analizar los condicionantes internos de la política exterior argentina. Los mandatarios y representantes estadounidenses que visitaron el país debieron, en algunas oportunidades, enfrentar movilizaciones callejeras, escraches o expresiones artísticas contestatarias. Esas reacciones marcaron los límites a los realineamientos buscados por distintos sectores internos y también, en algunos casos, por los gobiernos. Quienes procuraban aceitar los vínculos con Estados Unidos debieron enfrentar esas resistencias, como ocurrió con Onganía, Menem o Macri, por mencionar algunos ejemplos desarrollados en este libro.
Más allá de estas resistencias, las visitas permitieron afianzar la presencia de Estados Unidos en la Argentina, fortaleciendo a los sectores internos que alentaban esa orientación. En algunos casos, fueron instrumentalizadas en función de lograr una legitimación interna de una política exterior alineada con la Casa Blanca y las potencias occidentales, a contramano de lo que ocurrió en buena parte de la historia de la Argentina moderna. Según los relatos hegemónicos, siempre proclives a dar la bienvenida a Mr. President, la visita del jefe de gobierno estadounidense era la constatación de la “vuelta al mundo” del país, la ratificación del liderazgo del presidente anfitrión y la confirmación de que había transformado a la Argentina en un jugador relevante en el tablero geopolítico global. La insistencia de Menem en ser anfitriones de la Cumbre de las Américas de 2005 o la de Macri en ser sede de la Cumbre presidencial del G20 deben ser leídas en esta clave.
Más allá de estas resistencias, las visitas permitieron afianzar la presencia de Estados Unidos en la Argentina, fortaleciendo a los sectores internos que alentaban esa orientación. En algunos casos, fueron instrumentalizadas en función de lograr una legitimación interna de una política exterior alineada con la Casa Blanca y las potencias occidentales, a contramano de lo que ocurrió en buena parte de la historia de la Argentina moderna. Según los relatos hegemónicos, siempre proclives a dar la bienvenida a Mr. President, la visita del jefe de gobierno estadounidense era la constatación de la “vuelta al mundo” del país, la ratificación del liderazgo del presidente anfitrión y la confirmación de que había transformado a la Argentina en un jugador relevante en el tablero geopolítico global. La insistencia de Menem en ser anfitriones de la Cumbre de las Américas de 2005 o la de Macri en ser sede de la Cumbre presidencial del G20 deben ser leídas en esta clave.
En síntesis, las visitas fueron, entre otras cosas, un escenario privilegiado para que cada sector interno manifestara cómo debía ser el vínculo con Estados Unidos, y a la vez para expresar reclamos a ese gobierno, o para solicitar apoyos concretos, ya sea para obtener créditos, facilitar la negociación con organismos financieros internacionales, destrabar exportaciones al mercado estadounidense, lograr la provisión de equipamiento militar o sellar acuerdos de cooperación en materia científica y tecnológica. Al fin y al cabo, en un encuentro mano a mano entre presidentes se pueden cerrar acuerdos que de otra forma demandarían meses o años de negociación.
El rechazo internacional que provoca Trump es particularmente alto en América Latina. Se destaca México, blanco de sus ataques, pero también alcanza a la Argentina, a pesar del alineamiento del presidente Macri. Esto puede implicar un problema para Estados Unidos y para los gobiernos derechistas de América Latina que insisten en subordinarse a Washington. Macri, por ejemplo, deberá seguramente afrontar protestas cuando reciba Trump en noviembre, en la Cumbre Presidencial del G20. No es lo mismo aparecer sonriente junto al carismático Obama, como hizo en marzo de 2016, que en compañía del revulsivo magnate neoyorquino. El fantasma de Mar del Plata reaparecerá seguramente en las calles de Buenos Aires, cuando concrete su primera visita a la región.
No hay comentarios:
Publicar un comentario