Leandro Morgenfeld *
(Especial para sitio IADE-RE) | Compartimos el capítulo 4 ("El inicio de
las relaciones carnales") del libro Bienvenido Mr. President. De Trump a
Roosevelt: las visitas de presidentes estadounidenses a la Argentina (Buenos
Aires: Ed. Octubre).
Introducción. Transcurrieron 30 años hasta que un presidente de Estados Unidos visitó nuevamente la Argentina. La llegada de George H. W. Bush (1989-1993) ocurrió en un momento bisagra del siglo XX. Fue la escenificación de un inesperado giro en las relaciones bilaterales, que transcurrieron a partir de ese entonces por inéditos carriles de alineamiento.
Tras la caída del Muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética y el fin de la guerra fría se estableció el Consenso de Washington, una serie de políticas económicas impuestas por Estados Unidos, el G7 y los organismos financieros internacionales a los países en desarrollo, y en especial a los que necesitaban hacer frente a sus elevadas deudas externas. Se les exigía una amplia reforma de los Estados, privatizaciones de las empresas públicas, mayores facilidades a las inversiones extranjeras, aumento de impuestos y ajuste en los gastos, para lograr superávit fiscal y pagar la deuda externa. Fue una de las manifestaciones de la ofensiva del capital sobre el trabajo que signó a la etapa neoliberal. Los apologistas del imperio juzgaron que se había arribado al fin de la historia (Fukuyama, 2015), que el capitalismo se había impuesto para siempre y que se había constituido un nuevo mundo unipolar, con Washington y Wall Street como poderes incontestables.
La visita fue uno de los momentos clave, además, del vínculo personal que Menem y Bush iniciaron en Estados Unidos y consolidaron durante este viaje a Buenos Aires. El ex gobernador riojano promovió la modalidad de personalizar las relaciones políticas con la Casa Blanca. En su primer encuentro con Bush, el 25 de setiembre de 1989, en la cena de gala de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, “Menem tenía un lugar asignado en una mesa de colegas latinoamericanos, pero esperó el momento justo: cuando Bush estaba a punto de sentarse se le plantó en la silla de al lado fingiendo no ver las señas indignadas del personal de ceremonial. Fue cuando le dijo ‘somos del mismo palo’, una frase que lo marcó para siempre. Bush le dio la primera prueba de amor a Menem cuando en 1990 hizo su visita oficial a pesar del alzamiento carapintada”[1]. No era la primera vez que venía a Buenos Aires. El 10 de diciembre de 1983, siendo vicepresidente, había representado a Ronald Reagan en la asunción de Raúl Alfonsín, a la que asistieron múltiples mandatarios americanos y europeos.
Menem recibió a Bush el 5 de diciembre de 1990, en una semana particularmente tensa. La visita estuvo a punto de cancelarse ya que dos días antes se había producido un levantamiento militar liderado por Mohamed Alí Seineldín. El mandatario estadounidense llegó al país a afianzar el vínculo con su nuevo aliado, quien instrumentaba un fuerte ajuste y se aprestaba a ser el alumno modelo en aplicar el Consenso de Washington y las recetas del FMI. Además, venía a agradecer el apoyo del gobierno de Menem a las acciones contra Irak, justo pocas semanas antes de que se instrumentara la operación “Tormenta del Desierto” (enero de 1991), en la cual la Argentina participó enviando dos buques de guerra. Además, significó un respaldo frente al levantamiento carapintada, que se inscribía en la llamada doctrina Reagan, quien planteó que, para confrontar con la Unión Soviética, Estados Unidos debía promover las democracias liberales en América Latina, luego de años de haber avalado distintos regímenes dictatoriales.
Esa visita, entonces, fue fundamental para iniciar lo que luego se dieron en llamar relaciones carnales con Estados Unidos, inéditas en la historia argentina. El vínculo personal entre Menem y Bush iniciado en New York, se solidificó en Buenos Aires en esta oportunidad y se afianzaría poco después, cuando Menem, en noviembre de 1991, se transformó en el primer presidente peronista en realizar una visita de Estado al país del Norte.
Las imágenes de ambos mandatarios jugando al tenis en Olivos, en ese caluroso verano porteño, se transformarían en el símbolo más inequívoco de la flamante luna de miel entre la Casa Rosada y la Casa Blanca.
* 26-09-2018 | Doctor en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Profesor de la misma universidad e Investigador Adjunto del CONICET. Co-Coordinador del Grupo CLACSO “Estudios sobre EEUU”. Autor de Bienvenido Mr. President. De Trump a Roosevelt: las visitas de presidentes estadounidenses a la Argentina (Buenos Aires: Ed. Octubre, 2018), co-editor de Estados Unidos contra el mundo. Trump y la nueva geopolítica (Buenos Aires: CLACSO, 2018) y del sitio www.vecinosenconflicto.com.
[1] “‘Mi amigo George’ visita a ‘Menem, líder mundial’” en Página/12 1999 (Buenos Aires) 2 de diciembre.
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