domingo, 30 de septiembre de 2018

"Trump en Argentina. De Washington a Buenos Aires"




Por Leandro Morgenfeld
Perfil

Solo seis presidentes de Estados Unidos viajaron a la Argentina durante el ejercicio de su mandato: Franklin D. Roosevelt (1936), Dwight D. Eisenhower (1960), George H. W. Bush (1990), William “Bill” Clinton (1997), George W. Bush (hijo) (2005) y Barack Obama (2016). De no mediar ningún imprevisto, Donald Trump sería el séptimo. Leandro Morgenfeld default FOTO: CEDOC MÁS NOTICIAS DE COLUMNISTAS Realismo trágico Fútbol para todos Emociones, política, ciencia y sindicatos Fuera de registro Solo seis presidentes de Estados Unidos viajaron a la Argentina durante el ejercicio de su mandato: Franklin D. Roosevelt (1936), Dwight D. Eisenhower (1960), George H. W. Bush (1990), William “Bill” Clinton (1997), George W. Bush (hijo) (2005) y Barack Obama (2016). De no mediar ningún imprevisto, Donald Trump sería el séptimo, cuando llegue el 30 de noviembre de 2018 a la Cumbre del G20 en Buenos Aires. Cada una de estas visitas respondió a objetivos estratégicos, generó demandas y expectativas particulares en la Argentina, incidió en la relación bilateral y a la vez provocó manifestaciones populares, a favor y en contra. En los estudios sobre la política exterior argentina suele prestarse poca o nula atención a los factores internos que condicionan la política exterior y al movimiento social que puede surgir alrededor de las medidas y/o posiciones adoptadas por los gobiernos. En este libro, entonces, se aborda el contexto de la relación bilateral en el momento de cada visita, los objetivos de los respectivos gobiernos y las reacciones que suscitaron en la Argentina, tanto a favor como en contra de la profundización del vínculo con Washington. La llegada de cada líder estadounidense generó una singular respuesta social, estudiada en función de determinar los condicionantes internos del vínculo con Estados Unidos. Desde la consolidación del Estado nacional, hacia 1880, la historia de la relación entre Argentina y Estados Unidos está jalonada por episodios conflictivos, que son la manifestación de tensiones más profundas. Exceptuando períodos particulares (presidencias de Guido, Onganía, Menem, De la Rúa y Macri), en general en la relación entre Buenos Aires y Washington tendieron a primar las disrupciones por sobre las convergencias. La mayor parte de las veces, la distancia frente a Estados Unidos no se vinculaba a políticas autonomistas, nacionalistas, ni mucho menos antiimperialistas, sino más bien con una alianza (subordinada) entre las clases dirigentes locales y distintas potencias extracontinentales. Claro que hubo excepciones, en circunstancias históricas acotadas, durante ciertos momentos de los gobiernos de Yrigoyen, Perón o los Kirchner, por ejemplo. En este sentido, es preciso preguntarse: ¿predominaron estas diferencias bilaterales por sobre los acuerdos? ¿En todos los gobiernos? ¿Eran percibidas por igual por las clases populares y las clases dominantes? ¿Cómo varió el vínculo a lo largo de la historia y cómo fue analizado en cada período? ¿Por qué si la burguesía argentina se veía hace poco más de un siglo como rival –o competidora en pequeña escala– de Estados Unidos, en las últimas décadas abandonó toda pretensión de autonomía frente a Washington? ¿Se diluyó esa búsqueda de alternativas? ¿Qué sectores pugnaron por un mayor entendimiento y cuáles por mantener la distancia? Para intentar contestar estos interrogantes, se examinan las coyunturas especiales en las que se concretaron las estratégicas visitas presidenciales, con foco en cómo se condensaron en esos momentos las fuerzas centrífugas y centrípetas que incidían (e inciden) en el nexo entre Argentina y Estados Unidos. Cada una de ellas resultó determinante, ya que allí se discutieron las alternativas del vínculo bilateral, se plantearon los intereses y reclamos sectoriales de cada país, se negociaron y firmaron acuerdos y declaraciones, y se expresaron, por distintas vías, los posicionamientos internos en torno a la conexión con la primera potencia mundial. La visita de Bush Jr. a Mar del Plata, en noviembre de 2005, es quizás la más recordada por los argentinos. En el marco de la IV Cumbre de las Américas, la marcha y los actos de repudio superaron todas las expectativas. En esa oportunidad debía haberse celebrado la aprobación del ALCA, que según lo acordado anteriormente tendría que haber entrado en vigencia el 1° de enero de 2005. Sin embargo, Mar del Plata se transformó en la tumba de ese proyecto impulsado por Estados Unidos para consolidar su hegemonía económica. Hubo una inmensa movilización en las calles de la ciudad balnearia. El mandatario estadounidense era especialmente resistido por haber invadido Irak, en 2003, con información falsa sobre armas de destrucción masiva y sin el aval de las Naciones Unidas. En todo el continente, además, venía resistiéndose contra el ALCA. En Mar del Plata, en forma paralela al evento oficial, se desarrolló una nutrida Cumbre de los Pueblos, un acto en el estadio mundialista y una movilización callejera que convocó a decenas de miles de personas en las inmediaciones de la sede donde se reunían los mandatarios. La llegada de Trump a la Casa Blanca, en enero de 2017, supuso un desafío para Macri, quien había apostado por la elección de Hillary Clinton, imaginando que así mantendría el vínculo estrecho que había construido con su antecesor. Tras la sorpresiva elección del magnate neoyorquino, la cancillería realizó intensas gestiones para lograr que el presidente argentino fuera invitado a Washington. El 27 de abril del año pasado visitó a su ex “casi socio” en los negocios inmobiliarios, en lo que fue el vigésimo tercer encuentro bilateral entre los presidentes de Estados Unidos y Argentina en sus respectivos países, desde la pionera visita de Roosevelt en 1936. En esa reunión en el Salón Oval, el flamante mandatario republicano se comprometió a venir a la Argentina en 2018, para asistir a la Cumbre Presidencial del G20. Será la primera vez que Trump, como presidente, viaje a América Latina, tras haber cancelado a último momento su participación en la Cumbre de las Américas que se celebró en Lima el 13 y 14 de abril de este año. La duda es si esa visita se parecerá a la de Obama, o más bien a la de Bush Jr., dado el fuerte rechazo internacional que concita el mandatario estadounidense y la creciente tensión económica, política y social que enfrenta Macri.


 *Profesor en Historia, UBA. Autor de Bienvenido Mr. President, Editorial Octubre (Fragmento). (Fuente www.perfil.com).

jueves, 27 de septiembre de 2018

Presentación libro "Estados Unidos contra el mundo" en México (lunes 1/10)


"Bienvenido Mr. president": adelanto del nuevo libro de Leandro Morgenfeld. Leé acá el capítulo 4: el inicio de las "relaciones carnales"




Leandro Morgenfeld * (Especial para sitio IADE-RE) | Compartimos el capítulo 4 ("El inicio de las relaciones carnales") del libro Bienvenido Mr. President. De Trump a Roosevelt: las visitas de presidentes estadounidenses a la Argentina (Buenos Aires: Ed. Octubre).


Introducción. Transcurrieron 30 años hasta que un presidente de Estados Unidos visitó nuevamente la Argentina. La llegada de George H. W. Bush (1989-1993) ocurrió en un momento bisagra del siglo XX. Fue la escenificación de un inesperado giro en las relaciones bilaterales, que transcurrieron a partir de ese entonces por inéditos carriles de alineamiento.
Tras la caída del Muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética y el fin de la guerra fría se estableció el Consenso de Washington, una serie de políticas económicas impuestas por Estados Unidos, el G7 y los organismos financieros internacionales a los países en desarrollo, y en especial a los que necesitaban hacer frente a sus elevadas deudas externas. Se les exigía una amplia reforma de los Estados, privatizaciones de las empresas públicas, mayores facilidades a las inversiones extranjeras, aumento de impuestos y ajuste en los gastos, para lograr superávit fiscal y pagar la deuda externa. Fue una de las manifestaciones de la ofensiva del capital sobre el trabajo que signó a la etapa neoliberal. Los apologistas del imperio juzgaron que se había arribado al fin de la historia (Fukuyama, 2015), que el capitalismo se había impuesto para siempre y que se había constituido un nuevo mundo unipolar, con Washington y Wall Street como poderes incontestables.
La visita fue uno de los momentos clave, además, del vínculo personal que Menem y Bush iniciaron en Estados Unidos y consolidaron durante este viaje a Buenos Aires. El ex gobernador riojano promovió la modalidad de personalizar las relaciones políticas con la Casa Blanca. En su primer encuentro con Bush, el 25 de setiembre de 1989, en la cena de gala de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, “Menem tenía un lugar asignado en una mesa de colegas latinoamericanos, pero esperó el momento justo: cuando Bush estaba a punto de sentarse se le plantó en la silla de al lado fingiendo no ver las señas indignadas del personal de ceremonial. Fue cuando le dijo ‘somos del mismo palo’, una frase que lo marcó para siempre. Bush le dio la primera prueba de amor a Menem cuando en 1990 hizo su visita oficial a pesar del alzamiento carapintada”[1]. No era la primera vez que venía a Buenos Aires. El 10 de diciembre de 1983, siendo vicepresidente, había representado a Ronald Reagan en la asunción de Raúl Alfonsín, a la que asistieron múltiples mandatarios americanos y europeos.
Menem recibió a Bush el 5 de diciembre de 1990, en una semana particularmente tensa. La visita estuvo a punto de cancelarse ya que dos días antes se había producido un levantamiento militar liderado por Mohamed Alí Seineldín. El mandatario estadounidense llegó al país a afianzar el vínculo con su nuevo aliado, quien instrumentaba un fuerte ajuste y se aprestaba a ser el alumno modelo en aplicar el Consenso de Washington y las recetas del FMI. Además, venía a agradecer el apoyo del gobierno de Menem a las acciones contra Irak, justo pocas semanas antes de que se instrumentara la operación “Tormenta del Desierto” (enero de 1991), en la cual la Argentina participó enviando dos buques de guerra. Además, significó un respaldo frente al levantamiento carapintada, que se inscribía en la llamada doctrina Reagan, quien planteó que, para confrontar con la Unión Soviética, Estados Unidos debía promover las democracias liberales en América Latina, luego de años de haber avalado distintos regímenes dictatoriales.
Esa visita, entonces, fue fundamental para iniciar lo que luego se dieron en llamar relaciones carnales con Estados Unidos, inéditas en la historia argentina. El vínculo personal entre Menem y Bush iniciado en New York, se solidificó en Buenos Aires en esta oportunidad y se afianzaría poco después, cuando Menem, en noviembre de 1991, se transformó en el primer presidente peronista en realizar una visita de Estado al país del Norte.
Las imágenes de ambos mandatarios jugando al tenis en Olivos, en ese caluroso verano porteño, se transformarían en el símbolo más inequívoco de la flamante luna de miel entre la Casa Rosada y la Casa Blanca.


* 26-09-2018 | Doctor en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Profesor de la misma universidad e Investigador Adjunto del CONICET. Co-Coordinador del Grupo CLACSO “Estudios sobre EEUU”. Autor de Bienvenido Mr. President. De Trump a Roosevelt: las visitas de presidentes estadounidenses a la Argentina (Buenos Aires: Ed. Octubre, 2018), co-editor de Estados Unidos contra el mundo. Trump y la nueva geopolítica (Buenos Aires: CLACSO, 2018) y del sitio www.vecinosenconflicto.com.

[1] “‘Mi amigo George’ visita a ‘Menem, líder mundial’” en Página/12 1999 (Buenos Aires) 2 de diciembre.

Evo arremete contra Trump, en su cara, en la ONU




Durante la sesión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el presidente de Bolivia Evo Morales lanzó duros cuestionamientos a Estados Unidos delante de su mandatario Donald Trump.

Íbamos a ser el "supermercado del mundo", pero "pasaron cosas". Otro fracaso de Macri: se profundiza el déficit comercial (aumentó el 58% hasta agosto), que será en 2018 récord histórico





EL ROJO ACUMULÓ 20 MESES CONSECUTIVOS


Ámbito.com

Pese a la fuerte devaluación del peso registrada en los últimos meses, el déficit de la balanza comercial creció en agosto y alcanzó los u$s 1.127 millones, según informó este miércoles el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), un dato que fue peor al esperado por el mercado.

Con la caída en la balanza comercial del octavo mes del año, el ICA acumula 20 meses consecutivos en terreno negativo.

Durante agosto, las exportaciones alcanzaron 5.167 millones de dólares y las importaciones 6.294 millones de dólares, dijo el INDEC.

"Esta dinámica ´inesperada´ respondió a diversos factores que operaron tanto sobre las exportaciones como por sobre las importaciones. Respecto de las ventas externas, resalta el impacto de la sequía: las colocaciones de productos agroindustriales retrocedieron 8% i.a. en valores, lo que provocó una caída de 1,4% i.a. en el agregado, aun cuando los envíos de manufacturas de origen industrial y energéticos crecieron en el período", comentaron desde Ecolatina.

Además, en los próximos meses el peso de la producción agropecuaria entre las exportaciones totales se reducirá dado que ya tuvo lugar la salida de la cosecha gruesa. Por lo tanto, "las caídas de las exportaciones deberían revertirse e iniciarse un crecimiento de las mismas. Con esta dinámica, estimamos que las ventas externas cerrarían 2018 en la zona de u$s 61.000 millones, marcando un avance de 5% frente al acumulado 2017", agregaron.

Por su parte, la relativa estabilidad de los valores importados en agosto (-0,3% i.a.) no se sostendría en los meses venideros. En primer lugar, cabe destacar que las cantidades adquiridas en el exterior retrocedieron 5,5% i.a. y el aumento de precios atenuó esta caída. Por otro lado, producto del criterio de devengado que emplea este Informe, se contabilizan los bienes que ingresan al país, independientemente de cuándo se pautó la operación comercial, indicó Ecolatina.