EE.UU. llama traidor al premier de Canadá y “socialista” al comunicado final
Difícilmente Valéry Giscard D’Estaign podía imaginarse, cuando creó las reuniones de las siete mayores potencias democráticas del mundo, en plena crisis petrolera, que su 44.º edición terminaría con el representante de Estados Unidos dando
un portazo y fulminando con un tuit la firma que horas antes había
estampado en el comunicado final, pero es así como acabó la reunión del G-7 en Canadá.
Furioso porque los demás líderes ofrecieran una versión del acto distinta de la suya, Donald Trump se retractó de los acuerdos firmados, calificó de “deshonesto y débil” al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, por sus declaraciones a la prensa y anunció aranceles para los vehículos de importación.
La oficina de Macron critica la “incoherencia e inconsistencia” estadounidense
“Hay un lugar en el infierno para cualquier líder
extranjero que hace diplomacia con mala fe con el presidente Donald J.
Trump y luego le da una puñalada en la espalda en cuanto se va por la
puerta”, declaró ayer el consejero de la Casa Blanca sobre Comercio,
Peter Navarro. Trump, adujo, “le había hecho un favor” al ir a Quebec a
pesar de tener “cosas mejores que hacer” y firmando “ese comunicado
socialista” que el G-7 logró pactar a duras penas. “Este es uno de los
mayores errores de cálculo de un líder de Canadá en la historia
moderna”, aseveró Navarro en la televisión Fox News. También Larry
Kudlow, asesor económico de Trump, acusó en la CNN a Trudeau de
“traición” y dijo que el presidente no podía permitir que le debilitaran
ante la cumbre con el líder norcoreano, Kim Jong Un.
Los líderes europeos demostraron este G-7 que también
ellos saben usar las redes sociales, si bien de forma más sutil que
Trump. La delegación alemana ganó la batalla de la comunicación con la
difusión el sábado de una foto en que se ve al presidente sentado con
cara de pocos amigos y rodeado por el resto de los miembros del G-7
mientras Angela Merkel le interpela. El portavoz Steffen Seibert, autor
del tuit, subrayó ayer que “Alemania mantiene su adhesión al
comunicado acordado”. Pero más duro fue el ministro de Exteriores, Heiko
Maas, al decir que “una cantidad extraordinaria de confianza puede
quedar rápidamente destruida con un tuit. Por eso es tan importante que
Europa se mantenga unida y defienda sus intereses aún más
agresivamente”. Sin ir al detalle, un portavoz de la primera ministra
británica, Theresa May, dijo a Efe que “seguimos comprometidos con el
acuerdo recogido en el comunicado”.
“Es importante que Europa defienda sus intereses aún más agresivamente”
El mensaje de aislamiento de Trump en la escena
internacional estaba claro. Los asesores de la Casa Blanca distribuyeron
sus propias fotos, menos dramáticas que la del portavoz de Merkel,
mientras el Elíseo publicaba su versión de las discusiones con el líder
francés en primera línea. Macron supo del tuit de Trump justo cuando
abordaba su avión de regreso. Su oficina criticó la “incoherencia e
inconsistencia” de la actitud estadounidense.
Fue Emmanuel Macron quien llevó la voz cantante en las
discusiones sobre comercio el viernes. “Estaba pactado así, se había
preparado muy bien y mantuvo una auténtica discusión con Trump, con
ejemplos concretos” sobre cosas que este ha dicho y no son ciertas o
carecen de lógica económica, explicaron a este diario fuentes
diplomáticas europeas desde Quebec. “En un formato así no puedes ignorar
sin más los argumentos, y diría que Trump quedó algo desestabilizado”,
aseguraron las fuentes. “Nuestras discusiones han permitido restablecer
la verdad sobre los intercambios comerciales entre Europa y EE.UU.”,
tuiteó victorioso Macron el sábado.
Ese día, tras un duro tira y afloja, EE.UU. firmó el
comunicado final del G-7, un texto que rechaza el proteccionismo y aboga
por resolver las disputas comerciales por vías legales. Unas horas
después, Trump se desmarcó del documento aunque ya estaba firmado. Antes
de abandonar la cumbre había hecho una lectura exultante de sus
discusiones con los otros líderes del G-7 que se desmoronó cuando estos
dieron su propia versión de los hechos y expresaron sus opiniones.
Trump tiene una curiosa concepción de la diplomacia que
mezcla las relaciones personales con la política. Su enfado con Trudeau
se debe en parte a que este negó que Canadá esté a punto de firmar una
revisión del Tratado de Libre Comercio de las Américas que expire a los
cinco años, como había dicho Trump. O a que discrepara, como Macron, de
que las importaciones de acero y aluminio de Canadá y la UE sean una
“amenaza para la seguridad de EE.UU.”, el supuesto al que se ha acogido
para aprobar los aranceles sin consultar al Congreso.
Más allá de los roces personales, que Europa, Canadá
y México vayan a responder a EE.UU. subiendo los aranceles a algunos de
sus productos irrita mucho a Trump. “Siempre decían que eso no iba a
ocurrir”, recordó ayer el presentador de la Fox a Peter Navarro.
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