Por Julio René Sotelo
El Tratado de Libre
Comercio (TLC) Mercosur- Unión Europea, viene siendo pospuesto desde el año
1995, pero desde el año pasado parecería que urge sellar acuerdos
inmediatamente, aun a costa de establecer condiciones que no beneficiarán a la
región.
A partir del Foro
económico mundial de Davos, realizado en enero de este año, las negociaciones
entre ambos bloques reanudaron frenéticamente su curso. Macri presionó
fuertemente, aunque sin éxito, para acordar durante la Presidencia pro tempore
de Argentina el año pasado. En febrero los encuentros, ya bajo la presidencia
de Paraguay, continuaron acercando posiciones.
Para el Mercosur,
negociación secreta. Para la UE,
participativa.
Las discusiones y
acuerdos se han estado realizando de forma secreta sin consultas, ni
información. No se tuvo en cuenta a la sociedad civil, al Parlamento del
Mercosur, ni tampoco al de sus respectivos Países, donde están los
representantes elegidos a través del voto popular quienes deben aprobar o
rechazar el TLC.
Tampoco se publicó
información oficial durante enero en el sitio web del Mercosur. La información
que se conoce surgió de 19 textos confidenciales que fueron filtrados y dados a
conocer por el economista Jorge Marchini, en los cuáles se incluyen capítulos
referidos a la posibilidad de que las empresas europeas participen de las
licitaciones públicas en los países del Mercosur, a la propiedad intelectual
que favorece el patentamiento de semillas y medicamentos, al comercio digital,
entre otros.
Todo lo contrario ocurre
en la UE, donde el Parlamento Europeo está al tanto de todas las negociaciones,
como también los Parlamentos de los países integrantes de ese Bloque. Pero lo
que es aún más importante, los distintos sectores que participan
significativamente de la Economía Regional, son consultados y realizan
permanentes lobbies en defensa de sus intereses. El ejemplo más fuerte es la
participacióndel sector agrícola de Francia que tiene un perfil fuertemente
subsidiado por el Estado y que podría verse afectado con la irrupción de carne
y otros productos del Mercosur.
Pedidos y acuerdos
Con respecto a la
carne el pedido que el bloque sudamericano realizó inicialmente, basado en el
consumo Europeo anual, fue para exportar 400 mil toneladas anuales, recibiendo
la contraoferta, en el año 2004, de 100.000 por lo que el Bloque Mercosur
definió suspender las negociaciones. Al retomarlas, en la era Macri, el
ofrecimiento inicial fue de 70.000 toneladas, pero finalmente consiguieron
negociar 99.000 toneladas anuales a dividir en partes iguales entre Brasil,
Uruguay, Paraguay y Argentina. Es decir un monto inferior a la oferta por la
que cual el Mercosur suspendió las negociaciones catorce años atrás.
Otro de los puntos del
acuerdo fue aceptar exportar 600.000 toneladas de etanol, una cantidad ínfima
en relación a la magnitud de la producción del continente. Y más aun teniendo
en cuenta el cierre de las fronteras por parte de EEUU para nuestro biodiesel.
Qué exportamos e
importamos a la UE
El observar los datos,
permite dar cuenta que en la oferta exportable del Mercosur hacia la Unión
Europea, predominan las categorías de bienes con poco o ningún valor agregado,
mientras quela demanda del Mercosur es principalmente de bienes con un elevado
grado de industrialización, y por tanto, con altos niveles de valor agregado. Este modelo propio de la economía-mundo capitalista nos devuelve al
esquema del centro y la periferia, que condena a los países periféricos a la
dependencia económica.
Comercio argentino con la UE
El último informe del Ministerio de
Relaciones Exteriores y Culto sobre el comercio bilateral entre Argentina y la
Unión Europea, publicado el primer trimestre del 2017 que toma como referencia
los años 2016-2017, dice que si bien el comercio bilateral entre nuestro país y
la UE aumentó un 2,76%, el déficit en la balanza comercial incrementó un
328% lo que equivale a U$S 723 millones.
Esto se debe a que las exportaciones argentinas bajaron un 9,75%, mientras que
las importaciones europeas aumentaron un 14%.
Condiciones de la negociación
Europa sin dudas obtendrá grandes
beneficios por la expansión de sus empresas, debido a la apertura en áreas de
servicio y más aún si llega a concretarse la novedosa posibilidad de que puedan
acceder a las compras públicas en nuestro continente. Otro de los puntos tiene
que ver con el capítulo de propiedad intelectual que favorecería profundamente
a la industria farmacéutica del viejo continente, al extender la protección
monopólica de sus patentes medicinales, que resguarda la propiedad intelectual
y restringe el desarrollo de genéricos en nuestros países limitando el acceso
de estos productos locales al sistema de salud regional. Lo mismo sucede con el
pliego de negociación acerca de las semillas, donde se plantea que “cada parte
protegerá los derechos sobre obtenciones vegetales” lo que equivale a la
imposición de las Leyes de Monsanto y a la criminalización del intercambio y la
libre circulación de nuestras semillas.
El TLC implica una desgravación del
comercio del 90%, ya que habrá protecciones especiales que quedarán fuera del
acuerdo. El cálculo estimado es alrededor de 80.000 millones de euros. El
objetivo es llegar de manera gradual a un arancel cero, con una duración
de entre 0 a 15 años, dependiendo el
grado de sensibilidad del sector que se trate.
Bajar los impuestos a la importación de una
economía industrializada y poderosa como es la europea, implica la
imposibilidad de competir para el Mercosur, que se encuentra en una posición de
fuerte asimetría respecto a la producción de las mercancías foráneas que
coparán el mercado local, así como también el aumento de la concentración
desigual de la riqueza.
Voces de alerta de los industriales y
trabajadores
Aun cuando sea casi demasiado tarde, las
centrales industriales de los cuatro países miembros del Mercosur, emitieron un
durísimo documento contra la firma del TLC. Según publica el sitio Nodal en su
edición del 26/02/18 (…) “En una inédita posición unitaria, las centrales
industriales de cuatro países miembros del Mercosur elevaron ante los negociadores
del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, una dura declaración en la
que exigen “transparencia” en las tratativas, plazos y condiciones para que los
sectores afectados negativamente por el acuerdo puedan transformarse y
continuar activos en el nuevo escenario, y un acuerdo equilibrado reconociendo
las diferencias en el nivel de desarrollo entre las partes”.
El sector de los trabajadores por medio de
las Confederaciones Sindicales de
América Latina y Europa, los sindicatos del Mercosur y la Unión Europea,
expresaron su rechazo al acuerdo de libre comercio que negocian los gobiernos
de los bloques regionales. "No aceptaremos el acuerdo en las actuales
condiciones ya que se perfila como un tratado que perjudica a los países de
menor desarrollo relativo a ambos lados del Atlántico en su industria nacional,
en la promoción de la producción y del trabajo decente", advierte el
comunicado que lleva la firma de Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono
Sur y la Confederación Europea de Sindicatos
Incluso dentro de la UE existen sectores
seriamente preocupados por las consecuencias que tendrá para América Latina la
apertura indiscriminada de sus fronteras, ante una economía mucho má
sdesarrollada como la europea. Así en declaraciones realizadas al Centro Latinoamericano de Análisis
Estratégico (CLAE),el eurodiputado
Helmut Scholz, coordinador de la bancada de Izquierda Unitaria (GUE/NGL) para
los asuntos de comercio internacional afirmó que “…la firma de un tratado de liberalización
comercial entre el Mercosur y la Unión Europea
servirá para ahondar desequilibrios…”
CONCLUSIÓN:
¿Cuáles serían las consecuencias del TLC?
El Observatorio de
Empleo, Producción y Comercio Exterior de la Universidad Metropolitana para la
Educación y el Trabajo (ODEP-UMET) estima que, de concretarse el Tratado de
libre comercio Mercosur- UE la consecuencia en Argentina sería poner en riesgo
186.000 empleos industriales. Los principales afectados
serían metalmecánica (48.000 empleos), sensibles (calzado, textil, marroquinería,
muebles (47.000), autopartes (32.500), química (19.000) y automotor (9500).
La firma del TLC
Implica un retroceso inmenso para la construcción de un bloque regional con
independencia económica y soberanía política. El Mercosur está aceptando volver
siglos atrás. Los acuerdos conocidos hasta ahora, desplazan la construcción de un bloque con
códigos y reglas propios.
Para nosotros sería retomar la idea de la
Argentina granero del mundo en la que sobramos 20 millones de habitantes. Es
producir la reprimarización de nuestro sistema productivo, aniquilando todo
atisbo de industria nacional. Decisiones políticas nada extrañas para un
Presidente que, en mayo del 2017 declaraba en China que argentina debía serel
"supermercado del mundo". Nos queda la esperanzade que para que el
acuerdo entre en vigencia, luego de que suscriban los Poderes Ejecutivos, debe
necesariamente ser aprobado por los Congresos de los Estados Parte (CN Art. 75,
inc.22). Espero que la discusión que
allí se dé, esté exenta de eufemismos y disciplina partidaria y sólo se piense
en el Interés Superior de la Patria.
Julio René Sotelo es
parlamentario del Mercosur del bloque del FpV-PJ por la provincia del Chaco.
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