La economía del país del
norte crece y mejoran el empleo y las expectativas, algo que podría representar
oportunidades para el comercio; sin embargo, las decisiones sobre la tasa de
interés y las políticas arancelarias de Trump juegan en contra
Por Rafael Mathus
Ruiz (La Nación)
WASHINGTON.- Jerome
Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed, en la jerga financiera),
recurrió a un puñado clásico de adjetivos auspiciosos al hablar, días atrás, de
la economía de Estados Unidos. En su primer testimonio ante el Congreso dijo
que se crecía a un ritmo "sólido"; que el mercado laboral estaba
"fuerte", "robusto"; que la confianza de los consumidores
era "sólida" -otra vez- y que el "fuerte" -de nuevo-
incremento del consumo, junto al "animado" sentimiento empresario,
empujarían la inversión. Decoró todo con una analogía climática: los
"vientos de frente", dijo, se habían convertido en "vientos de
cola". Minimizó el último cimbronazo de Wall Street, y remarcó un objetivo
ajeno a sus dos antecesores: evitar una "economía sobrecalentada".
Desde Wall Street a
Main Street, la economía de Estados Unidos parece gozar de buena salud.
La tasa de desempleo
es la más baja desde febrero de 2001. La cantidad de gente que solicita
subsidios porque no encuentra trabajo es la menor desde 1969. Los ingresos
suben, y los salarios aumentan, ahora, al ritmo más veloz desde la salida de la
Gran Recesión. La confianza de los consumidores está en su pico dentro de un
período de 17 años, y la de los pequeños negocios en el nivel más alto desde
que empezó a medirse, en la era de Ronald Reagan. Las empresas celebran la
política desregulatoria del presidente Donald Trump. Y los recortes impositivos
por US$1,5 billones -que favorecen, sobre todo, al 1% más rico del país- le
sumaron combustible al principal motor global.
"El panorama
económico sigue siendo fuerte", resumió Powell.
Fuente: LA NACION
La Casa Blanca celebra
cada dato que arroja la economía como un logro propio, aunque aquí se debata si
la bonanza se debe más a la recuperación que gestó el gobierno de Barack Obama
que a los cambios de política que impuso Trump. Hay, además, un motivo externo
que explica el presente entusiasta: el mundo crece, por primera vez desde la
salida de la crisis financiera global, en sincronía. La bonanza es global.
Pero, para la
Argentina, el impacto del gran momento de Estados Unidos es, paradójicamente,
agridulce. Al ser uno de los principales socios comerciales del país, la
pujanza de la economía de Estados Unidos alienta las exportaciones. Pero ese impulso
está frenado por la política comercial proteccionista orquestada bajo el mantra
"Estados Unidos, primero" de Trump. Y una economía
"sobrecalentada", en las palabras de Powell, abre la puerta a una
política monetaria más dura, con más subas de las tasas de interés a las ya
anticipadas y, por ende, al riesgo de una mayor presión sobre el gradualismo al
que se aferra el gobierno de Mauricio Macri.
"La Argentina
necesita que el contexto internacional de financiamiento continúe siendo
favorable para poder completar su programa de ajuste fiscal gradual",
indicó Alejo Czwerwonko, estratego del Chief Investment Office del banco de
inversión UBS. "Si el escenario global empeora, el Gobierno se vería
forzado a revaluar el gradualismo", agregó.
El testimonio de
Powell le dio vuelo a la posibilidad de que la Fed suba la tasa de interés de
corto plazo más rápido de lo previsto. UBS, por ejemplo, preveía seis aumentos
hasta finales de 2019. Ahora ve siete. Con todo, eso dejaría la tasa de corto
plazo entre el 3 y el 3,25%, un nivel, todavía, históricamente bajo. A eso se
suma que el último empujón fiscal que orquestó Washington pone más presión
sobre la tasa de interés de largo plazo: Estados Unidos le sumará a su deuda
alrededor de un billón de dólares durante la próxima década, solo por los
últimos recortes impositivos. Los halcones fiscales, con Trump, vuelan bajo.
Así y todo, el frente
financiero solo parece ofrecer un llamado de atención. El ajuste que plantea la
Fed es más gradual que los del pasado, y si bien los salarios repuntaron con
fuerza -en enero subieron un 2,9% respecto del mismo mes del año anterior, un
dato que desató la última "corrección" de las bolsas- la inflación y
como bien dijo Powell, aún está por debajo de la meta del banco central.
Ante un ajuste más
abrupto forzado por una economía recalentada, el Gobierno puede enfrentarse a
un "escenario riesgo", en la jerga de los analistas, en el que Macri
y su equipo deban "recalibrar" el gradualismo fiscal. Es un tema que
se sigue, se mira, pero que, por ahora, no desvela.
Relaciones comerciales
El vínculo comercial
quedó atenazado por el trumpismo. Benjamin Gedan, director del Argentina
Project del Centro Woodrow Wilson, un programa creado el año último para seguir
de cerca la salida del populismo que ensayó Macri, lo resumió en una frase: "El
desempleo en Estados Unidos es bajo, la economía está creciendo y los recortes
de impuestos y el estímulo fiscal deberían proporcionar un impulso a corto
plazo. Todo eso debería ser bueno para los exportadores argentinos, siempre que
no vendan biodiésel, aluminio, limones o carne de res".
En 2017 la Argentina
tuvo un déficit comercial con Estados Unidos de US$3116 millones, según cifras
oficiales. Aunque Trump les dio luz verde a los limones, la Argentina no logró
despachar aún un solo limón al norte. La Casa Blanca también brindó una señal a
cientos de productos regionales, al permitir su ingreso con "arancel
cero". Pero Trump cerró con tarifas prohibitivas
ventas por unos US$1200 millones anuales en biodiésel, y ya anunció que quiere
colocar aranceles del 25% a las ventas de acero y del 10% a las de aluminio,
que, el año anterior, aportaron ingresos por otros US$770 millones al país. Y
todavía no habilita las ventas de carne de res, aunque el Gobierno confía en
que lo hará.
Las exportaciones de nuestro país que
tuvieron por destino a Estados Unidos representaron el año pasado el 7,7% del
total, según el informe de intercambio comercial del Instituto Nacional de
Estadística y Censos (Indec).
"Dada la evidente admiración del
gobierno de Estados Unidos por el gobierno de Macri, es extraño que las
políticas de la Casa Blanca hayan dañado tan a menudo la frágil recuperación de
la Argentina", apuntó Gedan, quien integró la Casa Blanca en el gobierno
de Barack Obama.
Mónica de Bolle, del Instituto de Economía
Internacional Peterson, coincidió en que la tenaza proteccionista trumpista le
impide a la Argentina capitalizar el galope de la economía estadounidense. Y
fue más allá, al afirmar que tendrá "consecuencias negativas" para la
economía global y para América Latina. Brasil, por ejemplo, exporta a Estados
Unidos nada menos que cinco millones de toneladas de acero anuales, 25 veces
más que la Argentina.
"Es un problema para toda la
región", dijo. "Lo que ocurre con el comercio en Estados Unidos es
probable que tenga consecuencias negativas para la economía mundial, y América
Latina se verá afectada más que la mayoría, no porque sea la región más abierta
del mundo, sino porque es vulnerable", agregó.
Sectores sensibles
Otro tema que preocupa, sobre todo a
ejecutivos siderúrgicos en la Argentina, es la competencia que podría surgir
por los excedentes de aluminio y acero que quedarían flotando por el mundo, si
Trump implementa finalmente los aranceles anunciados. Trump parece dispuesto a
ir más allá: escribió en Twitter esta semana que aplicará "aranceles
recíprocos" a los países que impongan tarifas a productos estadounidenses,
y hasta afirmó que "las guerras comerciales son buenas, y fáciles de
ganar". Más proteccionismo conllevaría, para el resto del mundo, un daño mayor.
Algunos optan por ignorar los tuits
presidenciales. Otros miran hacia otro lado. Alfredo Coutino, de Moody's
Analytics, relativizó el impacto proteccionista al indicar que Estados Unidos
"no es el principal destino de las exportaciones sudamericanas". Puso
el foco en la región, más que en el norte. Y, al hablar de la Argentina, dijo
que el gran tema pendiente continúa siendo la "domesticación de la
inflación" hacia tasas de un dígito.
"El avance económico latinoamericano
depende en mayor medida de la fortaleza y salud de las propias economías de la
región", dijo Coutino.
Pilar Tavella, economista de Barclay's,
señaló que debe aguardarse la respuesta del resto de los países al mayor
proteccionismo norteamericano, ya que si el resto responde con "mayor
apertura", la Argentina podría resultar beneficiada. En cualquier caso,
Tavella dejó en claro que, al mirar al país, mira con más inquietud lo que
ocurre en el campo, la cosecha y la soja. "No me preocupa tanto Estados
Unidos -apuntó-, si te tengo que decir, para el crecimiento de este año me
preocupa más la sequía."
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