Intelectuales, artistas y periodistas de América Latina respaldan a Venezuela
Notas. Periodismo Popular
Como respuesta a una carta firmada por algunos intelectuales criticando al gobierno de Venezuela
publicada en el mes de mayo surgieron dos textos que recogieron decenas
de firmas a nivel continental en respaldo a la Revolución Bolivariana y
denunciando la violencia de la derecha, responsable de las muertes en
el país.
Una estuvo a cargo de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos
Sociales en Defensa de la Humanidad y fue titulada “¡Con la Revolución
Bolivariana por siempre!”. La misma recoge las firmas de Adolfo Pérez
Esquivel, premio Nobel de la Paz, Gisela López, ministra de Comunicación
de Bolivia, Frei Betto (escritor), Emir Sader (sociólogo y politólogo),
Joao Pedro Stedile (dirigente del Movimiento de los Sin Tierra) y
Theotonio dos Santos (sociólogo, politólogo, economista y escritor).
También respaldaron la declaración Michael A. Lebowitz, profesor
emérito de economía de Simon Fraser University, de Canadá; los chilenos
Marta Harnecker (escritora) y Manuel Cabieses (periodista y editor); la
ex senadora colombiana Piedad Córdoba y los cubanos Roberto Fernández
Retamar (escritor y presidente de Casa de las Américas) y Silvio
Rodríguez (trovador).
El otro texto, titulado simplemente “Declaración por Venezuela”,
incluye principalmente firmas provenientes de Argentina e incorpora
también la adhesión de organizaciones. Atilio Borón, Pablo Llonto, Mabel
Thwaites Rey, Claudio Katz, Natalia Vinelli, Leandro Morgenfeld y Jorge
Cardelli, se destacan entre quienes adhieren.
“Los errores no se superan haciendo frente común con la derecha”
La “Declaración por Venezuela” comienza señalando su respaldo al
proceso bolivariano en Venezuela “a partir del Caracazo de 1989 y de la
rebelión cívica y militar conducida por Hugo Chávez en 1992″.
Asimismo recupera los hechos recientes en los cuales el gobierno
venezolano ha intentado abrir canales de diálogo e incluso ha planteado
una salida electoral con la convocatoria a elecciones regionales y a la
Asamblea Nacional Constituyente.
Si bien reconoce errores aseguran que “el descontento es organizado y
planificado por la oposición para producir el ‘derrumbamiento
catastrófico’ del gobierno del presidente Nicolás Maduro, sin planteos
de resolución reivindicativa de las necesidades populares”. “La
operatoria de la derecha reaccionaria a nivel continental busca alguna
forma de intervención extranjera”, sostiene.
Desde ese lugar se plantea que “los errores no se superan haciendo
frente común con la derecha reacciona venezolana e internacional, como
se desprende en los hechos de la declaración que realizan una supuesta
intelectualidad ‘de izquierda’ que parece desconocer la realidad sobre
la que opina”.
Por eso subraya: “Quienes acompañamos esta declaración sostenemos que
el camino iniciado hace más de dos décadas en Venezuela debe ser
defendido, contra los errores y enemigos internos y, sobre todo, contra
los enemigos externos” y esto “no admite dudas ni vacilaciones”.
Historizar la democracia
“Bajo la implícita formula del ‘yo acuso’ y unas horas antes de la
reunión de la OEA en la que se discutiría nuevamente la intervención en
Venezuela, más de una centena de intelectuales y académicos
latinoamericanos, europeos y norteamericanos, firmaron recientemente una
solicitada titulada ‘Llamado internacional urgente a detener la
escalada de violencia en Venezuela'”, comienza el escrito redactado por
el sociólogo argentino Lautaro Rivara y al que adhirió la Red de
Intelectuales.
Allí se sostiene que cada que “los acusadores pueden y deben ser
acusados” ya que “también los intelectuales” deberán “dar cuenta de sus
aciertos y sus errores en este dramático impasse continental, que bien podrá significar la clausura conservadora de un ciclo político ascendente”.
El extenso material desarrolla el concepto de “guerra de cuarta
generación” al cual define como “toda una estrategia insurreccional del
imperialismo norteamericano” contra el gobierno de Nicolás Maduro. Es
que “sólo Venezuela, partera de este nuevo ciclo histórico, puede, con
su caída, sellar su clausura irremediable. Así lo ha entendido Estados
Unidos, más no así, pareciera, algunos de nuestros más prestigiados
académicos”.
Tras definir que atravesamos un “momento político-militar en
ciernes”, enumera “las guarimbas de la oposición, el asesinato de
referentes chavistas en el campo y en la ciudad, la infiltración
incesante de paramilitares colombianos, la formación de milicias
bolivarianas, el fortalecimiento de la unión cívico-militar y el
patrullaje militar de las costas venezolanas por las potencias
emergentes” como “síntomas de toda una etapa” que dan cuenta de “la
radicalización militarista del imperialismo norteamericano en su largo
pero irrefrenable declive global”.
“Ignorar la dimensión de este proceso lleva a análisis superficiales
que intuyen derivas autoritarias, presuntos autogolpes, o
militarizaciones ociosas de la clase política de los gobiernos
latinoamericanos”, apunta la Red de Intelectuales contra los firmantes
de la solicitada. Y califica a dichos intelectuales como “propensos a
describir ‘déficit’ de democracia por estas latitudes, siempre con la
vara de concepciones eurocéntricas y pretendidamente universales sobre
lo que ha de ser lo democrático”.
Esto “no significa apoyar enceguecidamente” el proceso o “a su
conducción eventual”, sino de “elegir el campo desde el que se enuncian
las críticas y desde el que se cumplen las tareas específicas de la
praxis intelectual”.
“Ni clases sociales, ni dependencia estructural, ni tampoco el
imperialismo, aparecen siquiera mencionados en la solicitada, mientras
éstas son herramientas que cualquier comunero o comunera venezolana hace
tiempo que ha incorporado a su vocabulario político, en lo que
constituye otra faceta de un proceso de democratización (y de
socialización del poder) bien radical”, cuestiona el escrito con
contundencia.
Finalmente llama a “volver a historizar a la democracia, escindir el
ideal de sus imperfectas realizaciones institucionales, desfetichizar
sus elementos formales y comprender sus nuevas modalidades emergentes”.
Lo cual “resulta imprescindible para no caer presa de una valoración
liberal-republicana y en suma, colonial, sobre qué es lo democrático”.
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