Argentina subordinada a Estados Unidos: la estrategia de Macri
Por Leandro Morgenfeld
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La pomposa visita de Macri a la Casa Blanca es un paso más en su estrategia de subordinar la política exterior a las agendas de Estados Unidos, Europa occidental y los organismos financieros internacionales.
El pasado 27 de abril, Macri finalmente logró la foto con Trump en la Casa Blanca. ¿Por qué el magnate no le recriminó públicamente su explícito apoyo a Hillary Clinton en las recientes elecciones? Simplemente porque encuentra en el presidente argentino el delegado que necesita para reconstituir el poder de Estados Unidos en América latina, una región que en los últimos años supo coordinar políticas no siempre subordinadas a Washington.
Más allá de la retórica ofensiva que desplegó en la campaña, el republicano precisa consolidar el dominio que históricamente su país ejerció en la región. Ante la debilidad política de los mandatarios de Brasil y México, Macri es el ideal: casi sin pedir nada a cambio, viene tomando acrítica y pasivamente los puntos de la agenda política, económica, militar e ideológica de Estados Unidos.
La frase que resume el encuentro es aquella que pronunció Trump ante los periodistas: "Él me va a hablar de limones, yo de Corea del Norte". Humillante, sí, pero certera. Y Macri no contestó nada. Es más, apenas pudo colar una palabra ante los periodistas, ante la verborragia del magnate. Pocos días después, se confirmaron las magras concesiones: los limones argentinos por fin podrían entrar al mercado estadounidense (tema negociado hace años y ya anunciado por Obama en diciembre) y habría cierta facilidad en el trámite migratorio para argentinos que viajen a hacer negocios a Estados Unidos. La contracara es la amenaza a la exportaciones de biodiesel argentino al país del norte. Los limones sumarían apenas 50 millones de dólares. El biodiesel, unos 1300 millones.
Pero eso no es lo más grave. Macri promete concesiones a los inversores, que van desde una menor regulación medioambiental, en el caso de la minería, a rebajas impositivas y del "costo laboral" (flexibilización mediante). O sea, peores condiciones para la mayoría de la población, además de una mayor extranjerización de la economía y una profundización del esquema extractivista. Desde el punto de vista político, Macri apuesta a la OEA, en detrimento de la UNASUR y la CELAC y ataca a los países no subordinados a Estados Unidos, como Venezuela. Además, se incrementa la compra de armas y la injerencia de las fuerzas armadas estadounidenses.
¿Qué más puede pedir Trump? Todo a cambio de una foto en la Casa Blanca, unas palmadas en la espalda, elogios y algunos limones. El problema es que ya experimentamos, hace un cuarto de siglo, lo negativas que resultaron las "relaciones carnales" con Estados Unidos. Frente a la crisis y la incertidumbre mundial, quizás es más bien el momento de profundizar una integración latinoamericana autónoma, y desde allí repensar el vínculo con el gigante del Norte.
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