sábado, 8 de abril de 2017

Tres reflexiones críticas sobre el bombardeo de EEUU a Siria. Opinan Leandro Albani, Alejandro Frenkel y Néstor García Iturbe


Ataque a Siria 8

Los misiles made in Trump caen sobre Siria

  
Por Leandro Albani/El Furgón

El cielo del mar Mediterráneo se encendió con líneas brillantes y de fuego cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ayer ordenó desatar el primer bombardeo abierto y directo contra Siria, luego de que el mandatario prometió en su campaña electoral, una y otra vez, que Washington debía rever su política hacia ese país.
Por lo visto, el multimillonario que llegó a la Casa Blanca para asombro de todos, reflexionó, estudió con sus colaboradores más cercanos y, gran excusa mediante, comunicó a los almirantes de los Destructores USS Porter y USS Ross que dejaran volar 50 misiles Tomahawk hacia territorio sirio con el objetivo de impactar en la base militar de Shayrat, ubicada en la provincia de Homs (oeste).

- leer el artículo completo acá -


-----------------------------------------------------------------


Por Alejandro Frenkel
Página/12

Fidel Castro solía decir que el presidente de los Estados Unidos no era una persona, sino un sistema. Emulando el escepticismo del líder cubano, Evo Morales repetiría esa idea una y otra vez cuando le preguntaban si prefería a Hillary Clinton o a Donald Trump para ocupar la Casa Blanca. Más optimistas, analistas, políticos y gente de a pie expresaron, luego de que candidato republicano ganara las elecciones, su confianza en que “el sistema” de frenos y contrapesos de la democracia norteamericana sería capaz de domesticar a la bestia y evitar que la irracionalidad y la incontinencia de Trump produjeran alguna catástrofe.
Ayer, el presidente norteamericano decidió bombardear una base del ejército sirio, como respuesta a un supuesto ataque con armas químicas perpetrado el martes pasado por el gobierno de Bashar al Assad contra grupos rebeldes. Trump, además, acompañaría la acción militar con un llamado a conformar una “gran coalición de naciones civilizadas” para enfrentar al régimen alauita que gobierna Siria.
Ahora bien, ante todo este embrollo vale tener en cuenta dos cuestiones: 1) Siria es un aliado incondicional de Rusia. 2) Desde que Trump comenzó su campaña para la presidencia –tanto en las primarias como en el mano a mano con Hillary– expresó en reiteradas ocasiones que en su administración Estados Unidos iba a dejar de derrocar gobiernos y, además, iba a buscar un entendimiento con Vladimir Putin para administrar conjuntamente el tablero en Medio Oriente. Entonces, ¿qué pasó en el medio para que Trump decidiera ir contra el gobierno de al Assad y, con ello, efectuar una provocación directa a Moscú? Como sucede en toda cocina del poder, es probable que nunca lleguemos a conocer todos los ingredientes de la receta. Sin embargo, se pueden hacer algunas presunciones.
Al poco tiempo de que Trump ganara las elecciones, al interior de Estados Unidos comenzó a gestarse una intensa campaña por parte de sectores de inteligencia, económicos y políticos –secundados por importantes medios de comunicación– con el objeto de desentrañar los vínculos espurios que el presidente estadounidense tendría con su par ruso. Según se decía, Trump era un monigote de Putin y el Kremlin se había entrometido en las elecciones norteamericanas para beneficiar a su candidato. En este marco, el otrora asesor de seguridad nacional de la presidencia, Michael Flynn (hombre de su máxima confianza, había dicho Trump al momento de nombrarlo) tuvo que renunciar a su cargo tras revelarse que mantenía conversaciones secretas con la embajada rusa. A partir de allí, el conflicto fue escalando y el “affaire Rusia” se transformó para muchos en la eventual excusa perfecta para avanzar en un juicio político contra Trump. Flynn no es la única víctima de esta disputa. Varios funcionarios y asesores de Trump han quedado en la mira de la justicia estadounidense por la misma razón. Hace pocos días Steve Bannon –un trumpista de la primera hora, agitador mediático de la ultraderecha y defensor de la alianza con Putin– fue sacado por el propio Trump del Consejo de Seguridad Nacional, a pedido del nuevo asesor de seguridad, el general Herbert McMaster, quien considera al Kremlin una amenaza. En este contexto, el bombardeo en Siria estaría vinculado a cuestiones domésticas. De hecho, el saliente Flynn manifestó la semana pasada que estaba dispuesto a testificar ante el FBI si le otorgaban inmunidad penal, apelando a una especie de figura del arrepentido.

En definitiva, en caso que efectivamente estas cuestiones sean las que están marcando el pulso de la política exterior estadounidense, vale la pena tener en cuenta dos lecciones: 1) Que Trump, lejos de ser un loco irracional es, como buen empresario, alguien que busca siempre negociar para sacar el mejor rédito y, como buen político, alguien que apela al pragmatismo para poder sobrevivir en el cargo. 2) Que el “sistema” del que hablaba Fidel, lejos de aplacar toda iniciativa temeraria puede, más bien, llevar al presidente a ordenar un bombardeo indiscriminado y, lo que es peor, a un enfrentamiento entre las dos principales potencias militares del planeta. Es por ello que tal vez haya que preguntarse si no es mejor decir: “¡abajo el sistema!”.

* Investigador del Conicet. Politólogo-UBA.

-----------------------------------------------------




Por Néstor García Iturbe (ALAI)

Recientemente Donald Trump comenzó a dar muestras de que ya está aprendiendo a comportarse como lo hace un verdadero presidente de Estados Unidos.  Esto se ratificó en el día de ayer, cuando ordenó que se atacara con más de cincuenta misiles  Tomahawk una base aérea Siria, utilizando el pretexto de que los sirios habían lanzado armas químicas contra civiles y  tropas de la oposición.

El  ataque del que se acusa a las fuerzas gubernamentales bajo las ordenes de Bashar al-Assad, según varios expertos internacionales, fue lanzado por las propias fuerzas opositoras, que cuentan con este tipo de arma, entregado por Turquía. Esta acción en modo alguno beneficiaba la posición que había adoptado Estados Unidos en relación con el conflicto sirio, cuando se planteó que ya no era una prioridad de su política exterior el derrocamiento de Assad.

El verdadero beneficiado por lo sucedido es Israel que se apresuró a confirmar el ataque y alentar una respuesta adecuada por parte de Estados Unidos. También las posiciones de Trump se han fortalecido, pues en cierta manera justifica el aumento solicitado al presupuesto del Pentágono y le permite mostrar una imagen de hombre fuerte a su huésped chino, Xi Jimping, con el que debe analizar, entre otros asuntos, la situación del desarrollo atómico de Corea del Norte.

Entre los que reclamaron este tipo de acción se encuentra Hillary Clinton, que salió de su letargo el martes pasado planteando que “ Estados Unidos debía bombardear bases aéreas militares sirias como respuesta al aparente ataque químico”. La gran prensa estadounidense ha comentado el hecho, pero no lo ha condenado. Hasta ahora, que yo sepa no se están organizando grandes manifestaciones populares contra Trump por el bombardeo a la base Siria.

Claro está,  siempre  encontraremos aquellos que quieren magnificar esta situación como una muestra más de su aversión a Trump y de que todavía están sufriendo la derrota de Hillary.  Expresarse así es muestra de su ignorancia en relación con lo que representa Estados Unidos en el mundo, cual es su política exterior y como actúa un presidente de dicha nación, que por cierto, en el caso de Trump, aunque merece ser criticado por  el bombardeo a la base siria, podemos decir que comparando esto con lo realizado por Obama, el Premio Nobel de la Guerra, todavía se muestra como un principiante.

En Afganistán, donde todavía se encuentran tropas estadounidenses, los bombardeos y demás acciones militares han costado al contribuyente estadounidense más de 3,000 millones de dólares, la muerte de cerca de 2,400 militares y la de  cientos de miles de civiles.

En Irak, la aventura militar que todavía se mantiene ha costado más de 6,000 millones de dólares, 4,500 efectivos militares muertos, 33,000 heridos y mas de un millón de civiles iraquíes muertos.

En Libia, los bombardeos ordenados por el binomio Obama -Hillary eran diarios, costaron 1,100 millones de dólares, además de los efectivos militares libios, murieron más de 80,000 civiles. Todavía las acciones bélicas continúan y siguen muriendo civiles.

En Siria, donde el gobierno de Obama comenzó su participación  en la guerra a partir del 10 de septiembre del 2014. Las actividades se iniciaron precisamente bombardeando distintas instalaciones en la capital y otra ciudades, como parte del apoyo a las fuerzas contrarias al gobierno. Se calcula que en los bombardeos se han gastado cerca de 800 millones de dólares, en el entrenamiento y apoyo logístico a los rebeldes 600 millones. Como consecuencia de los bombardeos y acciones realizadas por los rebeldes, han muerto más de 100,000 civiles y se ha destruido una buena parte del país.

Pudiéramos decir que Trump todavía está calentando el brazo, comenzó a lanzar en esta entrada y es posible que realice una buena actuación, pero para superar a lanzadores como Obama tiene que adquirir mucha experiencia.

Espero que esto ayude a que algunos compañeros adquieran un verdadero conocimiento de la forma de actuar de un presidente de Estados Unidos y no se sorprendan cuando ordena bombardear una base militar, o dar un golpe de estado en Venezuela. Eso es parte de su trabajo.





No hay comentarios:

Publicar un comentario