"No habrá golf pero sí relaciones carnales"
SES América Latina
Leandro
Morgenfeld tiene como especialidad el estudio del vínculo, tanto
político como histórico y comercial, entre Estados Unidos y la
Argentina. Profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA),
Investigador Adjunto del CONICET, Co-Coordinador del Grupo CLACSO
“Estudios sobre EE.UU.”, autor de los recomendables libros Vecinos en conflicto y Relaciones peligrosas,
Morgenfeld aceptó hablar unos minutos con SES América Latina para
conocer su lectura geopolítica de la actual gira del presidente Mauricio
Macri por los Estados Unidos.
-Tuvimos
relaciones carnales con los EE.UU.; luego el vínculo se tensó durante
el pasado gobierno. ¿La cumbre Trump- Macri qué tipo de era bilateral se
supone que inaugura?
-Creo
que estamos ante una suerte de reedición del alineamiento de los años
noventa, pero cuidando más las formas. O sea, sin las sobreactuaciones
de (el ex presidente, Carlos) Menem. Por eso, Macri evitó ir a jugar al
golf con (Barack) Obama en Bariloche el 24 de marzo del año pasado, pese
a que lo habían acordado.
No
quería mostrarse igual que Menem jugando al tenis en Olivos con Bush
padre, o con (Bill) Clinton cuando vino en 1997. Efectivamente, la
Cancillería trabajó mucho para lograr la visita a la Casa Blanca y la
foto con (Donald) Trump, ya que ellos dirán que es una prueba más de que
los líderes mundiales respaldan a Macri. Frente a lo poco que tienen
para mostrar internamente, por los magros resultados de la política
económica, las giras de Macri le dan ese manto de liderazgo global. Más
allá de la foto que probaría la “vuelta al mundo”, no creo que se
obtengan demasiadas cosas concretas significativas en la visita a
Estados Unidos. En definitiva, a Trump le sale muy barato tener un
“socio” como Macri en el Cono Sur.
-¿Cómo
lees el paradójico momento que encuentra a una región muy alineada con
EE.UU. en lo político con el hecho de que Washington desea obturar el
vínculo comercial?
-Desde
principios del siglo XIX, cuando se planteó la Doctrina Monroe,
“América para los (norte)americanos”, Estados Unidos alentó la
fragmentación regional. Quería evitar que prosperara el proyecto de
Bolívar. Macri y otros gobiernos derechistas, como el de (Michel) Temer y
(Enrique) Peña Nieto, son funcionales a la estrategia de Washington de
“divide y reinarás”. Así, ante las agresiones de Trump (xenofobia que
apunta especialmente contra los hispanos), en vez de solidaridad y
reacción conjunta, Macri intenta aprovechar la desdicha de nuestros
vecinos para ser el alumno ejemplar de Washington. El problema es que la
inserción internacional que proponen, a través de la apertura comercial
y la atracción de inversión extranjera con todo tipo de concesiones,
vía la firma de Tratados de Libre Comercio, está siendo cuestionada a
través de las elecciones en Estados Unidos y Europa. Insisten con una
receta neoliberal ya fracasada.
Y,
frente al proteccionismo selectivo de Trump, los gobiernos de la región
en vez de unirse para fortalecerse, cada uno aspira a negociar en
soledad. Eso históricamente provocó más debilidad y dependencia. En 2005
se pudo derrotar el proyecto imperial del ALCA por la lucha coordinada
de organizaciones sociales y políticas de todo el continente y por la
acción conjunta de Argentina, Brasil, Venezuela, Uruguay y Paraguay. En
ese marco, se crearon el ALBA, la UNASUR y la CELAC. Hoy esas
instituciones pierden peso, y Estados Unidos aspira a reposicionar a la
OEA. Macri va a avanzar en esa línea.
-¿Qué
lugar jugará la región en la agenda de la política exterior del
Departamento de Estado? ¿Trump intentará recobrar influencia en
Latinoamérica aunque más no sea para hacer retroceder posiciones
comerciales a China?
-Sí,
Estados Unidos nunca abandonó lo que despectivamente denominan el
backyard, el “patio trasero”. Nos consideran su área exclusiva de
influencia. En el siglo XXI, sin embargo, avanzaron tanto la
coordinación y la cooperación política latinoamericana, con Cuba y sin
Estados Unidos, y se sumó diálogo con potencias extra-regionales como
China, Rusia e India.
Por
eso, desde 2013, Obama aprovechó la caída del precio de las materias
primas y la muerte de (Hugo) Chávez para normalizar las relaciones
diplomáticas con La Habana y reposicionar a Estados Unidos. Trump va a
seguir ese camino; quizás, con un discurso más hostil hacia México, Cuba
y Venezuela, pero con los mismos objetivos. Por eso, Macri le sirve
para recuperar posiciones. Nuestro presidente convalidó diplomáticamente
el golpe parlamentario contra Dilma (Rousseff) en Brasil el año pasado,
excluyó a Venezuela del Mercosur y ahora es el ariete para desplazar al
gobierno electo. La disputa entre Estados Unidos y China por los
recueros naturales de América Latina va a seguir, y la Casa Blanca ya
informó que será uno de los temas a discutir con Macri.
-Hacia
el interior de Estados Unidos, ¿Cómo se está procesando la crisis
venezolana? ¿Existen halcones y palomas dirimiendo con qué tipo de
estrategia intervenir?
-Por
distintos motivos, la oposición venezolana, con fuertes apoyos en
Estados Unidos, está dispuesta a ir a fondo para derrotar el proceso
chavista. Por supuesto que existen sectores más dialoguistas en Estados
Unidos y hay muchas organizaciones sociales y políticas que hace años se
vinculan con los movimientos sociales de los países bolivarianos.
Desgraciadamente, Trump va a profundizar el injerencismo que ya desplegó
Obama.
Incluso,
antes de recibir a ningún mandatario regional, el magnate se reunió en
Washington –y se dejó fotografiar- con Lilian Tintori, la esposa del
opositor Leopoldo López. Creo que Trump y Macri van a hablar
públicamente sobre Venezuela. Mala noticia para la región. En vez de
procesar los conflictos en el ámbito latinoamericano, en la UNASUR o la
CELAC, como ocurrió en la última década, se va a optar por la OEA, cuya
sede se encuentra, no casualmente, a escasos metros de la Casa Blanca.
-Se
evidencia una clara convergencia aperturista en la mayoría de los
gobiernos de la región; sin embargo, la matriz económica y el desarrollo
productivo de los vecinos sigue presentando fuerte asimetrías. En ese
sentido, ¿Cómo lees el acercamiento entre la Alianza del Pacífico y el
Mercosur?
-Es
una vuelta al “regionalismo abierto” de los años noventa, o sea a la
idea de juntarse simplemente como plataforma para exportar más. Una idea
limitadísima de la integración regional. Es volver a pensar en acuerdos
como el ALCA, que rechazamos en 2012. Es un bloque claramente
ideológico, a favor del neoliberalismo y para aislar a los países
bolivarianos: a Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua.
El
problema para Argentina o Brasil es que son economías con un entramado
industrial muy superior a las de Chile o Perú. La apertura económica, en
el contexto de retraso cambiario que hay hoy en Argentina, va a
provocar una desindustrialización aún mayor. La convergencia Alianza del
Pacífico–Mercosur, en este contexto, tiene un contenido pro-inversión
extranjera y pro- libre comercio. Esto, en el pasado, ya mostró cómo
genera más dependencia.
-Por
último, ¿El largamente demorado acuerdo comercial entre la Unión
Europea y el Mercosur tiene más chances de concretarse por la similitud
de criterios comerciales que existen hoy a nivel interoceánico?
-La
paradoja es que ese acuerdo que hoy impulsan enfáticamente Macri y
Temer tiene resistencias en la Unión Europea, que no está dispuesta (no
tiene condiciones políticas) a desmantelar los subsidios agrícolas. Hace
años que las negociaciones están estancadas porque Europa quiere
exportarnos más servicios y bienes manufacturados –además de invertir
con menores regulaciones y más beneficios-, pero no abre su mercado a
las exportaciones agropecuarias latinoamericanas.
Hoy
Argentina y Brasil insisten con un acuerdo que sería muy negativo para
la mayoría de la población de estos países, mientras que Europa está
frente a la encrucijada que le planteó el Brexit y el crecimiento de
movimientos y líderes euroescépticos, que cuestionan la globalización
neoliberal. A pesar de eso, Macri pretende anunciar la firma del acuerdo
UE-Mercosur en la Cumbre de la OMC (Organización Mundial del Comercio)
que se realizará en diciembre en la Argentina.
Por ese motivo, la Asamblea Argentina Mejor Sin TLC,
junto a otras organizaciones del país y del continente, estamos
organizando una semana de acción global contra el libre comercio, que se
realizará en paralelo a esa cumbre. Como hace 15 años, tenemos que
explicar por qué esos mega -acuerdos de libre comercio son beneficiosos
para las grandes trasnacionales y perjudiciales para todo el resto.
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