domingo, 30 de abril de 2017

Documentos desclasificados de EEUU sobre la dictadura

LOS DOCUMENTOS DESCLASIFICADOS QUE TRUMP ENTREGÓ A MACRI
Además de tubos y limones
Por Horacio Verbitsky (Página/12)
Los documentos que Trump entregó a Macrì sobre los años del espanto muestran el rol descollante de la Argentina en la Operación Cóndor, con el entrenamiento en Buenos Aires de los equipos operativos enviados a Europa a cometer asesinatos. Es instructivo un primer repaso de su contenido, mientras esperamos con los dedos cruzados cuál será la contraprestación coreana por el ingreso de los limones argentinos al mercado estadounidense

La segunda tanda de documentos desclasificados sobre el periodo de la última dictadura argentina no se aparta de una pauta férrea: cuando hay algún elemento significativo sobre cuestiones operativas de la represión, la fuente son las embajadas estadounidenses en distintos países de la región o el Departamento de Estado en Washington, que pese a su nombre se encarga de las relaciones exteriores. Desoyendo el pedido de los organismos argentinos defensores de los Derechos Humanos, comunicado tanto al gobierno argentino como al estadounidense, hay muy pocos documentos de origen militar, de seguridad nacional o inteligencia. Y los pocos que aparecen de la CIA y del Consejo de Seguridad Nacional contienen evaluaciones académicas sobre lineamientos políticos, cuyo interés cuatro décadas más tarde sólo alcanza a los especialistas. Vale la pena recapitular esta historia.

Manchas

La primera tanda de desclasificación fue solicitada por organismos argentinos (Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y el CELS) el 16 de agosto de 2000, durante la visita a Buenos Aires de la secretaria de Estado Madeleine Albright. La solicitud fue concedida de inmediato, acaso como parte de una vendetta. Luego del juicio político que impulsaron los republicanos por los usos del cigarro en el despacho oval, el presidente demócrata Bill Clinton accedió a la muy esperada desclasificación documental sobre la intervención en Chile comandada por Henry Kissinger durante la presidencia del republicano Richard Nixon. Las manchas que Nixon y Kissinger dejaron en Chile no se limpian en ninguna tintorería. 
Para obtener el mejor resultado de esa disposición favorable, el CELS celebró un convenio con la ONG estadounidense National Security Archives, especializada en la investigación sobre materiales públicos compartimentados. Su labor había sido muy eficaz en la desclasificación previa de documentos sobre Chile, Guatemala y El Salvador. Esa experiencia enseñó que era preciso refinar la búsqueda, de modo de no ir tras una aguja en un pajar. La formulación de interrogantes precisos sobre ciertos episodios y personas, tanto víctimas como victimarios, con la mayor exactitud posible de tiempo y lugar, ordenó la requisitoria. La calidad de la pregunta anticipa la de su contestación. Al cumplirse dos años de aquel encuentro, llegaron cuatro cajas de documentos. Se trata de comunicaciones que funcionarios de la embajada en Buenos Aires remitieron en aquellos años al gobierno de Washington, demostrativos de la organización estatal del terror y refutadores de la pretensión de que pudo tratarse de excesos o errores de grupos aislados. Entre ambas fechas cambiaron el gobierno de los Estados Unidos y el contexto mundial. Clinton fue sucedido por el republicano George W. Bush, y Colin Luther Powell reemplazó en Relaciones Exteriores a Madeleine Albright. Luego de los ataques del 11 de setiembre de 2001 contra el World Trade Center y el Pentágono, el gobierno de Washington hizo de la denominada “guerra contra el terrorismo” el eje de su política exterior e interior. El proceso de desclasificación se detuvo. Se reanudó, a raíz de una carta del CELS a Powell, con una salvedad: una segunda revisión para eliminar nombres de personal del Departamento de Estado, como parte de la omnipresente war on terror. Es difícil imaginar dos personalidades tan distintas como la académica centroeuropea Albright y el general afroamericano Powell, por no hablar de Clinton y Bush. Sin embargo todos ellos coinciden en un punto de extrema importancia para nuestro país y éste es que la desaparición forzada de personas, las torturas a detenidos, las ejecuciones clandestinas constituyen crímenes contra la humanidad, que la comunidad internacional no consiente, bajo ninguna circunstancia. Hasta el presidente argentino Maurizio Macrì, cuya fortuna familiar se multiplicó con los negocios espurios que se facilitaban a los responsables civiles de la dictadura, tiene que plegarse a los repudios y las conmemoraciones, con el puño cerrado y la boca apretada.




En junio de 1976 gobernaba en Estados Unidos el republicano Gerald Ford, cuya política exterior, conducida por Kissinger, era continuidad de la de Nixon, que instrumentó en todo el continente la doctrina de la seguridad nacional. Kissinger se reunió en Chile con su contraparte argentina, el almirante de la Armada golpista de entonces, César Guzzetti, quien le expuso los pormenores del plan de exterminio que se estaba aplicando. Kissinger, quien había sido el principal ideólogo del golpe militar que llevó al poder de Santiago al dictador Augusto Pinochet, le dijo que se apuraran a concluir su faena, porque no tenían mucho más tiempo. No se equivocaba. En enero de 1977 asumió la presidencia el demócrata James Carter, cuyo gobierno enarboló la defensa de los derechos humanos como estandarte de una nueva era. Su primer Secretario de Estado, Cyrus Vance, y su secretaria de asuntos humanitarios, Pat Derian, presentaron al gobierno militar argentino una lista con 7.000 nombres sobre los cuales el gobierno de Carter reclamaba información. Pero en uno de los documentos desclasificados ahora se estima el número en 15.000*. También exigieron que se admitiera la visita al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuyo informe fue un punto de inflexión, el principio del fin. Aunque faltaba y sigue faltando la desclasificación de los datos que guardan el Pentágono y la CIA, los que la cancillería estadounidense entregó hace quince años, más los que Barack Obama trajo en su visita del 24 de marzo de 2016 sirvieron para agregar nuevas piezas al rompecabezas que los organismos de derechos humanos vienen armando desde el momento mismo en que los hechos sucedieron, valiosas para completar el cuadro general pero también para avanzar en las causas judiciales concretas abiertas, dentro y fuera del país.
Como dice la introducción del Departamento de Estado, no todos los documentos se relacionan específicamente con la Argentina. Algunos fueron seleccionados por su importancia para otros aspectos de la política estadounidense hacia Latinoamérica, y brindan el contexto para las relaciones entre Estados Unidos y la Argentina de 1977 a 1980.

Ser o no ser

A pedido de Carter, su asesor de Seguridad Zbigniew Brzezinski preparó una evaluación global de política sobre América Latina. “¿Necesitamos una política latinoamericana?” es la pregunta con que comenzó su análisis el asesor de Brzezinski para la región, Robert Pastor. A su juicio, la idea de Latinoamérica es un mito, porque “está compuesta por economías y políticas muy distintas, que sólo pueden agruparse para formar una posición colectiva cuando existe necesidad simbólica de confrontar con los Estados Unidos. En realidad, las cuestiones más importantes para los gobiernos del hemisferio, se tratan en forma bilateral o global. Un síntoma de esta tendencia hacia el globalismo y el bilateralismo, es la declinación de la OEA”. Esto fue escrito hace 40 años. Pastor concluye que la respuesta a la pregunta es No. “En términos objetivos, no necesitamos una política latinoamericana y espero que en el futuro no la tendremos”. Sería interesante cotejar esta visión del académico Pastor con las tomas de posición que todos los años presentan al Congreso los generales que conducen el Comando Sur. 





El 24 de marzo de 1977 el Secretario de Estado Cyrus Vance dirigió un cable a las embajadas de Estados Unidos en Asunción, Brasilia, Buenos Aires, La Paz, Montevideo y Santiago con el escueto título “Operación Cóndor”. Afirma que se trata de un esfuerzo cooperativo de los servicios secretos de Chile, la Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil para combatir el terrorismo y la subversión. Cita como fuente un informe de la CIA. Dice que comenzó como un mecanismo de intercambio de información sobre los grupos subversivos pero “discusiones posteriores incluyeron la realización de asesinatos en el exterior. Mientras los servicios de la Argentina, Chile y Uruguay acordaron enviar para ese fin equipos operativos a Europa, los de Brasil, Bolivia y Paraguay aparentemente no se comprometieron con este aspecto de la operación”. Luego, los equipos que irían a Europa recibieron entrenamiento en Buenos Aires. Un equipo de argentinos y uruguayos fue enviado a operar contra “terroristas uruguayos” pero fracasó porque la operación se filtró. Esto hizo dudar a los uruguayos acerca de la participación en otras operaciones conjuntas Cóndor. Fuera de los países involucrados la operación se limita a la recolección de información sobre los extremistas. Si esa información incluye el paradero de un extremista fuera del área de cobertura podría enviarse un equipo Cóndor, “pero sólo a verificar la presencia del extremista y determinar sus movimientos futuros. Si fueran deseables indeterminadas acciones contra un determinado extremista, el Servicio Cóndor pedirá que las realice a un servicio de seguridad del país donde reside el extremista”. Si un país miembro rehúsa participar en un programa Cóndor, es excluido de cualquier reunión posterior de ese programa (se entiende que por programa se refiere a una operación específica). El llamativo punto final informa que la Operación Cóndor estaría derivando hacia actividades “no violentas”, y pone como ejemplo una reunión realizada en diciembre de 1976 cuyo tema principal fue la planificación de operaciones de guerra psicológica contra grupos de izquierda y radicales (lo cual no debe confundirse con grupos de la UCR). Con anterioridad se había aprobado un programa por el que un país miembro publicaría piezas de propaganda útiles para otro miembro, de modo que el país más interesado no quedaría al descubierto como fuente de la información falsa. Este programa de guerra psicológica requiere un intenso uso de los medios de comunicación. Parece el identikit de la Operación Colombo, de 1975, cuando con publicaciones en Brasil y la Argentina se intentó simular la muerte en enfrentamientos entre facciones guerrilleras chilenas en la Argentina de 119 personas que habían sido secuestradas, torturadas y asesinadas en Chile.

El Cóndor pasa

El 9 de mayo de 1977 la CIA preparó un documento, cuya nómina de circulación aún sigue en secreto, de la cual sólo se desclasificó a partir de la segunda foja. Se titula Contraterrorismo en el Cono Sur. Dice que las operaciones ilegales contra exiliados en otros países se frustraron porque los servicios extranjeros de seguridad conocen la existencia del Cóndor (afirmación curiosa, ya que en septiembre de 1976 fue asesinado en Washington por esta organización el ex canciller chileno Orlando Letelier). El documento menciona una larga historia de esfuerzos bilaterales para controlar la subversión en los países del Cono Sur, que a principios de 1974 derivó en el enfoque regional del Cóndor cuando funcionarios de seguridad de todos esos países, salvo Brasil, acordaron establecer canales de contacto para facilitar sus movimientos de un país a otro en misiones oficiales. Entre sus objetivos iniciales figuraba el intercambio de información sobre la Junta Coordinadora Revolucionaria, que coordina actividades y provee apoyo logístico y de propaganda a sus miembros bolivianos, uruguayos, chilenos, argentinos y paraguayos. La Junta tiene representantes en Europa y se cree que intervinieron en los asesinatos de un diplomático boliviano y un agregado militar uruguayo en Francia. El agregado militar “había participado en la exitosa campaña para eliminar a los terroristas uruguayos tupamaros” (todo parece indicar que se refiere al coronel uruguayo Ramón Trabal y al general y embajador boliviano Joaquín Zenteno Anaya, asesinados en París con sendos disparos de una misma pistola el 19 de diciembre de 1974 y el 11 de mayo de 1976. Una investigación periodística publicada en 2001 afirma que los ejecutores fueron dos miembros franceses de una Brigada Internacional maoísta). La CIA añade que los miembros del Cóndor se reunieron en Santiago el último verano (no aclara si septentrional o boreal) para sistematizar sus planes de largo plazo, que incluyen “el desarrollo de una base de datos electrónica en Santiago, a la que todos los miembros aportarán información sobre terroristas conocidos o sospechosos. Brasil proveerá los aparatos de comunicación de la red ‘Condortel’ y Uruguay aceptó sumarse a Chile y la Argentina en las operaciones en Europa contra la JCR”. La misión básica consistirá en liquidar a los principales líderes terroristas en el exterior. Pero no sólo a ellos. “Entre los candidatos al asesinato también se menciona a personas que no son terroristas, como el dirigente político opositor uruguayo Wilson Ferreyra Aldunate, si viajara a Europa, y algunos líderes de Amnesty International. Sin embargo, Ferreyra pudo haber sido quitado de la lista porque se cree que tiene buenos contactos en el Congreso de los Estados Unidos”. También se consideró el envío de un equipo a Londres, caracterizado como empresarios, para supervisar “actividades sospechosas”. Otra propuesta en estudio incluye la reunión de material sobre la integración, ubicación y actividades políticas de grupos de Derechos Humanos, para identificar y exponer sus vínculos socialistas y marxistas. Similares datos se buscaría sobre “grupos tercermundistas y comunidades eclesiásticas”. El documento también se refiere al sistema de comunicaciones Cóndor, que utiliza tanto la voz como teletipos. “Los países miembros se comunican por radio y cada uno debe mantener un canal abierto. Utilizan equipos no comerciales pero cada país puede monitorear las conversaciones de los otros en la red Cóndor. Los datos sensibles que no interesan a todos los miembros se envían por valija diplomática. Alguien cuyo nombre fue tachado afirma que “Cóndor sufre de cierta desorganización pero esto no ha inhibido su eficacia general. Cóndor ha hecho más estrictas sus medidas de seguridad en su centro operativo en Buenos Aires y se incrementó la compartimentación”. Cóndor es un paraguas, fuera del cual también es fuerte la cooperación entre otros organismos de seguridad en la región, como los servicios de informaciones de la Argentina, Uruguay y Chile, que envían delegados a los otros países, en primer lugar para identificar a subversivos en el exilio. El 13 de agosto de 1978, la embajada de Estados Unidos en Asunción informa a la Secretaría de Estado sobre sus investigaciones respecto del asesinato de Letelier. El Jefe de Estado Mayor, General Alejandro Fretes Dávalos le leyó al embajador la minuta de una reunión con el jefe de la Inteligencia chilena, general Orozco. El texto no menciona el caso Letelier pero sí la coordinación de recursos de inteligencia para controlar y eliminar la subversión, mediante el intercambio de información, el uso compartido de instalaciones de comunicación, el monitoreo de subversivos, su detención y “entrega informal de un país a otro”. Dijo que los jefes de inteligencia de los países del Cono Sur se reunían todos los años y que ese sistema nació “como defensa ante la amenaza de que la subversión argentina se expandiera hacia otros países”. Pero esas reuniones ya no son útiles, porque “la principal amenaza, que provenía de la Argentina ya ha sido eliminada”. Añadió que seguían en contacto por medio de la red de comunicaciones de la Zona del Canal de Panamá, que cubre toda América Latina. Este sistema de comunicaciones de los Estados Unidos es utilizado principalmente por los oficiales que estudian allí para llamar a sus países, pero también para coordinar información de inteligencia entre los países del Cono Sur. La confidencialidad de las comunicaciones a través de estas instalaciones estadounidenses en Panamá se mantiene mediante el uso de códigos bilaterales”. Pero el general paraguayo sorprendió a su interlocutor estadounidense al afirmar que “a su juicio toda esta red de comunicación es inútil y sirve sobre todo para que los jefes de inteligencia exageren su declinante importancia”. Según el embajador White los dos agentes del FBI asignados allí evalúan que la existencia del Cóndor puede salir a la luz durante el juicio en Estados Unidos por el atentado a Letelier. Y termina el cable con esta frase extraordinaria: “Si la descripción del general Fretes Dávalos es exacta sobre el uso de un sistema encriptado dentro de la red de comunicación estadounidense, parecería aconsejable revisar este acuerdo para asegurar que su continuación sea en el interés de Estados Unidos. Pero yo no sé si esto es cierto”. Es razonable que un diplomático no conozca estos detalles, pero cuarenta años después parecería aconsejable que el Pentágono, que manejaba la zona del Canal, o la CIA que tal vez compartía su red de comunicaciones, hicieran conocer esos detalles al extraordinario líder que preside el país que acaba de recibir los documentos y gran amigo del presidente Trump.





Pero la CIA, no se digna bajar a estos pormenores. Cuando se escucha su voz, adopta un tono doctoral, para decir, por ejemplo, que “el juicio sobre a qué derechos pueden aspirar todas las personas es subjetivo, y varía de cultura en cultura”. Por eso, “al tratar de definir Derechos Humanos es difícil aventurar generalizaciones sobre una región geográfica, como el Cono Sur. Sin embargo, pueden discernirse algunos rasgos comunes”. Apasionante. 
* Briefing Memorandum From Richard Feinberg of the Policy Planning Staff to Secretary of State Vance, Washington, November 19, 1977.

jueves, 27 de abril de 2017

"100 días de Trump: cuando los planes de un presidente chocan con la realidad". Por Mariano Beldyk

100 días de Trump: cuando los planes de un presidente chocan con la realidad

100 días de Trump: cuando los planes de un presidente chocan con la realidad

El mandatario se jacta de haber hecho más que sus antecesores en este tramo de su gobierno, pero no parece ser el caso. 

El Donald Trump real, el que comanda la Casa Blanca, no es @realdonaldtrump. O eso demuestran sus primeros 100 días de gobierno en los que sus promesas más radicales se toparon con los frenos del sistema republicano. Las órdenes ejecutivas para cerrar las fronteras de los Estados Unidos quedaron bloqueadas en los tribunales, su propio partido saboteó la reforma al Obamacare en el Congreso y el Norte de su política exterior terminó más cerca del pragmatismo que del harto repetido grito de guerra Make America Great Again.
Aunque el mundo aún mira a la Casa Blanca con igual recelo ante lo imprevisible, el margen de incertidumbre se acotó de forma significativa. "Trump trató de mostrarse como un hombre fuerte en sus primeros días de gobierno, dispuesto a cumplir sus promesas de campaña a golpe de decretos. Pero cosechó muchos fracasos. Hoy, Trump ya no es tan fuerte como parecía, y el establishment político y económico, el llamado 'gobierno permanente' de los Estados Unidos, le está poniendo más límites de los que él imaginó", explica Leandro Morgenfeld, profesor de la UBA y co-coordinador del Grupo CLACSO "Estudios sobre EEUU". Y añade: "Llega a sus primeros 100 días como el presidente más impopular de los últimos 60 años, con apenas un 42% de respaldo".
Cuando faltaban semanas para la elección, en octubre de 2016, Trump lanzó su Contrato con los Votantes Estadounidenses, un documento de dos páginas con la firma del futuro presidente estampada en una de ellas. Allí delineaba su plan de acción para los primeros 100 días. Separadas aquellas decisiones ejecutivas de las que necesitan el respaldo del Congreso, aún así el balance es negativo y no es porque Trump no lo haya intentado.
De 18 compromisos asumidos, 14 se han materializado en órdenes concretas, pero dos de ellas -la que corta el financiamiento a las "ciudades santuario" e impide el ingreso al país de ciudadanos de países "terroristas"- están en litigio. Por su parte, la suspensión de contrataciones estatales fue levantada en abril y aquella promesa de poner coto al poder paralelo en Washington, el del lobby político de ex funcionarios y legisladores, dejó afuera a los ex miembros del Congreso. No fue el único gesto hacia ellos: Trump también pasó por alto su promesa de limitar los mandatos legislativos como parte de su reforma política para "limpiar a Washington de la corrupción y la colusión de intereses especiales".
Pese a todo ello, el Capitolio no ha sido todo lo complaciente que se esperaba con una mayoría republicana en ambas cámaras y en aquellos proyectos que habían unido a las distintas alas del partido durante la gestión Obama.

Obamacare

El caso más emblemático es la anulación y reemplazo del Obamacare. Si se frustró, fue porque el llamado Liberty Caucus -los resabios del Tea Party que abrazaron al Trump candidato-, creyeron que su campeón los había traicionado una vez que llegó a la Casa Blanca en cómo y cuánto podar el sistema de salud de Obama. Los demócratas se limitaron a observar todo desde la platea.
En paralelo, algunas de las críticas más duras hacia la administración Trump y su conducción de la política exterior también partieron de legisladores republicanos, como el senador John McCain, apodado el Critic in Chief (Crítico en Jefe). Sólo el proyecto de presupuesto 2018 presentado que multiplica los fondos para Seguridad y Defensa tanto como los recorta del resto de las carteras, calmó los ánimos de la elite industrial-militar republicana. Luego llegaron el bombardeo a Siria y la "madre de todas las bombas" en Afganistán como exhibiciones de musculatura bélica que insuflaron orgullo al pecho del sector pero que, de momento, no pasaron de eso.
Es en materia comercial donde más lejos avanzó Trump si de sus promesas se trata. La orden de retirar a los EE.UU. del Acuerdo de Asociación Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés) fue de las primeras en concretarse. Y la Casa Blanca ya emitió la orden a la Secretaria del Tesoro para que elabore una lista negra con todos los países que recurren al dumping. Paradójicamente, es también en esta área donde Trump ha roto uno de sus compromisos mayores: China. De denunciarla por manipulación de divisas y amenazar con romper la política de "Una China" en su coqueteo con Taiwán a hospedar al presidente Xi Jinping en su residencia de Mar-A-Lago, en Florida, y celebrar el vínculo bilateral. Hasta su hija Ivanka salió beneficiada de la buena sintonía de su padre con Pekín al conseguir dos nuevas licencias para comercializar sus productos en aquel país.
Así mismo, en las próximas semanas se espera la propuesta de renegociación para el NAFTA. El premier Justin Trudeau, no recibió más que elogios en su visita a la Casa Blanca, pero eso no impidió que Trump aplicara un 20 por ciento de tributo a la madera canadiense. En contrapartida, el mexicano Enrique Peña Nieto todavía lidia con los desplantes tuiteros de su vecino y la recurrente promesa de levantar el muro -otra idea que tuvo su propio decreto aunque aún se debate cómo financiar los u$s 20.000 millones de obra- pero, al menos, todavía zafa del 35 por ciento a sus exportaciones anunciado en campaña. "La gran historia respecto a los 100 días de Trump es de qué modo la realidad se entrometió en su idea de lo que un presidente puede lograr. Es una experiencia por la que atraviesan todos los que llegan a la Casa Blanca y Trump debe aprender a lidiar con esto mucho más que otros", explica John Frendreis, politólogo de la Universidad de Loyola, en Chicago. Traza un paralelo con la gestión de Bill Clinton, que arrancó a los tropezones pero que, al final, cerró con cierto éxito razonable, "algo que puede ocurrirle también a Trump". De momento, no es el mejor panorama para un presidente con un equipo incompleto que perdió a su Consejero Nacional de Seguridad original por la trama de espionaje, hackeo y connivencia con Rusia y todavía adeuda nombramientos entre las segundas líneas de los ministerios, mientras el Senado aprueba a las últimas cabezas de Departamento y Oficinas especiales. "Nadie ha hecho tanto como yo en 90 días de gobierno", insiste Trump con su doctrina de frases hechas, propagadas a través de su ya archiconocida cuenta de Twitter. La realidad prueba que está equivocado.

Intereses argentinos

Los Estados Unidos es el principal inversor externo en la Argentina y el tercer socio comercial por detrás de Brasil y China, con un promedio de u$s 10.000 millones en los últimos años. Dos tercios de ese intercambio son importaciones del Norte, por lo que la balanza es marcadamente positiva para los Estados Unidos. Todo esto no quita que aquellos productos que le resultan perjudiciales puedan seguir trabados o enfrentar litigios en los próximos tiempos. Los limones son el caso paradigmático porque habían revertido esa prohibición luego de arduas gestiones. Pero cayeron víctimas de la revisión de órdenes y leyes de los últimos meses de la administración Obama. Además, pesan los reclamos de los limoneros californianos. Todo ello, sumado a que la Secretaría de Agricultura estuvo acéfala hasta esta semana, demoró el trámite de los tres meses originales. Mientras tanto, el biodiesel argentino contiene el aliento hasta que el 8 de mayo el Departamento de Comercio -su titular, Wilbur Ross, es de los más cercanos a Trump- atienda una denuncia por dumping formulada por la National Board of Biodiesel. En 2016, la Argentina vendió 1,5 millones de toneladas a los Estados Unidos, equivalente al 90 por ciento de sus exportaciones globales.

Análisis de la búsqueda de inversiones de Macri en EEUU

Logo Leandro Morgenfeld: Análisis de la búsqueda de inversiones de Macri en EEUU

UNLP AM
Vueltas en el aire
                          
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Entrevista a Leandro Morgenfeld, historiador, profesor e investigador del Conicet, sobre el viaje de Mauricio Macri a Estados Unidos. Programa: Vueltas en el Aire. Conducción: Marcos Clavellino

- escuchar el audio de la entrevista acá -







ENTREVISTA: Experto critica "seguidismo acrítico" de Argentina a EEUU




BUENOS AIRES, 26 abr (Xinhua) -- El experto argentino Leandro Morgenfeld advirtió hoy, ante la entrevista que el jueves mantendrán en Washington el presidente argentino, Mauricio Macri, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, que "el seguidismo acrítico a EEUU" por parte del Gobierno argentino "es una muy mala noticia para la región".
"Frente a las agresiones de Trump contra los hispanos, y sus amenazas a Cuba, Venezuela y México, hubiera esperado que el Gobierno argentino se solidarizara con sus pares de la región, convocado a la UNASUR y la CELAC y tenido una posición conjunta, para desde allí negociar con más fuerza frente a Estados Unidos", dijo en una entrevista a Xinhua.
A juicio de Morgenfeld, profesor e historiador de la Universidad de Buenos Aires, "Macri le da la espalda a los organismos regionales, es funcional a la fragmentación regional que impulsa Estados Unidos y pretende ser el interlocutor privilegiado de Trump".
El también analista e investigador adjunto del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina observó que, durante el encuentro bilateral, Macri "apenas va a plantearle (a Trump) cuestiones comerciales menores (limones, el sistema general de preferencias), pero desde una posición de debilidad".
"Además, compartirá con el magnate de Nueva York un discurso agresivo e injerencista contra Venezuela", señaló.
Según Morgenfeld, la agenda de Macri es hacer concesiones a las grandes trasnacionales estadounidenses, a cuyos representantes "intentará seducir" en la reunión con la Cámara de Comercio de EEUU que mantendrá el jueves luego del almuerzo con Trump en la Casa Blanca.
"Más que agenda propia, Macri, desde que llegó a la Casa Rosada, viene asumiendo la agenda de Estados Unidos", reprochó el experto, coordinador del grupo de trabajo Estudios sobre Estados Unidos del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).
Al abordar la situación regional en que se da el encuentro Macri-Trump, el analista argentino mencionó que "el contexto económico es muy crítico por la caída de la demanda y precios de las materias primas".
Además, dijo, "la subida de tasas en EEUU, el 'brexit' y la prédica proteccionista de Trump empeoran el panorama. A esta compleja situación económica se agregan las crisis políticas, en Brasil, México, Venezuela. Hoy la región parece estar sin rumbo".
Al tiempo que se paraliza la integración alternativa, precisó, se está fortaleciendo un discurso neoliberal favorable a los acuerdos de libre comercio.
"Si las derechas regionales logran imponer esa agenda regresiva, la región volverá a transitar una senda que en el pasado sólo produjo más dependencia. Trump encuentra en Macri, sin concederle prácticamente nada, a un aliado en su ofensiva contra los países no alineados ...", advirtió.
Consultado sobre si el encuentro presidencial servirá para apuntalar a Argentina como referente en la región, y eventualmente a qué costo, el experto sostuvo que "Macri quiere disimular los magros resultados de su política económica presentándose como el líder que aplauden los gobiernos de las potencias occidentales".
"La única alternativa para la Argentina, si quiere ganar autonomía y apostar a un mayor desarrollo, es vincularse activamente con América Latina y el Caribe, y desde allí establecer una relación con Estados Unidos y otras potencias. Macri, al revés, apuesta al alineamiento con EEUU", criticó.
El historiador recordó que "esa subordinación, ya ensayada en los años noventa, terminó en una catástrofe económica y social en la Argentina".
A poco de asumir Trump su cargo, Argentina sufrió un revés para su agroindustria al suspender Washington la importación de limones argentinos, permiso que el país sudamericano había conseguido el 20 de diciembre, durante los últimos días de la administración de Barack Obama. A esto se ha sumado el reciente freno a las exportaciones de biodiésel.

miércoles, 26 de abril de 2017

"Macri y Trump: una foto que puede traer problemas" (Morgenfeld, BAE)

Macri y Trump: una foto que puede traer problemas

                                    
Leandro Morgenfeld*

Diario BAE
27 de abril de 2017

Macri y Trump, que se frecuentaron como socios en negocios inmobiliarios hace tres décadas, tendrán hoy su primera reunión como presidentes. El argentino había imaginado una previsible continuidad del alineamiento con Washington, si ganaba Hillary, y no termina de entender el cambio de contexto mundial que provocó el magnate republicano. La Casa Rosada multiplica los esfuerzos por mostrar al presidente argentino como el interlocutor regional ideal del magnate, pero hasta ahora no tuvo buenas noticias ni en materia comercial (limones, biodiesel), ni de visas (reversión de facilidades dispuestas por Obama). La Casa Blanca destacó tres temas a debatir en el almuerzo de trabajo: seguridad e inteligencia, influencia de China y situación de Venezuela. No está claro qué va a proponer Macri, quien llega a Washington sin embajador, tras la conflictiva renuncia de Lousteau.

Desde que asumió, Macri y su canciller Susana Malcorra señalaron que desplegarían una política exterior "desideologizada", cuyo objetivo es la atracción de capitales, el financiamiento a menores tasas y la apertura de nuevos mercados para los exportadores. En su primer año como presidente, Macri no ahorró señales hacia el gran capital financiero, pero sobre todo hacia Estados Unidos. Desde su concepción liberal, la vía para dar seguridad jurídica a los inversores externos es firmar Tratados de Libre Comercio (TLC). Viajó a Davos, se reunió con líderes europeos y recibió a Obama. En julio visitó Chile para participar por primera vez de la cumbre presidencial de la Alianza del Pacífico, donde insistió en que el Mercosur estaba congelado y debía sellar un tratado comercial con ese bloque; luego voló a Francia, Bélgica y Alemania, para relanzar las negociaciones de un "acuerdo de asociación" con la Unión Europea; y culminó su periplo en Estados Unidos, para reunirse con los CEOs de empresas de telecomunicaciones y servicios. "Argentina volvió al mundo", declaró en Berlín, eufórico.

Los gobiernos neoliberales que apostaban a la continuidad con Clinton y a la firma y extensión de acuerdos como el NAFTA y el TPP, ahora están obligados a recalcular. El Brexit y la asunción de Trump modificaron el escenario internacional. Se les dificultará seguir con la política de promoción del libre comercio, endeudamiento externo masivo y concesiones para atraer inversiones estadounidenses. El contexto internacional va a ser mucho más adverso. Cantan loas a la globalización neoliberal, cuando en Estados Unidos y Europa está siendo impugnada.

El encarecimiento del crédito, a partir de la suba de la tasa de interés por parte de la Reserva Federal, obliga a los países latinoamericanos a abandonar las políticas de endeudamiento externo y desplegar estrategias que reviertan la desigualdad y dependencia que se profundizaron a partir de la aplicación acrítica de la globalización neoliberal que impusieron desde los centros del capital trasnacional. Como ya no vendrá la "lluvia de inversiones" que añoran los gobiernos neoliberales, es contraproducente otorgar concesiones para "seducir" a los mercados. Macri no parece tomar nota del cambio de escenario. En su primera conferencia de prensa del año, el 17 de enero, declaró: "No creo que las políticas proteccionistas de Donald Trump nos perjudiquen. Espero que le dé importancia a la relación con Argentina, creo que hay un enorme camino para recorrer juntos. Tenemos mucho por mejorar en esta ruta que trazamos con Barack Obama y que esperamos continuar".
Macri no parece tomar debida nota del
cambio en el escenario internacional
Los hechos chocan con sus expectativas e ilusiones: la nueva administración estadounidense revirtió en enero algunas de las poquísimas concesiones que había otorgado Obama a la Argentina: suspendió la entrada de limones argentinos a Estados Unidos en diciembre de 2016 se había anunciado el fin de la restricción fitosanitaria que bloqueaba esas exportaciones hacía 15 años- y la flexibilización en el otorgamiento de visas a argentinos. Además, hace algunas semanas los productores estadounidenses de biodiesel amenazaron con trabar las importaciones provenientes de la Argentina. Esto reforzaría el déficit comercial bilateral, que históricamente padece nuestro país. Para Trump, entonces, la subordinación casi gratuita de Macri es ganancia pura. Para Nuestra América, un problema. En vez de solidarizarse con México e impulsar una coordinación y cooperación política con los países de la región, para enfrentar las amenazas que plantea el nuevo gobierno de Estados Unidos, Macri pretende ser el interlocutor predilecto de Trump, reemplazando a Peña Nieto, Temer o Santos. Ese alineamiento, ya transitado en los años noventa con Menem, en funcional a la lógica de fragmentación que Estados Unidos impulsa hace dos siglos en América Latina y que sólo trajo dependencia y falta de autonomía para los países de la región.

Posiciones como las de Macri van en el sentido contrario a una perspectiva de integración regional más autónoma. Macri va en busca de la foto en la Casa Blanca, para mostrarse nuevamente como un líder arropado por los gobiernos de las potencias occidentales. Pero alinearse con alguien como Trump tiene un enorme costo para las derechas gobernantes. Trump es un impopular -el que llega con mayor índice de rechazo tras sus primeros 100 días-, que está siendo enfrentado por mujeres, inmigrantes, afroamericanos, latinos, musulmanes, estudiantes, ecologistas, sindicatos, organismos de derechos humanos y la izquierda en Estados Unidos. Además, su prédica hispanofóbica y su propuesta de ampliar el muro en la frontera con México sólo va a generar más rechazo en la región. ¿Entrará ese cálculo en la lógico político-electoral de Cambiemos? ¿Qué va a pasar cuando Trump visite la Argentina en 2018, para la cumbre presidencial del G20? Las primeras respuestas las tendremos hoy, cuando se escenifique el primer encuentro en la Casa Blanca entre dos magnates como una vieja amistad.
* Profesor UBA. Investigador Adjunto del
Conicet. Co-Coordinador del Grupo CLACSO
“Estudios sobre EEUU”.
www.vecinosenconflicto.com




"No habrá golf pero sí relaciones carnales"

Leandro Morgenfeld tiene como especialidad el estudio del vínculo, tanto político como histórico y comercial, entre Estados Unidos y la Argentina. Profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Investigador Adjunto del CONICET, Co-Coordinador del Grupo CLACSO “Estudios sobre EE.UU.”, autor de los recomendables libros Vecinos en conflicto y Relaciones peligrosas, Morgenfeld aceptó hablar unos minutos con SES América Latina para conocer su lectura geopolítica de la actual gira del presidente Mauricio Macri por los Estados Unidos.

-Tuvimos relaciones carnales con los EE.UU.; luego el vínculo se tensó durante el pasado gobierno. ¿La cumbre Trump- Macri qué tipo de era bilateral se supone que inaugura?

-Creo que estamos ante una suerte de reedición del alineamiento de los años noventa, pero cuidando más las formas. O sea, sin las sobreactuaciones de (el ex presidente, Carlos) Menem. Por eso, Macri evitó ir a jugar al golf con (Barack) Obama en Bariloche el 24 de marzo del año pasado, pese a que lo habían acordado.

No quería mostrarse igual que Menem jugando al tenis en Olivos con Bush padre, o con (Bill) Clinton cuando vino en 1997. Efectivamente, la Cancillería trabajó mucho para lograr la visita a la Casa Blanca y la foto con (Donald) Trump, ya que ellos dirán que es una prueba más de que los líderes mundiales respaldan a Macri. Frente a lo poco que tienen para mostrar internamente, por los magros resultados de la política económica, las giras de Macri le dan ese manto de liderazgo global. Más allá de la foto que probaría la “vuelta al mundo”, no creo que se obtengan demasiadas cosas concretas significativas en la visita a Estados Unidos. En definitiva, a Trump le sale muy barato tener un “socio” como Macri en el Cono Sur.

-¿Cómo lees el paradójico momento que encuentra a una región muy alineada con EE.UU. en lo político con el hecho de que Washington desea obturar el vínculo comercial?

-Desde principios del siglo XIX, cuando se planteó la Doctrina Monroe, “América para los (norte)americanos”, Estados Unidos alentó la fragmentación regional. Quería evitar que prosperara el proyecto de Bolívar. Macri y otros gobiernos derechistas, como el de (Michel) Temer y (Enrique) Peña Nieto, son funcionales a la estrategia de Washington de “divide y reinarás”. Así, ante las agresiones de Trump (xenofobia que apunta especialmente contra los hispanos), en vez de solidaridad y reacción conjunta, Macri intenta aprovechar la desdicha de nuestros vecinos para ser el alumno ejemplar de Washington. El problema es que la inserción internacional que proponen, a través de la apertura comercial y la atracción de inversión extranjera con todo tipo de concesiones, vía la firma de Tratados de Libre Comercio, está siendo cuestionada a través de las elecciones en Estados Unidos y Europa. Insisten con una receta neoliberal ya fracasada.

Y, frente al proteccionismo selectivo de Trump, los gobiernos de la región en vez de unirse para fortalecerse, cada uno aspira a negociar en soledad. Eso históricamente provocó más debilidad y dependencia. En 2005 se pudo derrotar el proyecto imperial del ALCA por la lucha coordinada de organizaciones sociales y políticas de todo el continente y por la acción conjunta de Argentina, Brasil, Venezuela, Uruguay y Paraguay. En ese marco, se crearon el ALBA, la UNASUR y la CELAC. Hoy esas instituciones pierden peso, y Estados Unidos aspira a reposicionar a la OEA. Macri va a avanzar en esa línea.

-¿Qué lugar jugará la región en la agenda de la política exterior del Departamento de Estado? ¿Trump intentará recobrar influencia en Latinoamérica aunque más no sea para hacer retroceder posiciones comerciales a China?

-Sí, Estados Unidos nunca abandonó lo que despectivamente denominan el backyard, el “patio trasero”. Nos consideran su área exclusiva de influencia. En el siglo XXI, sin embargo, avanzaron tanto la coordinación y la cooperación política latinoamericana, con Cuba y sin Estados Unidos, y se sumó diálogo con potencias extra-regionales como China, Rusia e India.

Por eso, desde 2013, Obama aprovechó la caída del precio de las materias primas y la muerte de (Hugo) Chávez para normalizar las relaciones diplomáticas con La Habana y reposicionar a Estados Unidos. Trump va a seguir ese camino; quizás, con un discurso más hostil hacia México, Cuba y Venezuela, pero con los mismos objetivos. Por eso, Macri le sirve para recuperar posiciones. Nuestro presidente convalidó diplomáticamente el golpe parlamentario contra Dilma (Rousseff) en Brasil el año pasado, excluyó a Venezuela del Mercosur y ahora es el ariete para desplazar al gobierno electo. La disputa entre Estados Unidos y China por los recueros naturales de América Latina va a seguir, y la Casa Blanca ya informó que será uno de los temas a discutir con Macri.

-Hacia el interior de Estados Unidos, ¿Cómo se está procesando la crisis venezolana? ¿Existen halcones y palomas dirimiendo con qué tipo de estrategia intervenir?

-Por distintos motivos, la oposición venezolana, con fuertes apoyos en Estados Unidos, está dispuesta a ir a fondo para derrotar el proceso chavista. Por supuesto que existen sectores más dialoguistas en Estados Unidos y hay muchas organizaciones sociales y políticas que hace años se vinculan con los movimientos sociales de los países bolivarianos. Desgraciadamente, Trump va a profundizar el injerencismo que ya desplegó Obama.

Incluso, antes de recibir a ningún mandatario regional, el magnate se reunió en Washington –y se dejó fotografiar- con Lilian Tintori, la esposa del opositor Leopoldo López. Creo que Trump y Macri van a hablar públicamente sobre Venezuela. Mala noticia para la región. En vez de procesar los conflictos en el ámbito latinoamericano, en la UNASUR o la CELAC, como ocurrió en la última década, se va a optar por la OEA, cuya sede se encuentra, no casualmente, a escasos metros de la Casa Blanca.

-Se evidencia una clara convergencia aperturista en la mayoría de los gobiernos de la región; sin embargo, la matriz económica y el desarrollo productivo de los vecinos sigue presentando fuerte asimetrías. En ese sentido, ¿Cómo lees el acercamiento entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur?

-Es una vuelta al “regionalismo abierto” de los años noventa, o sea a la idea de juntarse simplemente como plataforma para exportar más. Una idea limitadísima de la integración regional. Es volver a pensar en acuerdos como el ALCA, que rechazamos en 2012. Es un bloque claramente ideológico, a favor del neoliberalismo y para aislar a los países bolivarianos: a Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua.

El problema para Argentina o Brasil es que son economías con un entramado industrial muy superior a las de Chile o Perú. La apertura económica, en el contexto de retraso cambiario que hay hoy en Argentina, va a provocar una desindustrialización aún mayor. La convergencia Alianza del Pacífico–Mercosur, en este contexto, tiene un contenido pro-inversión extranjera y pro- libre comercio. Esto, en el pasado, ya mostró cómo genera más dependencia.

-Por último, ¿El largamente demorado acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur tiene más chances de concretarse por la similitud de criterios comerciales que existen hoy a nivel interoceánico?

-La paradoja es que ese acuerdo que hoy impulsan enfáticamente Macri y Temer tiene resistencias en la Unión Europea, que no está dispuesta (no tiene condiciones políticas) a desmantelar los subsidios agrícolas. Hace años que las negociaciones están estancadas porque Europa quiere exportarnos más servicios y bienes manufacturados –además de invertir con menores regulaciones y más beneficios-, pero no abre su mercado a las exportaciones agropecuarias latinoamericanas.

Hoy Argentina y Brasil insisten con un acuerdo que sería muy negativo para la mayoría de la población de estos países, mientras que Europa está frente a la encrucijada que le planteó el Brexit y el crecimiento de movimientos y líderes euroescépticos, que cuestionan la globalización neoliberal. A pesar de eso, Macri pretende anunciar la firma del acuerdo UE-Mercosur en la Cumbre de la OMC (Organización Mundial del Comercio) que se realizará en diciembre en la Argentina.

Por ese motivo, la Asamblea Argentina Mejor Sin TLC, junto a otras organizaciones del país y del continente, estamos organizando una semana de acción global contra el libre comercio, que se realizará en paralelo a esa cumbre. Como hace 15 años, tenemos que explicar por qué esos mega -acuerdos de libre comercio son beneficiosos para las grandes trasnacionales y perjudiciales para todo el resto.

Morgenfeld: Trump quiere a presidente argentino Macri como representante en la región

BUENOS AIRES (Sputnik) — El presidente de Argentina, Mauricio Macri, es el candidato ideal para representar los intereses de EEUU en América Latina ante las dificultades que atraviesan otros mandatarios de la región, indicó a Sputnik el doctor en Historia Leandro Morgenfeld.

"Macri es el candidato a ocupar el rol de delegado de Trump en la región", afirmó el especialista en política exterior con motivo de la visita de Macri a EEUU, donde el 27 de abril se reunirá con Trump en Washington.
Según Morgenfeld, históricamente América Latina ha sido un área primordial para EEUU "no sólo por las inversiones radicadas al sur del Río Bravo y por el comercio con esa región, sino porque es lo que ellos consideran como su exclusiva área de influencia, su 'patio trasero'".


Trump hasta ahora no ha puesto un gran énfasis en la región, e incluso ha utilizado la inmigración, principalmente la proveniente de México, "para descargar el malestar social por la creciente desigualdad social y la pérdida de derechos", explicó.
Pero EEUU no ha dejado de resistir los desafíos a su hegemonía, lo que demuestra que desde 2013 busque contrarrestar la presencia de China en la región y así "recuperar las posiciones tras una década de creciente integración latinoamericana".
"Aunque con otras herramientas que (las del expresidente Barack) Obama, Trump necesita avanzar en la región, atacar a los países bolivarianos y reposicionar a la Organización de los Estados Americanos (OEA) en detrimento de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac)", aseguró Morgenfeld.
Los presidentes Michel Temer, de Brasil, Enrique Peña Nieto, de México, y Juan Manuel Santos, de Colombia, están inmersos en crisis políticas en sus propios países, por lo que Macri pasa a ser el referente principal de Estados Unidos, señaló.

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"Casi sin conceder nada a cambio, la Casa Blanca logra que un presidente de un país históricamente no alineado con Estados Unidos tome su agenda económica, política y militar", observó el experto, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), especialista en las relaciones Argentina-EEUU.
Países no complementarios
Sin embargo es difícil que la visita oficial de Macri a Trump soslaye el hecho de que las economías de EEUU y Argentina no son complementarias, señaló el académico.
"Hace una década que Argentina tiene un fuerte déficit comercial bilateral con Estados Unidos y es difícil que esto se revierta, dada la presión de productores de carnes, limones o biodiesel para limitar el acceso de estos productos al mercado estadounidense", detalló Morgenfeld.

Desde el comienzo de su mandato en diciembre de 2015, el presidente de Argentina intenta atraer inversiones extranjeras a base de concesiones, y por eso su viaje a EEUU está marcado por varios encuentros con empresarios de ese país, principalmente del sector petrolero.
Pero Macri "no tiene demasiados logros económicos para mostrar, a 16 meses de haber asumido", opinó el especialista.
"La economía está estancada, la inflación sigue altísima, la lluvia de inversiones tampoco llegó, aumentó el déficit fiscal a pesar de los despidos y el ajuste, los salarios reales bajan, la pobreza es del 30%, y el consumo cae", enumeró.
Las giras del mandatario en el extranjero son utilizadas "para mostrar que los Gobiernos de las potencias occidentales aprueban y elogian a Macri, al igual que los organismos internacionales de crédito, como el Fondo Monetario Internacional (FMI)", consideró el argentino, profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA).


Más allá de "lograr la foto con Trump", Macri puede resentir su apoyo electoral dado que el magnate republicano despierta un gran rechazo tanto dentro de su país como en el resto del mundo, "en especial en América Latina, producto de su xenofobia y de proyectos vergonzosos como el muro con México y las deportaciones masivas", explicó.
Pese a todo, "Macri está ubicando la relación bilateral entre Argentina y Estados Unidos en la senda del alineamiento que supo establecer el expresidente Carlos Menem (1989-1999) en los años noventa, tan perjudicial para una perspectiva de proyección latinoamericana más autónoma y menos dependiente", concluyó el historiador.
Macri comenzó este miércoles una visita oficial de dos días a EEUU, que culminará con una reunión con Trump este jueves en la Casa Blanca.