Trump: ¡Hay que comenzar a ganar guerras!
Por Marco A. Gandásegui, hijo
Profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA
El ‘establishment’ norteamericano está
encerrado en su propia trampa. Desde principios del siglo XX – si no antes – ha
desarrollado una economía de guerra que aparentemente ya no puede controlar.
Durante la primera mitad del siglo pasado alimentó con armas a los
contendientes de la primera y segunda guerras mundiales. Fue el mejor negocio
del siglo, literalmente. Todo el territorio del país de este a occidente, de
norte a sur, se convirtió en un gran arsenal de guerra. Impulsó el crecimiento
capitalista interno y un impresionante desarrollo social que sirvió – y aún
sirve - de modelo cultural hegemónico a escala global (‘The American Way of
Life’).
La segunda mitad del siglo XX se inauguró con
promesas de paz y prosperidad, simbolizada con la creación de las Naciones
Unidas y su declaración sobre los derechos humanos. Los agentes-políticos del
‘establishment’ norteamericano descubrieron que sin la industria armamentista
en pleno apogeo la economía no crecía. De una vez buscaron y crearon un
enemigo: el Estado soviético y su supuesto afán expansionista. Levantaron ‘la
cortina de hierro’ en Europa e intentaron hacer lo mismo en torno a la nueva
República Popular China.
Washington tuvo un enorme éxito... temporal.
Las invasiones de Corea y Vietnam generaron enormes ganancias para los
industriales norteamericanos (entre 1950 y 1975). La ‘Guerra Fría’ mantuvo la carrera
armamentista en el primer plano gubernamental y de los medios. Al desaparecer
la Unión Soviética, a diferencia del resto del mundo que pensó que habría un
período de paz, el ‘establishment’ comenzó a buscar un nuevo enemigo al cual
hacerle la guerra. Unos propusieron los ‘carteles de las drogas ilícitas’,
otros los ‘estados fallidos’ y, finalmente, el ‘terrorismo islámico’. Después
de varios lustros, se impuso en los círculos de Washington, la guerra contra
las bandas de guerrilleros en el medio oriente formados por los aparatos de
inteligencia de EEUU (Al Qaeda, el Estado Islámico y otros).
El ‘establishment’ propuso una guerra
‘inteligente’ (smart) para derrotar al supuesto enemigo. Era como jugar
una partida de ajedrez o dominó donde la misma persona mueve las fichas de
ambos lados. Sin duda, hubo bajas terribles en el esfuerzo por controlar todas
las piezas del tablero: Las torres gemelas, la destrucción de Libia, Iraq,
Siria y Yemen. EEUU invertía en su industria armamentista y Europa se beneficiaría
con la mano de obra barata de los refugiados. El juego no salió tan bien como
se esperaba.
Las protestas a escala mundial crecieron y se
puso en jaque al ‘establishment’. Mientras tanto China comenzó a mostrar su
nueva musculatura y Rusia pretende recuperar sus pasadas glorias como potencia
mundial. En Europa también afloraron los movimientos nacionalistas financiados
por los intereses de los grandes industriales que cooptaron sectores cada vez
más importantes de los trabajadores. EEUU no es la excepción. Un conjunto de
factores políticos inesperados catapultaron al especulador Donald Trump a la
Casa Blanca.
Trump, entre otras cosas, en su campaña
denunciaba las guerras ‘inteligentes’ y prometía hacer añicos a todos los
musulmanes radicales – no importa donde se encontraran - a punta de bombardeos
sistemáticos. En el poder, el mandatario continuó amenazando al mundo con
declaraciones extremas. Anunció que EEUU ‘tenía que comenzar a ganar guerras
nuevamente’. La única manera de ‘ganar
guerras’ es crearlas.
En un discurso ante el Congreso
norteamericano, reunido en pleno, declaró que le iba a pedir un incremento de
40 mil millones de dólares para el presupuesto de guerra. Es decir, un total de
$600 mil millones para el año fiscal de 2018. La suma invertida en las guerras
superará todos los gastos sociales del gobierno. Los gastos militares
representan más del 15 por ciento del presupuesto nacional. EEUU gasta más
en armas que los seis países que le
siguen en orden de importancia (China, Arabia Saudita, India, Gran Bretaña,
Francía y Rusia). EEUU supera 20 veces el presupuesto militar de Brasil.
¿Para que quiere tanto dinero el presidente
Trump? Por un lado, tal como lo anunció en el Congreso, ya identificó al
enemigo: “He ordenado al ministro de Defensa que destruya al Estado Islámico,
una red de salvajes... Trabajaremos para extinguir de la faz de la tierra a
este villano enemigo". Por el otro, en la Cena de los Gobernadores , Trump
le prometió a cada Estado ‘de la Unión’ fuertes sumas multi-millonarias de dólares
para dinamizar la industria armamentista y generar ganancias extraordinarias.
El gran ganador sigue siendo Wall Street.
9 de marzo de 2017.
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