Estabilidad política, crecimiento económico sostenido y fortalecimiento del Estado eran nociones ausentes en la dinámica política ecuatoriana previa al triunfo de Alianza PAIS en noviembre de 2006. Sin embargo, el personaje que encarna en su figura este virtuoso y novedoso proceso político estará ausente en las elecciones presidenciales del próximo 19 de febrero. Rafael Correa Delgado no podrá poner a prueba la vigencia de su liderazgo en las urnas y aspirar a una nueva reelección, justamente por una cláusula de la Constitución de Monte Cristi, la piedra fundamental sobre la que se construyó la Revolución Ciudadana. Este hecho redefinió el escenario electoral de 2017, en especial para el oficialismo. La joven Alianza PAIS, el instrumento político a través del cual se dio organicidad a la mayoría de las fuerzas vivas que parieron la Revolución Ciudadana, sintió en su interior las tensiones que genera un traspaso de mando forzado.El escenario político ecuatoriano frente al cambio de mando. La candidatura de Lenin Moreno como continuidad de la Revolución Ciudadana y la oposición aspirando a la segunda vuelta electoral. ¿Consolidación de la hegemonía neoliberal o refutación del “fin de ciclo” regional?
La elección de Lenin Moreno, vicepresidente del primer mandato de Rafael Correa, como el candidato, garantizó conocimiento e imagen positiva a la candidatura del oficialismo, a la vez que despertó recelos en los sectores más encumbrados dentro de la gestión gubernamental y la estructura partidaria. Los cuatro años que Lenin Moreno se desempeñó como asesor especial de Ban Ki-Moon en las Naciones Unidas para temas de Discapacidad y Accesibilidad, despegaron su imagen de la cotidiana fricción y alta polarización en la que se ha desenvuelto la dinámica política ecuatoriana en los últimos tiempos. Previo a la oficialización de su candidatura, esto fue reforzado con un discurso ambiguo y modos edulcorados que lo diferenciaron de la intensidad correísta, despertando también las esperanzas y ambiciones de sectores de la Revolución Ciudadana que en los últimos años quedaron relegados de los lugares de decisión.Rafael Correa Delgado no podrá poner a prueba la vigencia de su liderazgo en las urnas y aspirar a una nueva reelección justamente por una cláusula de la Constitución de Monte Cristi, la piedra fundamental sobre la que se construyó la Revolución Ciudadana
Del mismo, la designación de Jorge Glas como su vicepresidente, apuntó a cohesionar al oficialismo. Glas, actual vicepresidente, encarna el núcleo duro del gobierno y los sectores más próximos a Rafael Correa, siendo por tanto el encargado de velar por la continuidad de los pilares del proyecto en un hipotético futuro gobierno. Resuelta la discusión sobre las candidaturas, se esperaba que la cohesión interna y la homogenización de la estrategia electoral crecieran con el avance de la campaña. Esto se logró más en la estética y en la consigna casi desesperada de “en una sola vuelta” antes que en una articulación real de las fuerzas de PAIS. El desplazamiento de Rafael Correa del centro de la escena ha dejado un vacío de liderazgo que ha dado lugar al regreso a la superficie de disputas entre facciones y poderes locales, fenómeno nunca deseable para garantizar un triunfo electoral.La elección de Lenin Moreno, vicepresidente del primer mandato de Rafael Correa, como el candidato, garantizó conocimiento e imagen positiva a la candidatura del oficialismo, a la vez que despertó recelos en los sectores más encumbrados dentro de la gestión gubernamental.
Esto no impedirá que el próximo domingo Alianza PAIS sea la fuerza más votada en las elecciones generales. Sin embargo, la alta tasa de indecisos (alrededor de un 30%) instala una incertidumbre en el escenario electoral respecto a la posibilidad de que el triunfo sea en primera vuelta. De no ser así, por primera vez en 10 años las fuerzas opositoras tendrán aspiraciones reales de volver a conducir el aparato del Estado luego de la implosión del modelo neoliberal y el sistema político que lo legitimaba.El desplazamiento de Rafael Correa del centro de la escena ha dejado un vacío de liderazgo que ha dado lugar al regreso a la superficie de disputas entre facciones y poderes locales, fenómeno nunca deseable para garantizar un triunfo electoral.
Tanto el banquero Guillermo Lasso como la socialcristiana Cynthia Viteri, los dos candidatos que se disputan el segundo lugar en las encuestas, aspiran a una segunda vuelta en la que el rechazo a un nuevo mandato de Alianza País sea más fuerte que una década de transformaciones y ampliación de derechos. Quien figura primero en las encuestas es Guillermo Lasso, líder de la alianza de centro derecho CREO-SUMA. Miembro del Opus Dei y personaje destacado de la élite económica ecuatoriana, es un claro exponente de los sectores acomodados del país que han rechazado desde siempre el proceso liderado de la Revolución Ciudadana. Su lema de campaña “Vamos por el cambio” hace evidente sus similitudes con la Alianza Cambiemos de Mauricio Macri en Argentina. En su discurso de campaña, Lasso ha buscado conjugar la exaltación de las bondades del libre mercado y el retiro del estado con una prédica social enfocada en reducir la pobreza generando empleo a partir del espíritu “emprendedor”. Para esto, lleva como propuestas promover la inversión privada creando un banco central independiente del gobierno para recuperar así la reserva monetaria.Esto no impedirá que el próximo domingo Alianza PAIS sea la fuerza más votada en las elecciones generales. Sin embargo, la alta tasa de indecisos (alrededor de un 30%) instala una incertidumbre en el escenario electoral respecto a la posibilidad de que el triunfo sea en primera vuelta.
Cynthia Viteri, la mujer más relevante de la escena política ecuatoriana, es asambleísta nacional por Guayas, el distrito de mayor peso electoral y donde el Partido Social Cristiano es gobierno desde hace años. La estrategia electoral de la abogada y periodista apuntó a ser un punto intermedio entre los extremos que representarían Lenin Moreno y Guillermo Lasso. Sus propuestas apuntan a la apertura económica y la reducción de costos de producción con aumento de inversión social, bajo criterios de eficiencia y sin los “vicios populistas” del correísmo. Buscando capitalizar también su paso por los medios, ha tomado como bandera propia el “resguardo de la libertad de expresión”, proponiendo la derogación de la Ley de Comunicación impulsada y aprobada por el gobierno en 2013.Tanto el banquero Guillermo Lasso como la socialcristiana Cynthia Viteri, los dos candidatos que se disputan el segundo lugar en las encuestas, aspiran a una segunda vuelta en la que el rechazo a un nuevo mandato de Alianza País sea más fuerte que una década de transformaciones y ampliación de derechos.
Como ya es costumbre en la región, los medios han desplegado todo su arsenal para limar la imagen del gobierno y sus candidatos. Denuncias de corrupción, cuestionamientos a los modos presidenciales e insistencia en la necesidad de “desideologizar las relaciones internacionales” –o sea, un realineamiento de Ecuador con EEUU- han sido una constante.
Estos elementos que se repiten en los escenarios de cada país sudamericano demuestran que no sólo el futuro de la Revolución Ciudadana está en juego en estas elecciones, sino también la consolidación de una renovada hegemonía neoliberal en la región o la refutación del promocionado “fin de ciclo” que permita esperar un 2018 de reflujo popular en México y Brasil.Como ya es costumbre en la región, los medios han desplegado todo su arsenal para limar la imagen del gobierno y sus candidatos. Denuncias de corrupción, cuestionamientos a los modos presidenciales e insistencia en la necesidad de “desideologizar las relaciones internacionales” […] han sido una constante.
*Sociólogo. Miembro del OBLAT: www.oblat.am, santiagobarassi@gmail.com
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