Debate de vicepresidentes: mucho más sustancioso que el de sus jefes y con un Pence renuente a defender a Trump
El
único cruce que tuvieron ayer el demócrata Tim Kaine y el republicano
Mike Pence superó en contenido y en estrategia al que sostuvieron sus
respectivas cabeza de fórmula.
WASHINGTON.-
Los debates entre candidatos a vicepresidente no definen nada en los
Estados Unidos. Pero el acalorado y único cruce que tuvieron ayer el
demócrata Tim Kaine y el republicano Mike Pence superó en contenido y en
estrategia al que, hace diez días, sostuvieron sus respectivas cabeza de fórmula.
La coincidencia anoche era que el republicano ganó en estilo y en defensa del credo republicano, mientras que el demócrata tuvo una mejor artillería para atacar pero que su estilo agresivo y sus permanentes interrupciones le quitaron eficacia.
Pence, como número dos de Donald Trump , se negó a defender todas las ideas del magnate. Mantuvo distancia con el escándalo de los impuestos. "¿Le parece justo que haya evitado pagar impuestos durante años?, arrancó la moderadora.
"Ha hecho una presentación brillante de sus impuestos", sostuvo Pence al hablar de su jefe. Kaine contraatacó con dureza: "¿Cómo lo sabe, si no la ha visto?" Nadie más dijo nada y la sospecha sobre Trump quedó flotando. Su número dos no metió más las manos en el fuego.
El demócrata también se creció cuando acusó a Trump de "querer deportar a 16 millones de personas de los Estados Unidos", algo que cuestionó no sólo por lo que implica sino por su cuestión operativa. "¿Cómo lo harán?"
Experimentado, Pence no recogió ese guante. Pero sí insistió en los quebrantos y lagunas que tiene el sistema migratorio actual y en la necesidad de una política "que empiece por asegurar las fronteras".
Pero si Kaine tuvo buena artillería para atacar, Pence lanzó buenos dardos. Uno de los más efectivos fue el recuerdo de la frase de Hillary Clinton , cuando se refirió a los votantes de Trump como "una canasta de despreciables".
Ese fue uno de los peores errores de la ex secretaria de Estado en campaña y que, misterosamente, Trump ni siquiera esbozó cuando la tuvo enfrente en el debate.
El costado de la seguridad y la defensa deparó los mejores cruces. Kaine reprochó la declarada admiración de Trump por Vladimir Putin con la idea de que "si no sabes distinguir entre un líder y un dictador no puedes ser presidente".
Pence replicó con su convicción de que hoy Rusia es más fuerte, en parte, por los errores diplomáticos y militares del presidente Barack Obama y de Hillary Clinton. Pero fue mucho más lejos que el propio Putin al proponer la necesidad de un bombardeo mucho más intenso en Aleppo, la ciudad siria cuya suerte acaba de disparar el congelamiento de relaciones entre Washington y Moscú.
Una de las frases que Pence repetía en forma permanente fue "no me puedo creer que defiendas a Trump. No puedo creerlo". Una y otra vez. Con eso, Kaine intentaba desprestigiar al número uno de la formula republicana. "Quiero ver si realmente puedes defender lo que ese hombre dice", lo desafiaba.
Pero, a la vez, Pence mostró con eso que puede representar al credo republicano y, en definitiva, llevarlo a la fórmula de Trump. Algo que, tal vez, sirva para sumar algún voto entre republicanos renuentes a votar al magnate. Que existen. Y muchos.
Ambos pusieron muchos más temas sobre la mesa que sus número uno. Entre ellos, las fundaciones de cada uno de sus cabeza de lista. "Estoy orgulloso de la Fundación Clinton", se despachó Kaine, pese a la sospecha que pesa sobre la entidad. "Los Clinton la usaron para recaudar fondos de donantes del exterior y luego Hillary dio audiencia a quienes aportaron fondos", sostuvo Pence, y Kaine no se quedó atrás al recordar que la Fundación Trump acaba de ser inhibida judicialmente para recaudar fondos.
Fueron 90 minutos trepidantes en los que, por momentos, hubo un cambio de roles respecto del primer debate entre candidatos. Fue el demócrata Kaine el que asumió el papel del provocador y pendenciero, mientras que el republicano Pence mantuvo la compostura y la línea de argumentación, no de su líder, pero sí de su partido.
Si algo demostró el debate es que si Trump aprendiera de Pence o se aviniera a dejarlo participar más activamente en la campaña, posiblemente ampliaría su base de votantes.
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