CRISIS DE LA ECONOMIA MUNDIAL
¿Retroceso de la globalización?
El mediocre crecimiento de la economía mundial, con una
tendencia débil del comercio internacional, plantea interrogantes
acerca del desenlace de la actual fase de la globalización.
Por Eduardo Lucita *
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La globalización –fase actual de la tendencia histórica del
capital a su mundialización– parece haber encontrando sus límites.
Numerosos indicadores dan cuenta de ello y la duda es si solo será un
impasse para retomar con nuevas fuerzas o si fortalecerá la tendencia al
estancamiento de larga duración de la economía mundial.
El largo período de la fase globalizadora iniciada en 1989-1991 con
la caída del Muro de Berlín e implosión de la URSS –que pusieron fin al
enfrentamiento Este-Oeste y dieron un nuevo impulso a la mundialización
capitalista– pareciera completar la mundialización de las relaciones
capitalistas con los acuerdos del Consejo de Seguridad de la ONU más
Alemania e Irán; la apertura de relaciones EE.UU.-Cuba y el impulso dado
por Estados Unidos a los macro tratados de libre comercio. Sin embargo
nada alcanzaría a contrarrestar los síntomas de retroceso.
Hasta el 2008 se verificó una rápida integración del comercio y las
finanzas mundiales, las nuevas tecnologías permitieron reducir
rápidamente los costos del transporte y de las comunicaciones, el
intercambio comercial se expandió a altas tasas y las multinacionales
multiplicaron sus inversiones. En ese tiempo la fuerza de trabajo
mundial más que se duplicó (llegando a 3500 millones de trabajadores),
la precarización pasó a ser un nuevo precio de la economía y la
productividad se expandió fuertemente fijando un nuevo piso a la
competitividad internacional.
El resultado más general ha sido que mientras la tasa de rentabilidad
del capital alcanzó niveles desconocidos el promedio mundial de los
salarios reales de los trabajadores cayó –en Europa y Estados Unidos se
mantienen estancados desde los años ‘90– y la desocupación global
creció. La riqueza se concentró, en todos los países se consolidaron
niveles de pobreza elevados y la desigualdad se entronizó.
Contradictoriamente mientras que con los acuerdos con Cuba e Irán se
suponía se ampliarían las bases para la acumulación capitalista y el
comercio, todos los indicadores del 2016 muestran una realidad muy
diferente. La desaceleración de la integración iniciada en 2008 se ha
profundizado y el mundo ha ingresado en una fase de bajo crecimiento, de
fuerte reducción del comercio internacional, de caída de la
productividad y alto endeudamiento.
En el reciente informe Perspectivas de la Economía Mundial, el FMI ha
revisado a la baja sus previsiones para el crecimiento mundial, ahora
proyecta 3,1 y 3,4 por ciento para 2016 y 2017, respectivamente. El
crecimiento de las economías de los llamados emergentes alcanzaría al
4,2 por ciento, completando así seis años seguidos de declive.
El Fondo caracteriza que ha sido la caída sin precedentes de los
intercambios internacionales la causa principal del bajo crecimiento del
PIB global. Efectivamente el comercio mundial está creciendo a la mitad
de lo que lo hizo en las últimas tres décadas. Las perspectivas para
este año indican que la tasa de crecimiento será la más baja desde el
2007 (1,6 por ciento para la OMC; 2,8 según otras fuentes), sería el
quinto año consecutivo de una expansión menor al 3 por ciento, cuando
hasta la crisis del 2008 la tasa de crecimiento era el doble de la del
PIB mundial.
La formación de capitales ha seguido este mismo curso bajista, aún
cuando las tasas de interés son extraordinariamente bajas, incluso
cuando tanto en Japón como en varios países europeos las bancas
centrales cobran tasas de redescuento negativas. En los 15 años
anteriores al 2008 la inversión extranjera directa (IED) de las
multinacionales aumentaba el triple que el PIB global, en 2015 resultó
un 40 por ciento inferior al monto más alto registrado antes de la
crisis. La desaceleración de la economía China es la principal
responsable de esta tendencia a la baja, pero no es menor el
comportamiento de la economía de Estados Unidos. Su fase de recuperación
iniciada en 2009 es la más débil desde los años ‘30, este año se estima
crecerá entre 1,6 y 1,8 por ciento y ese crecimiento débil se proyecta
al menos 5 años para adelante, se habla así de una “nueva normalidad” en
la economía estadounidense. Es que el impacto positivo de la expansión
monetaria para enfrentar la crisis ha terminado conformando un escenario
de muy bajo consumo, debilidad del crecimiento y casi nula inflación.
Para el FMI “el crecimiento ha perdido fuerza y advierte que el
estancamiento económico podría alentar los llamados al proteccionismo”,
mientras que la OCDE ve “…un decepcionante bajo crecimiento que afectará
las expectativas y tendrá como consecuencia un debilitamiento del
comercio, la inversión, la productividad y los salarios”.
Los Estados Unidos impulsan macro acuerdos globales: el Tratado
Transpacífico (TTP), el Tratado Transatlántico (TTIP) y el Tratado de
Servicios (TISA) con los cuales busca recuperar el ritmo de la
globalización y también aislar o condicionar a China. Pero este curso no
está exento de inconvenientes. El TPP ha sido suscripto por 12 países
integrantes pero ahora debe ser probado por los respectivos Congresos lo
que no es un mero trámite. El presidente de Francia acaba de pedir y
conseguir la suspensión temporaria de las negociaciones por el TTIP, en
tanto que el canciller alemán ha declarado que estas negociaciones “son
un fracaso”. Mientras en distintos países europeos se suceden las
manifestaciones en contra de estos acuerdos y la presión de los
sindicatos y otros sectores de la sociedad estadounidense hizo que la
discusión por el TPP se colara en los debates preelectorales y los
principales candidatos terminaron por pronunciarse contra el tratado.
Los pilares en los que se apoyó la globalización en las tres décadas
pasadas: fuerte crecimiento del comercio internacional y de la
acumulación capitalista, libertad de comercio y del movimiento de
capitales junto con la idea futurista de alcanzar una “sociedad mundial
uniforme, armónica y cooperativa”, pareciera se están desdibujando. Todo
se potencia ante la incertidumbre de las perspectivas políticas y
económicas a futuro, que a su vez impactan y desalientan el presente.
Para algunos analistas la fase de la globalización ha concluido sin
que esté claro como se sigue, para otros la economía mundial ha
ingresado en un tiempo de estancamiento estructural. Quienes vivimos en
esta Argentina aperturista, estamos obligados a pensar qué nos deparará
el virtuoso “regreso al mundo” que ha prometido el gobierno.
* Integrante del colectivo EDI - Economistas de Izquierda.
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