Imagen por Julieta Lopresto
Marcha
La declaración dada a conocer el pasado 13 de setiembre entre la cancillería argentina y el encargado de Commonwealth
es una vuelta de tuerca más y actualiza el camino iniciado en 1989/ 90
con los acuerdos de Madrid 1 y 2 firmados por Carlos Menem.
En relación con el radical cambio que la política argentina realizó
en aquella década, la diplomacia y específicamente la cuestión Malvinas
comenzó el camino que hoy el gobierno del PRO esta profundizando. En el
89/90 se acordaron una serie de puntos cuya similitud con los actuales
no debería sorprendernos. Haciendo un poco de historia los resumiremos
en tres, por ser los más importantes y que engloban al resto.
-Paraguas de la soberanía: Que Argentina y Gran Bretaña normalizarían
relaciones y avanzarían en acuerdos, económicos, diplomáticos,
culturales, etc., sin que el tema de la soberanía sobre la región fuera
tomado en cuenta, ni mencionado, ni afectado, directa o indirectamente.
-Acuerdos económicos: Punto central, que hace a la viabilidad de la
ocupación británica, se avanzaría en acuerdos que facilitaran la
explotación pesquera en la región (ese es el rubro que explotó a partir
de la época menemista y que permitió la gran riqueza que generan las
Islas) y el apoyo a la exploración petrolera.
-Acuerdos militares: Las fuerzas armadas argentinas debían informar a
Gran Bretaña con diversa antelación de acuerdo al caso, de cualquier
tipo de movimiento en una zona que abarcaba el conjunto del Atlántico
Sur occidental. Básicamente colocaba a las Fuerzas Armadas nacionales en
situación de tutelaje, ya que especificaba número de aviones, y
efectivos tiempos y demás que las autoridades militares de las islas
debían conocer.
El acuerdo de 1989/90 es la rendición real de Argentina, profundizaba
mucho las consecuencias de la derrota militar y se asemeja a los
tratados que en la época del imperialismo clásico las potencias imponían
a los países que buscaban subordinar. Nunca fue ratificado por el
Congreso. Aunque sí fueron aplicadas dos política que emanan de ese
tratado. Por un lado, el Tratado bilateral de inversiones, que esta
específicamente mencionado en los acuerdos de Madrid y que da garantías
extraordinarias a las inversiones británicas en Argentina, y sí fue
ratificado por el Congreso. Por el otro, el desmantelamiento del
conjunto de los instrumentos militares que en su carácter pudieran
implicar alguna amenaza hacia potencias externas. Es de destacar que
Inglaterra ha realizado sus movimientos militares en las islas sin
consultar en ningún momento a las Fuerzas Armadas argentinas, mientras
que Argentina ha respetado escrupulosamente el texto, acentuando la
subordinación. También los movimientos a informar se extienden a lo
civil, científico y económico.
¿Cuál es la doctrina ideológica que regía la diplomacia de los “winnie poo” ahora en restauración?
Es la idea de que un país periférico, débil y dependiente no debe
realizar acciones, declaraciones o políticas que aparezcan como
disruptivas hacia las potencias dominantes, ya que a la larga estas
políticas resultarían perjudiciales. Teoriza esta corriente que, en un
balance de costos y beneficios, lo que debe hacer un país débil es
“seducir” a las potencias, acoplarse a ellas, realizar hechos y gestos
de amistad e intercambio. Así esta “sociedad”, desigual pero la única
posible, traería beneficios que redundarían en mayor bienestar. Es la
contratara en relaciones internacionales de la globalización, la
dependencia, y la teoría del derrame en lo interno: apoyemos el
crecimiento de los ricos, sumémonos a ellos, seamos buenos y
condescendientes con los poderosos, que en su enriquecimiento los
beneficios llegaran a pobres periféricos como nosotros.
La década kirchnerista
Bajo los gobiernos kirchneristas el discurso cambió, al igual que la
doctrina que guió las Relaciones Exteriores. El discurso en los diversos
foros y la presión diplomática se tronó mas activa, en consonancia con
el relato nac&pop y la ubicación geopolítica en Latinoamérica. Se
probaron una serie de medidas, como La ley Gaucho Rivero (que fue
aprobada a nivel provincial pero no a nivel nacional) que impide que
buques con dirección a Malvinas anclen en puertos argentinos. Se
pusieron algunas trabas a la vinculación libre entre las islas y los
países sudamericanos (aunque siguen habiendo vuelos desde Punta Arenas y
barcos desde Uruguay). Se aprobó el “Régimen Federal Pesquero” del 2012
que perjudica a las empresas que pesquen en el sur sin permiso de pesca
argentino. Se declararon áreas protegidas. Se trabajó (con éxito en
este caso) para que la ONU reconociera derechos sobre una nueva y
extenso sector del mar (350 millas) aledaño a las islas del sur y
Antártida. Y la justicia sancionó a empresas petroleras que operan en
Argentina y que se sumaron al grupo que busca petróleo con base en las
Islas.
Aunque ninguna de estas medidas impidió la expansión económica del
enclave colonial, ni colocó en problemas el dominio británico; sí
mantuvo la presión diplomática y una cierta tensión económica. Tampoco
alcanzó a revertir el saqueo sobre los mares del sur, ni instaló una
flota pesquera propia en la región como actor económico nacional. En
realidad los recursos marítimos, lo mismo que los mineros y otros
quedaron articulados al mercado transnacional y su dinámica. El gobierno
parecía buscar la negociación con Inglaterra para facilitar la
explotación de los recursos de la zona a cambio de sentar a los ingleses
en una mesa de negociación que incluyera soberanía. Tampoco produjo una
distensión militar, más bien, por el contrario la base británica es una
fuerte amenaza en la región, ya que es una política de estado británica
sostener su principal enclave colonial con mayor proyección
geopolítica. Pero es indudable que la política kirchnerista de no
colaborar con los británicos, es un costo adicional para la explotación
de los recursos del sur (crean un clima adverso a la inversión), no
tanto para los kelpers pero si para los ingleses. Y que reinstaló el
tema en la agenda nacional.
Cambiemos
El nuevo gobierno de gerentes carece de toda identidad nacional, esto
hace que la asunción de la tesis diplomática que planteamos más arriba
sea reinstalada con entusiasmo. La declaración conjunta anunciada por la
canciller Malcorra junto al ministro de Estado para Europa y las
Américas de la Secretaría de Relaciones Exteriores y Commonwealth
británica, Sir Alan Duncan, es un “vuelta a la normalidad” (menemista)
en la cuestión Malvinas. Es una declaración, aún no es un acuerdo
formal, pero anuncia el camino de corto plazo y de hecho su simple
anuncio llevó a que las acciones de las empresas británicas interesadas
en explotar recursos de la región subieran.
Estas son las concesiones que busca realizar nuestro gobierno:
-Vuelve plenamente al “paraguas de la soberanía”, o sea que todas las
políticas y acuerdos puedan realizarse sin incluir ese tema.
-Promete apoyar la comunicación directa de las islas con el resto del
continente aumentando así su sustentabilidad y viabilidad como entidad
separada de Argentina.
-Promete facilitar y colaborar con la explotación de los recursos de
las islas, mejorando las perspectivas de los inversionistas, ya que la
colaboración del continente es muy importante en el caso de que haya gas
y/o petróleo al menos para toda la etapa inicial.
-Impulsa eliminar todas las trabas legales, de transito, económicas y
diplomáticas a las empresas que operen directamente con Inglaterra o
con los kelpers, creadas durante la década kirchnerista.
-Sorprendentemente menciona por primera vez a la Antártida, región de
muy antigua, numerosa e importante presencia argentina, pero sobre la
cual Inglaterra también tiene aspiraciones. En ese ítem la declaración
anuncia que se trabajara en común con los ingleses.
Como vemos, la declaración es la reubicación de la diplomacia
“nacional” en la orbita de los intereses británicos, profundiza lo hecho
por el menemismo, haciendo cada vez mas profunda la derrota del 82.
Busca modernizar algunos puntos con las nuevas perspectivas
hidrocarburíferas (potenciales aún) y geopolíticas, no incluye el tema
militar ya que las Fuerzas Armadas argentinas no existen como amenaza ni
siquiera teórica, pero si destaca cuestiones diplomática y jurídicas
que molestaban a la potencia colonial ocupante. También desarrolla un
ítem en línea de reafirmar el tratado bilateral de inversiones heredado
del menemismo. El acuerdo se propone en un momento difícil para
Inglaterra, con su salida de la UE y con el agotamiento del petróleo en
el mar del norte, situación que por el contrario debería haber
favorecido una presión más agresiva de nuestro país.
La política que se reimpulsa, los convenios y propuestas de acuerdo
que se desprenden de ella, se asemejan a los tratados que durante el
siglo XIX las potencias coloniales imponían a los estados que se
sometían a vasallaje con status de semicolonias. Hablar de “infame
traición a la patria” no suena exagerado, sin embargo el tema Malvinas y
las políticas que describimos se encuadran en una línea que abarca a
personajes más numerosos que los de la actual gestión, como vimos, y que
se extiende a cuestiones mas amplias que Malvinas.
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