El apoyo interesado de Macri a Temer
Por Maximiliano Barreto
L'Indro
Los últimos días
del mes de agosto han sido agitados para los países de América del Sur. Este
miércoles 31 el Parlamento brasileño le puso fin al conflicto político iniciado
en mayo cuando dicha institución suspendió a la presidenta Dilma Rousseff de
sus funciones para dar inicio a un proceso de impeachment. Con 61 votos a
favor, 20 en contra y ninguna abstención, el Senado destituyó a la mujer que, hasta
entonces, presidía el país de mayor peso político y económico de América
Latina. Sin dudas, la destitución es un signo más de los nuevos vientos que
parecen soplar en la región y, por la importancia que Brasil presenta en la
dinámica política regional, un signo que testifica el ocaso de lo que fue
llamado el “giro a la izquierda” de inicios del siglo XXI, esto es, el
establecimiento de gobiernos que si bien no eran totalmente homogéneos,
coincidían en rechazar las políticas neoliberales de la década del ’90 y se autodenominaron
como progresistas. Al día hoy, Bolivia, Ecuador y Venezuela -los últimos y más
extremos representantes de aquel giro- intentan, casi sin éxito, resistir un
proceso político en el cual son la excepción.
En este marco,
la confirmación de Michel Temer como presidente de Brasil no es un dato menor
para el gobierno de Mauricio Macri que, a fines de 2015, dio por finalizado el período
de críticas a las medidas del Consenso de Washington en Argentina. En este
contexto sumamente controversial, dialogamos con Leandro Morgenfeld, Doctor en
Historia, actualmente profesor en la Universidad de Buenos Aires (UBA) e
investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET), quien nos va a brindar algunos indicios para conocer el impacto de
la destitución de Rousseff para el gobierno argentino.
Pocas horas
después de la destitución de Rousseff y la confirmación de Temer como nuevo
presidente de Brasil, el gobierno argentino a través de la Cancillería (en el comunicado
para la prensa N° 289/16) expresó su respeto al proceso institucional llevado a
cabo en Brasil y reafirmó la voluntad de continuar por el camino de una real y
efectiva integración en el marco del absoluto del respeto a los derechos
humanos, las instituciones democráticas y el derecho internacional. Cabe
destacar que esta postura no difirió de la manifestada en mayo a instancias del
inicio del juicio político.
¿Cuál es la clave
para entender este reconocimiento inmediato a Temer?
A diferencia de
los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Venezuela, Cuba y Nicaragua que condenaron
la destitución (y algunos de ellos directamente retiraron sus embajadores de
Brasilia), el gobierno de Macri, una vez más, apoyó el impeachment y la
destitución. Es importante mencionar que Macri había sido el primer presidente
en recibir al Canciller brasileño José
Serra, durante el gobierno interino de Temer y que luego se reunió con éste -el
5 de agosto en el marco de la apertura de los Juegos Olímpicos- para discutir
cómo desplazar a Venezuela de la presidencia pro tempore del Mercosur e,
incluso, hace algunas semanas anunciaron una visita oficial de Temer a Buenos
Aires, evidentemente antes de que se confirmara la destitución de Dilma
Rousseff. Este apoyo diplomático del principal socio de Brasil en el Mercosur es
un fuerte respaldo para un gobierno “ilegítimo”. Macri hizo con Temer lo que ni
Barack Obama se atrevió a hacer. No sólo evitó condenar el “golpe”, como si lo hicieron
otros gobiernos, sino que le brindó su apoyo. El comunicado de la Cancillería
sigue esa misma línea.
Sabemos que en política, los gestos diplomáticos
como los que usted mencionó no son neutrales ni ingenuos. La confirmación de
Michel Temer como presidente de Brasil, ¿qué aspiraciones de Macri satisface?
Consolida el avance
neoliberal. Temer pretende implementar un fuerte ajuste fiscal, recortar planes
sociales, implementar una profunda flexibilización laboral y avanzar con una
reforma del sistema jubilatorio. Mauricio Macri comulga con ese programa, aunque
difícilmente lo pueda aplicar en Argentina por la histórica organización y
resistencia del movimiento obrero y las organizaciones sociales. De todas
formas, si otros gobiernos de la región avanzan en esa línea, el gobierno
argentino se va a sentir más respaldado y acompañado para tomar aquel tipo de
medidas y, en consecuencia, atacar ciertos derechos sociales. Al mismo tiempo,
ambos desprecian la integración latinoamericana más autónoma y pretenden
alinearse a Washington, firmar tratados de libre comercio y orientar la
política económica hacia las concesiones al capital financiero internacional, el
endeudamiento y la atracción de inversiones.
Tras el impeachment, a simple vista el mapa político
de América del Sur es muy diferente al de años atrás. ¿Cómo queda el equilibrio
de poder en el cono sur?
Claramente se ha
producido un reposicionamiento de las derechas regionales. Argentina, Brasil,
Paraguay, Perú y México encabezan el bloque restauracionista, pro-mercado y
contrario a cualquier proyecto de corte popular como los que identificamos a
inicios del siglo. Por eso, los países
bolivarianos (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua) van a ser atacados ahora
con más fuerza. De todas formas, los movimientos sociales acumularon
experiencia en estas últimas dos décadas y lucharán para evitar que se produzca
una ofensiva del capital sobre el trabajo. Además, América Latina atraviesa una
crisis económica general después de varios años, por lo cual, estos gobiernos
de derecha están sometidos a tensiones económicas, sociales y políticas y
tampoco tienen garantizada ninguna estabilidad. Creo que estamos ante una etapa
muy convulsionada en la región y es muy difícil prever para qué lado va a resolverse
esta disputa.
Il tifo interessato di Macri per Temer
Por Maximiliano Barreto
L'Indro
Intervista a Leandro Morgenfeld: Temer rafforza l’avanzata neoliberista facendo da sostegno a Macri.
Gli ultimi giorni del mese di agosto sono stati molto agitati per i Paesi del Sud America. Mercoledì 31 agosto il Parlamento brasiliano ha posto fine al conflitto politico iniziato a maggio, quando aveva sospeso dalle sue funzioni la Presidente Dilma Rousseff per dare inizio a un processo di impeachment. Con 61 voti a favore, 20 contrari e nessuna astensione, il Senato ha destituito la donna che, fino ad allora, presiedeva il Paese con il maggior peso politico ed economico dell’America Latina. Senza dubbio, la sua destituzione non è solo la ‘fine dell’era del PT’, è anche un segno dei nuovi venti che sembrano soffiare sulla regione e, per l’importanza che riveste il Brasile all’interno delle dinamiche politiche della regione, un segnale che testimonia il declino di quella che era stata chiamata la ‘svolta a sinistra‘ dell’inizio del XXI secolo dell’America Latina, vale a dire l’affermarsi di governi che, sebbene non del tutto omogenei tra loro, erano d’accordo nel respingere le politiche neoliberiste degli anni ’90 e si proclamavano ‘progressisti’. Ad oggi, Bolivia, Ecuador e Venezuela, gli ultimi e più estremi rappresentanti di quella svolta, cercano, con scarso successo, di resistere a un processo politico di cui essi sono l’eccezione.
In questo contesto, la conferma di Michel Temer come Presidente del Brasile è una svolta a destra del Paese e non è un dettaglio da poco per il Governo di Mauricio Macri che, alla fine del 2015, ha concluso il periodo scontro frontale con gli Stati Uniti e trova ora una Brasile che fa lo stesso percorso e si riallinea al Washington. Poche ore dopo la destituzione di Rousseff e la conferma di Temer come nuovo Presidente del Brasile, il Governo argentino attraverso il Ministero degli Esteri ha espresso il suo ‘rispetto‘ nei confronti del processo istituzionale avvenuto in Brasile e ha riaffermato la volontà di continuare sulla strada di un’integrazione effettiva e reale nel contesto di un assoluto rispetto dei diritti umani, delle istituzioni democratiche e del diritto internazionale. Va rilevato che questa posizione non differisce da quanto espresso a maggio all’inizio del processo di impeachment.
Di questi argomenti molto controversi, dell’impatto sul Governo argentino della destituzione della Rousseff, parliamo con Leandro Morgenfeld, docente di Storia presso l’Università di Buenos Aires (UBA) e ricercatore presso il Consiglio Nazionale sugli Studi Scientifici e Tecnici (CONICET).
Professor Morgenfeld, qual è la chiave per comprendere questo immediato riconoscimento di Temer?
A differenza dei governi di Bolivia, Ecuador, Venezuela, Cuba e Nicaragua che hanno condannato la destituzione (e alcuni di loro hanno ritirato i propri ambasciatori a Brasilia), il Governo di Macri, ancora una volta, ha sostenuto l’impeachment e la destituzione. É interessante notare che Macri è stato il primo Presidente a ricevere il Ministro degli Esteri brasiliano José Serra, durante il Governo ad interim di Temer e che poi si è incontrato con lui -il 5 agosto nell’ambito dell’apertura dei Giochi Olimpici- per discutere sul come muoversi per quanto concerne l’argomento della presidenza pro tempore del Mercosur da parte del Venezuela e, inoltre, alcune settimane fa è stata annunciata una visita ufficiale di Temer a Buenos Aires, molto prima della conferma ufficiale della destituzione di Dilma Rousseff. Questo sostegno diplomatico del principale partner del Brasile all’interno del Mercosur è un forte aiuto per un Governo ‘illegittimo’. Macri non ha temuto di fare con Temer quello che non ha osato fare Barack Obama. Non solo ha evitato di condannare il ‘golpe’, come hanno fatto altri governi, ma gli ha dato il suo sostegno. Il comunicato del Ministero degli Esteri segue questa stessa linea.
Sappiamo che in politica, i gesti diplomatici come quelli che ha citato non sono neutrali né ingenui. La conferma di Michel Temer come Presidente del Brasile che aspirazioni di Macri soddisfa?
Rafforza l’avanzata neoliberista. Temer intende attuare un forte cambiamento in campo fiscale, tagliare i programmi sociali, attuare una forte flessibilità in campo lavorativo e portare avanti una riforma del sistema pensionistico. Mauricio Macri è d’accordo con questi programmi, anche se difficilmente si possono applicare in Argentina per la storica organizzazione e la forte resistenza del movimento operaio e delle organizzazioni sociali. Tuttavia, se altri governi della regione si muoveranno su questa linea, il Governo argentino si sentirà più sostenuto e appoggiato nel prendere questo tipo di decisioni e, di conseguenza, nell’attaccare alcuni diritti sociali. Allo stesso tempo, entrambi disprezzano l’integrazione latinoamericana più autonoma e mirano ad allinearsi a Washington, firmare trattati di libero scambio e orientare la politica economica verso concessioni al capitale finanziario internazionale, al debito e all’attrazione d’investimenti.
Dopo l’impeachment, a prima vista, la mappa politica del Sud America è molto diversa rispetto ad alcuni anni fa. Come è l’equilibrio di potere nel continente?
Chiaramente si è verificato un riposizionamento dei diritti regionali. Argentina, Brasile, Paraguay, Perú e Messico rappresentano il blocco conservatore, pro-mercato e contrario a qualsiasi progetto di tipo popolare, come quelli individuati all’inizio del secolo. Così, i Paesi bolivariani (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua) ora saranno attaccati con maggior forza. Tuttavia, i movimenti sociali hanno fatto esperienza in questi due ultimi decenni e lotteranno affinché si eviti un’offensiva del capitale sul lavoro. Inoltre, l’America Latina attraversa una crisi economica generale da vari anni, per cui, questi governi di destra sono sottoposti a tensioni economiche, sociali e politiche e non possono garantire alcuna stabilità. Penso che siamo di fronte a una fase molto delicata nella regione ed è molto difficile prevedere come si risolverà questa disputa.
Traduzione di Alberto Favaro
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