“Argentina no se vende”, la protesta contra el Mini Davos en Buenos Aires
Por Fernando Vicente Prieto
Notas.org.ar
La protesta se realizó el martes 13 de septiembre. La manifestación estaba convocada originalmente para las cinco de la tarde en plaza de Mayo, donde se realizaría un simulacro de venta de diferentes sectores y regiones de la República Argentina, simbolizando la penetración del capital trasnacional en la economía del país. Pero luego de una breve asamblea en el lugar, se decidió caminar unas cuadras y trasladarse hacia el Centro Cultural Kirchner (CCK), donde los CEOs de las mayores corporaciones del mundo se reúnen por estos días con Macri y todo su gabinete.
En la avenida Alem, a lo largo del CCK, los esperaba una nutrida columna de efectivos de la Policía Federal y de la Prefectura, que rodeaba totalmente el lugar y superaba en número largamente a la manifestación. Desde la esquina de Corrientes y Alem podía verse al menos un carro hidrante, aunque del lado del río había más equipamiento. Además, un contingente de guardias privados se encargaba de la seguridad interna del foro. Los manifestantes, que portaban una bandera con la leyenda “Argentina no se vende”, se dedicaron entonces a bajar a la calle mostrando la bandera cuando cortaba el semáforo, mientras repartían propaganda donde informaban su posición y entonaban canciones contra las empresas y el gobierno.
“Para sacar a la Argentina del estancamiento económico y la crisis social en la que se encuentra, el objetivo no debe ser atraer inversiones extranjeras de modo indiscriminado, sino que se debe poner el problema de cabeza: la Argentina ha recibido grandes cantidades de inversiones extranjeras, pero el Estado no se ha apropiado de la renta que generan las grandes empresas en el país, ni incentivado el desarrollo regional de inversiones nacionales”, sostiene la declaración difundida por la Asamblea Argentina mejor sin TLC.
Desde hace unos meses, este espacio viene realizando acciones formativas e informativas en torno a los acuerdos de libre comercio y en general, a la política relacionada con las grandes empresas. “Las inversiones existentes en Argentina tienen libertad total para entrar y salir cuando las necesidades de ganancia lo requieran. Las nuevas inversiones también contarán con esta libertad”, aseguran. “Esto está permitido por el actual marco de protección de las inversiones extranjeras, como los 56 Tratados de Inversión Bilaterales (TBI) que el país tiene en vigencia, los cuales contienen cláusulas que limitan la capacidad para que el Estado regule las inversiones en beneficio del interés público, proteja el medio ambiente y la salud pública, defienda al país de crisis financieras y haga valer la primacía de los derechos humanos. Los TBI son chalecos de fuerza que no permiten que los Estados regulen la circulación de capitales, las inversiones, ni que impida la fuga de capitales en momentos de crisis”.
“También denunciamos que gran parte de las inversiones anunciadas por el gobierno se orientan a la inserción del país como productor de materias primas, especialmente hacia los sectores extractivos: megaminería, energía, biotecnología”, explica Luciana Ghiotto, una de sus referentes. “El incremento de inversiones extranjeras subordina la economía a las necesidades del mercado internacional, diluyendo la posibilidad de alcanzar la soberanía sobre nuestros bienes comunes. Rechazamos cualquier tipo de inversión que venga a sostener y profundizar el modelo extractivo, primario-exportador, contaminante y explotador”.
Durante la protesta se podía escuchar una canción que decía “Fuera Monsanto, fuera Chevron, fuera el modelo de saqueo y represión”, aludiendo a las corporaciones extranjeras que mayor polémica han generado en el país, tanto por el desarrollo del modelo de agronegocios -que incluye la contaminación del aire, el suelo y el agua con sustancias cancerígenas-, como por el proyecto no convencional de hidrocarburos de Vaca Muerta. Ambas compañías, por otro lado, tienen un largo historial de acusaciones por parte de comunidades afectadas alrededor del mundo.
“Las empresas invitadas para ser parte del Foro mini-Davos son empresas transnacionales mundialmente reconocidas, y denunciadas nacional e internacionalmente por violaciones de los derechos humanos, laborales y medioambientales”, sostiene la Asamblea, embistiendo también contra los mecanismos de arbitraje establecidos en los mecanismos típicos del denominado “libre comercio”.
“Muchas de estas empresas ya han utilizado el recurso del arbitraje internacional contra la Argentina y otros países latinoamericanos que, a su parecer, generaron pérdidas de ganancia para la empresa”. Entre ellas denunciaron especialmente el caso de Siemens –“empresa vinculada a la dictadura militar argentina, y que en 2002 demandó al país en el CIADI por el fin de la licitación para la emisión de pasaportes, aunque luego la propia empresa aceptó que ese contrato había sido conseguido por coimas”- e IBM, recordada por escándalos de corrupción durante la década de los 90 del siglo pasado.
Desde la Asamblea, además, se pronunciaron “por la construcción de alternativas de integración en beneficio de los pueblos”, rechazando los Tratados Bilaterales de Inversión y la firma de Tratados de Libre Comercio, “que implican la ruptura de toda política alternativa de integración regional, promueven exclusivamente los principios de la competencia y obstaculizan las estrategias de solidaridad y complementariedad entre los pueblos”.
Fernando Vicente Prieto – @FVicentePrieto
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