Reseña bibliográfica libros Colección Nuestras Malvinas
Por Leandro Morgenfeld
Año XXVI, Vol. XXII, Nº 44-45, año 2015, pp. 218 y ss.
Ana Pastorino,
Maximiliano J. Álvarez y Gabriel H. Rosa, Colonialismo
en el siglo XXI. La estrategia del Imperio para mantener la ocupación de
Malvinas, EDULP, La Plata, 2015, 154 páginas.
Uriel Erlich, Malvinas: soberanía y vida cotidiana. Etapas y perspectivas de la
política exterior argentina a 50 años de la Resolución 2065 (XX) de Naciones
Unidas, EDUVIM, Villa María, Córdoba,
2015, 276 páginas.
En 2015 se cumplen 50 años de la
Resolución 2065 (XX) de las Naciones Unidas. El 16 de
diciembre de 1965, la Asamblea General de la ONU aprobó (94 votos a favor, 0 en
contra, 14 abstenciones) esa disposición, que invitaba formalmente a los
gobiernos de Argentina y Gran Bretaña a mantener negociaciones sobre la
soberanía. Esta histórica resolución sostiene que las Malvinas no pueden ser
descolonizadas atendiendo al principio de autodeterminación de los pueblos –su
población no es originaria, sino trasplantada tras la conquista por la fuerza-
y pide a las partes que informen al Comité Especial de los Veinticuatro y a la
Asamblea General sobre el progreso de las negociaciones. Antes, el Subcomité
III había redactado un informe con sus conclusiones, contrarias a lo que
pretendía Gran Bretaña: se aceptaba la
existencia de una disputa por la soberanía; la Resolución 1514 (XV) era aplicable al territorio, pero no a la
población de las Malvinas; se
recomendaba al Comité Especial que invitara a ambas partes a iniciar
negociaciones que tendrían en cuenta los intereses (pero no los deseos)
de los isleños. Fue
el mayor logro diplomático alcanzado tras la usurpación británica, en enero de
1833.
En este contexto, la Secretaría
de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas y la Subsecretaría de Políticas
Universitarias, junto a la Red de Editoriales de las Universidades Nacionales
(REUN), lanzaron la colección Nuestras
Malvinas, compuesta por las series Ciencia, Ensayo, Ficción e Infantil.
El primer libro de la colección¸ Colonialismo en el siglo XXI, de
Pastorino, Álvarez y Rosa, tres graduados del Instituto del Servicio Exterior
de la Nación, se ocupa de temas poco visitados a la hora de analizar el
conflicto por Malvinas: la estrategia colonial británica de apelar al principio
de autodeterminación de los pueblos, la estructura del gobierno colonial en
Malvinas, el control poblacional en las islas, a través de la regulación del
“estatus de isleño”, y la demografía–cómo se utiliza la población como
herramienta política del Reino Unido-. Con novedosa documentación británica y argentina,
el libro analiza alguno de los actuales enclaves coloniales –Archipiélago de
Chagos, Isla Banaba, Islas Turcas y Caicos-, mostrando el doble estándar
británico. Como señala Daniel Filmus en el prólogo, “Este reclamo británico de
libre determinación se manifiesta cuando conviene al colonialismo para su
persistencia, como sucede en Malvinas, puesto que cuando un verdadero pueblo,
como el de Turcas y Caicos, lo reclama para obtener su genuina independencia y
separación del Imperio Británico, el Reino Unido no lo concede” (p. 6).
Los autores analizan también cómo
funciona el entramado institucional del gobierno colonial - incluyendo la
“constitución” de 2008, en la cual el poder queda reservado para Su Majestad,
siendo el “gobernador” y la “asamblea legislativa” órganos subordinados-; la
economía de las Malvinas –básicamente de enclave, en la que los recursos
naturales están monopolizados por el Falkland
Islands Holdings, cuyas relaciones con el Partido Conservador británico se
ponen de manifiesto- y la importancia económica y militar de la Base Militar de
Mont Pleasant, razón de ser de la
persistente ocupación colonial. Otro hallazgo del libro es focalizarse en el
estudio de la cuidada política poblacional, que regula quiénes pueden acceder
al “estatus de isleño” y a los permisos de residencias permanentes y no
permanentes, y en un detallado análisis demográfico histórico, que permite
demostrar que la población –entre la que sobresale la afectada a la Base
Militar- es estrictamente controlada a través de la política migratoria, en
función de los intereses imperiales.
La precisa investigación de estos
autores permite desmontar los principales argumentos de Gran Bretaña para
sostener la situación colonial. Como señalan en la conclusión: “A partir de la
usurpación de las Islas Malvinas, el Reino Unido ha construido una estructura
que sirve a sus intereses coloniales. A pesar de que el mundo ha declarado la
ilicitud del colonialismo, y tal vez por ello, el Reino Unido ha ido
perfeccionando su estrategia para poder conservar su viejo imperio colonial. En
Malvinas, la población le sirve como una herramienta y por ello es editada,
regulada, periódicamente renovada para mantener una situación de usurpación
territorial bajo la justificación del supuesto derecho de libre determinación
de ese conjunto poblacional diseñado a medida de la potencia” (p. 147).
El segundo libro, Malvinas: soberanía y vida cotidiana, de
Uriel Erlich, se origina en su tesis de Maestría en Políticas Públicas de la
Universidad de San Martín y Georgetown University. Además de reconstruir la
política argentina hacia Malvinas en los últimos 50 años, uno de los atractivos
de este libro son las entrevistas realizadas, tanto a funcionarios que lidiaron
con la problemática –Andrés Cisneros, Fernando Petrella, Fernando Maurette,
Eduardo Airaldi, Javier Figueroa y Jorge Taiana-, como también a malvinenses y
descendientes de malvinenses –Alejandro Betts, Cynthia Dickie, Guillermo
Clifton, Georgina Gleadell y Michael O’Byrne-.
La estructura del libro responde a un orden cronológico. En el capítulo
primero se reconstruye el origen del conflicto; en el segundo el período
1965-1982 (desde la resolución de Naciones Unidas hasta la conflagración); en
el tercero, el más escueto, la guerra; en el cuarto, la distancia, durante el
gobierno de Alfonsín; en el quinto, la política de acercamiento, durante las
presidencias de Menem y De la Rúa; en el sexto, la política de firmeza, durante
el kirchnerismo. Luego están las conclusiones y los anexos, que incluyen las principales
resoluciones de la ONU sobre Malvinas y una síntesis de la relación
Argentina-Reino Unido durante el último cuarto de siglo.
El libro de Erlich es un libro
polifónico. Más que insistir en su propia perspectiva, igualmente presente, el
autor repone los planteos y las lógicas argumentales de distintos actores que
protagonizaron la política argentina hacia Malvinas, en períodos y con
orientaciones diferentes, y esas voces se cruzan, además con las de los malvinenses
y sus descendientes, quienes, a través de sus relatos de vida, permiten conocer
otra/s mirada/s sobre el conflicto, distintas a las que reproducen los medios
de comunicación y la propaganda británica.
En su detallado recorrido desde
la resolución de Naciones Unidas de 1965, el autor destaca dos momentos de
quiebre: 1982 y 2003. El primero, obvio, por el conflicto bélico, que marcó el
final de las largas negociaciones y de los acuerdos alcanzados a principios de
los años 70. La segunda ruptura se produjo con el kirchnerismo. Como señala Filmus
en el prólogo, “Si la perspectiva de los 90 implicaba la convicción de los
referentes de la diplomacia argentina de que la discusión sobre la soberanía
surgiría al final de un recorrido de entendimientos provisorios sobre diversos
temas de interés común, a partir del año 2003 la soberanía volvió a ser el eje
de la relación. Así fue planteado ya en el primer encuentro del presidente
Néstor Kirchner con Tony Blair, en julio de ese año en Londres, cuando le
manifestó al Primer Ministro británico su intención de retomar las
negociaciones sobre la soberanía de las islas” (p. 12). En esta última etapa, y
tras el fracaso de la política de seducción iniciada por el canciller Di Tella,
se puso fin al proceso de “desmalvinización” a la vez que se recuperó la firmeza
en las relaciones bilaterales con el Reino Unido. Por eso Erlich muestra que
“la relación quedó atada a la dialéctica de la disputa. El avance unilateral
británico y la muestra de su falta de voluntad de resolver aquello que la
comunidad internacional instó hace cincuenta años –la disputa de soberanía- fue
tensionando la relación” (p. 231). Como bien muestra el autor, esos avances
británicos tienen que ver tanto con cuestiones económicas, pero también
geoestratégicas.
Ambos libros, bien distintos, presentan
documentados y precisos análisis de distintos aspectos de la disputa por
Malvinas y presentan, en el primer caso, fundamentos que respaldan el reclamo
argentino y, en el segundo, un estudio de los alcances y límites de las
estrategias diplomáticas desarrolladas en el último medio siglo.
El
litigio por Malvinas no sólo es simbólico, sino real y concreto. Gran Bretaña
mantiene esta colonia por sus intereses geoestratégicos, ya que la ocupación de
Malvinas le permite tener bases (a Londres y a la OTAN) en el Atlántico Sur, y
muy próximas a la Antártida, otra región disputada por muchos países. Además,
hay crecientes intereses económicos en juego. La pesca (los permisos que
conceden los isleños en aguas argentinas), deja ingresos anuales muy importantes.
Por otra parte, ya está comprobada la existencia de cuantiosas reservas de
petróleo y gas. Cuando empiece su extracción, esto generará ganancias muy
significativas para las grandes petroleras inglesas y sus socios.
La
vía diplomática es la alternativa que viene desplegando el gobierno argentino
en los últimos 12 años. Aunque también planteó algunas medidas, informales,
para limitar compras británicas. A nuestro juicio, la presión diplomática en
todos los foros internacionales debe ir acompañada con medidas económicas,
preferentemente tomadas en forma conjunta con los demás países
latinoamericanos. El problema con la diplomacia es que la máxima autoridad de
la ONU es su Consejo de Seguridad, antidemocrático, que cuenta con cinco
potencias con asiento permanente y derecho a veto. Allí no va a resolverse nada
sin la aceptación británica y estadounidense. Argentina debería presionar cada
vez más junto a los demás países latinoamericanos. Insistir en todos los foros
diplomáticos, pero también tomar medidas concretas que afecten intereses
económicos británicos en la Argentina (petroleras, tierras, bancos, empresas),
para convencer al gobierno inglés de la necesidad de sentarse a negociar, tal
como viene reclamando la ONU (y desconociendo Londres) desde 1965.
Los
futuros debates sobre la problemática, que seguramente serán abordados en
futuros libros de la colección Nuestras
Malvinas, deberían incluir, entre otros, los siguientes interrogantes: ¿Es conducente la actual
estrategia del gobierno argentino para recuperar las Malvinas? ¿Qué medidas concretas podrían
tomarse en Argentina y América Latina para forzar la negociación que reclama la
ONU desde 1965? ¿Qué
políticas habría que desplegar si se recuperara la soberanía plena de Malvinas?
¿Qué habría que
hacer con los isleños? ¿Es
posible pensar en algún tipo de gobierno local de los isleños, pero en el marco
de una soberanía argentina? ¿Cómo
se podría relacionar el reclamo por Malvinas con el que exige la
desmilitarización del Atlántico Sur por parte de potencias extracontinentales?
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