Macri en el Foro Económica de Davos, en enero
Apetito de negocios, propósito de la política exterior
Por Diana Tussie * y Nicolás Comini **
Página/12
Un giro de
época signa hoy la política exterior. En abril “se cerró” el problema
con los fondos buitres y se pagaron $ 9350 millones de dólares. El pago
devuelve a Argentina al mercado financiero internacional y la convierte
en una plaza apetecible. Hoy la firma de TLCs y la ponderación de los
diferentes miembros de la comunidad internacional según su funcionalidad
a la hora de concretar sociedades de negocios monopolizan la alta
agenda bilateral y multilateral tal como quedó expresado ni bien el
Presidente volvió de su gira europea tratando de insuflar optimismo
sobre las inversiones. Este giro se expresa a partir dos ejes: los
socios elegidos para insertarse en el sistema global; y la agenda
priorizada para vincularse con esos socios.
Cambiemos defiende como mantra la idea de desideologizar la política
exterior a la hora de definir sus socios internacionales. “Todos son
bienvenidos” suele ser una frase habitual en los funcionarios del
Ejecutivo. En ese sentido, es innegable el incansable ir y venir de
Susana Malcorra en su carrera por la Secretaría General de Naciones
Unidas. Ha visitado desde Washington a Beijing, y desde Bruselas hasta
Moscú y La Habana. También ha recibido autoridades de países de todos
los continentes. El gobierno se ha esforzado por imprimirle a la
administración nacional “sellos de calidad” de organismos multilaterales
como la OCDE, el Banco Mundial o el FMI. Por su parte las demás
carteras estatales han venido sumándose en algunos casos a esas
comitivas, mientras que en otros han intentado evitar la injerencia del
Palacio San Martín en sus respectivas áreas. Defensa y Seguridad siempre
son casos paradigmáticos.
La mentada “desideologización” va de la mano de una estrategia de
inserción internacional de círculos concéntricos que empiezan por
América Latina, siguen por Estados Unidos, la UE, China y Rusia y van
cerrándose con el resto del mundo. Pero la retórica de los hechos
evidencia otras prioridades en la definición de las agendas.
La visita de Obama dejó en claro que Washington es el socio
estratégico de Cambiemos. Es una relación de amplio espectro que incluye
cuestiones educativas, culturales y científicas, pero se concentra en
inversiones y lucha contra el narcotráfico. Ambas dimensiones se
retroalimentan ya que la segunda implica necesariamente venta de
equipamiento, capacitación, doctrina y otras yerbas. Va de la mano con
el proceso de militarización de las fuerzas de seguridad y de
securitización militar, evidente en el proyecto de reforma del decreto
reglamentario de la ley de defensa nacional que circula por los pasillos
del Edificio Libertador y del Congreso. En este punto, Rusia también
pone un pie, lo que quedó claro en la reciente visita del jefe del
Ejército ruso y los anuncios de la cartera de Julio Martínez del avance
en la cooperación en la lucha contra el terrorismo, actividad vetada
normativamente para los militares argentinos.
La UE sigue siendo, como siempre, clave como potencial fuente de
inversiones. Desde el inicio de la gestión, se planteó el objetivo de
reiniciar las conversaciones con el bloque y de “restablecer” relaciones
supuestamente interrumpidas con países como Italia, Alemania o Francia;
claro, por culpa del “episodio de confiscación de YPF a Repsol”, “un
hecho ilegal, mal hecho”. El acuerdo de libre comercio –por ahora, vía
el Mercosur– es prioridad para Cambiemos. Por eso se han pedido
disculpas al empresariado español, se ha ponderado explícitamente el
modelo de ajuste de Rajoy, e incluso –en tiempos pre Brexit– se le ha
asegurado a Gran Bretaña que el tema Malvinas podía ser “encapsulado”.
Este punto es fundamental para Malcorra, que requiere que ninguno de los
cinco miembros del Consejo de Seguridad con poder de veto aplique ese
recurso a su candidatura. China también es uno de ellos, y la relación
ha pasado de iniciarse con tensión por la supuesta solicitud de revisión
de acuerdos –sobre todo energéticos y militares– ha constantes viajes
de altos funcionarios para garantizar los flujos comerciales y el apoyo
político.
¿Cómo queda ubicada América Latina en este esquema de prioridades? Si
bien Malcorra visitó prácticamente todos los países de la región
(incluyendo Ecuador, Bolivia y Cuba) no estuvo en Caracas, donde ni
siquiera ha designado embajador. Argentina también fue clave para evitar
que Venezuela asumiera la presidencia pro témpore del Mercosur. Los
países vecinos son ponderados según su funcionalidad para avanzar en la
construcción de un “clima de negocios”. Es por ello que la Alianza del
Pacífico se ha convertido en el verdadero espacio de inserción regional
que prioriza el gobierno. Es la bisagra que va marcando nuevas alianzas,
nuevos modelos productivos y un primer paso en su intención de sumarse a
las negociaciones por el TPP.
En su apetito por los negocios, con cada uno de los países y los
organismos internacionales la administración nacional ha planteado
“relanzamientos” e “inicios de nuevas etapas”. Desde una postura
refundacional, ha asumido que la falta de acuerdos en materia de
inversiones y comercio se ha debido a la incapacidad de la gestión
anterior. Lo ha hecho desde una unilateralidad sobre la cual se reclaman
inversiones y comercio y se libra a los socios de culpabilidades
pasadas. Ha llegado la época de la redención. Y justo cuando el apetito
geopolítico no pasa por su apertura hacia Latinoamérica. Nuestro valor
en la mesa de negociación tendrá menos que ver con los buenos modales
que con un mundo que parece replegarse sobre sí mismo.
* Investigadora Superior Flacso-Conicet.
** Doctor en Ciencias Sociales-UBA.
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