Por Antonio Elías
Cuadernos de Pensamiento Crítico (CLACSO)
La problemática
La consideración de cuál es y cuál debería ser la inserción
internacional
de los países que hoy integran el Mercosur exige formularse
algunas
interrogantes
vitales, como las
siguientes: ¿La interacción
entre los
actuales
gobiernos de los
países miembros del
Mercosur permitirá
avanzar en un verdadero proceso de integración regional
favorable a
los intereses de la clase trabajadora y sus aliados? O, por
el contrario,
¿Para que los
capitales puedan moverse
libremente, generando la
concentración de la riqueza y su contracara, la exclusión
social? En
definitiva: ¿Inserción soberana o subordinada?
El cambio sustancial que se está produciendo en la
correlación
de fuerzas al interior de Argentina, Brasil y Venezuela
permite sostener
que probablemente se avance hacia mayores niveles de
subordinación.
Ello no implica
desconocer la existencia
de diferencias
importantes, desde el punto de vista de un posicionamiento
estratégico
latinoamericanista, entre Venezuela y Bolivia —que integran
el ALBA—
y los países
fundadores del bloque:
Argentina, Brasil, Paraguay
y
Uruguay.
La crisis de
la economía mundial
que se traslada
aceleradamente
de los países
centrales a los
países periféricos. Se
revaloriza el valor del dólar y se deprecian las monedas de
los países
del sur, caen sustancialmente los precios de los productos
primarios
exportables y comienza
un proceso de
debilitamiento económico de
los países y un empobrecimiento creciente de las clases
subordinadas.
Todo lo cual
ha generado la
agudización de la
lucha de clases
y los
procesos de disputa
por el poder
(político, económico y
social), en
algunos países hay niveles altos de confrontación e
inestabilidad y el
predominio electoral del progresismo muestra fisuras
importantes.
Dicho esto en el marco de una ofensiva del capital
transnacional
para imponer mega tratados cuyas disposiciones exceden largamente
tanto el actual
nivel de apertura
como el nivel
de restricciones que
se imponen a
los Estados para
impedir que establezcan
sistemas de
reglas económicas nacionales que limiten la expansión de las
empresas
y la maximización de sus beneficios. Los Estados Unidos
—impulsos
y motor fundamental
de estos tratados—
buscan la profundización,
hasta sus últimas consecuencias, del modelo de acumulación
vigente,
lo que implica
la expansión del
capital a los
ámbitos que aún
están
en manos del
Estado y la
consolidación de una
nueva estructura
institucional favorable al capital transnacional.
Analizar la actual
situación implica comenzar
por ubicar el
tema
en el marco
de la ofensiva del
capital por instaurar
un modelo de
acumulación que le permitiera aumentar la decaída tasa de
ganancia.
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