¿Por qué viene Obama a la Argentina?
Por Micaela Ryan
Notas.org.ar
Una década más tarde, el panorama continental presenta variaciones significativas, fundamentalmente en proyección. A partir de la asunción de Mauricio Macri como presidente de la Argentina, hace tan sólo cien días, una ficha clave se ha movido a favor de los intereses norteamericanos. El 14 de marzo, Obama declaró en entrevista con la cadena CNN que Macri “reconoce que estamos en una nueva era” en la relación bilateral y que se debe “mirar hacia adelante”, destacando que sus objetivos son “apertura, transparencia, competitividad, progreso” para que los argentinos prosperen “de un modo que no ha ocurrido por mucho tiempo”.
Aunque Macri y Obama coinciden en la utilización de un lenguaje lavado, poco concreto y diseñado para el liviano discurso mediático, estas aseveraciones significan una nueva etapa para la recuperación de la hegemonía comercial, militar y cultural que Estados Unidos ha desplegado sobre su “patio trasero”.
Intercambios desiguales
De acuerdo a la información oficial brindada por el Departamento de Comercio del gobierno de Estados Unidos, a través de su página www.census.gov, la balanza comercial entre Estados Unidos y la Argentina es favorable al primero, y en tendencia ascendente desde 1991, con la interrupción producida por la crisis económica argentina, entre el año 2002 y el 2005. El año 2014 alcanzó el récord en la historia de la recaudación norteamericana, con un superávit comercial de 6.582 millones de dólares. Desde el año 2010, los beneficios norteamericanos no han descendido de los 5 mil millones de dólares anuales y, lejos de invertir la tendencia, el mes de enero de 2016 (último registrado), arroja 405 millones de dólares en favor de Estados Unidos.
En el año 2015, los principales productos que la Argentina le exportó a Estados Unidos fueron petróleo, carbón, frutas y vino. Las principales importaciones fueron fuel oil (por más de mil millones de dólares), químicos para el uso orgánico (entre los que se cuenta el glifosato), plástico, accesorios de computación, equipos de telecomunicaciones y maquinaria industrial y de aviación.
Durante las últimas semanas, la canciller argentina Susana Malcorra, brindó varias declaraciones sobre la visita del presidente Obama.
Malcorra aseveró que este viaje “es una señal de apertura, de intención y de confianza, y sobre todo da una señal para el sector privado. Es el inicio de un recorrido, pero es un inicio muy auspicioso”. Informó que además que en la delegación vendrá “un número importante de ejecutivos”.
En este sentido, una de las actividades que aún no confirmada donde se espera ansiosamente la presencia del mandatario norteamericano, es el “AmCham Argentina Summit 2016”, encuentro de empresarios organizado por la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina (AmCham) que se realizará en el predio de la Sociedad Rural en Palermo. Se espera que un conjunto de multinacionales de origen estadounidense, entre las que se incluyen General Motors, Ford, AES y Exxon Mobil, Procter & Gamble (P&G), Walmart y General Electric, anuncien un plan 2016-2019 de inversiones de 30 mil millones de dólares.
Penny Pritzker, la secretaria de Comercio de los Estados Unidos, encabezará esta delegación, mientras que el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, brindará el discurso de apertura. Los ministros de Energía, Juan José Aranguren, de Transporte, Guillermo Dietrich, de Modernización del Estado, Andrés Ibarra y de Producción, Francisco Cabrera, disertarán como ponentes. Además, participarán los gobernadores Juan Schiaretti (Córdoba), Juan Manuel Urtubey (Salta), Miguel Lifschitz (Santa Fe) y Omar Gutierrez (Neuquén).
No obstante, horas previas a la llegada de Obama y a contrapelo de sus declaraciones recientes, Malcorra se apresuró en aseverar que, desde el gobierno argentino, no están “en la posición de firmar un Tratado de Libre Comercio, pero puede ser un objetivo de mediano o largo plazo”. Esto se debe a que la Argentina, como parte del Mercosur, “está obligada a hacer este tipo de trabajo en forma conjunta”.
“Ahora lo que estamos tratando de hacer es mejorar las condiciones de intercambio acercándonos más a condiciones que sean interesantes y afines a nuestras prioridades”, agregó Malcorra. La estrategia desplegada apuesta a las relaciones bilaterales desde el sector privado, mientras que los mandatarios y diplomáticos se encargarán de diseñar un plan que dirija al conjunto del continente, a través del Mercosur, a firmar los acuerdos de libre comercio necesarios para formar parte del Tratado de TransPacífico (TPP).
La lucha contra el narcotráfico en el tablero imperial
La semana pasada, Malcorra se refirió a la visita de Obama como: “Un signo muy positivo, que nos pone en el centro de prioridad de la administración norteamericana. Nos va a dar la oportunidad de trabajo en apoyo a lucha contra el narcotráfico y actuar coordinadamente en la agenda multilateral y del mundo”.
Tanto Macri, como Scioli y Massa destacaban en sus campañas presidenciales la “lucha contra el narcotráfico”, aunque no formaba parte de las preocupaciones principales del electorado. En sus discursos, el narcotráfico iba asociado a la seguridad. Esta relación es, en efecto, muy estrecha: las empresas de seguridad, la industria de la guerra, la venta de armas y la instalación de bases militares, conforman una cadena de eslabones que tiene, como fin último, el control territorial y de los recursos naturales, abundantes en el continente Suramericano.
La visita de Obama se ve, además, atravesada por un evento fortuito que hará del tema de la seguridad uno de los principales ejes discursivos: los recientes atentados en Bélgica. Malcorra declaró al respecto que la visita de Barack Obama a la Argentina “va a estar teñida por el impacto de estos atentados, lo que va a hacer que esté mucho más al frente la cuestión de la preocupación por el extremismo violento que, como ya he dicho, también está asociado al narcotráfico y a la ilegalidad del tráfico en general”.
Malcorra fue más allá y adelantó: “Esto demuestra que tenemos la obligación de trabajar muy coordinados e integrados no sólo en la región, sino en el mundo, porque nos estamos enfrentando a adversarios, enemigos que tienen una forma de pelea que es muy asimétrica, lo que nos muestra cuán granular tiene que ser nuestra forma de integración y, sobre todo, de tener información que fluya bien”.
Aunque se presumen los resultados, la estrategia de “apertura de Argentina al mundo” parece anunciar escenarios poco favorables para las mayorías australes.
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