La transparencia del sigilo
El gobierno sólo difundió los títulos de los acuerdos
firmados. Washington los describió con más detalle pero también retuvo
su texto. Lucha contra el narcotráfico y el terrorismo sin diferenciar
seguridad y defensa; asistencia en la Triple Frontera; misiones
militares en Africa; asilo a los sirios que huyen de los bombardeos;
Centros de Fusión de Inteligencia, defensa hemisférica, fuerzas de
seguridad en el Comando Sur; cooperación nuclear a espaldas de Brasil y
apertura comercial irrestricta.
Por Horacio Verbitsky (Página/12)
Aunque el
gobierno declama la transparencia, su práctica es opaca: la Presidencia y
el Ministerio de Relaciones Exteriores sólo publicaron en sus
respectivas páginas el título de los acuerdos firmados durante la visita
del presidente estadounidense Barack Obama. Dicen poco y nada sobre su
contenido: Acuerdo sobre Incremento de la Cooperación para Prevenir y
Combatir los Delitos Graves, declaración conjunta sobre Cooperación en
Materia de Seguridad y Facilitación de Desplazamiento, acuerdo referente
al Emplazamiento de Oficiales de Seguridad a Bordo y acuerdo marco en
materia de comercio e inversión. Se acordó también una declaración
conjunta de cancilleres en apoyo de la Organización de Estados
Americanos y del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. “La firma
de estos acuerdos forma parte de un paquete que incluye, entre otros, el
Memorándum de Entendimiento para prevenir el lavado de dinero.” Ni una
palabra más. Para descorrer un poco el velo hay que recurrir a la página
de la Casa Blanca. Así es posible saber que:
- para que la Argentina pueda incrementar el tamaño de sus unidades
militares desplegables y participar en misiones de paz en Africa,
Estados Unidos fortalecerá sus capacidades, incluyendo el entrenamiento y
la modernización de la flota aviones de transporte y carga C-130.
- la Argentina recibirá un número significativo de refugiados,
incluyendo personas desplazadas por la guerra en Siria (es decir
corridos por Daesh y por los bombardeos de Estados Unidos, Gran Bretaña,
Francia, sus aliados y Rusia. Ellos tiran las bombas y la Argentina
recibe a los que escapan, con financiamiento que conseguirá Estados
Unidos).
- para el combate conjunto contra el narcotráfico y el crimen
organizado, Estados Unidos asistirá a las fuerzas argentinas de
seguridad sobre terrorismo y financiamiento del terrorismo en la Triple
Frontera. Funcionarios argentinos se capacitarán en la Academia
Internacional de Policía, realizarán viajes de estudios a Estados Unidos
y recibirán capacitación de la DEA y el FBI.
- el FBI también ayudará a montar una red de Centros de Fusión de
Inteligencia (sic) para detectar y golpear al terrorismo y el crimen
organizado (en esos Centros de Fusión, creados luego de los ataques de
septiembre de 2001 por el Ministerio de Seguridad Nacional, comparten
información agencias de Inteligencia como la CIA, organismos policiales
como el FBI, las Fuerzas Armadas y los gobiernos, nacional, estadual y
local. En 2012 una comisión bipartidaria del Senado publicó un informe
demoledor sobre la inutilidad, dispendio y riesgo para las libertades
civiles de estos Centros, que puede verse aquí http://foreignpolicy.com/2012/10/03/senate-report-says-national-intelligence-fusion-centers-have-been-useless/)
- en mayo, el Pentágono realizará el primer encuentro de trabajo con
las Fuerzas Armadas argentinas desde 2009, con una agenda que incluirá
operaciones de paz, preparación y respuesta ante desastres y
“cooperación en defensa hemisférica”.
- el Comando Sur se propone compartir información con el Ministerio
de Seguridad argentino, mediante oficiales de enlace ante su Fuerza de
Tareas Sur. El Pentágono también invitó a la Argentina a participar en
un programa de cooperación con la Guardia Nacional. (En todos estos
casos Estados Unidos propone y la Argentina acepta borronear los límites
entre las tareas de Seguridad Interior y Defensa Nacional, separadas en
forma nítida por tres leyes y un decreto suscriptos a lo largo de tres
décadas por los gobiernos de Alfonsín, Menem, Fernando de la Rúa y
Kirchner).
- el acuerdo sobre delitos graves, la cooperación de seguridad y
combate al terrorismo firmado por el Ministerio argentino de Seguridad
con sus pares estadounidenses de Seguridad Nacional y de Justicia,
facilitará el intercambio de información sobre potenciales y conocidos
delincuentes y terroristas. Para mejorar la seguridad se adoptarán
medidas de protección de aviones argentinos, con un programa de
funcionarios a bordo (no se explica si estadounidenses o argentinos) y
la oficina estadounidense de aduana y protección fronteriza ayudará a
mejorar la seguridad en las fronteras argentinas. Estos pasos mejorarán
la eligibilidad argentina para el programa de ingreso a Estados Unidos
sin visa. Por ahora se eximirá de visa a los argentinos menores de 16 y
mayores de 65 años y la Argentina dejará de cobrar la tasa de
reciprocidad de 160 dólares que deben pagar los turistas estadounidenses
(aunque la redacción es oscura, se entiende que los argentinos seguirán
pagando su parte de esta curiosa reciprocidad).
- el acuerdo sobre comercio e inversiones facilitará el diálogo sobre
propiedad intelectual y acceso a los mercados, combatiendo las
“barreras no científicas al comercio”. (Es decir, mayor apertura y pago
de royalties).
- la Argentina enviará al Congreso para su ratificación el Acuerdo de
Facilitación del Comercio aprobado por la Organización Mundial de
Comercio en 2013. Ambos países desarrollarán un programa aduanero de
ventanilla única, para simplificar los trámites. (Esto se entiende mejor
si se sabe que el año pasado la Argentina tuvo un déficit comercial con
Estados Unidos de 4.200 millones de dólares, es decir el 140 por ciento
del déficit total de 3000 millones, o dicho de otro modo la Argentina
tiene déficit con Estados Unidos y superávit con el resto del mundo
considerado como un todo. Lejos de disminuir el déficit, este paso lo
aumentará).
- entre la asistencia técnica que Estados Unidos proveerá en apoyo de
las reformas de Macrì, estará la política de telecomunicaciones,
incluyendo consultas con la Comisión Federal de Comunicaciones, sobre
manejo del espectro y regulación (es decir aquello que Macrì eliminó por
decreto en cuanto asumió).
- Estados Unidos facilitará visitas de funcionarios argentinos a los
lugares donde se desarrollan fuentes de energía no convencionales, para
mejorar la seguridad energética y el desarrollo responsable de gas y
petróleo (el desempeño de Chevron en Ecuador provee un buen ejemplo del
cuidado por el medio ambiente que aquí se pregona).
- también incrementarán la cooperación en el desarrollo y la
seguridad nuclear (según el Grupo Convergencia, integrado por académicos
y especialistas en cuestiones de política exterior, Seguridad y
Defensa, el gobierno nacional analiza la posibilidad de suscribir un
protocolo adicional al sistema de salvaguardas que la Argentina mantiene
con los organismos internacionales en el marco del Tratado de No
Proliferación Nuclear. Este sería el certificado de defunción del
sistema argentino-brasileño de garantías y salvaguardias que desde 1991
ha permitido el uso de la energía nuclear con fines exclusivamente
pacíficos, mediante el control recíproco, sin renunciar al desarrollo
tecnológico propio como exige la megapotencia mundial y contribuyendo al
mantenimiento de la paz en toda América).
Más ruido que nueces
Según Macrì estas concesiones ocultas tendrían como contraparte un
diluvio de inversiones estadounidenses, lo cual no pasa de una expresión
de deseos. El principal objetivo de Obama en la Argentina, afirma el
think tank Inter-American Dialogue, fue apoyar los esfuerzos de Macrì
por “normalizar la economía y abrir el país al comercio y las finanzas
globales”, de modo que se convierta “en uno de los más estrechos socios
de Estados Unidos en la región”. Esa organización, cuyos copresidentes
son la ex representante comercial de Estados Unidos Carla Hills y el ex
presidente de México Ernesto Zedillo, destaca el levantamiento de los
controles cambiarios y comerciales y, “sobre todo”, el acuerdo con los
holdouts “o fondos buitre, como son conocidos en la Argentina”. Al
enumerar el saldo de la visita, el Dialogue menciona los acuerdos de
colaboración contra el narcotráfico y el terrorismo “incluyendo
equipamiento y capacitación para las fuerzas de seguridad” y “el deseo
de Estados Unidos de trabajar con la Argentina para desarrollar los
significativos yacimientos de gas y petróleo convencional, que son de
los mayores del mundo. Chevron ya está operando en asociación con la
estatal YPF”. Se comprende mejor la pérdida de la virginidad política de
Laura Alonso.
El Dialogue también consignó que en materia de comercio e inversiones
“se lanzaron pocas iniciativas concretas” y lo que se acordó es crear
un grupo de trabajos para resolver las barreras administrativas al
comercio, mientras los empresarios estadounidenses “prometieron
incrementar la inversión en la Argentina en los próximos cuatro años en
varios miles de millones de dólares”. La exultación de Macrì por el
cariño que Obama demostró por él y su esposa debería moderarse: los
anuncios de inversiones formulados en la Sociedad Rural por parte de
empresas estadounidenses no pasan de 13.800 millones de dólares durante
el mandato de Macrì y de 2.300 millones en el próximo año y medio. Estas
promesas de inversiones por no más de 4.000 millones de dólares al año
son una gota en el océano que no compensa ni en forma remota la merma de
la inversión pública dispuesta por el gobierno y el nuevo endeudamiento
que comenzará dentro de dos semanas, con un primer saque de 12.500
millones de dólares para pagarles a los fondos buitre. Esto permite
avizorar que la recesión será más profunda y duradera de lo que se
preveía, porque constituye el único instrumento para atenuar la
inflación que sigue en aumento y ya ronda el 5 por ciento mensual.
Además, parte del dinero que pueda ingresar no se destinará a inversión
productiva sino a la adquisición de empresas preexistentes, a precios de
liquidación por la desvalorización del peso y la caída de la actividad.
La secretaria de Comercio de Obama, Penny Pritzker, encomió la valentía
de Macrì por “resolver la disputa con los acreedores, reducir los
controles de capitales y las retenciones a las exportaciones agrícolas y
los subsidios a la distribución eléctrica”. Miguel Angel Broda agregó
que el acuerdo con los buitres no sustituye el ajuste fiscal. A la
consigna de Macrì y Prat-Gay: dunga-dunga o ajuste
brutal/hiperinflación, el reaparecido gurú opone una más simple y
realista: dunga-dunga y ajuste. “Este año necesitamos colocar 40 mil
millones de dólares de deuda. Es una oferta muy grande, la mitad de todo
lo colocado en el mundo emergente en 2015. Esto sin duda le pone un
piso alto a la tasa de interés que pagará el Gobierno. No estoy tan
seguro de que podamos colocar esa deuda y además no estoy tan seguro de
que podamos hacer un programa de metas de inflación riguroso”, agregó
Broda, para quien “las necesidades de financiamiento del país deberían
incluir préstamos del FMI”. Obama dijo algo parecido con más elegancia:
“A veces el dolor del corto plazo y el tener que tomar sanciones
decisivas en una etapa tan temprana es lo más oportuno, en lugar de
dejar las cosas para mañana”.
De acuerdo con los buitres
Una de las principales críticas que los Senadores escucharon al
acuerdo con los fondos buitre que se aprobará el miércoles se refirió a
la dolarización y fuga de activos que, dentro o fuera del país, se
sustraen del sistema financiero. Sus principales expositores fueron
Eduardo Basualdo, quien junto con el Secretario Adjunto Pedro Wasejko
expuso en nombre de la CTA, y el experto en finanzas e impuestos Jorge
Gaggero. Basualdo recordó que la dictadura de 1976 inauguró un patrón de
acumulación de capital que produjo una redistribución del ingreso en
contra de los trabajadores, inédita por su profundidad, con una política
económica de corte monetarista que inicio una profunda
desindustrialización. En ese patrón de acumulación, tanto el Estado como
el sector privado oligopólico contrajeron deuda en el exterior. Con
esos recursos, el sector privado efectuó colocaciones en activos
financieros en el mercado interno para valorizarlos, dado el diferencial
positivo entre la tasa de interés interna y la internacional, para
luego fugarlos al exterior. “La deuda externa dejó de ser un instrumento
para financiar la inversión productiva o el capital de trabajo, para
ser un medio de obtención de renta financiera. Su contracara fue la fuga
de capitales, que exhibieron una elevada correlación: en 2001 tanto la
deuda externa total cuanto el stock de capitales locales en el exterior,
es decir la fuga de capitales locales, alcanzaron aproximadamente los
140 mil millones de dólares. Estoy hablando del pasado pero también del
futuro porque ese es el proceso que va a instalar este arreglo con los
fondos buitre: endeudamiento externo y fuga. Lo que se fuga no fue ni
será el consumo de los sectores de altos ingresos sino la inversión y
eso fue lo que impulsó e impulsará la desindustrialización. Este acuerdo
le plantea a los sectores populares un horizonte signado por un nuevo
ciclo del endeudamiento externo, un recrudecimiento de la fuga de
capitales locales al exterior y la consecuente reducción de la inversión
productiva, un crecimiento del desempleo vinculado a un bajo o negativo
crecimiento manufacturero, un incremento de la pobreza y de la
indigencia”.
Gaggero graficó en un trabajo de 2007 sobre la fuga de capitales esos
datos de Basualdo. Como se ve en el cuadro las líneas de endeudamiento y
fuga son perfectas paralelas. Además entregó a los senadores copia de
dos informes fundamentales terminados en diciembre pasado: el de la
Comisión Bicameral Permanente sobre la Deuda Externa, Ley 26.984, y el
de la Comisión Investigadora de los Instrumentos Bancarios y Financieros
destinados a facilitar la Evasión de Tributos y las consecuentes
Salidas de Divisas del país. Uno describe la vía del endeudamiento, con
el rol de las calificadoras de deuda y los fondos buitre. El otro,
conocido por el “Caso HSBC”, analiza la contraparte de esa deuda que
escaló exponencialmente entre 1976 y 2001: la fuga de capitales, “dos
curvas que casi se tocan y empinan hasta el pico del 2001”. Del cotejo
de ambos informes surge con claridad que los mismos bancos que prestan o
que gestionan el endeudamiento son los que canalizan la fuga. La
versión taquigráfica no describe la expresión de los senadores, cuando
Gaggero dijo que los funcionarios que traen la propuesta al Congreso
“expresan la vieja y frustrada experiencia nacional en los dos procesos
perversos e interconectados que he descripto: el presidente del Banco
Central (Federico Sturzenegger), procesado aún por el caso del
Megacanje, o sea la vía del endeudamiento irresponsable, y el Ministro
de Hacienda y Finanzas (Alfonso de Prat-Gay), también mencionado en una
causa que lleva la AFIP por el caso HSBC, como administrador de fortunas
y facilitador de la fuga de esos recursos hacia el exterior sin cumplir
las obligaciones fiscales ni otras regulaciones, cuando aún existían”.
Gaggero concluyó con un ejemplo sobre la visión sesgada o la miopía de
los medios de comunicación. “Estamos viendo todo el tiempo el proceso de
lavado de dinero y fuga que estaría en cabeza del empresario Lázaro
Báez, pero no se menciona el caso en que está implicado el Ministro de
Hacienda y Finanzas, que en montos se parecen: en el de Baez se habla de
50 millones de euros, en un proceso de varios años. Un solo caso, el de
la familia Fortabat, en cabeza del Ministro en tanto gestor de estas
fortunas transnacionalizadas, valió 68 millones de euros”.
Otro de los expositores que advirtió sobre la inconsistencia de las
afirmaciones oficiales fue Alejandro Olmos Gaona, cuyo padre Alejandro
Olmos investigó y denunció el endeudamiento y su estatización
fraudulenta durante la dictadura. Como historiador, refutó el argumento
de que el acuerdo con los buitres abriría la puerta a la inversión. “Lo
dijo Bernardino Rivadavia en 1824 con el empréstito Baring; lo hizo el
ministro Martínez de Hoz durante la dictadura militar; lo volvió a
repetir el ministro Cavallo en 1993 cuando firmó el Plan Brady; también
se dijo lo mismo en el año 2001 y así estamos. Toda esa parafernalia
discursiva de que tenemos que solucionar esto porque van a llover las
inversiones, en la realidad no se dio”. También mencionó la crisis de
1890 y las instrucciones diplomáticas que el ministro Juan José Romero
le dio al representante argentino en Londres, Luis Domínguez, quien
debía pedir una moratoria por diez años de la deuda: “Ni se le ocurra
pedir nuevos créditos, porque pagar deuda vieja con deuda nueva es ir
derecho a la bancarrota”. Eso es “lo que ha hecho la Argentina
sistemáticamente desde la dictadura hasta hoy”. Olmos Gaona señaló, como
también lo había hecho Basualdo, la “enorme cantidad de imprecisiones”
del proyecto oficial: en el mensaje de elevación se habla de una deuda
de 20.000 millones de dólares; después, menciona acuerdos por 7.553
millones de dólares; también dice que hay una enorme cantidad de
bonistas desconocidos, en Londres, Japón, Alemania, en Francia y además,
existen 3.000 millones de dólares que no se sabe dónde están y que no
han accionado. “Me alarma que no haya precisiones específicas sobre qué
se va a emitir, qué tasa de interés se va a comprometer y entiendo que
para una solución integral de este problema tendríamos que tener las
cifras exactas para que el Congreso decida si efectivamente esto
soluciona el problema o puede llegar a agravarlo”.
Está por verse
El Inter-American Dialogue, cuya evaluación es entusiasta pero no
ingenua, concluye que “está por verse” si las reformas de Macrì tendrán
éxito en producir el crecimiento de la Argentina. “La inflación sigue
siendo extremadamente alta, los sindicatos están expresando su oposición
a algunas de las medidas de Macrì y el presidente no tiene mayoría en
el Congreso. Por ahora, sectores moderados del peronismo, en especial
gobernadores provinciales, están colaborando con el presidente. Esto
podría cambiar si la economía se deteriorara aún más y los altos índices
de Macrì en las encuestas comenzaran a caer”. Además Macrì enfrenta el
desafío de mostrar que el país no está ante “un retorno a las políticas
neoliberales y al alineamiento automático con Washington que la
Argentina siguió en la década de 1990 y que la mayoría de los argentinos
aún asocia con el colapso económico de 2001”. Nadie podrá decir que no
lo avisaron.
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