El plan de Obama sobre Guantánamo
Por EMMANUEL BONFORTI*
Cuadernos de Coyuntura
La propuesta para cerrar la cárcel de Guantánamo y las repercusiones en la política local estadounidense. El rol de los medios masivos de comunicación. Historia de una ocupación de larga data y la necesidad del apoyo de América Latina.
Durante
los últimos días los medios periodísticos reprodujeron la propuesta que
presentó el presidente estadounidense Barack Obama para cerrar la
cárcel cubana de Guantánamo. La
prensa liberal recibió con buenos ojos la propuesta, identificando a
Guantánamo como uno de los símbolos de abusos, torturas y prácticas
ilegales cometidas contra los detenidos. El plan de cierre es visto como
una vieja promesa de Obama esbozada el 22 de enero de 2009 quien,
además, decretó la prohibición de métodos interrogatorios equiparados a
la tortura. La promesa se enmarca
en el próximo viaje que realizará Obama a la isla, poniendo fin a
ochenta y ocho años sin visitas de un mandatario estadounidense a Cuba.
El propio Obama sostuvo en la presentación del plan que la permanencia
de la cárcel “es contraproducente en la lucha contra el terrorismo”. La
medida es leída como un gesto de acercamiento de contenido humanitario a
los fines de seguir avanzando un proceso de acercamiento entre Cuba y
los Estados Unidos. En términos operativos la propuesta implica el
traslado de personas privadas de la libertad a trece lugares diferentes,
entre los cuales cuentan las prisiones de Colorado, Carolina del Sur y
Kansas, además de seis instalaciones militares.
La promesa se enmarca en el próximo viaje que realizará Obama a la isla, poniendo fin a ochenta y ocho años sin visitas de un mandatario estadounidense a Cuba.
Los medios
destacan el costado humanitario del presidente norteamericano
contraponiéndolo a sus adversarios parlamentarios republicanos, quienes
salieron a cruzar la propuesta de Obama. El líder Republicano de Miami e
hijo de inmigrantes cubanos sostuvo: “No solo no vamos a cerrar
Guantánamo, cuando yo sea presidente, si capturamos a un terrorista vivo
no va a tener una audiencia en Manhattan, no será enviado a Nevada,
sino que van a ir a Guantánamo y vamos a descubrir todo lo que sabe”. De
esta manera la tensión histórica entre halcones y palomas encuentra en
Guantánamo un nuevo episodio ya que para concretar el cierre será
necesario revocar la Ley de Defensa de 2010 que prohíbe trasladar
detenidos de Guantánamo a los Estados Unidos.
Sin
embargo, no todos son gestos de humanidad democrática por parte Obama.
Movido por una táctica de acercamiento “a la norteamericana” con Cuba y
dando gesto a la opinión pública de entendimiento democrático, Obama no
deja de ser un político pragmático que conduce el mayor imperio de la
actualidad.
Con su gesto pretende dejar en claro que la cárcel de Guantánamo ha sido un símbolo de desprestigio dentro de la comunidad mundial y, su vez, pretende demostrar que la cárcel no implicó un avance para la seguridad nacional norteamericana. Asimismo, para el propio Obama el fin de la cárcel implica evitar un gasto de 650 millones de dólares que se requiere para su funcionamiento. La mercantilización de la propuesta se refuerza con la defensa impositiva que expone Obama cuando sostiene que el cierre de la cárcel permitiría ahorrarles mucho a los contribuyentes de su país. Con lo cual el objetivo responde no sólo al “prestigio” del país sino también a intereses económicos. Esta perspectiva licuaría las miradas que pretenden ubicar a la decisión solamente como producto de las buenas intenciones norteamericanas y su lucha por la defensa de los derechos humanos y las libertades mundiales.
Con su gesto pretende dejar en claro que la cárcel de Guantánamo ha sido un símbolo de desprestigio dentro de la comunidad mundial y, su vez, pretende demostrar que la cárcel no implicó un avance para la seguridad nacional norteamericana. Asimismo, para el propio Obama el fin de la cárcel implica evitar un gasto de 650 millones de dólares que se requiere para su funcionamiento. La mercantilización de la propuesta se refuerza con la defensa impositiva que expone Obama cuando sostiene que el cierre de la cárcel permitiría ahorrarles mucho a los contribuyentes de su país. Con lo cual el objetivo responde no sólo al “prestigio” del país sino también a intereses económicos. Esta perspectiva licuaría las miradas que pretenden ubicar a la decisión solamente como producto de las buenas intenciones norteamericanas y su lucha por la defensa de los derechos humanos y las libertades mundiales.
Con su gesto pretende dejar en claro que la cárcel de Guantánamo ha sido un símbolo de desprestigio dentro de la comunidad mundial y, a su vez, pretende demostrar que la cárcel no implicó un avance para la seguridad nacional norteamericana.
El pragmatismo también esconde la presión del lobby por parte del complejo militar industrial vinculado a la clase dominante norteamericana, encargada de financiar las aventuras imperiales que hoy ponen en jaque a la paz del mundo.
Pero existe una
omisión mediática aún más peligrosa que es naturalizar la existencia de
un base militar norteamericana en territorio extranjero. De esta manera
se oculta la verdadera causa Guantánamo que excede a la propia cárcel:
la base militar norteamericana es una ofensa para Cuba pero también para
el resto de América Latina.
Guantánamo es una
consecuencia directa de la invasión de los Estados Unidos a Cuba en
1898, en pleno contexto de guerra de liberación contra España. Esa
invasión tuvo un doble efecto: por un lado, la derrota de España y la
independencia de Cuba y, por el otro, la injerencia directa de los
Estados Unidos en la isla más grande de las Antillas. Desde entonces,
los Estados Unidos fijaron su posición expansionista en la región
durante la Era del Imperio y, además, utilizaron ese hecho como un
trampolín para consolidar su hegemonía en el Caribe. En Cuba y
Guantánamo se esconde el deseo de ese destino manifiesto. Esto se
evidencia al no contemplar en ningún momento como parte del plan
devolver a Cuba el territorio ocupado por la base naval de Guantánamo.
Guantánamo es una consecuencia directa de la invasión de los Estados Unidos a Cuba en 1898, en pleno contexto de guerra de liberación contra España. Esa invasión tuvo un doble efecto: por un lado, la derrota de España y la independencia de Cuba y, por el otro, la injerencia directa de los Estados Unidos en la isla más grande de las Antillas.
El gobierno
cubano expresó en el ámbito de la comunidad internacional en varias
oportunidades que la única manera de que se avance en un proceso
efectivo de restauración plena de las relaciones diplomáticas entre
ambos países es levantando el bloqueo, así como devolviendo el
territorio de Guantánamo. Tanto el fin del bloqueo como la salida
definitiva de los Estados Unidos de la base militar de Guantánamo se
convierten en las exigencias indeclinables por parte de las autoridades
cubanas.
El fin de la cárcel expresa dos cuestiones: por un lado, un reagrupamiento continental detrás de la causa Guantánamo silenciado por la prensa hegemónica, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños -CELAC- se ha manifestado en varias oportunidades a favor de la devolución a la República de Cuba del territorio que ocupa la Base Naval de los Estados Unidos. La devolución, de acuerdo a la CELAC, se debe dar mediante un diálogo bilateral apegado al Derecho Internacional. Y por el otro, la vigencia del discurso antiimperialista de Fidel Castro quien el 13 de diciembre de 1965 sostenía en un acto celebrado en la escalinata de la Universidad de La Habana: “Ese enemigo no se resignará fácilmente -aunque no le quede otro remedio- a los éxitos revolucionario de nuestro pueblo. Ese enemigo, no aquí a miles de kilómetros de aquí ataca a otros pueblos, como lo hace criminalmente contra el pueblo de Vietnam del Norte y el pueblo revolucionario de Vietnam del Sur. (…) Ese enemigo envía barcos, sus ´marines y sus aviones a cualquier lugar del mundo”.
En la actualidad,
la solidaridad que Fidel extendió hacia todos los países que sufrían la
agresión imperialista durante los años sesenta, nos pone en la
obligación de acompañar definitivamente con una voz latinoamericana el
pedido de retiro de la base militar de Guantánamo y de todas las bases
en nuestro continente.
* Sociológo UBA/UNLa, emanuelbonforti@gmail.com
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