Por Atilio Borón (La Jornada)
El presidente de Bolivia, Evo Morales, asistió en La Paz al inicio del
carnaval, el pasado 5 de febrero, en compañía del actor estadunidense
Edward Norton. El próximo día 21 se realizará en el país un referendo
constitucional para aprobar o rechazar la postulación de Morales a una
nueva elección.
Una conspiración contra
el proceso de cambio que encabeza el presidente Evo Morales está en
marcha. Tiene su epicentro en Washington DC y se implementa por medio de
operadores políticos bolivianos y extranjeros. Utilizan el argumento de
una presunta defensa de la democracia y lucha contra la corrupción y el
narcotráfico y su objetivo es evitar que el Sí obtenga la victoria en el referéndum de reforma de la constitución política del Estado del próximo 21 de febrero.
Nunca como hasta ahora, con métodos menos visibles para la
ciudadanía, Estados Unidos está respaldando decididamente, a través de
sus agencias para la subversión como el Instituto Nacional Demócrata
(NDI por sus siglas en inglés) y el Instituto Republicano Internacional
(IRI por sus siglas en inglés) ambas con recursos entregados por el
Fondo Internacional para la Democracia (NED por sus siglas en inglés),
las acciones de la oposición boliviana destinadas a impedir que el
referéndum del 21 de febrero represente un paso más en la consolidación
del proyecto político que lidera Evo Morales, un presidente indígena que
ha cambiado radicalmente Bolivia.El carácter de la brutal ofensiva estadunidense se explica por la importancia que tiene Bolivia hoy para los procesos de cambio en América Latina, particularmente después de las elecciones presidenciales en Argentina y legislativas en Venezuela.
Ya antes de la expulsión del embajador estadunidense Philip Goldberg y en pleno intento de desestabilización separatista, la CIA actuaba mediante operadores como Joseph Humire. En fechas más recientes fue el vicecónsul Ari Avidar uno de los principales operadores, quien tuvo que dejar el país una vez que se comprobó que compraba información a dirigentes afines al proceso de cambio, tal y como demostró en una investigación el semanario La Época y el programa Ojo con los Medios del canal Abya Yala en 2015. Al no ser efectivas las acciones violentas perpetradas, los actos racistas (en Sucre, Santa Cruz y Pando), las manifestaciones antigubernamentales extremadamente hostiles (en Tarija y Cochabamba), y las acciones abiertamente subversivas y antipatrióticas (separatismo de la Media Luna y el fallido golpe de Estado
cívico-prefecturalde 2008), hoy la derecha boliviana, en coordinación con organismos relacionados con la NED –como son el NDI y IRI–, toman la iniciativa y financian actividades con fines subversivos de grupos políticos y activistas opositores mediante fondos del Congreso estadunidense.
Dentro de esos objetivos de desestabilización se encuentra la movilización de agentes y operadores en inteligencia y espionaje, el fortalecimiento de la actividad política
ciudadanacontra el gobierno, y la distorsión mediática utilizando temas sensibles como narcotráfico, corrupción, transparencia, libertad de expresión, gobernabilidad y otros desde la perspectiva estadunidense. La utilización de la memoria de un niño muerto, de otro en su acto de bautizo y de la ex pareja de Evo Morales para poner en duda la moral del presidente ha sido uno de sus golpes más bajos y arteros, en el típico estilo de las campañas subversivas estadunidenses.
Entre esas
renovadastácticas destaca el financiamiento de actividades políticas opositoras, la llegada de agentes y asesores, supuestamente
capacitadoresde jóvenes, mujeres e indígenas en temas de democracia, que en realidad tienen el objetivo de organizar grupos de conspiradores y activistas políticos e instruirles en el uso de un discurso antigubernamental que esgrima el argumento de la alternancia como cimiento de la
verdaderademocracia y estigmatice la repostulación del presidente Morales.
Según denuncias efectuadas en los últimos años por medios alternativos como Rebelión, Alai, Telesur y La Época, entre las decenas de agentes estadunidenses que llegaron a Bolivia en los últimos años están Alton Eugene Dawsey, Gregory Reynolds Alston, Richmond Paul Blake, Alejandro Lee Johnson, Donald Loren Frerichs y Geofrey Frederich Schadrak. Asimismo, la embajada de Estados Unidos en La Paz utiliza personajes que, bajo la fachada de
hombres de negocios, desarrollan labores de inteligencia para la CIA y la DEA. Tal es el caso de los operadores David Wayne Paiz y Bert Davi Castorino. No son los únicos; a ellos se suman agentes de la inteligencia política y militar, muchos de ellos especializados en la lucha contra el narcotráfico, pero que en Bolivia tienen el objetivo de desprestigiar políticamente a Evo Morales y sus colaboradores. Entre este último grupo, que han ingresado al país con un visado de turismo, hemos podido identificar a Salvador Leyva y Edgar Fernando Fritz.
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