DIPLOMACIA DE LAS DIVISAS
EE.UU. respaldará al sucesor de CFK con promesa de dólares y espera señales
El vice Joe Biden asistiría al cambio de mando, tras diez años sin que un alto funcionario visite el país. El FMI y el Banco Mundial preparan el regreso.
Desde Washington
Es el cambio de gobierno, estúpido. La actualización de la histórica frase de la campaña de Bill Clinton permitiría explicar lo que está pasando en la Casa Blanca y el pequeño cuadrante que ocupa la Argentina en su radar global. La administración de Barack Obama podría enviar el próximo 10 de diciembre al vicepresidente Joe Biden a la asunción del sucesor de Cristina Kirchner, en lo que sería la visita del funcionario de mayor rango de ese país desde que en 2005 George W. Bush estuvo en Mar del Plata.
“La Casa Blanca debería mandar a Biden, demostrando nuestra voluntad de querer mejorar la relación, y se lo hemos comunicado a oficiales relevantes del Departamento de Estado”, asegura Carl Meacham, director del Programa de las Americas del influyente CSIS, un think tank nacido en los 60 con respaldo, entre otros, de Henry Kissinger. El universo de esos centros de estudios, como el Woodrow Wilson Center o el Center for American Progress, donde recalan los funcionarios públicos cuando no están en el poder, celebró la sorpresa que dio Cambiemos en la primera vuelta, y la expectativa de un triunfo de Mauricio Macri hace pronunciar la palabra “alegría” entre los analistas, que igual ven un cambio de rumbo si ganara Daniel Scioli. PERFIL participó de un viaje a Estados Unidos invitado junto a otros medios por la Cámara de Comercio Argentino-Estadounidense (Amcham). La expectativa recogida en diversos centros de poder es que una señal como la presencia de Biden derive en otro vínculo con la Argentina, en especial con tres ejes:
◆ Un diálogo con los acreedores en litigio en Nueva York;
◆ Una mayor coordinación en materia de narcotráfico, donde las autoridades estadounidenses creen que hay un “agujero negro” por la falta de datos oficiales;
◆ Y, sobre todo si gana Macri, algún tipo de postura crítica hacia el gobierno venezolano de Nicolás Maduro.
Divisas. No bien pase el ballottage, una comitiva del Banco Mundial probablemente aterrice en Buenos Aires. Como es rutina, intercambiarán “notas de política” con la nueva administración sobre temas monetarios, fiscales y también sociales. Ya trabajan en ello el economista jefe en el país, Zafer Mustafaoglu, junto a Andrea Coppola, y también el encargado para el hemisferio, Augusto de la Torre. Nuestro país tiene hoy un programa activo con la entidad de US$ 1.100 millones por año para obras, que podría duplicarse. Pero el organismo también ofrece fondos de “libre disponibilidad” y “rápido desembolso”, pero a cambio de “reformas estructurales”, una expresión de los 90 pero que podría volver, gane quien gane.
Para ello, sin embargo, haría falta recomponer la relación con el Fondo Monetario Internacional. La comunidad financiera especula con un eventual desembolso del FMI de entre US$ 10 y 15 mil millones que le permitiera al país moderar el ajuste fiscal y levantar el cepo para “atraer inversiones” en 2016. Sin embargo, hoy parece ciencia ficción. En la oficina del décimo piso del Fondo, en 19th y G St. en la capital estadounidense, Roberto Cardarelli lidera la misión argentina junto a un indio, una armenia, un inglés y un peruano. Los documentos que el organismo publicó sobre la región en la reciente cumbre de Lima no dejan dudas de la agenda: “Para Brasil, Ecuador y la Argentina el ajuste no es una opción, es imperativo”, dice el PowerPoint.
Cardarelli, italiano, y también su delegado en Buenos Aires, el argentino ex Itaú y Banco Central Mariano Ortiz Villafañe, que aún no tiene ni oficina, ya intercambian papers con los técnicos de los presidenciables. Saben que volver a realizar la revisión del artículo IV, pendiente desde 2006, que atañe a todos los miembros del organismo sería el paso más inmediato. Es “una visión 360 sobre la economía argentina”. Un programa con fondos frescos sería más difícil. El gobierno que lo quiera debería pedirlo, costo político interno incluido. En la práctica existen diversos tipos de programas, desde los tradicionales stand by hasta los shadow programs, con metas “nocionales”, más laxas. Todo materia de discusión.
Ocupados en el desembarco en Cuba, importantes empresarios estadounidenses llegarán hoy al país de la mano de la US Chamber, representada en el país por Amcham, para analizar oportunidades post 10D. Hacía 20 años que no venían. Ya hay gestos de cambio: no bien termine la cumbre del G20 en Turquía, en dos semanas, es probable que la embajadora argentina en Washington, Cecilia Nahón –cercana al ministro Axel Kicillof y a Cristina Kirchner–, deje su puesto y vuelva al país.
De China a Brancatelli
Entre Medio Oriente, Siria, la relación con Rusia y el vínculo con Irán, Estados Unidos le da a la Argentina una relevancia limitada al contexto regional. En ese marco, hay dos lecturas que sobrevuelan la definición electoral del 22 de noviembre:
◆ Argentina es el único país de todo el continente que, según el relevamiento que este año hizo el Centro Pew entre mil argentinos, tiene una mejor opinión de China que de Estados Unidos. En el resto de la región, o cae mejor el país del Norte o la percepción está repartida.
◆ Un eventual triunfo de Mauricio Macri y Cambiemos podría alentar un eje común con Juan Manuel Santos, el presidente de Colombia, para influir en el gobierno de Nicolás Maduro, de cara a las elecciones legislativas del 6 de diciembre. “Macri se pronunció por la libertad de Leopoldo López, y eso es una novedad”, asegura el profesor de la Universidad de Georgetown Héctor Schamis, que trabaja cerca de Federico Sturzenegger y Patricia Bullrich, y que sorprende al tener bajo análisis en Georgetown el efecto de la respuesta de Macri al periodista de TV Diego Brancatelli.
Es el cambio de gobierno, estúpido. La actualización de la histórica frase de la campaña de Bill Clinton permitiría explicar lo que está pasando en la Casa Blanca y el pequeño cuadrante que ocupa la Argentina en su radar global. La administración de Barack Obama podría enviar el próximo 10 de diciembre al vicepresidente Joe Biden a la asunción del sucesor de Cristina Kirchner, en lo que sería la visita del funcionario de mayor rango de ese país desde que en 2005 George W. Bush estuvo en Mar del Plata.
“La Casa Blanca debería mandar a Biden, demostrando nuestra voluntad de querer mejorar la relación, y se lo hemos comunicado a oficiales relevantes del Departamento de Estado”, asegura Carl Meacham, director del Programa de las Americas del influyente CSIS, un think tank nacido en los 60 con respaldo, entre otros, de Henry Kissinger. El universo de esos centros de estudios, como el Woodrow Wilson Center o el Center for American Progress, donde recalan los funcionarios públicos cuando no están en el poder, celebró la sorpresa que dio Cambiemos en la primera vuelta, y la expectativa de un triunfo de Mauricio Macri hace pronunciar la palabra “alegría” entre los analistas, que igual ven un cambio de rumbo si ganara Daniel Scioli. PERFIL participó de un viaje a Estados Unidos invitado junto a otros medios por la Cámara de Comercio Argentino-Estadounidense (Amcham). La expectativa recogida en diversos centros de poder es que una señal como la presencia de Biden derive en otro vínculo con la Argentina, en especial con tres ejes:
◆ Un diálogo con los acreedores en litigio en Nueva York;
◆ Una mayor coordinación en materia de narcotráfico, donde las autoridades estadounidenses creen que hay un “agujero negro” por la falta de datos oficiales;
◆ Y, sobre todo si gana Macri, algún tipo de postura crítica hacia el gobierno venezolano de Nicolás Maduro.
Divisas. No bien pase el ballottage, una comitiva del Banco Mundial probablemente aterrice en Buenos Aires. Como es rutina, intercambiarán “notas de política” con la nueva administración sobre temas monetarios, fiscales y también sociales. Ya trabajan en ello el economista jefe en el país, Zafer Mustafaoglu, junto a Andrea Coppola, y también el encargado para el hemisferio, Augusto de la Torre. Nuestro país tiene hoy un programa activo con la entidad de US$ 1.100 millones por año para obras, que podría duplicarse. Pero el organismo también ofrece fondos de “libre disponibilidad” y “rápido desembolso”, pero a cambio de “reformas estructurales”, una expresión de los 90 pero que podría volver, gane quien gane.
Para ello, sin embargo, haría falta recomponer la relación con el Fondo Monetario Internacional. La comunidad financiera especula con un eventual desembolso del FMI de entre US$ 10 y 15 mil millones que le permitiera al país moderar el ajuste fiscal y levantar el cepo para “atraer inversiones” en 2016. Sin embargo, hoy parece ciencia ficción. En la oficina del décimo piso del Fondo, en 19th y G St. en la capital estadounidense, Roberto Cardarelli lidera la misión argentina junto a un indio, una armenia, un inglés y un peruano. Los documentos que el organismo publicó sobre la región en la reciente cumbre de Lima no dejan dudas de la agenda: “Para Brasil, Ecuador y la Argentina el ajuste no es una opción, es imperativo”, dice el PowerPoint.
Cardarelli, italiano, y también su delegado en Buenos Aires, el argentino ex Itaú y Banco Central Mariano Ortiz Villafañe, que aún no tiene ni oficina, ya intercambian papers con los técnicos de los presidenciables. Saben que volver a realizar la revisión del artículo IV, pendiente desde 2006, que atañe a todos los miembros del organismo sería el paso más inmediato. Es “una visión 360 sobre la economía argentina”. Un programa con fondos frescos sería más difícil. El gobierno que lo quiera debería pedirlo, costo político interno incluido. En la práctica existen diversos tipos de programas, desde los tradicionales stand by hasta los shadow programs, con metas “nocionales”, más laxas. Todo materia de discusión.
Ocupados en el desembarco en Cuba, importantes empresarios estadounidenses llegarán hoy al país de la mano de la US Chamber, representada en el país por Amcham, para analizar oportunidades post 10D. Hacía 20 años que no venían. Ya hay gestos de cambio: no bien termine la cumbre del G20 en Turquía, en dos semanas, es probable que la embajadora argentina en Washington, Cecilia Nahón –cercana al ministro Axel Kicillof y a Cristina Kirchner–, deje su puesto y vuelva al país.
De China a Brancatelli
Entre Medio Oriente, Siria, la relación con Rusia y el vínculo con Irán, Estados Unidos le da a la Argentina una relevancia limitada al contexto regional. En ese marco, hay dos lecturas que sobrevuelan la definición electoral del 22 de noviembre:
◆ Argentina es el único país de todo el continente que, según el relevamiento que este año hizo el Centro Pew entre mil argentinos, tiene una mejor opinión de China que de Estados Unidos. En el resto de la región, o cae mejor el país del Norte o la percepción está repartida.
◆ Un eventual triunfo de Mauricio Macri y Cambiemos podría alentar un eje común con Juan Manuel Santos, el presidente de Colombia, para influir en el gobierno de Nicolás Maduro, de cara a las elecciones legislativas del 6 de diciembre. “Macri se pronunció por la libertad de Leopoldo López, y eso es una novedad”, asegura el profesor de la Universidad de Georgetown Héctor Schamis, que trabaja cerca de Federico Sturzenegger y Patricia Bullrich, y que sorprende al tener bajo análisis en Georgetown el efecto de la respuesta de Macri al periodista de TV Diego Brancatelli.
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