miércoles, 14 de octubre de 2015

"Las relaciones con Estados Unidos ante el cambio de gobierno argentino"





TreceDoce Volumen 3, octubre 2015, pp. 19-21





Por Leandro Morgenfeld*


Uno de los interrogantes frente a la elección del nuevo presidente argentino es qué curso tomará la política exterior en general y la relación con Estados Unidos en particular. Si bien es un tema poco debatido en la campaña, es fundamental preguntarse qué esperan los candidatos del vínculo con la Casa Blanca.
A lo largo de la historia, Argentina tendió a confrontar con Estados Unidos, entre otras cuestiones por el carácter más competitivo que complementario de ambas economías: los intereses del poderoso “bloque agrícola” del país del Norte lograron, en los últimos 150 años, limitar el acceso al codiciado mercado estadounidense de lanas, carnes y limones provenientes de la Argentina. Además, desde que Estados Unidos pretendió erigir un sistema interamericano en la Conferencia de Washington (1889-1890), Argentina, con vínculos más fluidos con Europa, fue uno de sus principales obstáculos, tanto por los citados motivos económicos como por diferencias políticas. Las tensiones bilaterales se incrementaron durante la segunda guerra mundial y especialmente con el ascenso de Perón. En general, a lo largo de los dos últimos siglos, primaron las diferencias y las tensiones, salvo en momentos puntuales, como durante las presidencias de Guido, Onganía, Menem y De la Rúa.
El kirchnerismo tuvo un relación tirante con Estados Unidos, en particular luego de la visita de Bush a Mar del Plata hace una década, cuando se coronó la derrota del proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). La relación entre Obama y Cristina Kirchner, por su parte, mostró en los últimos años marcadas oscilaciones. La mandataria argentina elogió a su par estadounidense cuando asumió en 2009. Sin embargo, a fines del 2010, cuando se filtraron los cables de Wikileaks -2500 de los cuales referían a la Argentina- emergieron cortocircuitos con la embajada estadounidense en Buenos Aires.
En febrero de 2011, se produjo el incidente por el avión militar requisado en Ezeiza por el propio canciller Héctor Timerman, que profundizó los recelos de la Casa Blanca y pospuso los intentos de acercamiento. La Administración Obama, presionada por la American Task Force Argentina -el influyente grupo que defiende a los especuladores y hace lobby en favor de los "fondos buitre"-, votó en el BID y el Banco Mundial en contra del otorgamiento de créditos a la Argentina. En aquel año electoral, el kirchnerismo profundizó su retórica nacionalista y latinoamericanista y las relaciones atravesaron el peor momento. Tras la reelección de Cristina hubo un tenue acercamiento, que se manifestó en la reunión que mantuvo con Obama durante la cumbre del G-20 en Cannes, pero ya a principios de 2012 reaparecieron las tensiones.
Hasta ahora, persisten las diferencias bilaterales en materia comercial –Estados Unidos critica el control de las importaciones, a pesar de que ostenta un superávit comercial de 5000 millones de dólares anuales con la Argentina; mientras que la Casa Rosada demanda el fin de las restricciones paraarancelarias que bloquean el ingreso de carnes y limones al mercado estadounidense, habiendo logrado recientemente un fallo favorable en la OMC-; financiera –Argentina sostiene una batalla internacional contra los fondos buitre, para la cual no logró el apoyo de la Administración Obama (en septiembre, la ONU aprobó una iniciativa argentina para poner restringir el accionar de los fondos buitres en futuras reestructuraciones de deudas soberanas, aunque Estados Unidos votó en contra)-; inversiones –empresas estadounidenses litigan contra el Estado argentino en el CIADI-; y fundamentalmente geopolíticas –se acentúan las diferencias en torno a la militarización, lucha contra el narcotráfico, injerencia, integración regional y gobernanza mundial. La mandataria argentina se reunió este año con sus pares de China y Rusia, pero no así con Obama, a quien criticó abiertamente la última vez que se vieron personalmente, en la Cumbre de las Américas (Panamá).
Actualmente, en Estados Unidos hay expectativas frente a las elecciones presidenciales de octubre. Como bien muestran los cables filtrados por Wikileaks, los tres principales candidatos, Scioli, Macri y Massa, supieron cultivar fluidos vínculos con la embajada estadounidense en Buenos Aires. La Casa Blanca espera que el nuevo gobierno se aleje de la retórica nacionalista, latinoamericanista y autonomista que cultivó el kirchnerismo, instrumentando un “giro realista” que lleve a retomar los lazos diplomáticos con los centros de poder mundial. Si bien los principales candidatos no admiten públicamente sus deseos de estrechar las relaciones con Washington –históricamente, en Argentina, manifestar ese alineamiento es piantavotos-, sus asesores, articulados en el autodenominado “Grupo Consenso”, dieron a conocer un documento en abril de este año, llamando a recomponer los vínculos tradicionales con Estados Unidos y Europa e, incluso, pidiendo seguir el camino de los gobiernos que impulsan la Alianza del Pacífico. Además, según dejaron entrever sus asesores a la prensa en las últimas semanas, Scioli, Macri y Massa tienen previsto sentarse a negociar con los fondos buitre para volver a tomar deuda.
Ante la inminencia de este giro, es importante recordar que la posibilidad de ampliar la autonomía nacional y regional depende de mantener una relación no subordinada con Estados Unidos. Potenciar la integración latinoamericana –que hoy atraviesa un momento de relativa parálisis- es fundamental para desplegar iniciativas que amplíen el margen de maniobra, como la creación de mecanismos de defensa o financiamiento regional. Si se resquebrajan los mecanismos latinoamericanos de cooperación y coordinación política, como la UNASUR y la CELAC, y de integración alternativa, como el ALBA, en función de recomponer los vínculos subordinados con Estados Unidos y las demás potencias, Argentina seguramente recorrerá el sendero que ya tantas veces en la historia la llevó a crisis económicas, ajustes sociales y tensiones políticas.


* Profesor de la Universidad de Buenos Aires. Investigador del CONICET, radicado en el IDEHESI. Autor de Vecinos en conflicto. Argentina y Estados Unidos en las conferencias panamericanas, de Relaciones peligrosas. Argentina y Estados Unidos y del blog www.vecinosenconflicto.blogspot.com

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