Dilma y Tabaré Vázquez amenazan con negociar en solitario un
acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. ¿Qué intereses hay detrás de
esta jugada que pone en peligro al Mercosur? Un documento clave.
Por Federico
Vázquez (eldestapeweb.com)
El giro ortodoxo de Dilma y el retorno de Tabaré
Vázquez a la presidencia de Uruguay, quien ya había intentado negociar
por su cuenta un tratado de libre comercio con Estados Unidos, tensionan al
bloque regional.
Hace dos semanas, Dilma y Tabaré anunciaron en una cumbre
bilateral en Brasilia que buscarían acelerar las negociaciones por un posible
acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea. Si bien algunos
medios informaron que se había llegado a un acuerdo para "excluir a la
Argentina" en las negociaciones, Dilma remarcó que debían hacerse en el
marco regional, aunque Tabaré Vázquez fue más enfático en pedir una mayor
flexibilidad para, eventualmente, negociar en soledad.
Sobre ese hecho, esta semana el semanario uruguayo Búsqueda
publicó que el embajador de ese país ante la Unión Europea había sido removido
por no querer avanzar en las negociaciones sin el consentimiento de la
Argentina. Aunque luego la información fue desmentida, nadie duda de que el
clima entre los socios del Mercosur están
enrarecido, de cara a la cumbre CELAC-UE que se llevará a cabo la semana que
viene y donde Brasil y
Uruguay pretenden imponer en la agenda el eventual Tratado de Libre Comercio.
Lo sorprendente de este clima enrarecido es que, aún
acelerando la mesa de negociación (en la cual falta nada menos que la oferta de
los propios europeos), los plazos de un eventual acuerdo se miden en años,
cuando no en décadas. Falta prácticamente todo: un acuerdo formal entre los
bloques, la aprobación de ese acuerdo por los 28 parlamentos europeos, la
aprobación en los parlamentos de los países del Mercosur, etc. Para tener una
idea: solamente la traducción técnica del acuerdo en las 23 lenguas oficiales
de Europa
demoraría dos años.
En el caso de Uruguay la explicación por el apuro puede
encontrarse en la carencia: siendo un país pequeño sin industria que proteger,
cualquier acuerdo que garantice una chance de mejorar la inserción de su
producción primaria es bienvenido. A lo que se suma un cambio de gobierno que
no fue neutral: mientras que Tabaré Vázquez ya coqueteó en su primer mandato
por un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, Pepe Mujica se ocupó esta
misma semana, de advertir que la Unión Europea está lejos de ser una panacea:
"Si el mundo tiene incertidumbre, tenemos que darnos cuenta de que la
única fuerza positiva está
en nosotros mismos", sentenció.
Más complejo es comprender a Brasil, quien sí tiene una
industria y un mercado interno que proteger. En este caso la explicación puede
encontrarse en el cada vez más notorio giro de Dilma Rousseff hacia
la ortodoxia económica. Cada vez con mayor énfasis, distintas voces cercanas al
gobierno de Brasilia comenzaron a hablar de una negociación a "dos
velocidades" que permitiría una negociación ya no en bloque, sino por
países, aunque manteniendo el paraguas del Mercosur.
Un documento elaborado por la poderosísima FIESP (Federación
de Industrias de San Pablo), en los meses previos a las elecciones de fin de
año pasado, transparenta el interés de los empresarios paulistas. El documento
titulado "Propuestas de integración externa de la industria" enuncia
en su segundo ítem que "el acuerdo Mercosur-UE es una prioridad inmediata
de la política externa brasileña y debe ser finalizada antes del inicio de
2015. El acuerdo podrá ser también efectivo en velocidades distintas....con
vistas al futuro, de una convergencia normativa entre los miembros del
bloque".
Es decir, los empresarios brasileños ya pedían, antes de las
elecciones, que Brasil se corte solo en la negociación con la UE. Apenas unos
renglones abajo, se descubre lo que puede estar detrás de toda la estrategia
por apurar el juego: "Estados Unidos: realizar estudios de viabilidad de
un acuerdo comercial...."
Todavía más cerca en el tiempo, el pasado 27 de mayo, un
vocero de otra importante cámara empresarial, la Confederación Nacional de
Industria, advirtió desde las páginas de Estado do Sao Paulo que "es
necesario negociar nuevos acuerdos de libre comercio que sirvan para proteger y
promover la inversión brasileña en el exterior..."
La mala noticia es que si hasta ahora los gobiernos del PT
contenían las ambiciones de estos sectores concentrados, las señales del
segundo gobierno de Dilma van en sentido contrario. En plena campaña, Dilma
había dicho que si ganaba Aécio Neves, vendría el ajuste y la destrucción del
Mercosur. El ajuste ya está siendo hecho, y al menos en lo discursivo, el
Mercosur como instancia de negociación colectiva con el mundo, aparece
cuestionada.
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