Hoy, en la media noche, Cuba habrá salido de la lista de
países que patrocinan el terrorismo y emite cada año el Departamento norteamericano
de Estado.
Se completaría el plazo de 45 días otorgado al Congreso para
oponer un bloqueo a la medida, algo que parece improbable, porque el
legislativo se encuentra esta semana en uno de sus numerosos períodos de
vacaciones y por lo tanto, sin sesiones. La posibilidad de que los congresistas
retornen a Washington de emergencia para tratar este tema son casi nulas, según
los analistas de la política local.
El hecho pone fin a una larga injusticia, aunque apenas
aparezca mencionado en los diarios estadounidenses de la mañana. Algunos se han
limitado a replicar en las páginas interiores un despacho de agencia, en el que
se recuerda que la salida de Cuba de la lista fue notificada por el presidente
Barack Obama al Congreso el pasado 14 de abril, y que el proceso concluirá con
la formalidad de un aviso en el Federal Register, la Gaceta oficial
estadounidense, cosa que ocurrirá probablemente el lunes.
Lo cierto es que una iniciativa con apoyo bicameral de
última hora parece improbable ya que los congresistas se encuentra esta semana
de vacaciones y tendrían que movilizarse antes de la próxima medianoche.
Pero ya a finales de abril el ala más anticubana del
Congreso había aceptado que no existía una margen de maniobra razonable para
oponerse a este paso del Ejecutivo, que ha avanzado hacia el restablecimiento
de nexos diplomáticos con la isla y la reapertura de embajadas en ambas
capitales.
Las autoridades cubanas han señalado -en tres rondas de
diálogos oficiales y otros contactos- la importancia de la salida de su país de
esa relación de naciones supuestamente patrocinadoras del terrorismo, aunque no
establecieron este como un prerrequisito para el progreso de las conversaciones
bilaterales.
Pocos días después de que Obama informó de la exclusión de
Cuba de esa “lista negra” -en la cual permanecía desde 1982-, la legisladora
Ileana Ros-Lehtinen, una ferviente sostenedora de la política anticubana en
Washington, reconoció en entrevista con Foreign Policy: “No podemos
deshacerlo”.
Su frustración, por falta de capital político en los pasillo
del Capitolio, coincidía con un 59 por ciento de apoyo de la ciudadanía a la
decisión del Ejecutivo, según una encuesta publicada por CNN/ORC.
La Cancillería cubana consideró justa la decisión del
gobierno de Estados Unidos de eliminar a la isla de una lista en la que aseguró
nunca debió ser incluida.
Además, recordó que esa nación caribeña fue víctima de
centenares de actos terroristas que costaron la vida a tres mil 478 personas e
incapacitaron a dos mil 99.
Asimismo, La Habana ratificó que rechaza y condena los actos
de terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, así como cualquier acción
que tenga por objeto alentar, apoyar, financiar o encubrir actividades de ese
tipo.
Pocos días antes de la notificación de Obama al Congreso, el
jefe de la Casa Blanca y su homólogo cubano, Raúl Castro, habían sostenido un
histórico -por inédito- encuentro en el contexto de la VII Cumbre de las
Américas, en Panamá.
Canciller cubano recibe a congresistas norteamericanos
El Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno
Rodríguez Parrilla, sostuvo una reunión en la mañana de este jueves 28 de mayo,
en la sede de la Cancillería, con la delegación de congresistas de los Estados
Unidos que visita nuestro país.
La comitiva estadounidense está encabezada por el Sr. Mark
Sanford, representante republicano por Carolina del Sur, e integrada por los
también republicanos Bradley Byrne de Alabama, Tom Emmer de Minnesota, Earl
Carter de Georgia y el demócrata por Virginia, Don Beyer.
Tres días antes, el 25 de mayo, el Canciller recibió a una
delegación bicameral demócrata del Congreso de los Estados Unidos, presidida
por el senador por Nuevo México, Thomas Udall, e integrada por el también
senador Alan Franken de Minnesota y los representantes Raúl Grijalva de Arizona
y John Larson de Connecticut.
Durante estos intercambios se abordaron temas de interés
sobre el contexto actual de las relaciones entre ambos países, incluyendo el
proceso de restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la apertura de
embajadas, así como el debate en el Congreso para levantar el bloqueo a Cuba y
las oportunidades de negocios existentes en el país para el empresariado de los
Estados Unidos una vez que se elimine esta política.
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