EL CANCILLER HECTOR TIMERMAN SE QUEJO ANTE EL ENCARGADO DE NEGOCIOS DE ESTADOS UNIDOS POR SUS DICHOS SOBRE LA DEUDA
El conflicto con los fondos buitre tensó la relación del
Gobierno con la representación diplomática estadounidense. El ministro
de Relaciones Exteriores, Héctor Timerman, le dejó en claro ayer al
encargado de Negocios y responsable diplomático estadounidense, Kevin
Sullivan, el “profundo malestar y enérgico rechazo del gobierno
argentino por las impropias” declaraciones que había realizado al diario
Clarín en las que señalaba que la Argentina había caído en “default”.
Sullivan asistió a la cita en la Cancillería, donde fue advertido por
sus declaraciones. Timerman le informó que, “de repetirse este tipo de
intromisiones en los asuntos internos de la República Argentina, se
adoptarán las más severas medidas”, estipuladas para los representantes
diplomáticos.
“El propio gobierno norteamericano conoce las consecuencias
perversas de la sentencia del juez (Thomas) Griesa, tal como expresó en
abril de 2012 en su presentación como amicus curiae” de la Argentina, le
recordó Timerman a Sullivan en el encuentro privado que mantuvieron en
el Palacio San Martín. El diplomático estadounidense asistió a la cita
para recibir de manos del canciller el rechazo a sus declaraciones en
las que afirmaba que Argentina se encontraba en situación de “default”.
“La Argentina no tiene deudas en cesación de pagos con Estados Unidos ni
con ningún otro país. Muy por el contrario, con fecha 30 de julio el
país ha erogado el primer vencimiento del acuerdo firmado con los países
miembro del Club de París por un importe de 642 millones de dólares”,
le informó el jefe de la diplomacia argentina a Sullivan para que
corrija sus dichos. En la embajada no realizaron declaraciones sobre el
encuentro.
La embajada estadounidense se encuentra sin embajador desde que
Vilma Socorro Martínez dejó el cargo en junio del año pasado. Sullivan
quedó a cargo de la sede diplomática mientras en el Parlamento
norteamericano aún se discute la posible designación de Noah Mamet, un
asesor del presidente norteamericano, Barack Obama, resistido por los
legisladores para dar el acuerdo de su designación.
El reclamo argentino surgió a partir de que Sullivan declaró al
diario Clarín que era “importante que Argentina saliera del default lo
antes posible para poder retornar a la senda del crecimiento económico
sustentable y atraer la inversión que necesita”. El enojo del gobierno
argentino tiene sustento en la utilización de los fundamentos de Griesa
para avalar el reclamo de los fondos buitre por parte de Sullivan en
calidad de embajador interino.
Timerman citó al diplomático norteamericano para informarlo de que
“la Argentina ha honrado todos sus compromisos en tiempo y forma en las
condiciones en que lo ha acordado en el 2005 y el 2010 y lo seguirá
haciendo”, según explicaron en un comunicado desde el Ministerio de
Relaciones Exteriores. El canciller le expresó al estadounidense que
“los dichos sobre un supuesto default no tienen ningún asidero fáctico,
sino que coinciden con la postura de los fondos buitre en contraposición
con los intereses del 92,4 por ciento de los acreedores que han
aceptado la reestructuración de la deuda”, apuntando al emparentamiento
de los dichos de Sullivan con las argumentaciones de los holdouts que
atentan contra el proceso de reestructuración de la deuda que se realizó
en el 2005 y el 2010. En la misma línea Timerman apuntó que Sullivan
parecía “ignorar la ley 26.984 del Pago Soberano Local de la Deuda
Exterior de la República Argentina aprobada por el Parlamento argentino
en la cual se contempla el pago al ciento por ciento de los acreedores”,
y agregó que el objetivo de la ley promulgada la semana pasada era
“subsanar la situación creada por la incumplible sentencia de un juez de
Nueva York que impide el cobro a los acreedores” que ingresaron al
canje.
Pero el reclamo hacia la diplomacia norteamericana fue más allá
debido a que las declaraciones también involucraban la estrategia tomada
por Argentina para enfrentar la embestida legal con trasfondo político
de los fondos buitre. “Estados Unidos no apoya el debate en Naciones
Unidas porque no nos parece el ámbito para encontrar una solución
eficiente”, había señalado Sullivan, a pesar de que Argentina había
logrado el apoyo mayoritario de 124 países, que incluía a los países del
Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) sobre los once que
votaron negativamente y las abstenciones de 41. El estadounidense había
apuntado más alto cuando señaló que era “mucho mejor trabajar sobre
mecanismos de mercado que ya existen para emitir deuda soberana antes de
crear una convención en la ONU o ir a La Haya”, criticando el camino
emprendido por el Estado argentino.
El país busca cumplir con sus obligaciones a la vez que enfrenta las
maniobras de los fondos buitre, como fue el embargo de la Fragata
Libertad o la campaña que la American Task Force impulsa mediáticamente
contra el posicionamiento argentino. Por ello Timerman le aseguró en el
encuentro a Sullivan que “Argentina deplora que Estados Unidos no haya
aceptado dirimir las responsabilidades de su Estado por el daño
ocasionado por su Poder Judicial ante la Corte Internacional de Justicia
de las Naciones Unidas”, y resaltó que allí existen “jueces
independientes que hubieran resuelto la cuestión aplicando criterios
legales, equitativos y justos”. A su vez no dejó pasar la oportunidad
para recordarle que “Estados Unidos tampoco acepta la jurisdicción de la
Corte Interamericana y de la Corte Penal Internacional en temas
vinculados con la violación de los derechos humanos”. Timerman le
explicó que “la Argentina lamenta que Estados Unidos no se haya unido al
amplio consenso logrado en las Naciones Unidas sobre la necesidad de
establecer un Marco Legal Regulatorio para la Reestructuración de Deudas
Soberanas”, y agregó además con contundencia que el país “deplora que
durante las negociaciones no haya tenido una actitud cooperativa”.
Sullivan finalmente debió escuchar de boca del jefe de la diplomacia
argentina la advertencia de que, “de repetirse este tipo de
intromisiones en los asuntos internos, se adoptarán las más severas
medidas estipuladas en la Convención de Viena sobre la conducta de los
representantes diplomáticos”, entre las que se encuentra la posibilidad
de declararlo persona no grata y solicitar al país que representa que
sea reemplazado.
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OPINION: LA RELACION DEL GOBIERNO CON LA CASA BLANCA
La Convención de Viena sobre las Relaciones
Diplomáticas. Kevin Sullivan, Noha Mamet y los problemas de Barack Obama
en el Congreso. Diagnósticos y cálculos sobre el gobierno de los
Estados Unidos y los buitres.
Por Martín Granovsky
El gobierno argentino decidió aumentar la intensidad del conflicto que
mantiene con los Estados Unidos por los fondos buitre. Esa es la lectura
que parece más ajustada sobre la protesta que le formuló personalmente
el canciller Héctor Timerman al encargado de la embajada norteamericana
en la Argentina, Kevin Sullivan.
Tal como se informa en estas mismas páginas, el Ministerio de
Relaciones Exteriores además emitió un comunicado que incluye una
advertencia: “De repetirse este tipo de intromisiones en los asuntos
internos de la República Argentina, se adoptarán las más severas medidas
estipuladas en la Convención de Viena sobre la conducta de los
representantes diplomáticos”. Es una forma de señalar que Sullivan
podría ser declarado persona non grata.
El artículo 9 de la Convención de Viena sobre Relaciones
Diplomáticas, que entró en vigor en 1964, hace 50 años, dice
textualmente: “El Estado receptor podrá, en cualquier momento y sin
tener que exponer los motivos de su decisión, comunicar al Estado
acreditante que el jefe u otro miembro del personal diplomático de la
misión es persona non grata, o que cualquier otro miembro del personal
de la misión no es aceptable”. Y sigue: “El Estado acreditante retirará
entonces a esa persona o pondrá término a sus funciones en la misión,
según proceda. Toda persona podrá ser declarada non grata o no aceptable
antes de su llegada al territorio del Estado receptor”. Si el Estado
acreditante se negara a ejecutar la medida o la dilatase, “el Estado
receptor podrá negarse a reconocer como miembro de la misión a la
persona de que se trate”.
El encargado de negocios es el número dos de una embajada. Sullivan
está a cargo de la representación porque tras la ida de Vilma Martínez,
el presidente Barack Obama no logró la designación de su postulante, el
donante presidencial demócrata Noha Mamet. Obama tiene dificultades para
controlar el Congreso. En el Senado cuenta con mayoría (52 senadores
sobre 100) y afronta la renovación de un tercio en las parlamentarias
del próximo 4 de noviembre. Una nominación de embajador puede ser
decidida por mayoría simple y desde el año pasado no puede ser
obstaculizada por el llamado filibusterismo, que permite a un opositor
hablar interminablemente salvo que 60 votos le quiten el uso de la
palabra. En la Cámara de Representantes (diputados), los demócratas son
minoría, con 201 legisladores contra una mayoría de 234 republicanos. La
ratificación de los embajadores es función del Senado. Hipótesis uno:
Mamet no consiguió aún la aprobación del Senado porque los demócratas
tienen otros asuntos que negociar, el filibusterismo y los 60 votos
mágicos siguen vigentes para el resto de los temas y la Argentina no
tiene el nivel prioritario de, por ejemplo, México. Hipótesis dos: Mamet
no es embajador porque tampoco los demócratas, por iniciativa propia o
por acción de los lobbistas de Paul Singer, están muy apurados por
cubrir la vacante en la Argentina. Hipótesis tres: Mamet es sólo parte
del paquete de 40 designaciones aún pendientes para Obama.
La controversia entre los Estados Unidos y la Argentina quedó
suscitada luego de que Sullivan elogiase el lunes último ante Clarín el
cierre con el Club de París y criticase la negociación con los fondos
buitre, a los que no nombró de ese modo. “La Argentina venía muy bien,
resolviendo problemas claves para su reinserción en los mercados
financieros” y el acuerdo con el Club de París “es importante y
contundente”. Añadió que “es importante que Argentina salga del default
lo antes posible para poder retornar a la senda de crecimiento económico
sustentable y atraer la inversión que necesita”.
Una discusión razonable podría apuntar a preguntarse si la Argentina
experimenta hoy un default o no. En un razonamiento lineal, si la
respuesta a esa pregunta fuera negativa, el Gobierno debería protestar a
la administración norteamericana. Si fuera positiva, no podría hacerlo.
El punto clave para descartar esa línea de análisis es que en
diplomacia los razonamientos lineales no bastan y ni siquiera tener
razón alcanza. Aun creyendo que el Estado tiene razón, o sea que no hay
default y que encima un juez norteamericano impide pagar a la mayoría de
los bonistas, salvo en condiciones favorables a los holdouts, frente a
los argumentos de otro Estado, o sea que sí lo hay, protestar no es una
decisión ni legal ni moral. Es política. Lo mismo sucede con la forma de
la protesta. La Cancillería puede convocar o no al representante
extranjero, puede emitir o no un comunicado y ese comunicado puede o no
ser duro. Habría que agregar otra posibilidad: la protesta puede incluir
o no la expulsión del diplomático. En este caso no la incluyó, pero la
mención explícita a que el representante podría ser declarado persona
non grata acerca la citación de Sullivan al nivel de una protesta de
tono muy duro.
En el trasfondo de todo conflicto en alza hay un diagnóstico y un
cálculo de costo-beneficio. El diagnóstico oficial parece tener en
cuenta que la Casa Blanca es hostilizada por Singer y su grupo de
donantes republicanos pero que, a la vez, no quiere o no puede elevar el
nivel de hostilidad contra él y favorecer a la Argentina, o al menos
abogar donde pueda para reducir el perjuicio, porque quizás Obama evalúe
que la peligrosidad de Singer podría aumentar todavía más el grado de
acidez gracias al uso de sus investigaciones y su influencia
parlamentaria.
En cuanto al cálculo, es evidente que para el Gobierno no puede
obtenerse nada más de la Casa Blanca y del Departamento de Estado en el
litigio con los fondos buitre y que, además, subir un escalón más en el
enfrentamiento con Washington no representa un riesgo serio.
Los norteamericanos, que son gente práctica, tienen un lema: wait
and see. Esperar y ver. Una buena recomendación para quienes deseen
evaluar el resultado de un cálculo que comenzó en 2011, cuando el
Gobierno incautó material de comunicaciones en un avión de los Estados
Unidos.