O inventamos, o erramos
Simón Rodríguez
A pesar de que aún no tenemos claridad si nos encontramos ante una
crisis más del sistema capitalista, que sirva para reacomodar su tasa de
ganancia, o si estamos vislumbrando el propio sistema capitalista en
crisis (y de las crisis surgen oportunidades, pero también monstruos),
lo que es cierto es que la crisis es global y civilizatoria.
El Vicepresidente boliviano Álvaro García Linera sostiene que el
capitalismo ha adquirido una medida geopolítica planetaria absoluta a la
vez que regresa a una acumulación primitiva perpetua, una especie de
reactualización de la acumulación originaria, a la que se suma la
acumulación por desposesión de los bienes comunes que define David
Harvey (biodiversidad, agua, recursos naturales, conocimiento…).
Por lo tanto esta crisis se cristaliza también en un reordenamiento
geopolítico, que tiende hacia un mundo pluripolar y multicéntrico.
Estamos viviendo un declive relativo del imperialismo estadounidense y
un auge de los BRICS, donde hay que destacar a una China que ya ha
desbancado a los Estados Unidos como el mayor consumidor mundial de
energía, y una Rusia extremadamente rica en petróleo, gas y minerales,
que además dentro del tablero geopolítico ha neutralizado la diplomacia
de guerra de estadounidense con tres movimientos, el asilo a Snowden, la
paralización de la agresión militar a Siria, y el apoyo a Irán, como
nos recordaba recientemente Atilio Boron en su balance de 2013.
Lo que es cierto es que este desplazamiento geopolítico se une a la
crisis en un sistema-mundo capitalista cuyo Norte no puede sostener su
Estado del Bienestar en la medida en que el Sur recupera su soberanía
política, económica y territorial, en la medida en que el Norte ya no
puede explotar a los pueblos, las personas y la naturaleza del Sur.
En los próximos años estos dos factores (crisis y geopolítica) se van
a ver intrínsecamente ligados en América Latina en la medida en que el
subcontinente tiene la mitad de las reservas de agua del planeta y una
gran riqueza en recursos naturales, minerales, petróleo y biodiversidad.
De hecho, nada es casualidad, y los nuevos golpes del Siglo XXI,
Haití en 2004, Honduras en 2009 y Paraguay en 2012, además de los
golpes/agresiones a los procesos de cambio de Venezuela en 2002, Bolivia
en 2008 y Ecuador en 2010, están estrechamente vinculados con la
perdida de hegemonía imperialista, la recuperación de soberanía de
América Latina y el reacomodo geopolítico.
Integración latinoamericana
Si bien el año 2013 fue un año marcado por la muerte del Comandante
Chávez a la vez que la demostración de la plena vigencia del chavismo,
el año 2014 se presenta como un año de transición, relativa también,
marcado por 7 procesos electorales en el subcontinente.
En primer lugar tenemos Centroamérica, con segundas vueltas en marzo
en El Salvador, donde se espera una victoria del Frente Farabundo Martí
para la Liberación Nacional, que esta vez sí se presenta con un
candidato con el ADN del Frente, Salvador Sánchez Cerén, el ex
guerrillero Comandante Leonel; asimismo en Costa Rica en abril a pesar
de la decepción de que la izquierda articulada en el Frente Amplio no
haya pasado a segunda vuelta, si esta da su apoyo al PAC, podría
producirse una victoria del centro-izquierda en un año que Costa Rica
ostenta la presidencia de la CELAC. El tercer país centroamericano con
elecciones es Panamá en el mes de mayo donde no se esperan grandes
cambios en la orientación de su gobierno.
En mayo también, y pasando a Sudamérica, se celebran elecciones en
Colombia, con una mirada puesta en Cuba, donde lo importante es reforzar
los Diálogos de Paz de La Habana entre el gobierno de Santos y la
insurgencia de las FARC-EP que puedan conducir a un escenario de
verdadera democracia y justicia social para el pueblo colombiano después
de más de 50 años de desgarrador conflicto político-militar. Asimismo
octubre es otro mes clave, pues prácticamente de manera simultánea se
celebran elecciones en Brasil, donde cada vez está más claro que el
proyecto político del PT va más allá del lulismo; Uruguay, donde el
Frente Amplio de izquierda celebrará con una nueva victoria los 10 años
en el gobierno; y Bolivia, donde se espera una aplastante victoria
electoral del proceso de cambio liderado por Evo Morales y el MAS.
Además de todos estos procesos electorales, el 2014 comienza con la
asunción de Michelle Bachelet como Presidenta de Chile, un país
convertido en el Israel de Sudamérica, que tiene la oportunidad ahora de
mirar más hacia los mecanismos de integración latinoamericana como
UNASUR y CELAC, y menos a una Alianza del Pacifico de la que es miembro
fundador.
Alianza del Pacifico que no es sino un mecanismo impulsado por los
Estados Unidos para reeditar un Área de Libre Comercio de las Américas
que junto al Plan Colombia y las bases militares en torno a la Amazonia,
pretende recuperar el terreno perdido por el imperialismo desde la
derrota del ALCA en Mar del Plata 2005 y la conformación del ALBA en
2006.
Pero el ALBA, UNASUR y la propia CELAC, que en la reciente Cumbre de
La Habana demostró que se consolida como un importante mecanismo de
concertación política que va sustituyendo progresivamente a la propia
OEA (logrando una importante victoria diplomática para la revolución
cubana), tienen el reto de precisamente pasar de ser instrumentos de
concertación a verdaderos mecanismos de integración política y económica
a nivel latinoamericano.
Si bien ese es el reto general, hay otros desafíos estructurales
entre los que destaca el debate sobre el modelo de desarrollo de los
procesos de cambio en el continente. Es importante pensar desde la
izquierda un nuevo modelo que combine el derecho al desarrollo de
pueblos que han sido expoliados durante 500 años de colonización y 20 de
neoliberalismo en un equilibrio con los Derechos de la Madre Tierra.
Pero todo ello desde una conciencia antiimperialista, anticolonial y
anticapitalista, porque como nos recuerda Isabel Rauber, la ecología no
puede estar separada del modo de producción y reproducción de la vida
social.
Y entre los desafíos concretos para lograr una verdadera integración
latinoamericana, están los casos de (neo)colonialismo que persisten en
el continente, la independencia de Puerto Rico; el fin de la ocupación
británica de las Malvinas y del bloqueo criminal contra Cuba; o la
resolución en clave pacífica y negociada del enclaustramiento boliviano,
encaminarán a América Latina hacia la plena independencia y soberanía.
En definitiva, todo lo anterior debe servir para romper el paradigma
de la democracia liberal, construyendo una democracia continental real,
viva, dinámica, de alta intensidad que deje atrás las democracias
fosilizadas que promueve la Alianza del Pacifico y la derecha
continental, y conviertan los diferentes procesos de cambio del
continente en un proceso de cambio continental.
Bolivia 2014
Y es precisamente el proceso de cambio que se vive en Bolivia el que
más tiene en juego en este 2014 con unas elecciones en las que aunque en
principio no está en riesgo la perdida de la conducción política del
mismo, sí tiene otros dilemas que ir resolviendo.
En clave geopolítica, Bolivia transita entre la plena implicación en
los mecanismos de coordinación del ALBA, a través de una estrecha
relación con Cuba y Venezuela, y un vínculo cada vez más fuerte con
Brasil como forma de acercamiento al Mercosur y especialmente a los
BRICS. Todo ello con un discurso claramente antiimperialista y
anticolonial.
En clave de proyecto, el reto está en pasar de la revolución política
y descolonizadora que lidera Evo Morales, a una revolución social que
profundice aún más en el modelo de Estado Plurinacional y en el nuevo
modelo económico, pilar fundamental de la nueva Constitución Política.
Porque es difícil, como reflexiona el compañero Hugo Moldiz,
construir socialismo a partir del capitalismo de Estado dentro de un
capitalismo planetario. Pero el reto está ahí, en cómo construir ese
socialismo comunitario bajo el horizonte del Vivir Bien, en como
continuar el desmontaje de un Estado heredado colonial y patriarcal,
construyendo y refundando un nuevo Estado sobre las ruinas del anterior.
Y la principal amenaza para construir este socialismo comunitario no
viene de la restauración conservadora, de una derecha derrotada política
y militarmente entre 2008 y 2009, sino de la izquierda lightberal, de
la instalación de una nueva socialdemocracia similar a la europea que
busque más la consolidación de una concepción liberal de la democracia
que la profundización del proceso. Es crucial la lucha emprendida contra
la pobreza y continuar la senda del crecimiento económico, pero siempre
si es bajo un horizonte poscapitalista que radicalice el proceso de
cambio.
En cualquier caso, y dada la más que previsible victoria de Evo
Morales en las elecciones presidenciales de octubre (actualmente la
popularidad y posible intención de voto del Presidente se sitúa en torno
al 60%), en estos momentos lo importante es continuar la buena gestión
gubernamental traducida en políticas publicas y en los numerosos eventos
internacionales programados para este 2014.
En junio se va a celebrar en Santa Cruz, ciudad del oriente boliviano
donde hace pocos años hubiera sido impensable el trabajo conjunto entre
el ejecutivo, legislativo y los sectores de oposición regional, una
importantísima Cumbre del G77+China por el 50 aniversario de este
organismo de coordinación intergubernamental. Ya han confirmado su
asistencia los presidentes Raúl Castro, Nicolás Maduro, Cristina
Fernández y Rafael Correa, y se espera la presencia de más de 20
presidentes de todo el mundo junto a delegados/as de los 133 países que
conforman el G77+China. Además, en julio en Cochabamba se realizará un
encuentro sindical internacional coordinado junto a la Federación
Sindical Mundial (FSM) con la presencia de sindicatos que cuentan
millones de afiliados de India, China y otras partes del mundo.
Finalmente, y ya en plena campaña electoral, a finales de agosto se
celebrará en La Paz el Foro de Sao Paulo, foro que cumple 20 años en
2014, reuniendo a los principales partidos de izquierda del continente,
muchos de ellos en tareas de gobierno.
Desafíos
Volviendo a la mirada regional, es obvio que nos encontramos ante un
proceso político de alcance continental que no es lineal, que tiene
avances y retrocesos. Proceso continental con un motor que son los
procesos de cambio y los países del ALBA, y un freno que son los países
de la Alianza de Pacifico. Alianza que hay que erosionar trabajando
estrechamente con los pueblos, movimientos sociales y organizaciones de
izquierda de México, Colombia, Perú y Chile.
Pero el freno a los procesos de cambio no se da simplemente desde el
desgaste a la integración continental y la apertura de áreas de libre
comercio con Estados Unidos y la Unión Europea, sino que con los
recientes sucesos de Venezuela, con el golpe de Estado encubierto que ya
ha dejado varios muertos y decenas de heridos, tenemos la demostración
palpable de que la derecha y el imperialismo no han tardado en
recuperarse de su última derrota electoral de diciembre y no van a parar
de golpear y desgastar al gobierno bolivariano y al chavismo en
general, en un laboratorio venezolano de las practicas
contrarrevolucionarias que después podrían ser aplicadas en Bolivia.
Porque estos procesos de cambio han producido importantísimos
cambios, la refundación del Estado y nacionalización de los recursos
naturales, y con ellos la recuperación de la soberanía, pero no son
suficientes. Es necesario irradiar el sentido común de época de los
procesos de cambio al resto de países del continente. Tenemos que pasar
de la voluntad de poder a la consolidación hegemónica de los proyectos
de cambio rupturistas, en una transición desde los proyectos
posneoliberales a los proyectos anticapitalistas. Para ello hace falta
mucha audacia, y como recuerda García Linera, reivindicar la dimensión
heroica de la política. O convertimos estos procesos en irreversibles, o
el enemigo seguirá buscando la desestabilización y retroceso de los
mismos.
Esa dimensión heroica de la política pasa necesariamente por asumir
las tensiones y contradicciones al interior de cada proceso. Es muy
fácil sacar el lápiz rojo para señalar lo que está mal, pero la
dirección y el sentido común de cada proceso se disputa desde dentro. No
hay un afuera de los procesos de cambio y las fuerzas revolucionarias y
transformadoras al interior deben empujar para impulsarlos desde abajo y
hacia la izquierda.
En ese sentido, son también numerosos los retos que tenemos para este
2014. En el ámbito de los partidos políticos el ya mencionado Foro de
Sao Paulo en Bolivia; en el ámbito de los movimientos sociales la
coordinación continental de ALBA Movimientos se reunirá a finales de
marzo en Colombia además de organizar un encuentro latinoamericano de
escuelas de formación política en Venezuela y un encuentro de economía
autogestionada en Argentina, todo ello en el primer semestre de 2014.
Para el segundo semestre, la Red de Redes de Intelectuales, Artistas y
Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad prepara un encuentro al
cumplirse de los 10 años de conformación de la Red en diciembre de 2004
en Caracas junto al Comandante Chávez. Y si bien la agenda política,
social e intelectual es densa y llena de propuestas, seguimos teniendo
el reto de cómo articular estos espacios en un nivel de coordinación más
amplio, una internacional de partidos, movimientos e intelectuales
orgánicos que ayude a pensar mejor las propuestas para la transición
hacia un nuevo proyecto político pos y anticapitalista.
Tenemos límites, demasiados límites, tanto externos derivados del
propio sistema-mundo capitalista, como internos propios de las
particularidades de cada proceso e inherentes a la propia izquierda.
Pero estamos acumulando, y solo a partir de la acumulación de estas
experiencias, de las tensiones (creativas) y contradicciones, podrá
surgir algo nuevo. Y ese algo nuevo traerá nuevas formas de entender la
democracia, la economía y el Estado. Mientras tanto, solo queda seguir
trabajando en defensa de nuestros procesos de cambio y de un nuevo orden
geopolítico, tampoco exento de contradicciones, pero que supone un
avance respecto al orden anterior.