México 1994-2014: la historia de una tragedia
A contramano de lo que planteaba la semana pasada Emilio Cárdenas en La Nación ("El éxito del NAFTA, 20 años después"), publicamos un análisis crítico de la implementación de las dós décadas de TLC entre México, Estados Unidos y Canada:
Por Andrea Santos Baca, desde México.
www.marcha.org.ar
La peculiar condición mexicana, de país dependiente y en estrecha
vecindad con la economía capitalista más poderosa, colocó históricamente
su riqueza bajo constante amenaza de despojo. Análisis sobre un proceso
que se profundizó con la firma del TLC con EEUU y Canadá, de la que se
cumplieron 20 años.
Esta tendencia al saqueo del país adquirió una reforzada efectividad
con el neoliberalismo, el cual ha significado uno de los mayores
despojos de riqueza que ha enfrentado México por parte del capital
extranjero con una firme colaboración de un pequeño número de políticos y
empresarios corruptos. Por eso, la historia del libre comercio en
México es la historia de una tragedia.
Enero de 1994 fue la fecha asignada para que entrara en vigor el
Tratado Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), aquel que -en
palabras de sus promotores- llevaría al país al primer mundo. Consistía
en un tratado inédito por involucrar economías muy asimétricas y por su
radicalidad al incluir sectores y plazos nunca antes considerados. Si
bien el programa neoliberal se instaló en México desde la crisis de la
deuda en 1982, el TLCAN constituyó el mecanismo para llevar a cabo la
entrega sistemática y a largo plazo de las riquezas nacionales y por
encima de cualquier alternancia en el poder. Después de 20 años, México
es el país que más tratados de libre comercio ha firmado en el mundo (14
con 42 países).
El saldo es indiscutiblemente negativo. Un raquítico comportamiento
del PIB (el PIB per cápita creció 1,1% promedio entre 1994 y 2013). En
la actualidad se estima que el 52% de la población está en situación de
pobreza, mismo nivel que en 1992. La destrucción, despojo, privatización
y desnacionalización sistemática de la economía abarcó todas las ramas.
Aquí destacaremos sólo la destrucción del sistema alimentario nacional,
por ser un caso ejemplar de pérdida de soberanía, las falsas promesas
del libre comercio y sus consecuencias nefastas.
Para los promotores del TLCAN, Estados Unidos debía ser el proveedor
de alimentos e insumos baratos. En el campo, argumentaban, tendría un
efecto modernizador en donde algunos perderían (los pequeños
productores) pero todos ganaríamos como consumidores de alimentos.
Después de 20 años, la agricultura mexicana parece como si “un paquete
de bombas atómicas lo hubiera arrasado”, como señala el Subcomandante
Marcos (EZLN). La dependencia alimentaria se disparó en los principales
alimentos consumidos por la población, dependencia que no se acompañó
por precios más bajos sino, por el contrario, hizo al sistema
alimentario mucho más sensible al alza en los precios internacionales.
Un puñado de corporaciones agroalimentarias controla los insumos para
la producción comercial y de exportación, y el sistema de distribución y
comercialización de alimentos es casi un monopolio. Las empresas de
alimentos chatarra (Nestlé, Pepsico, Coca-Cola, Bimbo) son las más
beneficiadas por los insumos importados baratos y estas redes de
comercialización.
Este dominio corporativo del sistema alimentario, aunado a los
niveles de pobreza y al deterioro de las condiciones de trabajo de la
población, ha desencadenado una crisis alimentaria sin precedentes: los
niveles de pobreza alimentaria son los mismos que hace 20 años (20% de
la población no tiene un ingreso suficiente para adquirir una canasta
básica).
México superó a Estados Unidos en niveles de obesidad (70% de la
población, siendo los niños los más afectados) y la diabetes se
convirtió en la principal causa de muerte, cobrando la vida de por lo
menos 500 mil mexicanos entre 2006 y 2012.
El resultado global es una economía
monstruosa basada en tres fuentes perversas de recursos: las remesas de
los migrantes ilegales en Estados Unidos, el empleo informal (de largas
jornadas, inestabilidad y salarios bajos) y el crecimiento de las
actividades criminales (narcotráfico, trata de personas, saqueo ilegal
de los recursos naturales, etc). El combate a éstas tiene como saldo
unos 70 mil mexicanos muertos en los últimos seis años, a los cuales
habría que sumar: los muertos por diabetes y otras enfermedades
provocados por el nuevo patrón alimentario impuesto por las
corporaciones; las personas que mueren por causa de la corrupción y la
negligencia que hacen de accidentes o eventos naturales verdaderas
catástrofes sociales; periodistas y luchadores sociales asesinados; los
comuneros asesinados que intentan defender su riqueza natural ante el
saqueo y la contaminación de los mismos; y los múltiples feminicidios
que acosan al país.
¿Y qué hay después de 20 años de tragedia neoliberal en México? Más
neoliberalismo. Con la diferencia que ahora el discurso neoliberal y su
promesa de un futuro mejor para todos no es fácilmente sostenible. Ante
la realidad no puede más que convertirse en un discurso grotesco. Aquí
comienza la farsa: fraude electoral, un presidente construido por el
poder mediático a la forma de “galán” de telenovela, cuyo carácter de
marioneta no deja de hacerse evidente en cada una de sus intervenciones
públicas; la simulación de una “cruzada contra el hambre“, con
importante participación de las principales corporaciones
agroalimentarias que la provocaron.
Y para iniciar el 2014, un acto que nos recuerda el inicio de la
tragedia de 1994: la modificación constitucional que permite la
privatización del sector energético nacional, unos de los pocos reductos
de soberanía que había sobrevivido a los embates del neoliberalismo. El
Estado mexicano no puede ya tomarse en serio, hemos llegado al límite
del cinismo que muestra la crisis humanitaria como progreso, la
dictadura del capital extranjero como democracia nacional, la imposición
autoritaria como cambio democrático. Y todo sea para perpetuar el
despojo iniciado en 1994.
Cuando una cantidad de países habla el mismo idioma, más fáciles se llevan a cabo las relaciones diplomáticas, económicas y políticas, ya que los dialectos en común facilitan el entendimiento. Es por eso que durante mucho tiempo, en una época posterior a la Segunda Guerra Mundial, los países no anglófonos eran aparentemente aliados de Estados Unidos pero en realidad no. Es por eso que Alaska merece independizarse de Estados Unidos y como consecuencia, México debe ser retirado del Tratado de Libre Comercio Norteamérica por ser un país no anglófono e ingresar al Sistema de Integración Centroamericana.
ResponderEliminarCarlos Salinas de Gortari fue un traidor porque durante su régimen, se dieron los peores cambios económicos, entre ellos la firma del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, provocando el aumento de desigualdad en el país, pobreza y explotación, además de acabar con la industria nacional en vez de haber firmado el Sistema de la Integración Centroamericana porque Canada y Estados Unidos son países anglófonos pero Mexico no.