Volumen 2, Número 2 (julio 2013), pp. 90-104
Nelson A. Rockefeller en la Argentina:
Leandro Morgenfeld
Resumen
Este artículo analiza las
relaciones entre la Argentina y los Estados Unidos durante el gobierno de Onganía, a partir de la visita de Nelson A. Rockefeller. Tras el golpe de 1966,
se produjo un acercamiento bilateral, luego de años de
recurrentes cortocircuitos. Onganía, el líder de los azules, se adaptaba a los nuevos mandatos estadounidenses, que
exigían a las fuerzas armadas combatir el peligro comunista interno.
Durante la gestión de Krieger Vasena, se alentó la radicación de empresas
estadounidenses y aumentaron los préstamos del Tesoro y de la banca privada de
Estados Unidos. Sin embargo, el alineamiento tenía límites. La negativa a firmar el
Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares y a ratificar el de Tlatelolco,
hizo que el Congreso estadounidense limitara la provisión de pertrechos
militares. Onganía se volcó, entonces, al reforzamiento de los vínculos con Europa.
En este
período se produjo una visita estratégica para promocionar los intereses de
Washington en el país. Rockefeller, enviado por el recientemente asumido
presidente Nixon, realizó una gira por América Latina y en junio de 1969 se
entrevistó con Onganía. Qué se discutió en esa visita, en el contexto de la
relación bilateral, es el objeto de esta investigación.
1.
Introducción
El derrocamiento
revolucionario del dictador cubano Fulgencio Batista por los guerrilleros del
Ejército Rebelde liderado por Fidel Castro, en enero de 1959, implicó un punto
de inflexión en la relación entre Estados Unidos y América Latina. Si hasta ese
momento la guerra fría parecía
lejana, ahora el enfrentamiento bipolar se instalaba de lleno en el "patio
trasero" estadounidense. Las Administraciones Dwight D. Eisenhower (1953-61)
y John F. Kennedy (1961-63) desplegaron una nueva política hacia la región, con
las dos caras habituales: concesiones y agresiones. Por un lado, se lanzó la
Alianza para el Progreso (ALPRO), un relativamente ambicioso plan de
financiamiento para el desarrollo de América Latina, que supuestamente venía a
solucionar décadas de pobreza y atraso[1].
Sin embargo, las promesas de ayuda económica irían acompañadas de una creciente
intervención militar. La Central de Inteligencia Americana (CIA) organizó en
secreto la invasión militar a la isla, concretada en abril de 1961, y luego
todo tipo de acciones terroristas para desestabilizar al gobierno
revolucionario. A nivel continental, se implementó la Doctrina de Seguridad
Nacional (DSN), y en la tristemente célebre Escuela de las Américas se
entrenaron a muchos de los militares que protagonizaron golpes de Estado en los
años siguientes. La Casa Blanca presionó al gobierno argentino de Arturo
Frondizi para que votara la expulsión de Cuba de la Organización de Estados
Americanos (OEA) y rompiera relaciones con la isla[2],
y luego también al gobierno de Arturo Illia, para que se sumara a la fuerza
interamericana que intervino en Santo Domingo en 1965, tras el desembarco de
marines estadounidenses. Posteriormente, el golpe de Estado encabezado por el
general Juan Carlos Onganía, caracterizado por la CIA como un buen amigo de
Estados Unidos, implicó un inédito acercamiento bilateral, luego de años de
recurrentes cortocircuitos[3].
Onganía se adaptaba perfectamente a los nuevos mandatos estadounidenses, que
exigían a las fuerzas armadas combatir el peligro comunista interno. Las
fuerzas armadas latinoamericanas fueron una herramienta fundamental del
Pentágono para reprimir a los movimientos populares que se expandían por todo
el continente[4].
El gobierno de Illia tuvo diversos cortocircuitos con la
Casa Blanca. Uno de los lemas de su campaña electoral fue la anulación de los
contratos petroleros firmados por el gobierno de su predecesor Frondizi,
denunciados como fraudulentos. Esta medida se tomó un mes después de la
asunción de Illia. Si bien afectaba a importantes petroleras estadounidenses,
no fue una sorpresa para el Departamento de Estado, que poco pudo hacer para
evitarlo[5].
Además, hubo fricciones por la Ley de Medicamentos, que alentaba la producción
de genéricos y regulaba a los laboratorios extranjeros, muchos de ellos
poderosas firmas farmacéuticas estadounidenses.
El principal foco de conflicto, sin embargo, estuvo
relacionado con la intervención estadounidense en Santo Domingo, capital de
República Dominicana. La política exterior de Illia, y en particular su
relativa autonomía respecto a Estados Unidos, fueron una de las causas del
golpe de Estado que lo derrocó. Incluso con una política vacilante y ambigua en
relación al conflicto de Santo Domingo[6],
la suerte de Illia había sido la misma que la de João
Goulart en Brasil dos años antes. En los convulsionados años sesenta, la Casa
Blanca no estaba dispuesta a tolerar gobiernos que no desplegaran una acción
clara y concreta contra todo lo que Estados Unidos avizorara como una potencial
amenaza roja en el continente.
La llegada al poder de los militares comandados por
Onganía produjo un acercamiento a Washington, aunque éste no estuvo exento de
idas y vueltas y de límites. El foco de la política exterior estadounidense,
por esos años, se trasladó hacia Vietnam, lo que implicó un relativo abandono
de América Latina. Justamente, durante la campaña electoral de 1968, Richard Nixon
acusó a Lyndon B. Johnson de haber descuidado el "patio trasero".
Cuando asumió, pidió a Nelson A. Rockefeller que realizara un largo periplo por
el continente, para escuchar los reclamos latinoamericanos.
[1] Además, desde Estados Unidos se
desplegaron estrategias de "diplomacia cultural", para exportar el American way of life. Véase, por
ejemplo, Benedetta Calandra “La Ford
Foundation y la 'Guerra Fría Cultural' en América Latina (1959-1973)”, AMERICANÍA, NºI, enero 2011, pp. 8-25.
[2] Leandro Morgenfeld “Desarrollismo, Alianza
para el Progreso y Revolución Cubana. Frondizi, Kennedy y el Che en Punta del
Este (1961-1962)”, CICLOS en la Historia,
la Economía y la Sociedad, Año XXI, Volumen, XX, Número 39-40, 2011-2012,
Buenos Aires, pp. 133-163.
[3] Mario Rapoport y Rubén Laufer Estados Unidos ante el Brasil y la
Argentina. Los golpes militares de la década de 1960, Economizarte, Buenos
Aires, 2000; Luiz Alberto Moniz Bandeira Argentina,
Brasil y Estados Unidos. De la Triple Alianza al Mercosur, Norma, Buenos
Aires, 2004. Estos autores documentan cómo se posicionaron en Estados Unidos
distintos sectores, a favor o en contra del reconocimiento del gobierno de facto
encabezado por el general Onganía. A diferencia de lo ocurrido con el golpe en
Brasil en 1964 -el reconocimiento del gobierno de facto fue inmediato-,
Washington en esta oportunidad demoró 18 días en reconocerlo.
[4] Uno de los últimos trabajos integrales
sobre el tema es Stephen G. Rabe The
Killing Zone. The United States Wages Cold War in Latin America, Oxford
University Press, New York, 2012.
[5] Leandro Morgenfeld y María Cecilia Míguez
"La cuestión petrolera durante el gobierno de Illia: repercusiones en los
Estados Unidos y en las clases dirigentes locales", Realidad Económica, IADE, N. 271, octubre-noviembre de 2012, pp.
51-75.
[6] María Cecilia Míguez "Illia y Santo Domingo: de las columnas de Primera
Plana al golpe de estado", CICLOS en la Historia, la Economía y
la Sociedad, Año
XXI, Volumen, XX, Número 39-40, 2011-2012, Buenos Aires, p. 163 y ss.
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