La Argentina pacta con Brasil un plan de lucha contra el espionaje
Acechados por el fantasma y las denuncias de espionaje
internacional liderado por los Estados Unidos en la región, la
Argentina avanzará entre hoy y mañana en la instrumentación de un
acuerdo con Brasil para establecer un escudo de defensa cibernética. No
sólo esto: también apoyará en las Naciones Unidas una cláusula innovadora que promueve Brasil para
encuadrar como una violación de los derechos humanos los casos de
incursión en la intimidad de las personas por medio de las nuevas
tecnologías.
El acuerdo sobre seguridad cibernética fue impulsado
por las presidentas Cristina Kirchner y Dilma Rousseff, pero empezó a
tomar forma ayer cuando arribó a Brasilia una delegación del Ministerio
de Defensa y de la Cancillería de la Argentina que hoy será completada
con la visita del ministro de Defensa, Agustín Rossi.
"Hay una firme intención de poner como tope de la
agenda bilateral de la Argentina y Brasil el problema de los ataques
cibernéticos de Estados Unidos", comentó ayer a LA NACION un destacado
diplomático de Itamaraty.
En la práctica, este acuerdo prevé tareas de
capacitación de los efectivos militares y de referentes de inteligencia
brasileños a la delegación de la Argentina. La intención de máxima de
ambos países es conformar una suerte de oficina de defensa cibernética
común. En Brasil ya están más avanzados en esta materia y de hecho buena
parte de la administración federal cuenta con nuevos sistemas de
encriptación de la información para tratar de impedir el espionaje
externo.
El ministro de Defensa Celso Amorim se reunirá este
mediodía con Rossi, y expresó días atrás que "debemos estar preparados
para rechazar cualquier intento de alcanzar un blanco, de cualquier
parte que venga. Y en eso entra la necesidad de tener capacidad de
disuasión".
Amorim recibirá a Rossi en Brasilia y luego ambos
funcionarios se reunirán con las delegaciones que están trabajando en la
capacitación de defensa cibernética y participarán de un plenario de
cierre de jornada.
La ambición de Brasil es desarrollar estos acuerdos en
el Consejo Sudamericano de Defensa de la Unasur. En todos los casos,
Brasil apunta a proteger hacia el futuro los recursos naturales de la
región. En los informes públicos que hace el Ministerio de Defensa
brasileño deja en claro, al igual que Itamaraty, que la puja
internacional de los próximos años estará dada por la defensa de los
espacios naturales, como la Amazonia o el Atlántico, centros de recursos
naturales de energías no renovables.
Por otra parte, la intención del gobierno de Rousseff
es presentar junto con Alemania y el apoyo estratégico de otros países
europeos y latinoamericanos, incluida la Argentina, una planteo
innovador en el próximo debate de la Asamblea General de la ONU que
imponga la moderna cláusula de violación de la intimidad de los
ciudadanos como una violación directa de los derechos humanos.
Según comentaron diplomáticos de Brasil, la presidenta
Rousseff cree que Estados Unidos hará una fuerte presión para impedir
esta cláusula. No por casualidad, en la última reunión del Mercosur en
Montevideo Rousseff insistió en cosechar un apoyo del bloque regional
contra el espionaje. A la vez, Brasil está convocando para marzo próximo
a una conferencia mundial sobre comunicación en Río de Janeiro con el
objetivo de sumar socios en su lucha contra el espionaje mundial.
Las denuncias del espía norteamericano Edward Snowden,
quien reveló que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados
Unidos había espiado a Rousseff y otros funcionarios brasileños
desataron una dura puja de Brasilia con Washington.
Planteo en la embajada
En la Argentina no hubo denuncias de espionaje contra
Washington, pero fuentes calificadas de la Casa Rosada confirmaron a LA
NACION que funcionarios de la Cancillería trasladaron a la embajada de
Estados Unidos en Buenos Aires su "fuerte preocupación" por el escándalo
de escuchas que afectó a países de la región.
No fue una queja formal ni un reclamo. Sólo una preocupación que quiso dejar planteada el Gobierno.
Ante una consulta de LA NACION, fuentes diplomáticas
norteamericanas expresaron que "Estados Unidos considera seriamente las
preocupaciones de sus aliados y socios". Si bien adelantaron que la
embajada no realizará declaraciones públicas sobre presuntas actividades
de inteligencia, añadieron: "Ya hemos manifestado claramente que la
clase de actividades de inteligencia que Estados Unidos lleva a cabo en
el extranjero no difiere de la realizada por el resto de las naciones".
A su vez, los diplomáticos norteamericanos coincidieron
en que, "como mencionó el presidente Obama, Estados Unidos está
reviendo la manera en que se realizan las actividades de inteligencia,
de modo de equilibrar adecuadamente las cuestiones legítimas de
seguridad de nuestros ciudadanos y aliados con las cuestiones de
privacidad que todos compartimos como individuos".
Sobre las preocupaciones puntuales que planteó la Casa
Rosada desde la embajada norteamericana, las fuentes consultadas
destacaron que "el gobierno de los Estados Unidos responderá por la vía
diplomática a nuestros socios y aliados en las Américas y el resto del
mundo".
"Creemos que es importante que este tema no nos
distraiga del objetivo más amplio y duradero de lograr una relación aún
más productiva con nuestros socios", explicaron finalmente los
diplomáticos de Washington
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