Amigos, enemigos o problema
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Brasil y México pidieron oficialmente
explicaciones a EEUU por el espionaje directo que la CIA y la NSA
ejecutaron sobre las cuentas de internet de Rousseff y Peña Nieto. Según
las revelaciones de Snowden, la CIA no sabe cómo tratar con estos
países.
Dos de los principales aliados
latinoamericanos de los Estados Unidos presentaron ayer una queja formal
ante el gobierno de Washington tras la publicación de documentos que
revelan nuevos detalles del plan de espionaje norteamericano.
Las cuentas de correo electrónico,
mensajes privados y teléfono personal de la presidenta brasilera, Dilma
Rousseff, fueron intervenidas por la Agencia de Seguridad Nacional
estadounidense (NSA), según reveló el pasado domingo la cadena Globo. La
información fue dada a conocer a través del mismo Glenn Greenwald,
periodista estadounidense radicado en Río de Janeiro que mantiene enlace
permanente con el ex agente de la CIA Edward Snowden y que destapó el
caso de las escuchas ilegales hace unos meses a través de su columna en
el periodico inglés The Guardian. Según Greenwald, la NSA también
mantuvo bajo estrecho control la cuenta de correo electrónico del
mandatario mexicano Enrique Peña Nieto y de nueve de sus asesores más
cercanos, ya desde cuando éste era candidato a presidente.
Según el documento, que lleva la fecha de
junio de 2012, intitulado “Infiltración inteligente de datos, estudio
de caso Brasil y México”, la NSA quería “mejorar su comprensión de los
métodos de comunicación y de los interlocutores" de Roussefff y sus
asesores gracias a un nuevo software capaz de rastrear todos los
movimientos de la mandataria en la web. “Está muy claro con estos
documentos que el espionaje fue hecho, porque ellos no están discutiendo
eso como una cosa que se está planificando, están celebrando el éxito
del espionaje”, comentó el mismo Greenwald durante el programa
televisivo. Cabe aclarar, que hace apenas unos días, el compañero del
periodista norteamericano, David Miranda, fue arrestado en Londres en
virtud de la ley antiterrorista inglesa y puesto en libertad tras 9
horas de interrogatorio.
Pero los documentos dados a conocer el
domingo revelan datos aún más jugosos. EE.UU. no sabría si calificar
como “amigo, enemigo o problema” a una serie de países entre los cuales
se destacan Egipto, India, México Brasil y Turquía, y estos últimos dos
aparecen en varias fojas tildados como un “riesgo para la estabilidad de
la región”. Efectivamente Brasil ya había presentado una queja tras que
la información filtrada por Snowden revelara que el país
latinoamericano se encontraba en una lista de 16 bases estratégicas a
través de las cuales EE.UU. “probó” su sofisticado sistema de espionaje.
Si bien no se esperaba que las infiltraciones pudiesen llegar a violar
las comunicaciones de la misma presidenta, el entonces canciller
brasilero, Antonio Patriota -recientemente desplazado tras el incidente
diplomático que siguió la fuga de un ex senador boliviano buscado por
corrupción con salvoconducto brasilero- había advertido al
vicepresidente norteamericano Joe Biden acerca de la “falta de
confianza” que generan este tipo de revelaciones hacia los EE.UU.
Y para hacer las cosas aún más complejas,
llegó el domingo esta nueva noticia. A la cual la diplomacia de
Brasilia respondió casi de inmediato. Rousseff convocó al embajador de
Estados Unidos en el país, Thomas Shannon, a la Cancillería y exigió
explicaciones "rápidas y por escrito" al Gobierno de Obama. Lo mismo
hizo el gabinete privado de Peña Nieto en el Distrito Federal. El
sucesor de Patriota, Luiz Alberto Figueiredo, aseguró en rueda de prensa
que la actitud estadounidense “puede atentar contra la soberanía, los
derechos individuales e incluso contra los derechos humanos”. La única
respuesta que obtuvieron, de manera extraoficial, fue una declaración
del secretario de Estado norteamericano John Kerry, quien aseguró que
las acciones de su país son “legales” y además “necesarias” para
garantizar la seguridad global.
El caso de Brasil es quizás el más
emblemático. Rousseff viajará en las próximas horas a San Petersburgo,
en Rusia, donde está prevista la enésima cumbre de los países del G20.
Allí no faltará ocasión tanto para encontrarse con la delegación de
Obama como para tratar el tema de espionaje en las sesiones conjuntas.
En base al resultado de esas charlas, Rousseff podría decidir si
cancelar o no la visita oficial que debería realizar en Washington el
próximo 23 de octubre, la primera de un mandatario brasilero luego del
recibimiento de honor organizado en 1995 en la Casa Blanca al entonces
presidente Fernando Henrique Cardoso.
La dura reacción de Brasil incluyó una
advertencia también al mundo financiero y empresarial. El gobierno
anunció que propondrá una serie de leyes para castigar con seriedad, y
hasta con el cierre de actividades, a todas aquellas empresas que
colaboren con entidades o gobiernos extranjeros que lleven adelante
tareas de espionaje e infiltración. El ministro de Comunicaciones, Paulo
Bernardo, apuntó contra empresas telefónicas y de servicios de
internet, a quienes “les será cancelada de inmediato la licencia” si
colaboran con el espionaje. Además, aseguró que el gobierno se encargará
de ofrecer servicios de correo electrónico encriptado de manera
gratuita a todos los ciudadanos y aprobar una ley que obligue a todas
las empresas de internet nacionales o extranjeras a almacenar los datos
de sus usuarios registrados en Brasil y no en Estados Unidos como sucede
hoy.
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