El espionaje de EE.UU. se extendió a la Argentina y a toda la región
Washington
vigiló por lo menos hasta marzo pasado asuntos militares y secretos
comerciales de varios países de América latina, según los documentos
filtrados por Snowden al diario O Globo
RÍO DE JANEIRO.- Nadie quedó exento de las escuchas y miradas del Gran Hermano del Norte. Nuevos documentos publicados ayer por el diario brasileño O Globo, filtrados por el ex analista de inteligencia Edward Snowden, ahora fugitivo,
revelan que la red de espionaje de Estados Unidos se expandió por toda
América latina, concentrada en Brasil, México y Colombia, pero con una
constante vigilancia de países como la Argentina, Venezuela, Ecuador,
Chile, Perú y Panamá, entre otros.
Las revelaciones provocaron gran sorpresa en los
gobiernos de México y Colombia, el primero considerado el principal
socio comercial de Estados Unidos y el segundo su aliado militar
primordial en América latina. En la Argentina, la presidenta Cristina
Kirchner se refirió al tema en su discurso por el Día de la
Independencia, y adelantó que el Mercosur pedirá explicaciones a la Casa Blanca.
"Uno de los aspectos que se destaca en los documentos
es que, de acuerdo con ellos, Estados Unidos no parece estar interesado
sólo en asuntos militares, sino también en secretos comerciales", afirmó
el periódico carioca, que da como ejemplo el monitoreo de temas
relacionados con la energía en México y el petróleo en Venezuela.
Según la investigación de O Globo, que estuvo asistida
por el periodista norteamericano radicado en Brasil Glenn Greenwald,
columnista del diario británico The Guardian, los datos obtenidos por
Snowden confirman que el espionaje vía satélite de comunicaciones
telefónicas, correos electrónicos y conversaciones en línea funcionó por
lo menos hasta marzo de este año; no hay pruebas de que estas
actividades hayan continuado hasta ahora.
Consultado por LA NACION, el matutino carioca señaló
que no tenía mayores detalles sobre qué aspectos de las comunicaciones
en la Argentina habían sido vigiladas.
Los documentos revelados señalan que equipos de la
Agencia de Seguridad Nacional (NSA, según sus siglas en inglés) y la
Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés)
recopilaban toda la información en distintas capitales de la región,
entre las que se cita a Brasilia, Ciudad de México, Bogotá, Caracas,
Ciudad de Panamá y San Juan. La mayor atención se consolidaba en las
comunicaciones de Brasil, México y Colombia, en ese orden, aunque
también fueron espiados países más pequeños como Nicaragua, Costa Rica,
El Salvador, Honduras y Paraguay.
El monitoreo se realizaba a través de dos programas de
software: el Prism (Prisma) y el Boundless Informant (Informante Sin
Límites). El Prism permitía el acceso a e-mails, conversaciones online y
llamadas de voz de usuarios de compañías como Google, Microsoft y
Facebook.
"A través de él, la NSA obtuvo datos sobre petróleo y
adquisiciones militares de Venezuela; energía y narcóticos de México,
además de haber mapeado el movimiento de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia [FARC]", informó O Globo, que destacó que
hubo periodos en los que las comunicaciones eran especialmente
monitoreadas, como durante la agonía y muerte de Hugo Chávez.
Para ampliar el espectro de su vigilancia, la NSA y la
CIA desarrollaron el programa Boundless Informant con socios
corporativos capaces de darles acceso a comunicaciones internacionales,
telefonemas, faxes, e-mails de empresas locales y otras redes de
transmisión de datos. Uno de los documentos obtenidos por O Globo
describe estas capacidades como la operación Silverzephyr.
Otros documentos indican que en Colombia, Ecuador y
Venezuela se utilizó el programa X-Keyscore, que permite rastrear e
identificar la presencia de un extranjero en un país a través del idioma
utilizado por esa persona en sus e-mails.
La revelación llega días después de que O Globo
informara que Brasil había sido el principal blanco del espionaje
cibernético norteamericano en la región. Luego, anteayer, el diario
reveló incluso que la NSA y la CIA habían mantenido en Brasilia una base
de recolección de datos obtenidos de satélites extranjeros.
El embajador norteamericano en Brasilia, Thomas
Shannon, fue citado por el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, y
la propia mandataria advirtió que de confirmarse el espionaje sería
considerado una violación a la soberanía. El gobierno de Dilma tomó
nuevas medidas: creó un grupo de trabajo para investigar las acusaciones
y establecer un diagnóstico preciso de cuán comprometidas estuvieron
las comunicaciones brasileñas, y se avanzó para tomar una acción en las
Naciones Unidas.
"Vamos a presentar la propuesta a la Comisión de
Derechos Humanos de la ONU, pues uno de los preceptos fundamentales es
la garantía de la libertad de expresión, pero también de los derechos
individuales, principalmente el de la privacidad, que también está
garantizado en nuestra Constitución", señaló Rousseff.
"Si hubo participación de otros países y de otras
empresas que no sean brasileñas seguramente hay también una violación de
soberanía y una violación de los derechos humanos", resaltó, aunque
pidió no precipitarse en conclusiones sobre la base de prejuicios.
Tal vez por eso, el gobierno decidió que -por lo menos
por ahora- Brasil no le dará asilo a Snowden, que se encuentra varado,
sin pasaporte, en el aeropuerto de Moscú, desde donde pidió asilo a
varios países, entre ellos Brasil. "No responderemos la solicitud de
asilo", aclaró el canciller Antonio Patriota.
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