El sargento del patio trasero quiere OTAN
Por Santiago Mayor (www.marcha.org.ar)
El domingo pasado el presidente colombiano Juan Manuel Santos anunció sus intenciones de empezar a colaborar e ingresar formalmente a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Los peligros que esto conllevaría para la región y la respuesta de los gobiernos latinoamericanos.
El domingo pasado el presidente colombiano Juan Manuel Santos anunció sus intenciones de empezar a colaborar e ingresar formalmente a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Los peligros que esto conllevaría para la región y la respuesta de los gobiernos latinoamericanos.
El presidente de Colombia lanzó este domingo una provocación que
atenta contra la estabilidad política de toda América Latina. En un acto
de ascensos a miembros de la Armada colombiana anunció sus intenciones
de firmar durante el mes de junio un acuerdo de cooperación con la OTAN
como paso previo a un posible ingreso al organismo.
Si bien con el correr de los días quedó descartada la posibilidad de
ingresar como miembro pleno ya que Colombia "no cumple los criterios
geográficos" para adherir, si puede hacerlo como “aliado extra OTAN”.
Como explicó el doctor en Ciencia Política, Atilio Borón, esta
categoría de “aliado” fue creada en 1989 por el Congreso de Estados
Unidos (no por toda la organización) para establecer acuerdos militares
con países que estén fuera del espacio del Atlántico Norte. Es así como
cuentan con este status naciones como Australia, Egipto, Israel, Japón,
Corea del Sur y también Argentina (único país latinoamericano que tiene
este “privilegio”, alcanzado en la década de 1990).
50 años de guerra civil, un “ejemplo” en materia de seguridad
El presidente Santos argumentó durante su discurso que Colombia tiene
derecho a “pensar en grande”, y que él va a buscar ser de los mejores
“ya no de la región, sino del mundo entero”.
Y agregó, refiriéndose al proceso de paz que se está llevando
adelante con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que
“si logramos esa paz, nuestro Ejército está en la mejor posición para
poder distinguirse también a nivel internacional”.
Esto va en consonancia con las declaraciones de la secretaria de
Estado adjunta para Latinoamérica de Estados Unidos, Roberta Jacobson.
La funcionaria aseguró que los militares colombianos "están
proporcionando sus capacidades no sólo a Colombia, sino también a otras
partes del mundo". "Hay mucha gente que sigue de cerca esas fuerzas tan
capaces, y no es sorprendente que los colombianos estén interesados en
dónde más pueden interactuar con otras fuerzas de seguridad", justificó.
Es curioso que tanto Santos como Jacobson olviden que Colombia es un
país que se encuentra atravesado por una guerra civil hace más de cinco
décadas. Las denuncias de persecución y asesinato por parte de las
fuerzas de seguridad de dirigentes sociales, políticos y sindicales son
moneda corriente.
Además, en los últimos años han aumentado considerablemente los casos
de “falsos positivos”. Es así como se conoce al asesinato de civiles
inocentes por parte de efectivos militares para presentarlos como
guerrilleros fallecidos en combate y ganar premios y ascensos.
¿Qué tiene que hacer la OTAN en América Latina?
La Organización del Tratado del Atlántico Norte fue creada durante la
Guerra Fría. A lo largo de los años se ha convertido en una
organización netamente belicista que busca garantizar los intereses de
las principales potencias a nivel mundial. Cuenta en su haber con
masacres perpetradas a lo largo y ancho del planeta. Solo por mencionar
algunas podemos contar las dos guerras del golfo contra Irak (1991 y
2003), los bombardeos durante la guerra de Kosovo (1999). Y más
recientemente los 20 mil bombardeos sobre Libia y el apoyo a grupos
terroristas en Siria.
También cabe recordar que todas las bases militares pertenecientes a
un Estado miembro de la OTAN pueden ser utilizadas en el marco de sus
misiones a pesar de que oficialmente no exhiban su insignia. Este último
dato es relevante a la hora de pensar el papel de las siete bases
estadounidenses instaladas en Colombia en 2009 y por supuesto la base
inglesa de Mont Pleasant ubicada en las Islas Malvinas.
Teniendo en cuenta estos antecedentes de injerencia en asuntos
internos de otros Estados soberanos parece sencillo adivinar qué función
podría cumplir un país aliado de ese organismo en nuestro continente.
Colombia viene desempeñando desde hace años un rol de sargento de los
Estados Unidos en la región. Un acuerdo de cooperación con la OTAN solo
reforzaría el papel de ese país como agente de freno a los procesos de
radicalización política del continente.
América Latina contra el imperialismo
Ante esta situación, los gobiernos de avanzada de América Latina,
nucleados en la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América
(ALBA) salieron a repudiar las intenciones de Santos.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, calificó como amenaza para la
región la decisión y pidió una reunión extraordinaria del Consejo de
Seguridad de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Y también
llamó “a los movimientos sociales a repasar la historia, a organizarnos y
unirnos para defender los recursos naturales, pero también la vida".
Por su parte el presidente venezolano Nicolás Maduro remarcó que "en
América Latina, a través de la Unasur nos hemos declarado como una
región de paz, libre de guerras y de armas nucleares (...) por eso
lamentamos este giro negativo que el Gobierno de Colombia ha dado”.
Además agregó: "Estamos de acuerdo con el presidente de Bolivia en el
llamado a que la Unasur discuta la petición de uno de los países del
seno suramericano de sumarse a la OTAN".
Desde Ecuador (que bajo el gobierno de Rafael Correa desmanteló la
base estadounidense que se encontraba en su territorio) el canciller
Ricardo Patiño también se opuso al posible acuerdo entre la OTAN y
Colombia. Los países de ''América del Sur son territorios de paz,
queremos que sigan siendo territorios de paz, queremos evitar
involucrarnos en temas de guerra e invasiones en otras partes del
mundo'', expresó el jefe de la diplomacia ecuatoriana.
Habrá que ver como continúa esta historia que se enmarca, sin lugar a
dudas, en la contraofensiva estadounidense sobre el continente. Los
golpes de Estado en Honduras (2009) y Paraguay (2012), la consolidación
de la Alianza del Pacífico, la instalación de siete bases militares en
Colombia (2009) y ahora este acuerdo son parte de una ofensiva contra
los procesos de cambio en América Latina. Como dijo Atilio Borón,
resistirla dependerá de “la masiva movilización de los pueblos y la
enérgica respuesta de los gobiernos genuinamente democráticos de la
región. Esa será una de las pruebas de fuego que tendrán que sobrellevar
en las próximas semanas”.
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