En el último número de la revista La llamarada, me hicieron una entrevista sobre algunos puntos de la actual política exterior argentina y de la relación EEUU-América Latina:
La Llamarada, Número 14, página 6, abril 2013. Entrevistó: Clara García B.
La Llamarada: ¿Cómo interpretás que se ha modificado o no la política exterior
del gobierno argentino a partir del acuerdo con Irán por el caso AMIA?
Leandro Morgenfeld: Creo que todavía es demasiado
temprano para entender si hay un giro o no en la política exterior argentina.
En relación con Estados Unidos, fue oscilante en los últimos años. Hubo
momentos de gran tensión, como el rechazo del ALCA en Mar del Plata, en 2005, o
el conflicto por el avión militar requisado en Ezeiza, hace dos años. Pero
también gestos de acercamiento, como la aprobación de la Ley Antiterrorista, y
la política dura hacia Irán (denunciado por Cristina Kirchner reiteradas veces
en la Asamblea de la ONU), a diferencia de lo que ocurría con Venezuela o
Brasil que sí mantenían relaciones con Teherán. Israel y Estados Unidos vienen
sosteniendo la "pista iraní" en la Causa AMIA, y el gobierno
argentino, hasta ahora, también iba en esa línea. El reciente acuerdo del
gobierno argentino con Irán es rechazado por Israel y también por los sectores
más duros del Departamento de Estado estadounidense, que apuestan a un
aislamiento de Teherán y posiblemente a un conflicto armado. En ese sentido, no
seguir esa política, podría indicar una mayor independencia.
- ¿Qué intereses se expresan en la firma de dicho acuerdo?
Según el gobierno, el objetivo es
destrabar una causa judicial que está hace años estancada. El acuerdo, que
ahora es ley, permitiría al juez argentino y al fiscal Nisman, que acusó a
varios funcionarios de ese gobierno (incluyendo el ministro de Defensa),
interrogarlos. Según los críticos, en
realidad responde a intereses económicos. Irán puede seguir creciendo como
destino comercial. Las exportaciones a ese país, en los últimos 7 años,
aumentaron un 1400%. El gobierno iraní, por su parte, pretende romper el
aislamiento internacional impulsado por Estados Unidos, y ampliar sus vínculos
con América Latina, además de los que mantiene con Venezuela, Bolivia, Cuba y
Brasil. Al acuerdo, en tanto, se opusieron distintas entidades judías. Desde
los sectores de la derecha de esa comunidad (AMIA y DAIA) hasta los familiares
nucleados en APEMYA, muy críticos de las conducciones de esas organizaciones.
- ¿Implica esto un cambio/distanciamiento en las relaciones con EEUU y una política más independiente al estilo de la de Brasil?
Como decíamos antes, sería
prematuro ver en el acuerdo un punto de inflexión en la política exterior en
general o en la relación con Washington en particular. Desde la izquierda, se
critica al gobierno por el divorcio entre la prédica nacionalista y popular de
su discurso y una inserción internacional que favorece los agronegocios y un
modelo extractivista, con la sojización y la minería a cielo abierto, dominada
por grandes corporaciones extranjeras, como uno de los símbolos de esa
orientación. Se sostiene que los gobiernos socialdemócratas latinoamericanos
(Dilma, Cristina, Mujica) sirven más bien como contención de los procesos más
radicales, como los de Venezuela, Ecuador o Bolivia, donde sí se plantea una
orientación abiertamente anti-estadounidense y se discute, al menos como
horizonte político deseable, la construcción del "socialismo del siglo
XXI". Por qué Argentina y Brasil no integran el ALBA? En ese sentido,
habría que plantear una visión global para ver si efectivamente el acuerdo con
Irán es parte de una nueva orientación de la política exterior nacional.
- Teniendo en cuenta la conflictividad actual en Medio Oriente y las declaraciones de Kerry cuando asumió el cargo haciendo referencia a que ellos estarían dispuestos a autorizar el desarrollo de tecnología nuclear de Irán si es para fines pacíficos, ¿puede interpretarse como un cambio de táctica del imperialismo que buscaría tener mejores relaciones con Irán para garantizar un orden en la región?
No estoy seguro de que
efectivamente se hayan impuesto ahora los sectores dialoguistas. Es temprano
para afirmarlo. En los últimos tiempos, conviven en Washington los que alientan
el endurecimiento de las políticas hacia Irán, en línea con Israel, y los que
buscan una salida negociada, para evitar un conflicto de consecuencias
imprevisibles. Tras el fracaso de la ocupación de Irak, hay quienes ven con
temor embarcarse en una nueva ofensiva en la región. El gobierno de Teherán amenazó
con bloquear el Estrecho de Ormuz en caso de ser atacados. Si bien es cierto
que, cuando asumió, Kerry planteó la necesidad de negociar con Irán y evitar
una guerra, a principios de marzo, en su visita a Arabia Saudita, señaló que el
tiempo para encontrar una solución negociada no era infinito. Es decir, reaparecieron
las amenazas de un ataque. De todas formas, proseguirán en marzo las tratativas
del grupo 5+1, es decir las cinco potencias que negocian con Irán las
condiciones de su desarrollo nuclear. Esto implica, al menos por ahora, que no
está prosperando el boicot de la derecha israelí.
- ¿Cómo definirías la política norteamericana hoy hacia América Latina?
Tras la llegada de Obama, algunos
esperaban un viraje total respecto a su antecesor, el guerrerista George W. Bush.
Sin embargo, en la relación con América Latina, apenas hubo cambios de forma. Lo
esencial, se mantuvo en pie. En esa línea, durante su primer mandato, se
produjo el golpe de Estado en Honduras (contra un presidente que integraba el
ALBA), desestabilizaciones en Venezuela, creciente militarización (se
establecieron nuevas bases), se continuó con la fracasada lucha contra el
narcotráfico, se mantuvieron el embargo contra Cuba y la cárcel ilegal en la
Base de Guantánamo. Además, persistieron los mecanismos proteccionistas no
arancelarios que afectan las exportaciones de bienes agropecuarios
latinoamericanos (carne y limones, lo que más afecta a Argentina). Washington
ya no tiene la influencia que tenía hace algunos años, lo cual se vio
claramente en la última Cumbre de las Américas (Cartagena, abril de 2012), en
la que los temas principales -Cuba, Malvinas, Narcotráfico- fueron planteados
por los países latinoamericanos, a pesar de Washington. En su segundo mandato,
obama buscará potenciar la Alianza Transpacífico (resabio neoliberal del ALCA)
y debilitar el eje bolivariano, que ya no va a contar con el liderazgo de
Chávez. No hay que esperar demasiados cambios en relación a la política hacia
Cuba. En forma sutil, para no alentar el extendido sentimiento anti-yanqui en
la región, la Casa Blanca intentará desalentar los proyectos de integración
latinoamericanos (ALBA, la UNASUR y la CELAC) y enlentencer el avance económico
chino, a través de la promoción continental del libre comercio de bienes y
servicios (no así de productos agropecuarios) y el impulso a la radicación de
capitales estadounidenses en la región, con menos regulación de los Estados.
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