miércoles, 22 de mayo de 2013

Reseña de "Principios de Realismo Periférico", de Carlos Escudé



RESEÑA BIBLIOGRÁFICA

Por Leandro Morgenfeld

(Anuario CEH Segreti, Córdoba, Número 11)

Escudé, Carlos: Principios de Realismo Periférico. Una teoría argentina y su vigencia ante el ascenso de China, Buenos Aires, Lumiere, 2012. 169 páginas.

En su último libro, Escudé actualiza el debate sobre su teoría del realismo periférico (RP). Argumenta nuevamente que los Estados no centrales deben evitar confrontar con las potencias, para no pagar altos costos económicos y sociales. Provocativamente, como es su estilo, caracteriza a la política exterior argentina kirchnerista como sustentada en los preceptos del RP. Embiste contra el relato "nacional y popular", pero no para criticar sino para reivindicar la actual inserción internacional. A contramano de las interpretaciones mayoritarias (ya sea de los apologetas o los críticos), destaca las continuidades por sobre las rupturas, respecto a la década de las "relaciones carnales", cuando él fue justamente asesor del canciller Guido Di Tella. El libro retoma los debates con diversas corrientes del campo de las relaciones internacionales, y exalta los aciertos que su teoría del RP habría conseguido en el plano del debate internacional del último cuarto de siglo.
            Ya en la Introducción, Escudé repasa los principales lineamientos del RP, su ecuación de equilibrio metapolítico universal y la relevancia que cobra ante el ascenso chino. Esta teoría parte del supuesto de que existen reglas no escritas en el orden interestatal, en el cual los Estados más poderosos gozan de un papel preponderante para establecer las normas del mismo. Para el RP, una correcta política exterior, como la de Argentina en la década de 1990, debe reconocer que no existe libertad de un Estado para actuar en el sistema interestatal. Existen tres tipos de Estados: los que forjan las normas, los tomadores de las mismas y los rebeldes, que se convierten en "parias". El secreto del éxito para Argentina, Brasil, Egipto, España, Italia o Australia reside en no practicar una "estéril rebeldía" y  en acatar las normas impuestas por los poderosos. La ecuación del equilibrio metapolítico universal permite, por un lado, comprender las razones por las que los Estados débiles y periféricos deben aceptar una jerarquía interestatal, so pena de sufrir sanciones ruinosas para sus sociedades y, por otro, por qué en el largo plazo las grandes potencias autocráticas tienen mayores probabilidades que las democráticas de dominar el mundo.      
(...)
            En las conclusiones, Escudé plantea el éxito del RP, y vuelve con su ejemplo preferido: el de Deng Xiaoping en China (1978-1992). Escudé compara el caso chino con el argentino, aunque sabe que no son dos países comparables. Sin embargo, la explicación de por qué Argentina marchó hacia el colapso en 2001 parece al menos simplista: "Quizás Guido Di Tella haya sido el equivalente de medio de Deng Xiaoping. Pero su otra mitad fue Domingo Cavallo, que con macabro cinismo se dedicó a vaciar su país" (p. 117). Di Tella, el de las relaciones carnales, encumbrado; Cavallo, incinerado. La frase final del libro parece temeraria. A pesar de ser un auto-definido liberal, Escudé reivindica ahora como modelo la autocracia china: "En verdad, a partir de 2008 los pueblos hemos tenido evidencia, ya fehaciente, de que en el mundo real la verdadera democracia no existe, y de que antes que la dictadura disimulada del mercado privado, es preferible una autocracia con sentido nacional, ilustrada y eficiente, conducida desde el Estado" (p. 117). Nos preguntamos si esta frase no contradice algunos de los postulados liberales en los que se basa Escudé.
            Lo más interesante del libro es que sirve para reabrir un debate sobre la política exterior argentina. Tanto para interpretar la historia de la inserción internacional como la actual política exterior. Escudé no encaja. Los liberales que lo apoyaban en la década de 1990, hoy no entienden cómo defiende la política exterior oficial. Los kirchneristas lo invitan a sus programas de televisión o a sus medios gráficos, pero resulta que Escudé reivindica de la actual política exterior justamente lo que aparece soslayado en el discurso nacional y popular oficial. Para Escudé, si hay algo que se está haciendo bien ahora, es seguir los lineamientos del RP, incluso mejor que en los noventa. Este no encajar de Escudé, y su afán por la polémica, es lo que hace interesante su planteo. Incluso para los que no coincidimos casi en nada con él. 

Leer la versión completa en el Anuario CEH Segreti, Núm. 11
 


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