La cumbre de SICA siembra incertidumbre
Marco A. Gandásegui (h)
La visita del presidente de EEUU, Barack Obama, a Centro América dejó un amargo sabor a incertidumbre.
Dejó su huella en los asuntos internos de Costa Rica y, de paso, en la
cumbre de SICA notificó a los otros mandatarios de la región que sus
países no tienen espacio alguno en la congestionada agenda de Wahington.
Entonces, ¿a qué respondió el faraónico desplazamiento de centenares de
personas hacia lo que sus asesores llaman las lejanas selvas tropicales
de Centro América?
Durante su estadía en San José no dio
respuesta a las múltiples preguntas que se hacían los pueblos
centroamericanos y dejó a los mandatarios reunidos en SICA a la espera
de nuevas líneas de acción. Los discursos de antaño y las promesas de
sus antecesores quedaron soterrados bajo el peso del poderío imperial. A
su homólogo panameño, Ricardo Martinelli, quien le pidió el envío de
gas para un nuevo negocio que está creando a orillas del Canal, le
respondió con una negativa tajante.
Martinelli es un magnate de supermercados y
se metió con el abogado de los financistas más poderosos del mundo.
Obama insistió en resucitar la propuesta de libre comercio regional
planteada por Clinton hace 15 años. Se olvidó por completo que él mismo
firmó un tratado de “libre comercio” asimétrico con las repúblicas de la
región. ¿Estaría pensando en la locomotora china o en los problemas que
presenta el fracaso de la zona euro?
Incluso, no respondió ante la pregunta de
varios de sus colegas sobre la política que EEUU aplica contra
Venezuela. La mayoría de los países centroamericanos quieren mejorar sus
relaciones con el país del fallecido líder Hugo Chávez. Sólo Nicaragua
es miembro de ALBA y PetroCaribe. Sin embargo, Guatemala, El Salvador e,
incluso, Honduras, quieren sumarse a las ventajas que ofrece Venezuela
en materia de petróleo a bajos precios. (En realidad, muy favorables
comparados a los que ofrece la bolsa de valores de Nueva York que fija
el precio del petróleo de Houston).
EEUU se ha quedado sólo, aislado en el
mundo, en su posición obtusa de no reconocer los resultados de las
elecciones presidenciales realizados en Venezuela el 14 de abril próximo
pasado. La posición de Obama contrasta con el gobierno conservador
español, que preside Mariano Rajoy, que ya reconoció a Maduro como nuevo
mandatario. Igualmente, J. Miguel Insulza, secretario general de la
OEA, tuvo que retroceder y aceptar el triunfo electoral de Maduro.
La lógica de Obama recuerda la política de
Kennedy en 1961 cuando encerró a su país en una posición que finalmente
terminó rompiendo con la Revolución cubana y su líder Fidel Castro. En
el caso de Venezuela, las elecciones recientes le ofrecen aún a Obama la
posibilidad de trabajar junto con el resto de los países de la región
para avanzar hacia un acuerdo político hemisférico. Pero en vez de
avanzar en una dirección que podría arrojar resultados favorables, en
San José mantuvo su posición contraria a Venezuela e, indirectamente,
contra el resto del continente. Abanicó el Pacto Trans-Pacifico que
incluye a cuatro países latinoamericanos: México, Colombia, Perú y
Chile. Lo hizo de tal manera que parecía un reto a la Alianza
Bolivariana (ALBA) así como al MERCOSUR e, incluso, UNASUR.
El analista norteamericano Mark Weisbrot señala que “la
administración Obama no acepta que la región cambió y está obstinado en
eliminar a los gobiernos de izquierda”. Agrega que “Brasil también debe
mantenerse vigilante”. Brasil ya le pidió a Obama que mantenga su
distancia de Venezuela. Tanto la presidente Dilma Rousseff como Lula
tuvieron palabras fuertes en defensa de la integridad de la patria de
Chávez.
Sin duda, la política de Washington es desestabilizar la región. La
pregunta sería a ¿qué objetivo inmediato o a corto plazo podría
responder una estrategia de este tipo? La mafia norteamericana (que
controla el tráfico de drogas global y el “lobby” anti-cubano) se siente
cómoda con este acercamiento inesperado a la Casa Blanca. Los
republicanos, que aún añoran los días en que los ‘halcones’ dirigían la
política exterior de EEUU, ven con buenos ojos la posible guerra contra
un país suramericano. No hay que olvidar que EEUU ya envió en una
ocasión en el pasado sus barcos de guerra a las costas caribeñas de
Venezuela.
Obama puede estar pensando en una gran estrategia por las líneas del
tratado de libre comercio Trans-Pacífico. América latina y sus enormes
riquezas siguen siendo de enorme importancia para EEUU. Tiene que
cuadrar a los países latinoamericanos y Venezuela es un obstáculo. El
presidente Maduro es visto todavía como el aprendiz de Chávez,
dirigente inimitable quien guió a un continente sediento de justicia
social. Pero el triunfo electoral reciente logró lo esencial: Maduro es
el sucesor y continuador de las políticas de Chávez.
Lo importante en este nuevo escenario, y así
lo entiende el círculo que gobierna con Obama, es que el movimiento
iniciado por Chávez encontró su camino y continuará avanzando dando la
lucha a pesar de la ausencia de su fundador. Aquí radica el peligro para
la hegemonía de EEUU. Como consecuencia, Obama introduce en la cumbre
de SICA la carta de la incertidumbre.
9 de mayo de 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario