Obama y Latinoamérica
Publico.es
Una de las áreas del mundo donde la política exterior de EEUU ha
decepcionado más a las fuerzas progresistas de América (Norte, Centro y
Sur) ha sido en Latinoamérica. La falta de cambio ha sido una
constante. Casi inmediatamente después de su primera elección, la
Administración Obama mostró un silencio ensordecedor frente al atentado
al presidente Correa, de Ecuador, cuando, en septiembre de 2010, hubo un
intento golpista. Vimos también el mismo silencio durante el golpe de
Estado contra el presidente legalmente elegido, Fernando Lugo, que fue
destituido por la oligarquía que ha dominado Paraguay durante la mayoría
de su historia. El Departamento de Estado de EEUU no denunció tal
golpe.
Pero el caso más flagrante fue la aceptación del golpe militar de
Honduras, cuando un presidente democráticamente elegido, el presidente
Manuel Zelaya, fue detenido y expulsado del país, instaurándose uno de
los regimenes más represivos en aquel continente. El asesinato político
de sus oponentes es práctica común en aquel país. 83 miembros del
Congreso de EEUU enviaron una carta a la entonces Ministra de Asuntos
Exteriores de EEUU, la Sra. Hillary Clinton, pidiendo que se denuncie la
situación represiva existente en Honduras. El presidente Obama, no sólo
no rechazó el golpe militar, sino que lo apoyó, indicando que las
elecciones (fraudulentas) que tuvieron lugar después del golpe habían
legitimado al nuevo gobierno.
Tal situación de brutal represión apenas aparece en los medios de
mayor difusión de EEUU y de Europa. Mientras que tales medios han ido
mostrando una enorme hostilidad al gobierno venezolano presidido hasta
hace poco por el gobierno Chávez, que intenta alcanzar el socialismo
utilizando la vía democrática (hay mayor diversidad ideológica con los
mayores medios de difusión en Venezuela que en España), han mantenido un
silencio ensordecedor frente a las atrocidades y asesinatos políticos
cometidos por un gobierno cuyo partido pertenece a la Internacional
Liberal, a la cual pertenecen muchos partidos europeos, incluido el
partido gobernante en Catalunya, el CDC). Según la International
Federation for Human Rights (que ha preparado un informe para el
International Criminal Court) basada en París, en 2012 se cometieron más
de 100 asesinatos políticos (en contra de sindicalistas, periodistas y
campesinos, entre otros) con un número mayor de desaparecidos,
detenciones ilegales, torturas y violaciones, represión dirigida a crear
temor entre la población, según tal informe. Figúrense, por un momento
si tales hechos hubieran ocurrido en Venezuela bajo el gobierno del Sr.
Chávez. El escándalo internacional hubiera sido enorme. En lugar de
ello, un silencio sepulcral que detecta y muestra una complicidad además
de hipocresía.
Pero lo que es todavía peor, desde el punto de vista de la
Administración Obama, no es su silencio, sino su apoyo a tales
atrocidades. En realidad existe evidencia, mostrada y documentada por el
miembro del Senado de EEUU, el senador Patrick Leahy, de que tales
asesinatos son realizados por la policía del gobierno hondureño
(dirigido por Juan Carlos Bonilla) a la cual el gobierno federal de EEUU
ha estado asesorando y financiando (Ver Mark Weisbrot, “Will Obama’s
Legacy Be a Death Squad Government in Honduras?” The Guardian
30.03.13). En realidad, y tal como denuncia el senador Leahy, tal ayuda
es ilegal en EEUU, pues la ley federal de aquel país prohíbe la ayuda
militar o policial que policías o ejércitos que han cometido actos de
violación de derechos humanos que han permanecido inmunes.
Como concluye Weisbrot, Obama ha vuelto a los estándares de
brutalidad que caracterizó la política del Presidente Reagan, el guru de
los neoliberales, que hoy han reavivado su brutalidad y opresión que
permanece oculta en los medios de mayor difusión en tales países.
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