Página 12
La aplastante
victoria de Rafael Correa, con un porcentaje de votos y una diferencia
entre él y su más inmediato contendiente que ya hubieran querido tener
Obama, Hollande y Rajoy, deja algunas lecciones que es bueno
recapitular. Primero, y lo más obvio, la ratificación del mandato
popular para seguir por el camino trazado pero, como dijo Correa en su
conferencia de prensa, avanzando más rápida y profundamente. Sabe el
reelecto presidente que los próximos cuatro años serán cruciales para
asegurar la irreversibilidad de las reformas que, al cabo de diez años
de gestión, habrán concluido con la refundación de un Ecuador mejor, más
justo y más sustentable. En la conferencia de prensa ya aludida dijo
textualmente: “O cambiamos ahora al país o no lo cambiamos más”. El
proyecto de crear un orden social basado en el socialismo del sumak
kawsay, el “buen vivir” de nuestros pueblos originarios, exige actuar
con rapidez y determinación. Pero esto también lo saben la derecha
vernácula y el imperialismo, y por eso se puede predecir que van a
redoblar sus esfuerzos para evitar la consolidación del proceso de la
“Revolución Ciudadana”.
Segunda lección: que si un gobierno
obedece al mandato popular y produce políticas públicas que benefician a
las grandes mayorías nacionales –que al fin y al cabo de eso se trata
la democracia–, la lealtad del electorado puede darse por segura. La
manipulación de las oligarquías mediáticas, la conspiración de las
clases dominantes y las estratagemas del imperialismo se estrellan
contra el muro de la fidelidad popular.
Tercero, y como
corolario de lo anterior, el aplastante triunfo de Correa demuestra que
la conformista tesis tan común en el pensamiento político convencional, a
saber: que “el poder desgasta”, sólo es válida en democracia cuando el
poder se ejerce en beneficio de las minorías adineradas o cuando los
procesos de transformación social pierden espesor, titubean y terminan
por detenerse. Cuando en cambio se gobierna teniendo a la vista el
bienestar de las víctimas del sistema, pasa lo que ocurrió ayer en
Ecuador: si en la presidencial de 2009 Correa ganó en la primera vuelta
con el 51 por ciento de los votos, ayer lo hizo, con el recuento
existente al momento de escribir esta nota (un 25 por ciento de los
votos escrutados), con el 57 por ciento. En lugar de “desgaste”,
consolidación y acrecentamiento del poder residencial.
Cuarto
y último: con esta elección se supera la parálisis decisional generada
por una Asamblea Nacional que se opuso con intransigencia a algunas de
las más importantes iniciativas propuestas por Correa. Si bien hay pocas
cifras disponibles al respecto, no caben dudas de que Alianza País
tendrá la mayoría absoluta de los asambleístas y con chances de alcanzar
una representación parlamentaria que le permita contar con una mayoría
calificada de dos tercios.
Conclusión: los tiempos han cambiado.
La ratificación plebiscitaria de un presidente que precipitó un
formidable proceso de cambios sociales y económicos dentro del Ecuador,
que protagoniza la integración latinoamericana, que incorporó su país al
ALBA, que puso fin a la presencia estadounidense en la base de Manta,
que realizó una ejemplar auditoría de la deuda externa reduciendo
significativamente su monto, que le otorga asilo a Julian Assange y que
retira al Ecuador del Ciadi, no es algo que se vea todos los días.
¡Felicitaciones Rafael Correa, salud Ecuador!
Atilio A. Boron es Director PLED, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
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