Tras una pelea con Moreno, sacan al embajador en EE.UU.
Por Natasha Niebieskikwiat (Clarín)
La Presidenta corrió de Washington a Jorge Argüello y lo reemplazó por Cecilia Nahón, una joven economista que reporta al viceministro de Economía, Axel Kicillof, y que se apoyó en La Cámpora.
Quiebre. El canciller Héctor Timerman llamó ayer a Jorge Argüello para decirle que dejaba Washington. /EFE
18/12/12
Hay una máxima kirchnerista que suele cumplirse: el que saca no pone
. Y así pasó en las últimas horas, donde bastó la ira del secretario de
Comercio Interior, Guillermo Moreno, contra el embajador argentino ante
los Estados Unidos, Jorge Argüello, para que la Presidenta Cristina
Kirchner volara de un plumazo a un dirigente con raíces peronistas.
Fueron dos las giras que hizo Moreno a Washington. En ninguna le avisó a
Argüello de su llegada. Ya en la primera, llevó consigo a quien fue oficializada ayer como nueva embajadora ante los Estados Unidos: la economista Cecilia Nahón
, Secretaria de Relaciones Económicas Internacionales, protegida del
poderoso viceministro de Economía, Axel Kicillof, que rivaliza con
Moreno.
Al mismo tiempo, la salida del embajador descomprime la
situación interna del propio Héctor Timerman, en tensión con Argüello y
Nahón. La nueva representante en Washington es una economista
“catalogada de “inteligente y trabajadora”, aunque quienes la han
tratado aseguran que la opaca el vicio de la soberbia, el maltrato, y un
profundo desprecio por la prensa crítica, que le brotó con su entrada
al Gobierno. Tiene dos años de experiencia en la diplomacia, y hasta
hace muy poco negaba su pertenencia a La Cámpora, aunque mantiene
vínculos con sus dirigentes. Con ella, son dos las mujeres al frente de
las dos principales puestos políticos en Estados Unidos. La otra es
María Cristina “Marita” Perceval, en la misión ante la ONU. La llegada
de Nahón a Washington reforzará el perfil económico de la sede, pero
ello no le garantizará una buena relación con los experimentados hombres
del ministro de Economía, Hernán Lorenzino, hoy en la representación
argentina ante los organismos financieros.
Ya el viernes pasado , la Cancillería era un hervidero por los nombramientos de embajadores
que se venían -se anunciaron diez- pero nadie imaginaba cuál
encabezaría el comunicado de prensa de la Cancillería de ayer. Este
empezaba por el de Nahón en Washington y el desplazamiento de Argüello a
Portugal.
Argüello habló sólo con sus amigos, a los que confesó
haberse enterado de su desplazamiento a Portugal -que aceptó- a través
de un cable de la Cancillería y con un llamado del canciller. Un
funcionario bajo estricto “off the record” apuntó que en la Casa Rosada
le achacaron a él una supuesta “distracción” ante el fallo adverso para
la Argentina ante los fondos especulativos del juez Thomas Griesa. Y
también el creciente déficit comercial con Estados Unidos.
Su
pelea con Moreno fue el fin de Argüello en Washington, pero este diario
vio hace meses el quiebre de su relación con Cristina, a quien conoció
cuando vivía el ex presidente Néstor Kirchner de la mano del ex jefe de
Gabinete, Alberto Fernández, quien de la Cámara de Diputados lo llevó a
la jefatura de la misión argentina ante las Naciones Unidas. En
noviembre de 2011 fue nombrado al frente de la Embajada en Washington,
donde cometió uno de los pecados que el núcleo duro del kirchnerismo no
perdona: atendía a todos los sectores y de manera amable.
Sus
enemigos afirman que juntó “demasiada masa crítica” para ser canciller.
Esto le valió una interna con Timerman, sobre todo por su juego suelto
durante el tiempo que el Gobierno seguía sin colocar a jefes en
organismos clave que funcionan en EE.UU. Allí Argüello hacía su propio
juego diplomático. Una vez, Timerman hasta le recriminó duramente que
hablara con el ex presidente Eduardo Duhalde. Los ultrakirchneristas
afirman que lo escucharon hacer críticas indirectas al Gobierno ante
empresarios, que luego se las transmitían a Moreno y al Gobierno.
Argüello siempre mantuvo excelentes modales, pero ya se lo vio con poco
poder durante el viaje que hizo la mandataria a la Asamblea General de
la ONU en setiembre último. No lo dejaron participar de la negociación
con Irán, tampoco del armado de las ponencias de Cristina en la
Universidad de Georgetown, ni la de Harvard, que fue un escándalo para
la presidenta por su estridente enfrentamiento con los alumnos por sus
preguntas.
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